Me parece interesante la noticia, que una minoría musulmana esté logrando - o al menos azuzando - derribar los pilares de la fétida República laica de Francia. Es cuanto menos sorprendente ver cómo los laicistas y la izquierda se bajan siempre los pantalones para contentar nuevas masas y obtener votos, cuando lo que están consiguiendo de esta manera es precisamente acelerar la destrucción del sistema que adoran.

El multiculturalismo no funciona, porque implica imponer la cultura de la tolerancia general. Multilculturalismo no es la convivencia de diferentes culturas en paz, sino la cultura de promover diferentes culturas en el seno de una cultura, generalmente occidental y pos-cristiana, como la Francia actual. ¿Qué ocurre? Pues que para que todas las culturas tengan su espacio, la cultura original tiene que perder buenas cuotas de la suya (entregarlas a las demás) y retroceder hasta el mismo nivel que las otras. Y es aquí donde está el problema. Una vez la cultura que ha sido dominante y que ha promovido el multiculturalismo se ve igualada por las otras que no lo incentivan (como el Islam, cosa que me parece bien, yo tampoco soy multiculturalista), observa cómo su sistema acaba quebrado por la suma de pesos que las otras culturas distintas causan a la vez que la suya propia, ya debilitada y fosilizada.

Es sencillo ver cómo en Suecia también están sucediendo cosas así, con la automática reacción de grupos de extrema derecha que nunca han sido multiculturalistas y que quieren un resurgir de la cultura autóctona. Estos liberaluchos todavía no se han dado cuenta de que cuando se pide una ley única para todos, y se iguala a todas las personas, es imposible que convivan de forma adecuada sin que todos esos 'ciudadanos' del Estado se crean la milonga del dogma liberal. Los moros no se lo creen, ni por lo visto los otros grupos culturales minoritarios que 'no se integran'.

En la Monarquía Católica teníamos especialmente en los Reinos de Indias una gran variedad de grupos culturales y raciales. Sin embargo, todos tenían algo en común: mismo Rey y misma Religión. Y a partir de ahí, se respetaba la diferencia otorgando a cada grupo, estamento o reino una legislación variada. Repúblicas de Indios y Repúblicas de Españoles. Reconociendo qué era cada uno y qué derechos tenía cada uno. Pues se observaba el derecho natural concreto de cada individuo o comunidad, no se caía en el absurdo error de igualar a todos los seres humanos, pues todos somos distintos, y con espacios y realidades distintas.

Esto el liberalismo lo lleva muy mal. No se han dado cuenta aún de que lo que sirve para un francés ateo y liberal no le vale al Mohammed que es hijo de inmigrantes marroquíes y que le da al ala dura del Islam. En mi opinión, este tipo de problemas y de choques es otro síntoma del fallido sistema liberal, que lleva doscientos años provocando dictaduras, totalitarios (fascismo y comunismo) en un espacio de tiempo histórico más bien corto. Cuando el liberal se preocupa de uniformar la sociedad de acuerdo a la igualdad total que su ideología le conmina, es hasta cierto punto lógico, que el paso natural del liberaloide sea querer alzar el grupo modelo - pongamos que el de francés liberal ateo - y erradicar a los grupúsculos que no se asemejen a esto. Es decir, se encamina hacia un tipo de totalitarismo.

En cambio, si quiere convivir con el Mohammed, se va a encontrar que este no juega con las mismas reglas que él. Que le trae sin cuidado el laicismo, que defeca sobre la Constitución y después orina sobre el retrato de Rosseau - honestamente yo comparto este vicio - para agitar con furia un Corán. Me parece muy difícil (y aún teniendo en cuenta que por ahora son minoría, pero que en un par de décadas tendrán mucha más fuerza) que un liberalismo multicultural pueda derrotar a ese enemigo manteniendo ese lenguaje pusilánime y contrito que mantienen. Por lo que muy evidentemente, los totalitarismos de extrema derecha sean los que les presenten batalla.