Costes y tiempo
Por Socred - B.A., SCMP
De acuerdo con los principios de contabilidad generalmente aceptados, cuando el capital físico es adquirido, se registra como un activo y se va gastando a lo largo del tiempo a medida que el capital se deprecia. “Los principios de contabilidad generalmente aceptados requieren que los gastos sean capitalizados cuando nos vayamos a beneficiar de ellos en más de un periodo contable, y cuando son importantes en cantidad, y cuando pueden ser medidos con razonable evidencia objetiva (Financial Accounting, Henry Dauderis, pag. 393). Con exacta contabilidad, los ingresos y gastos son registrados cuando se incurre en ellos. Ya que el capital se deprecia con el tiempo, y tiene una vida más larga que el tiempo en que fue adquirido, los activos físicos son depreciados vía gastos de depreciación para así combinar mejor los costes con los ingresos. Esto defiere los costes financieros al futuro con el fin de “asignar costes a lo largo de su (la del capital) vida útil”.
Desde una perspectiva económica, existen dos modos de medir los costes: 1) costes financieros, y 2) costes reales. Uno de los fines de la contabilidad del coste es intentar medir el coste real de la producción en términos de costes financieros. La economía ortodoxa considera los costes reales como “la renuncia a oportunidades alternativas” (Hischleifer, “Price Theory and Applications, pag. 176). Estos costes son conocidos como “costes de oportunidad”, y es a esto a lo que los economistas llaman coste real de la producción. En otras palabras, el coste real de producir algo es la oportunidad perdida de producir otra cosa. Esta teoría de costes es inviable a nivel macroeconómico porque sugiere que el coste real de la producción es toda la producción no existente que se podría haber realizado. Este coste sería imposible de medir, porque incluiría toda la producción que no existe. Douglas propuso que el coste real de la producción es el consumo a lo largo de un periodo equivalente de tiempo. En otras palabras, si producimos 10 manzanas, y consumimos 8 en el mismo periodo de tiempo, el coste real de producir esas 10 manzanas es 8 (el beneficio fue de 2 manzanas). Estas 2 manzanas pueden ser cambiadas por otros bienes en una economía de trueque. Sin embargo, en un sentido macroeconómico, el beneficio no tiene sentido, puesto que la macroeconomía trata de totales. Tal como Douglas lo explicó, el fin de la producción es el consumo (de otra forma, la producción es despilfarro). En otras palabras, el beneficio real en total es meramente despilfarro.
Ahora, el único tiempo que existe es el presente. El pasado solía existir, pero se ha ido. El futuro existe como posibilidad. El tiempo fluye del pasado al presente, pero conscientemente sólo puede existir en el presente, en el ahora. Cualquier cosa de la que somos conscientes debe existir en el presente. Mientras esto puede ser de sentido común, tiene importantes implicaciones económicas en relación a los costes, y al intento de asignar los costes financieros a lo largo de futuros periodos de tiempo.
Los costes financieros se miden en la unidad monetaria de la nación que los está midiendo. Por ejemplo, en Canadá, medimos los costes en dólares. Douglas proponía que la unidad monetaria física en la cual podemos medir los costes es la “unidad tiempo-energía”. La unidad tiempo-energía es “el esfuerzo potencial a lo largo de un periodo definido de tiempo” (Economic Democracy, pag. 100). Obviamente, a medida que las mejoras en el proceso reducen la cantidad de unidades tiempo-energía usadas para producir una unidad de producción, el coste real de la producción disminuye, pues menos contribuciones se utilizan para producir una unidad de producción.
Sin embargo, si los costes físicos están asociados con la unidad de medida tiempo-energía, esto significa que el tiempo es un factor importante en la medición de los costes físicos. Puesto que el único tiempo que existe es el presente, las únicas unidades de tiempo energía que están disponibles son unidades presentes. Y puesto que éstas son una medida de los costes físicos, los únicos costes físicos que pueden existir son costes presentes. Las unidades de tiempo energía pasadas han sido gastadas, y las unidades de tiempo energía futuras no existen todavía. En otras palabras, los únicos costes financieros que deberían existir son costes presentes. Los costes pasados ya no existen más.
Si los costes pasados ya no existen más, entonces ¿por qué estamos forzados a pagar por un capital que fue construido tiempo atrás? ¿Cómo fue desembolsado el coste real del capital en el tiempo en que fue construido?
Actualmente, estamos obligados a pagar por el capital 2 veces. El contable se preocupa principalmente de los costes y de su impacto en el precio, pero olvida que el límite superior del precio es el que alcance un artículo en el mercado abierto. Cuando el capital es construido, el poder adquisitivo (en forma de sueldos, salarios y dividendos) es desembolsado a los individuos que ayudaron a construir el capital. Estos individuos usan el poder adquisitivo para adquirir bienes de consumo actuales que llegan al mercado. Esta actividad tiende a inflar el precio de los bienes de consumo a medida que este poder adquisitivo es recuperado por los minoristas que encuentran que la demanda efectiva por su producto está subiendo. De esta forma, el consumidor paga por el capital al tiempo de su construcción vía la inflación del precio de los bienes de consumo, y una vez más a medida que el capital se deprecia a lo largo del tiempo vía gastos de depreciación. De hecho, el efecto inflacionario de la construcción del capital sería mucho peor si no fuera por el efecto contrario en este proceso de las mejoras en la eficiencia que tienden a reducir los precios al mismo tiempo.
Puesto que un dólar de ingreso sólo es capaz de sufragar un dólar de coste (véase el informe del “Comité de Reconstrucción de Posguerra de Alberta), los consumidores finalmente se encuentran que no tienen ingreso suficiente para sufragar estos gastos de depreciación en el futuro, porque ya han usado ese ingreso para adquirir bienes de consumo en el tiempo o cerca del tiempo en que recibieron el ingreso. Esto crea una brecha entre ingresos y precios, y necesita de una mayor producción de bienes y servicios que el consumidor es incapaz de consumir para así poder distribuir el ingreso necesario para adquirir todos los bienes de consumo que vengan al mercado en un punto futuro en el tiempo. Douglas expuso esta brecha en su teorema A + B.
La solución no es cambiar la manera en que los contables asignan los costes a lo largo del tiempo, porque ésta es un intento exacto de ajustar los costes con los ingresos, y es probablemente la manera en que muchos negocios serían capaces de operar con un beneficio. La solución implica la distribución de poder adquisitivo a los consumidores de tal forma que dicho poder adquisitivo no entre a formar parte de los costes, que es exactamente lo que ocurre con respecto a la proposición de Douglas a favor de un precio compensado.
El mecanismo del precio compensado cancela los costes del minorista reduciendo los precios a los consumidores. Esto incrementa el poder adquisitivo de los consumidores. El mecanismo está diseñado para igualar la producción y el consumo, y permitir a los costes financieros reflejar más exactamente el coste real de la producción. De esta forma, los costes que han sido capitalizados, y realmente representan consumo pasado, pueden ser eliminados en el periodo contable actual.
Fuente: SOCIAL CREDIT
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