«Cómo reconquistar Gibraltar» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 26/XI/2018.
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Aseguraba Wenceslao Fernández Flórez que el español, en cuanto avista Gibraltar, busca el medio de arrancar el peñón de manos de los ingleses. Pero el doctor Sánchez sólo ve en Gibraltar un lugar al que viajar en avión oficial, que es lo que de veras le pirra, pues así puede escarrancharse en sus asientos tapizados en piel y, de paso, llevarse consigo a Begoñísima, para curarle la claustrofobia que arrastra desde la infancia, por culpa de las saunas que regentaba su padre. Viajando como un descosido en avión oficial, al doctor Sánchez se le olvidó reclamar la cosoberanía de Gibraltar en el tratado del Brexit; y ahora pretende engañar a las masas cretinizadas afirmando que ha rectificado su olvido mediante un pacto de la señorita Pepis, carente por completo de fuerza imperativa. La triste realidad es que los perros ingleses nos la han vuelto a meter doblada; y los burócratas de Bruselas se han llamado a andana, alegando que el doctor Sánchez tendría que haber intervenido durante las negociaciones del tratado. Para disimular su lenidad, el doctor Sánchez asegura que tiene todas las garantías del Consejo Europeo y la Comisión Europea de que jamás la Unión Europea adoptara con los hijos de la Gran Bretaña acuerdos que afecten a la soberanía de Gibraltar; lo cual es tan irrisorio como si una madre que ha dejado a su hija doncella en un burdel asegurare que tiene todas las garantías de la madama de que jamás nadie le rozará el himen.

Al doctor Sánchez no se le puede pedir otra cosa que no sea viajar con Begoñísima en avión oficial; pero, ¿qué ha estado haciendo, entretanto, Borrell, ese gran patriota que vende raudo las acciones de las empresas que administra cuando están a punto de quebrar? A Borrell, con el rollito de que defiende la unidad de España (cuando lo cierto es que sólo defiende la conversión de España en una aborrecible máquina estatal al servicio de Bruselas), el patrioterismo pauloviano le perdona todas sus ineptitudes y chapuzas. Pero un señor que vende las acciones de la empresa que administra (después, por cierto, de haberse dejado pulir un pastón en un timo por interné) prueba que es un avariciosillo capaz de vender a su madre en cualquier subasta con tal de poderse abrazar a su único amante y amado, que de puro enamorado anda de continuo amarillo.

Wenceslao Fernández Flórez llegaba a la conclusión de que, para reconquistar Gibraltar, había que destruir sus instalaciones deportivas, pues la vida sin juego es insoportable para el inglés. Tal vez en previsión de que algo así ocurra, los ingleses convirtieron Gibraltar en paraíso fiscal y casino virtual, para que los ingleses ricos puedan multiplicar sus patrimonios jugando (o sea, haciendo enjuagues financieros) y los ingleses pobres se queden sin sueldo también jugando (o sea, apostando por su equipo en los casinos virtuales). A los ingleses, en fin, los mueve en su defensa de Gibraltar el mismo poderoso caballero que mueve a Borrell cuando vende las acciones de las empresas que administra o se deja pulir un pastón en un timo por interné. Sólo que los ingleses son mucho más listos que Borrell, que se cree poseedor de un gran cerebro cuando lo que en realidad tiene es una gran cerviz donde llueven las collejas.

¿Y cómo podremos reconquistar Gibraltar, estando en manos de semejante patulea? Cuenta la leyenda que los ingleses sólo perderán Gibraltar cuando mueran todos los monos del Peñón. Así que no se me ocurre otra solución que estrangular a esos macacos. Todo esto, naturalmente, sin que se enteren el patriota Borrell y el doctor Sánchez, que sin duda serán animalistas empedernidos y podrían apresurarse a brindar a los monos del Peñón el asilo que no le ofrecen a Asia Bibi.

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