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Tema: El Instituto de Cultura Hispánica proseguía el Movimiento Iberoamericanista del s XIX

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    El Instituto de Cultura Hispánica proseguía el Movimiento Iberoamericanista del s XIX

    El Instituto de Cultura Hispánica (1946-1977)

    El 4 de julio de 1946 un grupo de universitarios españoles e iberoamericanos funda el Instituto Cultural Iberoamericano en la cámara del rey Felipe II del Monasterio de El Escorial.
    Posteriormente la Sección española de esa Asociación se transformó en el Instituto de Cultura Hispánica como ente autónomo

    Creación y fines

    El Instituto de Cultura Hispánica fue una corporación de derecho público, con personalidad propia, consagrada al mantenimiento de los vínculos espirituales entre todos los pueblos que componen la comunidad cultural de la Hispanidad.

    Tenía como fines primordiales el estudio, defensa y difusión de la cultura hispánica, el fomento del conocimiento mutuo entre los pueblos hispánicos, la intensificación de su intercambio cultural y la ayuda y coordinación de todas las iniciativas públicas que tiendan al logro de estos fines.

    Historia

    El movimiento hispanoamericanista, que fue la razón de origen de este Organismo, no es una coincidencia circunstancial o fortuita. Los Congresos Iberoamericanos de Montevideo y Lima de 1868 y 1878; los de Madrid de 1892 y 1900; los Congresos Americanistas de Madrid en 1881, de Huelva en 1892, de Méjico en 1895, de Río de Janeiro de 1922. de Buenos Aires de 1930 y de Madrid y Barcelona de 1931 fueron claras expresiones de la fuerza de esta tendencia.

    Más tarde estos esfuerzos fueron complementados por la Unión Panamericana, a través de su órgano “Revista de las Españas”, y las Exposiciones Iberoamericanas de 1929 en Barcelona y en Sevilla, la “Revista Cultural Hispanoamericana” y el Centro de Estudios Americanistas sevillano como manifestaciones sucesivas.

    El Consejo de la Hispanidad, en 1940, constituyó otro esfuerzo importante que trataba de coordinar todas estas iniciativas. La Asociación Cultural Iberoamericana, fundada con la participación de los representantes hispanoamericanos en España estuvo en la misma línea.

    En América, un espíritu de idéntico presidió las tareas de grandes núcleos universitarios. Buena prueba de estos esfuerzos fueron la Confederación Iberoamericana de Estudiantes Católicos, iniciada en Méjico en 1938 y continuada en los Congresos de 1935 en Lima y de 1941 en Bogotá; la Semana de Estudios de Santiago de Chile en 1944 o la Asamblea Interamericana de “Pax Romana” en 1946, en Lima.

    Así llegamos a 1946, fecha en la que el Instituto de Cultura Hispánica cobró realidad.

    *****

    Tras la Guerra Civil, el nuevo Régimen del 18 de Julio, bajo el ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, con Joaquín Ruíz Giménez y Alfredo Sánchez Bella constituyó un nuevo organismo que bebía del concepto de Hispanidad que había destilado Ramiro de Maeztu y Manuel García Morente.

    El primer fruto del proyecto cultural de aquellos hombres fue el Instituto de Cultura Hispánica. Dicho organismo tuvo autonomía jurídica y entre sus objetivos estaba estrechar relaciones con los países hispanoamericanos a través múltiples actividades culturales.

    Los instrumentos concretos fueron la actividad editorial de libros y revistas especializadas, la cátedra “Ramiro de Maeztu” en la Universidad Central de Madrid, el Colegio Mayor “Hernán Cortés” en Salamanca, la entrega de premios a libros, revistas y películas de temática hispánica, y un programa de becas de viajes, para traer a España a intelectuales de prestigio, de línea hispanista, con preferencia profesores de universidad y miembros conocidos de la prensa escrita.

    Aquellos intelectuales hispanoamericanos pertenecían al mundo de las letras, en su mayor parte procedían de asociaciones católicas estudiantiles, donde los jesuitas principalmente habían incentivado un hispanismo confesional que había calado en el espíritu nacionalista y anti-anglosajón de muchos de ellos. Unos pocos tenían antecedentes de haber colaborado en las iniciativas a favor del bando nacional durante la Guerra Civil. Entre 1947, año de su apertura, y 1981, la institución alojó a más de 3.700 estudiantes. Un buen número de ellos fueron a la vuelta a sus patrias, ministros, diplomáticos, rectores universitarios, artistas y escritores de Hispanoamérica. Los países que más aportaron alumnos hasta 1981, fueron Argentina y Chile, con más de 300, y Perú, Ecuador, México y Bolivia, con 200. En su mayor parte, estudiaron Medicina y Derecho, estas dos carreras reunían casi la mitad de los becarios.

    Entre los más representativos estuvieron el peruano Víctor Andrés Belaunde, el argentino Juan Carlos Goyeneche, los chilenos Jaime Eyzaguirre y P. Osvaldo Lira, los nicaragüenses Pablo Antonio Cuadra y Ernesto Cardenal, los bolivianos Luis Adolfo Siles y Carlos Mesa. Su visión hispánica se oponía al naciente populismo indigenista surgido en Perú o en Méjico, pero también al racismo criollo, semejante al colonialismo británico de raíz biopolítica. Aquellos jóvenes intelectuales estaban orgullosos de representar una cultura alternativa a la predominante de los EEUU en el continente.




    La sede central y sus derivaciones en las provincias. –

    El Instituto de Cultura Hispánica se hallaba instalado en su edificio propio de la Avenida de los Reyes Católicos de la Ciudad Universitaria de Madrid, que se inauguró el día 12 de octubre de 1951. El edificio constaba de cinco plantas en su fachada principal y diez en la posterior. Además de las oficinas y dependencias habituales, el Instituto alberga capilla, salones de embajadores, exposiciones, Juntas y actos, Biblioteca y Hemeroteca, comedor de gala y estudios para artistas.

    Las instituciones culturales de España, además de la citada institución central, eran las siguientes: Asociación Cultural Iberoamericana, en Madrid; Asociación Cultural Iberoamericana, de Sevilla; ídem de Valencia; ídem de Badajoz; ídem de Barcelona; ídem de Burgos; ídem de Bilbao; ídem de Oviedo; ídem de la Coruña; ídem de Santiago de Compostela; ídem de Salamanca; ídem de Valladolid; Real Academia Hispanoamericana de Cádiz; Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona; Instituto Vizcaíno de Bilbao; Casa de América, de Granada; Instituto de Estudios Hispánicos, de Tenerife.

    El Instituto en América. –

    En territorio americano florecían las siguientes Instituciones: Instituto de Cultura Hispánica, de Monterrey y de Guadalajara, en Méjico; Instituto Cubano-Español, de La Habana; Instituto de Cultura Hispánica, de Ciudad TrujilIo; ídem de Puerto Rico; ídem de Tegucigalpa y Managua, en Honduras; ídem Panameño, en Colón [12] y Panamá; ídem Costarricense, en San José de Costa Rica; ídem de Bogotá; ídem de Quito; ídem de Guayaquil; ídem de Lima; ídem de La Paz; ídem de Tucumán, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Rosario, en Argentina; ídem de Valparaíso y Santiago, en Chile; ídem de Montevideo; ídem de Asunción; ídem de Natal, Recife, Río de Janeiro y San Pablo, en Brasil. Existe, además, en Manila otra institución análoga: el Instituto de Cultura Hispano filipina.


    La voz de España en América. –

    Una de las finalidades del Instituto era la de hacer llegar a las aulas americanas la voz de los profesores españoles, que en sus conferencias dan a conocer los rasgos más notables de la cultura española actual. Así, en breves años de vida el Instituto ha patrocinado de una u otra manera el viaje a América de los profesores Corts Grau, González Álvarez, Gómez Arboleya, Torroja Miret, Ruiz del Castillo, Eugenio d’Ors, Javier Conde, Manuel Ballesteros, Guillermo Céspedes, Fraga Iribarne, padres Zaragüeta y Ceñal, Muñoz Alonso, Castiella, Laín Entralgo, Antonio Tovar, Jiménez Díaz, Blanco Soler, Entrambasaguas, García Hoz, Pérez Barradas; de los escritores y poetas Eugenio Montes, Díaz Plaja, Giménez Caballero, García Viñolas, Pemán, Dámaso Alonso, Panero, Rosales, Foxá; de los músicos Joaquín Rodrigo, José Cubiles, Sainz de la Maza, y de muchos otros intelectuales y personalidades de la cultura española.
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    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: El Instituto de Cultura Hispánica proseguía el Movimiento Iberoamericanista del s


    La creación del Instituto de Cultura Hispánica tuvo como antecedente el Consejo de la Hispanidad (1940)

    LEY DE 2 DE NOVIEMBRE DE 1940 por la que se creaba el Consejo de la Hispanidad, antecesor del Instituto de Cultura Hispánica


    "Fue privilegio de las épocas forjadoras de Historia el crear normas y estilo con que perpetuarse. Cuando España alega en este amanecer de su vida futura, su condición de eje espiritual del mundo Hispánico como título de preeminencia en las empresas universales, no pretende sino valorizar los ideales que le dieronser en su día constituyendo aporte generoso al caudal de la civilización.

    La empolvada política hispano-americana ha de vivificarse con raíz de mayor vigor y empuje porque la idea que debe sembrar no es naturaleza enteca, sino de robusta contextura: idea nacida al calor de un espíritu que iluminaba una obra colectiva, como colectiva ha de ser también la empresa que hoy se inicia.

    La desunión de espíritu de los pueblos hispánicos hace que el mundo por ellos constituido viva sin un ideal de valor y transcendencia universales. Y, sin embargo, la Hispanidad, como concepto político que ha de germinar en frutos indudables e imperecederos, posee y detenta esa idea absoluta y salvadora. El espíritu de la Hispanidad, que no es el de una tierra sola, ni el de una raza determinada, radica en la identidad entre su ser y su fin, en la conciencia plena de su unidad; condición de vida inexcusable, ya que para vivir los pueblos, han de unirse siempre, no en la libertad, sino en la comunidad.

    Impulsar este ideal, encauzarle, vigilarle, prestarle su máximo reflejo como política natural del Nuevo Estado, es la tarea que hoy se inicia con la creación del Consejo de la Hispanidad y la función que sele asigna, trasunto de aquellas otras gloriosas tareas del Consejo de Indias, padre de leyes justas, ordenador de pueblos, creador de cultura, que fue cabeza rectora de nuestra política más allá de los mares. A él incumbirá conseguir, que España, por su ideal ecuménico, sea para los pueblos hispánicos la representación fiel de esta Europa cabeza del mundo.

    No le mueve a España, con esta actitud a que hoy da ser, apetencias de tierras y riquezas. Ante el espíritu materialista, que todas las ambiciona para si, ella nada pide ni nada reclama; sólo desea devolver a la Hispanidad su conciencia unitaria y estar presente en América, con viva presencia de inteligencia yamor, las dos altas virtudes que presidieron siempre nuestra obra de expansión en el mundo, como ordenó en su día el amoroso espíritu de la Reina Católica.

    En su consecuencia,DISPONGO:

    Artículo primero.—Con el fin de que sirva y ayude a cumplir en la obligación que se tiene de velar por el bien e intereses de nuestro espíritu en el Mundo Hispánico, se crea un organismo Asesor, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, denominado «Consejo de la Hispanidad», que será el rector de aquella política destinada a asegurar la continuidad y eficacia de la idea y obras del genio español.

    Articulo segundo.—Serán cuidado y providencia de este Consejo todas aquellas actividades que tiendan a-la unificación de la cultura, de los intereses económicos y de poder relacionados con el mundo hispano.

    Artículo tercero.—El Ministro de Asuntos Exteriores dictará las normas encaminadas a la constituciónde! Consejo, y acordará el nombramiento de los Consejeros. En el plazo de un mes el Consejo elaborará el Reglamento orgánico que presida su funcionamiento.

    Artículo cuarto.—El Ministro de Asuntos Exteriores queda autorizado para suprimir, fusionar, agregar, modificar y, en general, reglamentar las asociaciones y demás entidades y organismos de interés público españoles que tengan por objeto único o principal el fomento y cultivo.de las relaciones entre Españay las naciones de América y Filipinas.

    Asi lo dispongo por la presente Ley, dada en Madrid, a dos de noviembre de mil novecientos cuarenta.FRANCISCO FRANCO


    **********
    Miembros ilustres del Consejo de la Hispanidad (1941):

    Ilmo. Sr. D. Manuel Halcón.

    Ilmo. Sr. Rvdo. Padre Silvestre Sancho, Rector de la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Manila.

    Excmo. Sr. D. Rafael Benjumea y Burín, Conde de Guadalhorce.

    D. Manuel García Morente.

    Ilmo. Sr. Fray Luciano Serrano, Abad del Monasterio de Silos.

    D. Fernando Castiella.

    D. Santiago Magariños.

    Ilmo. Sr. D. Eugenio Montes.

    Ilmo. Sr. D. Antonio Tovar.

    Excmo. Sr. D. Raimundo Fernández Cuesta.

    Ilmo. Sr. D. Pedro Laín Entralgo.

    Excma. Sra. Doña Pilar Primo de Rivera.

    Excmo. Sr. D. Cristóbal Colón y Carvajal.

    D. Felipe Ximénez de Sandoval.

    D. Manuel de Falla.

    D. Ramón Menéndez Pidal.

    Excmo. Sr. D. Antonio Goicoechea.

    Excmo. Sr. D. Leopoldo Eijo Garay, Obispo de Madrid-Alcalá.

    Excmo. Sr. D. Sabas de Sarasola. Obispo de las Misiones de Urabamba (Perú).

    Excmo. Sr. D. Ignacio Zuloaga.

    D. Eduardo Marquina.

    D. Wenceslao Fernández Flórez.

    D. Jesús Pabón.

    D. Eugenio Vegas Latapié.

    Ilmo. Sr. D. José María Areilza.

    D. José Ortega y Gasset.

    Excmo. Sr. D. Miguel Primo de Rivera.

    Excmo. Sr. General D. José Moscardó Ituarte.

    Excmo. Sr. General D. Carlos Martínez de Campos y Serrano.

    Excmo. Sr. General D. Eduardo Fuentes Cervera.

    Sr. Coronel D. Eduardo Gallarza.

    Excmo. Sr. D. Eduardo Aunós.

    D. Julián Pemartín.

    Ilmo. Sr. D. Dionisio Ridruejo.

    Excmo. Sr. D. Alfonso de Hoyos.

    Excmo. Sr. General D. José Millán Astray.

    D. José Miguel Guitarte.

    Fray Justo Pérez de Urbel.

    D. Manuel Aznar.

    D. Víctor de la Serna.

    D. Juan Pujol.

    D. José Losada de la Torre.

    D. Melchor Fernández Almagro.

    D. Antonio Luna García.

    D. Fernando Valls Taberner.

    D. Federico García Sanchíz.

    D. José Rújula.

    Excmo. Sr. D. Juan Claudio Güell, Conde de Ruiseñada.

    D. José Ibarra y Lasso de la Vega.

    D. Mariano Barber.

    D. José Fernández Rodríguez.

    D. Adolfo Prieto y Álvarez de las Vallinas.

    D. Baltasar Márquez.


    (Orden de 7 de enero de 1941 por la que se organizaba el Consejo de la Hispanidad)
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    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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    Re: El Instituto de Cultura Hispánica proseguía el Movimiento Iberoamericanista del s

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    Primer Congreso Interiberoamericano de Educación
    Madrid, 16 al 25 de octubre de 1949
    ________________________________________



    El Instituto de Cultura Hispánica (nombre que adopta por ley de 31 de diciembre de 1945 –BOE 2 enero 1946– el Consejo de la Hispanidad, creado por ley de 2 de noviembre de 1940), dirigido desde 1948 por Alfredo Sánchez Bella –sucesor en ese cargo de Joaquín Ruiz-Giménez, quien había presidido en 1946 el XIX Congreso Mundial de Pax Romana–, auspicia en 1949 el magno Primer Congreso Interiberoamericano de Educación, cuya organización asume su Seminario de Problemas Hispanoamericanos, dirigido por Manuel Fraga Iribarne.

    Este Primer Congreso reúne del 16 al 25 de octubre de 1949 en Madrid (celebrándose también sesiones plenarias en Toledo), a más de doscientos congresistas de más de veinte naciones iberoamericanas, y en él se adoptaron importantes conclusiones ideológicas, resoluciones y acuerdos políticos. Las tres conclusiones:

    1.ª El I Congreso Interiberoamericano de Educación sostiene el concepto cristiano de la vida; reconoce que la educación debe ser integral, y que por razones de índole filosófica y cultural, así como por la Historia y el destino universal de nuestros pueblos, es indispensable la formación religiosa de la juventud. En consecuencia, el Congreso postula que se garanticen de manera legal y efectiva los derechos educativos, inalienables, de la familia y de la Iglesia Católica, en perfecta armonía con los derechos del Estado.

    2.ª El Congreso reconoce la existencia de un modo de pensar y de ser iberoamericano, resultante de la fusión de elementos espirituales hispanolusitanos con otros que son propios de los pueblos de América y Filipinas. Este sentido iberoamericano se caracteriza por el respeto a la dignidad humana, a los valores indigenistas mantenidos y defendidos por España y Portugal, y a la libertad de los pueblos; por la interpretación religiosa y militar de la vida al servicio de un destino providencial de rectoría y salvación. Proclama, por tanto, la urgencia perenne de dar a la juventud iberoamericana una educación que salvaguarde y aquilate sus características positivas y la forme para la participación, con voz preeminente, en las tareas universales del espíritu.

    3.ª El I Congreso Interiberoamericano de Educación, convocado para responder a una exigencia hondamente sentida y reiteradamente manifestada por los educadores de América, España y Portugal, reconoce al hombre como portador de valores eternos, capaz de perfección mediante el desarrollo de sus posibilidades internas. La educación, como hecho humano, está subordinada a todas las consideraciones de índole personal, social, histórica y religiosa que la Filosofía manifiesta.

    El principal acuerdo de este Primer Congreso consistió en crear una “Oficina Central de Educación Iberoamericana” (O. C. D. E. I.), con sede en Madrid, luego dicha “Oficina de Educación Iberoamericana” (O. E. I.), cuando por acuerdo de 16 de junio de 1951 comienza a operar como entidad adherida al Instituto de Cultura Hispánica, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. El Segundo Congreso Interiberoamericano de Educación (Quito 1954) –segundo congreso que no se celebra en Brasil, como se había aconsejado en 1949, y en el que se decide renombrar la institución como Congreso Iberoamericano de Educación– había de revestir a la O. E. I. de carácter intergubernamental, con su Secretaría General en Madrid, adoptando el Ministerio de Asuntos Exteriores de España sus nuevos estatutos por decreto de 18 de marzo de 1955, dejando señalado al final del año siguiente el estatuto jurídico de la Oficina de Educación Iberoamericana en España (BOE 30.XI.1956, pág. 7573).

    Tiene interés señalar la influencia –tanto ideológica como facilitadora de contactos y colaboradores– en los momentos de puesta en marcha del Instituto de Cultura Hispánica, de otra institución constituida seis meses después en una solemne reunión celebrada nada menos que en la gran cámara de Felipe II, en el Real Monasterio de El Escorial, el 4 de julio de 1946 (día de celebración en los Estados Unidos del Norte de América del 170 aniversario de la declaración de su independencia, en el que, precisamente, se clausuraba en El Escorial el XIX Congreso Mundial de Pax Romana): el Instituto Cultural Iberoamericano, presidido por Pablo Antonio Cuadra, que, de hecho, pronto habría de disolverse en el seno del Instituto de Cultura Hispánica, como ya fue observado por los cronistas del momento:

    «El Instituto de Cultura Hispánica ocupa un primer plano en la preocupación política española, porque en pocos años ha logrado penetrar y conquistarse para España los más interesantes y multiformes aspectos de la vida americana. Casi la totalidad de relaciones con América pesa actualmente sobre este organismo joven y amplio, rápido y eficaz. En los meses de julio y agosto de 1946 los diversos grupos universitarios de las distintas nacionalidades hispanoamericanas, reunidos en Madrid con ocasión del XIX Congreso Internacional de “Pax Romana”, se reunieron espontáneamente en sesiones íntimas y redactaron el Acta fundacional de la Asociación Cultural Iberoamericana. Los términos de este Acta y el espíritu de aquellas reuniones han sido los que han informado la acción del Instituto de Cultura Hispánica, creado por el Estado español por ley de 11 de diciembre de 1945.» (“Instituto de Cultura Hispánica”, dentro del epígrafe “Ministerio de Asuntos Exteriores” de la entrada “España” del Suplemento 1949-1952, Madrid 1955, páginas 766-768, de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana.)

    Joaquín Ruiz-Giménez Cortés había sido nombrado Presidente Internacional de “Pax Romana” en su XVII Congreso, celebrado en Washington en septiembre de 1939 (por los días en los que la invasión alemana de Polonia auguraba otra gran guerra), para que organizase el siguiente congreso de esa organización católica precisamente en la devastada España, que iniciaba entonces su reconstrucción nacional, recién culminada la cruzada anticomunista de su guerra civil.

    La Segunda Guerra Mundial retrasó, como no podía ser de otra manera, la celebración del Congreso de Pax Romana en España, pero Ruiz-Giménez presidió, en efecto, el XIX Congreso Mundial de Pax Romana (Salamanca, 21 de junio / El Escorial, 4 de julio de 1946). También presidió entre 1946 y 1948 el Instituto de Cultura Hispánica, y ya ejerciendo como Ministro de Educación Nacional (1951-1956), estuvo al frente de la delegación española al Segundo Congreso Interiberoamericano de Educación (Quito 1954) –que allí había de redenominarse Congreso Iberoamericano de Educación–.

    Conviene también recordar la propuesta que Rafael Gil Serrano (autor de Nueva visión de la hispanidad, Madrid 1947, 270 páginas), realizó en el marco de la “Comisión presidencial” del Primer Congreso Interiberoamericano de Educación, recogida así en su propia crónica:

    «Don Rafael Gil Serrano presentó una comunicación sobre “La educación hispanocéntrica”, y además, como Director Central de la Hermandad de Campeadores Hispánicos, propuso que los futuros Congresos se denominen “Interhispánicos” o simplemente “Hispánicos”, y no “Interiberoamericanos”.» (Rafael Gil Serrano, “El I Congreso Interiberoamericano de Educación”.)

    Para poder abordar un análisis fino de los matices nada ingenuos que irisan conónimos como “Interiberoamericano”, “Interhispánico”, “Hispánico”, “Hispanoamericano”, “Iberoamericano” (contradistintos todos obviamente de “Interamericano”, “Panamericano” o “Latinoamericano”), convendrá advertir un hecho que no deja de ser significativo: la crónica de este Primer Congreso Interiberoamericano de Educación es titulada, por la Revista Nacional de Educación, publicada por el Ministerio de Educación Nacional, “El Congreso Hispanoamericano de Educación”:

    «En el salón de actos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas se clausuró el día 25 de octubre el primer Congreso Hispanoamericano de Educación. En dicho acto el presidente del Congreso, Sr. Losada y Puga, dio lectura a un discurso, en el que dirigió un saludo de despedida a los congresistas, que han dado fin a las misiones que se les había encomendado. Discurso del Ministro de Educación…» (“El Congreso Hispanoamericano de Educación”.)

    aunque ese mismo número de Revista Nacional de Educación menciona de forma canónica a este congreso en su “Editorial”:

    «Ha concluido dentro, como se esperaba, de fecundas realidades y de aún más prometedoras perspectivas, en un solemne acto que presidió el Ministro de Educación Nacional, Sr. Ibáñez Martín, la ingente tarea ordenadora del primer Congreso Interiberoamericano de Educación, desarrollado en la capital de España. Actos de esta naturaleza no son infrecuentes en la misión del Gobierno de Franco. Ya este mismo verano, en San Sebastián, se llevó a cabo otro análogo en sus fundamentos. O sea, procurar y encender el fruto y la intención de una política cultural que, rebasando el ámbito de nuestra geografía, proyecte su eficacia espiritual en todos los rumbos de nuestro sentimiento, tanto como de nuestra historia. De ahí la innegable importancia de estos Certámenes internacionales.» (“Editorial”.)

    ★ Sobre el Primer Congreso Interiberoamericano de Educación

    1949 “Editorial”, Revista Nacional de Educación, año IX, nº 89, págs. 5-8.

    “El Congreso Hispanoamericano de Educación”, Revista Nacional de Educación, año IX, nº 89, págs. 87-92.

    Rafael Gil Serrano, “El I Congreso Interiberoamericano de Educación”, Revista Española de Pedagogía, nº 28, págs. 669-679.


    https://www.filosofia.org/bol/reu/bre0037.htm







    El Instituto de Cultura Hispánica fue fulminado de un dia para otro sin previo aviso en agosto de 1977 por el presidente Adolfo Suárez, al parecer por ser incompatible con la "democracia" europeísta que se estaba implantando. El edificio fue destinado a menesteres sobre "cooperación iberoamericana" etc.
    Sobre Cultura Hispánica nunca más se supo
    .


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    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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