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Honores1Víctor
  • 1 Mensaje de Hyeronimus

Tema: Reprobación de los núcleos metropolitanos

  1. #1
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Reprobación de los núcleos metropolitanos

    REPROBACIÓN DE NÚCLEOS METROPOLITANOS


    Tal vez no pueda ir mejor, pues odiamos cambiar de expectativas y nos hemos empeñado en vivir con las que nos dijo la tele. Seguimos emperrados en llevar la vida que nos han dicho que era la mejor: moderna, ciudadana, urbana... Sin pararnos a pensar que tal vez no fuese así.

    Nacimos o nos fuimos a vivir a una gran ciudad y pensamos que, por esa razón, éramos mejores que los primos del pueblo. Los hay que piensan que retornar al pueblo sería algo así como reconocer una derrota. Que trabajar en algo que no sea para lo que se formaron universitariamente sería la patente de un fracaso vital. Hemos puesto nuestros ojos en la ciudad y un paso atrás equivaldría a tirar la toalla. Y por eso esta porfía. Pero, ¿quién gana con ello? -¿nos lo hemos preguntado alguna vez? Dejo que cada cual se lo responda a sí mismo.


    De la ciudad no nos importa la polución, ni los violadores, ni los atracadores ("Son cosas que pasan" -decimos, cuando les pasa a otro: "¡Me cago en su puta madre!" -decimos, si nos pasan a nosotros o a los de nuestro entorno). Pero, ahí estamos, viviendo en una gran urbe, con todas sus ventajas. ¿Y cuales son esas ventajas? Grandes superficies comerciales donde hay de todo (lo que hace falta y lo que no hace falta, pero lo echamos al carro), multicines, ascensores, aire acondicionado...

    ¿Más ventajas? A diferencia de lo que ocurre en los pueblos, que todo el mundo parece que se espía para saber lo que hace el vecino, en la ciudad la gente no se entromete en la vida de nadie. Y tanto que no se mete, pues ni da los "buenos días", pueden descuartizar y comerse a tu vecino y ni te enteras... Tampoco ensuciarán con sus tripas tu moqueta. Hay pizzerías, restaurantes japoneses, chinos, italianos y comida a domicilio: nadie sabe lo que come, pero come a dos carrillos (quien puede pagar). Las grandes ciudades están muy bien comunicadas entre sí, no se tarda mucho en ir de Madrid a Londres; pues, en definitiva, eso es lo que importa: la conexión entre metrópolis, para que formen una república mundial entre sí, como capitales de vastos territorios históricos que no tienen más incentivo que el turismo, infrapoblados. En las grandes ciudades hay aeropuertos, trenes, metro, autobuses,... Y no pensemos mal, que no todos los días el terrorismo pone una bomba para reventar trenes, rascacielos o autobuses.

    Y la gente sigue viviendo en esa Babilonia de las mil leches (sería nauseabundo llamarle "cultura" a ese pandemonium en que residen millones de almas precitas, anhelando la paz que no podrán nunca encontrar ahí). Y viven ahí, peor: malviven, por mejor decir. Aunque estén en paro permanecen ahí, pues todavía esperan que algún día llegue la oportunidad o lo arregle un equipo de economistas tecnócratas.

    Pasa el tiempo. Y cuando se mueren dicen: "Coño, no fui feliz".


    Y lo dicen extrañándose, sorprendiéndose, asombrándose perplejos de no haber podido ser felices en la ciudad.

    POST DATA:


    El discurso ruralista y agrario es patrimonio del tradicionalismo, incurre en un grave error -o en una incoherencia- todo tradicionalismo que soslaye la gran cuestión del retorno a los núcleos rurales en un repoblamiento lo más organizado posible. El ruralismo y el agrarismo son banderas nuestras que nos distinguen de las abominables corrientes liberales del capitalismo y el progresismo. Es una torpeza inaudita no levantar esta bandera frente a todas las sirenas cantoras que nos quieren atraer a la perdición vital.

    LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
    despistado dio el Víctor.

  2. #2
    Tapatio está desconectado Proscrito
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    Re: Reprobación de los núcleos metropolitanos

    Interesante Tema y Reflexión, aunque no es secreto de todos, lo caotico de la vida en la ciudad, donde no conoces a tu vecino de enfrente, pero si chateas con tus amigos en Argentina.

    Las grandes Ciudades, viven envueltas en sí mismas, no duermen,se generan movimientos sociologicos,
    Algo muy Importante es la forma de hacer Ciudad, y sus consecuencias sobre los habitantes de la Metropoli, esto afecta la vida de todos sus habitantes, una ciudad dispersa, genera problemas de movilidad, un barrio sin espacios recreativos,genera tensión social, bandalismo, y tantos problemas.
    Sabes lo que me encanta de las ciudades Méxicanas del pasado,eran ordenadas en su mayoria,y su sistema de barrio,pero despúes de los 60's no crecieron, si no se desparramaron, crecer es con orden, y desparramarse es sin sentido, los intereses particulares y capitalistas, con la complicidad de autoridades locales, ah generado ciudades dispersas,El Distrito Federal es el ejemplo máximo en el Pais de un desastre urbano y ecologico,de proporciones mayores, eh leído que esa ciudad se quedara sin agua,en menos de 100 años, ademas de terminar hundida en su lecho lacustre, Todo por el sistema centralista que desde la Colonia concentro todo en el Distrito Federal. Hasta la actualidad. Me pregunto que demonios hace la sede de la Marina en la ciudad si ni siquiera tiene mar. No seria mas adecuado en Veracruz. o Manzanillo, los puertos mas importantes de México.
    Por cierto la primera foto no es de la Pelicula Metropolis.una clásica,Recomendada¡¡
    Última edición por Tapatio; 29/03/2012 a las 23:41

  3. #3
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Reprobación de los núcleos metropolitanos

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Este tema me ha recordado el impresionante poema de Miguel Hernández "Silbo de afirmación en la aldea":

    EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA
    Alto soy de mirar a las palmeras,
    rudo de convivir con las montañas...
    Yo me vi bajo y blando en las aceras
    de una ciudad espléndida de arañas.
    Difíciles barrancos de escaleras,
    calladas cataratas de ascensores,
    ¡qué impresión de vacío!,
    ocupaban el puesto de mis flores,
    los aires de mis aires y mi río.
    Yo vi lo más notable de lo mío
    llevado del demonio, y Dios ausente.
    Yo te tuve en el lejos del olvido,
    aldea, huerto, fuente
    en que me vi al descuido:
    huerto, donde me hallé la mejor vida,
    aldea, donde al aire y libremente,
    en una paz meé larga y tendida.
    Pero volví en seguida
    mi atención a las puras existencias
    de mi retiro hacia mi ausencia atento,
    y todas sus ausencias
    me llenaron de luz el pensamiento.
    Iba mi pie sin tierra, ¡qué tormento!,
    vacilando en la cera de los pisos,
    con un temor continuo, un sobresalto,
    que aumentaban los timbres, los avisos,
    las alarmas, los hombres y el asfalto.
    ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!
    ¡Orden!, ¡Orden! ¡Qué altiva
    imposición del orden una mano,
    un color, un sonido!
    Mi cualidad visiva,
    ¡ay!, perdía el sentido.
    Topado por mil senos, embestido
    por más de mil peligros, tentaciones,
    mecánicas jaurías,
    me seguían lujurias y claxones,
    deseos y tranvías.
    ¡Cuánto labio de púrpuras teatrales,
    exageradamente pecadores!
    ¡Cuánto vocabulario de cristales,
    al frenesí llevando los colores
    en una pugna, en una competencia
    de originalidad y de excelencia!
    ¡Qué confusión! ¡Babel de las babeles!
    ¡Gran ciudad!: ¡gran demontre!: ¡gran puñeta!
    ¡el mundo sobre rieles,
    y su desequilibrio en bicicleta!
    Los vicios desdentados, las ancianas
    echándose en las canas rosicleres,
    infamia de las canas,
    y aun buscando sin tuétano placeres.
    Árboles, como locos, enjaulados:
    Alamedas, jardines
    para destuetanarse el mundo; y lados
    de creación ultrajada por orines.
    Huele el macho a jazmines,
    y menos lo que es todo parece
    la hembra oliendo a cuadra y podredumbre.
    ¡Ay, cómo empequeñece
    andar metido en esta muchedumbre!
    ¡Ay!, ¿dónde está mi cumbre,
    mi pureza, y el valle del sesteo
    de mi ganado aquel y su pastura?
    Y miro, y sólo veo
    velocidad de vicio y de locura.
    Todo eléctrico: todo de momento.
    Nada serenidad, paz recogida.
    Eléctrica la luz, la voz, el viento,
    y eléctrica la vida.
    Todo electricidad: todo presteza
    eléctrica: la flor y la sonrisa,
    el orden, la belleza,
    la canción y la prisa.
    Nada es por voluntad de ser, por gana,
    por vocación de ser. ¿Qué hacéis las cosas
    de Dios aquí: la nube, la manzana,
    el borrico, las piedras y las rosas?
    ¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
    ¡Qué presunción los manda hasta el retiro
    de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
    tanta soberbia abajo de un suspiro?
    ¡Ascensores!: ¡qué rabia! A ver, ¿cuál sube
    a la talla de un monte y sobrepasa
    el perfil de una nube,
    o el cardo, que de místico se abrasa
    en la serrana gracia de la altura?
    ¡Metro!: ¡qué noche oscura
    para el suicidio del que desespera!:
    ¡qué subterránea y vasta gusanera,
    donde se cata y zumba
    la labor y el secreto de la tumba!
    ¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
    ¡Ay, qué de menos echa
    el tacto de mi pie mundos de arcilla
    cuyo contacto imanta,
    paisajes de cosecha,
    caricias y tropiezos de semilla!
    ¡Ay, no encuentro, no encuentro
    la plenitud del mundo en este centro!
    En los naranjos dulces de mi río,
    asombros de oro en estas latitudes,
    oh ciudad cojitranca, desvarío,
    sólo abarca mi mano plenitudes.
    No concuerdo con todas estas cosas
    de escaparate y de bisutería:
    entre sus variedades procelosas,
    es la persona mía,
    como el árbol, un triste anacronismo.
    Y el triste de mí mismo,
    sale por su alegría,
    que se quedó en el mayo de mi huerto,
    de este urbano bullicio
    donde no estoy de mí seguro cierto,
    y es pormayor la vida como el vicio.
    * * *
    He medio boquiabierto
    la soledad cerrada de mi huerto.
    He regado las plantas:
    las de mis pies impuras y otras santas,
    en la sequía breve de mi ausencia
    por nadie reemplazada. Se derrama,
    rogándome asistencia,
    el limonero al suelo, ya cansino,
    de tanto agrio picudo.
    En el miembro desnudo de una rama,
    se le ve al ave el trino
    recóndito, desnudo.
    Aquí la vida es pormenor: hormiga,
    muerte, cariño, pena,
    piedra, horizonte, río, luz, espiga,
    vidrio, surco y arena.
    Aquí está la basura
    en las calles, y no en los corazones.
    Aquí todo se sabe y se murmura:
    No puede haber oculta la criatura
    mala, y menos las malas intenciones.
    Nace un niño, y entera
    la madre a todo el mundo del contorno.
    Hay pimentón tendido en la ladera,
    hay pan dentro del horno,
    y el olor llena el ámbito, rebasa
    los límites del marco de las puertas,
    penetra en toda la casa
    y panifica el aire de las huertas.
    Con una paz de aceite derramado,
    enciende el río un lado y otro lado
    de su imposible, por eterna, huida.
    Como una miel muy lenta destilada,
    por la serenidad de su caída
    sube la luz a las palmeras: cada
    palmera se disputa
    la soledad suprema de los vientos,
    la delicada gloria de la fruta
    y la supremacía
    de la elegancia de los movimientos
    en la más venturosa geografía.
    Está el agua que trina de tan fría
    en la pila y la alberca
    donde aprendí a nadar. Están los pavos,
    la Navidad se acerca,
    explotando de broma en los tapiales,
    con los desplantes y los gestos bravos
    y las barbas con ramos de corales.
    Las venas manantiales
    de mi pozo serrano
    me dan, en el pozal que les envío,
    pureza y lustración para la mano,
    para la tierra seca amor y frío.
    Haciendo el hortelano,
    hoy en este solaz de regadío
    de mi huerto me quedo.
    No quiero más ciudad, que me reduce
    su visión, y su mundo me da miedo.
    ¡Cómo el limón reluce
    encima de mi frente y la descansa!
    ¡Cómo apunta en el cruce
    de la luz y la tierra el lilio puro!
    Se combate la pita, y se remansa
    el perejil en un aparte oscuro.
    Hay az'har, ¡qué osadía de la nieve!
    y estamos en diciembre, que hasta enero,
    a oler, lucir y porfiar se atreve
    en el alrededor del limonero.
    Lo que haya de venir, aquí lo espero
    cultivando el romero y la pobreza.
    Aquí de nuevo empieza
    el orden, se reanuda
    el reposo, por yerros alterado,
    mi vida humilde, y por humilde, muda.
    Y Dios dirá, que está siempre callado.

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