La tradición social cristiana frente al liberalismo


Fuente: Denis Sureau, “Una nueva teología política”. Granada. Editorial Nuevo Inicio *


Stephen Long ha publicado siete libros. El más celebrado desarrolla una profunda crítica del capitalismo bajo el título de Divina economía: La teología y el mercado. Aparecido en la colección Radical Orthodoxy, profundiza especialmente en ciertos análisis de John Milbank.

Contra Novak

Junto con los demás nuevos teólogos políticos, Stephen Long rechaza toda acomodación al liberalismo y al capitalismo. Se esfuerza principalmente en desmontar las tesis de Michael Novak. Este católico liberal acepta el liberalismo con sus leyes específicas, pero reconoce la necesidad de normas morales que tiene este sistema económico para poder prosperar. Como el capitalismo no produce valores por sí mismo, hay que encontrar en otro lugar la fuente de los valores necesarios para su funcionamiento. Las religiones son necesarias para esto, en particular el catolicismo. Ahora bien, el catolicismo, deplora Novak, ha sido demasiado a menudo hostil al liberalismo, por no comprender suficientemente los mecanismos de la economía moderna. Es importante, por tanto, reformarlo, renovarlo, abrirlo a esta realidad.


Novak se adhiere sin pestañear al principio básico del liberalismo económico: la “mano invisible” de Adam Smith mediante la cual la búsqueda individual de beneficios produce la riqueza óptima. Desde su punto de vista, ese ejercicio mecánico de una libertad negativa es independiente de la moral: sería incluso peligroso contrariar el juego de los egoísmos. Al mismo tiempo, Novak, en tanto que cristiano, defiende la libertad positiva de la persona que busca lo bello, lo verdadero e incluso el bien común. Long denuncia esta incoherencia.

La concepción de la libertad negativa propia de los liberales (libertad de no ser obstaculizado para actuar) conduce a defender los mercados y las empresas aun cuando tengan efectos moralmente nocivos. Ahora bien, para un cristiano, deberían estar subordinados a fines morales. Novak sólo retiene de la Doctrina Social de la Iglesia lo que pueda compensar las desastrosas consecuencias de un sistema cuyos principios son radicalmente ajenos a ella. La llamada a la religión y a la ética sigue siendo puramente extrínseca en un sistema cuyo resorte es la utilidad. Mientras que un gran pensador como Joseph Schumpeter habría comprendido la potencia moralmente corruptora y corrosiva del capitalismo (que engendra a su vez la reacción socialista), Novak se manifiesta incapaz de reconocer la lógica utilitarista, individualista y, por tanto, inmoral del sistema.

El error de los economistas modernos

Más allá de Novak, estima Long, la tarea del teólogo cristiano es desconstruir los fundamentos mismos del economismo moderno. Comenzando por la distinción entre los hechos y los valores, como si se pudieran analizar los primeros sin los segundos. Para la mayoría de los economistas modernos, los hechos son objetivos (las “leyes económicas” se imponen) mientras que los valores son subjetivos (ya se trate de la moral o de la religión). Pero Stephen Long rechaza esta concesión a la “ciencia” económica neoclásica o marginalista.

En lo que no es más que una ideología, los cálculos comparativos de costes de oportunidad se presentan como el fundamento de los análisis verdaderamente racionales de las opciones posibles. En su recensión del libro de Long, Pierre de Lauzun resume así la crítica del autor:


Puede parecer inocente decir: “La señora Harris habría podido ganar 50 dólares fuera de casa, en lugar de haber preparado la comida familiar: ése es el coste de oportunidad de su decisión de hacer la comida”. Todas las posibilidades se colocan aparentemente ante el individuo como opciones a priori equivalentes y medidas por una alternativa calculable. Pero la realidad es diferente: el papel y la significación de la comida familiar son tales que, por naturaleza, no son comparables con el dinero que se gana en una actividad cualquiera; porque la comunidad que es la familia no es sólo un hecho económico. El uso de cifras es, por tanto, engañoso. La base del razonamiento en costes de oportunidad es, dice, presentar nuestro mundo como dominado por la escasez (medible en cifras) y no por la plenitud (incluido el amor entre las personas). Además, los hechos no están aislados ni son separables; cobran su sentido en un todo vivido. Vayamos más lejos, dice él. Se podría pretender que, si en lugar de hacer el amor con su mujer, el señor Harris hubiera pagado a una prostituta 25 dólares, habría permitido a su mujer ganar 50 dólares trabajando fuera y habría aumentado la productividad general. Razonamiento que elimina completamente el significado del acto que habría realizado. La distinción hecho/valor es visiblemente absurda en este caso: el hecho del adulterio es mucho más significativo y, por lo tanto, más determinante de la decisión que cualquier cálculo de oportunidad medido por precios. Nota el autor además que la familia es el ámbito donde (afortunadamente) los razonamientos utilitaristas no se llevan a sus últimas consecuencias: ¿quién tiene hijos y los educa razonando en términos de la rentabilidad marginal de sus esfuerzos?

El Matiner: La tradición social cristiana frente al liberalismo