El cristianismo se había asentado en Dinamarca y Suecia a finales del primer milenio, pero los habitantes de los países nórdicos, seguían manteniéndose fieles a sus dioses paganos a los cuales hacían ofrendas con sacrificios humanos y animales; mientras más grande era la ofrenda mayores eran también los beneficios y los favores que se obtendrían de parte de los dioses. Hasta los propios reyes eran sacrificados. El rey de Uppsala fue ofrecido en sacrificio a los dioses después que ninguno de los sacrificios humanos ni animales había tenido efectos positivos para que la tierra diera buenos resultados.

En Noruega la historia de la cristianización fue diferente, una guerra civil y la vida de dos reyes habría de marcar el suceso.

El año 995 llega hasta Trondheim, una flota vikinga con el descendiente real Olaf Tryggvasson a bordo, quien traía consigo una enorme riqueza metálica de plata, producto de sus campañas como guerrero y pirata, además lo acompañaba un grupo de monjes ingleses y estaba poseído por el deseo de convertir a los paganos noruegos al cristianismo con él como rey evidentemente. Los noruegos lo recibieron de buena forma, tal como se recibe a un héroe de guerra, mas todavía si este trae consigo una fortuna y lo aclamaron con honores dignos de un verdadero rey.

Él se había hecho bautizar previamente al inicio de su lucha por el poder y para él, el cristianismo era mas que un instrumento político pues, se veía a si mismo como una herramienta de Dios en la lucha contra el paganismo.

La rebelión de los paganos fue categórica cuando se dieron cuenta de las intenciones del nuevo rey por transformarlos en cristianos. Despues de su coronación como rey de Noruega, Olaf prometió expulsar del reino a todo los brujos, magos o hechiceros y para eso invito a todos a una gran fiesta con mucha comida y bebida. Cuando cayó la noche estaban todos borrachos y el rey dio la orden de cerrar las puertas donde se celebraba la fiesta para luego, prenderle fuego al local. El brujo mas enérgico de todos, Oyvind Kjelde, logro escapar de la llamas y junto a un pequeño ejercito se alzo en armas contra el rey hasta que fue detenido junto a sus dirigidos y condenados a muerte. En castigo por su insubordinación fueran atados a un acantilado en espera de la marea alta que acabaría con sus vidas al morir ahogados.

En la ciudad de Maere destruyo una imagen de Thor con su hacha de oro, después liquido a los jefes de los campesinos y obligó a la población a elegir entre el cristianismo o la muerte, entre el bautismo o la espada.

La caza de paganos se extendió por el reino y alcanzó hasta Bodö, allí donde regia el conocido y poderoso caudillo pagano Raud, quien fue hecho prisionero. Raud no solo se opuso a ser bautizado sino que también, escupió sobre el nuevo Dios prometiendo que jamás se sometería a Cristus. El rey Olaf, furioso por esta ofensa le introdujo un cuerno en la garganta y a través de el introdujo una serpiente que le perforó las entrañas. Los métodos brutales empleados por Olaf para cristianizar a los vikingos noruegos le valieron muchos enemigos, los que se unieron para luchar en su contra. También en Dinamarca los paganos se levantaban en armas y el año 980 el hijo de Harald Diente Azul, Sven Barbadoble, se sublevó contra su cristiano padre dándole muerte y luego formo alianza con otras naciones y desembarco con una enorme flota en las costas de Noruega para combatir a Olaf Tryggvasson en una batalla que se llevó a efecto en el año 999. Olaf viéndose derrotado salto al mar para evitar caer en manos del enemigo desapareciendo entre las olas; así nació también el mito del Rey héroe que los cristianos creían no había muerto y por largo tiempo esperaron en vano su regreso...



Olaf Tryggvasson, no regresó jamás pero, si lo hizo Olaf Haraldsson alrededor del año 1015 quien, tambien habia pasado sus años jóvenes lejos del reino. Conocido bajo el nombre de “el santo” (tambien llamado el fuerte), Olaf Haradlsson venia dispuesto a continuar la labor del desaparecido Tryggvasson y una vez en que se alzó con el trono, también se valía de métodos igual de brutales que su antecesor para cristianizar paganos. La oposición al nuevo regente no se dilato, y el intento por unificar el reino noruego bajo un Rey cristiano se vio frustrado, obligando a Haraldsson a escapar al exilio asumiendo en su lugar Håkon Sigurdsson que en el invierno de 1030 fallece en el trono. Olaf Haraldsson, observando las nuevas circunstancias del reino, intenta retomar el poder con el apoyo de algunos soldados que aún le eran leales y otros que se le fueron uniendo en su marcha hacia la ciudad de Trondheim donde se enfrentaría con la mayor fuerza militar de 14 000 soldados paganos, fuerza nunca antes observada en Noruega que, estaban dispuesta a defender a sus dioses contra el Cristo Blanco.

La batalla definiría si los antiguos dioses eran más poderosos que el nuevo dios o si estos se dejarían doblegar por el nuevo culto. El combate estaba decidido aún antes de empezar pues las fuerzas paganas superaban con mucho a las cristianas y el desenlace llegó en el momento en que “Olaf el santo” es herido de muerte por un tajo de un hacha en la pierna, seguido de una lanza en el estomago y un golpe de espada en el cuello. Los dioses paganos estaban saliendo victoriosos pero, “Olaf el santo” jugaría su carta definitiva desde la muerte.

El líder del ejército pagano, Tore Hund se hizo cargo del cuerpo del rey caído en combate y cuando le limpio la cara ensangrentada, un poco de sangre real habría caído sobre sus propias heridas. Cuando Tore limpio su propio cuerpo se dio cuenta que las heridas recibidas en la batalla, habían sanado en contacto con la sangre del rey. La leyenda de “Olaf el santo” se diseminó con la fuerza del rayo por toda Noruega, alcanzando en poco tiempo a toda Europa. Se cuenta que inclusive se dio el caso de enfermos que se curaban de sus males cuando visitaban la tumba del Rey cristiano en Trondheim. La tumba, pronto se convertiría en un objeto de peregrinaje masivo de los cristianos, tan popular y visitado como la tumba del apóstol Santiago en España. Ahora no habría ningún noruego que dudara que Olaf era un hombre santo y aceptarían el nuevo culto reemplazando a los antiguos dioses por el “Cristo Blanco”.