LA CULTURA BARROCA INDIANA:

Podemos hablar de sus definidos comienzos a partir de las tres-cuatro generaciones posteriores a los comienzos de la Conquista Hispánica de las Américas. No obstante, el fenómeno de la asimilación de las Indias como realidad geográfico-imperial no era nuevo para el español del siglo XVII.

El poblador americano logra identificarse harto con la nueva tierra; nunca olvidando sus orígenes; pero, de algún modo, llegándola a apreciar más que el viejo solar celtíbero. El carmelita Antonio Vázquez de Espinosa, por ejemplo, con prolongada residencia en el Nuevo Mundo, al describir la ciudad novocastellana de Arequipa, refiere que “ todas sus casas tienen huertas y jardines con todas las frutas de la tierra y de España, que parece un pedazo de Paraíso “. El agustino Antonio de la Calancha destacaba en Lima “ el complemento de lo lustroso, magnífico y señoril que hace majestuosa esta ciudad; ciudad más limosnera que tiene la Cristiandad “; y para con los limeños dice : “ de agudos entendimientos y de felices memorias, a cuyos hijos acelérase el uso de la razón y alcanza más uno de doce años que en otros reinos uno de cuarenta “. En la descripción de Caracas que a principios del siglo XVIII realiza el cronista criollo José Agustín de Oviedo y Baños como balance de la centuria barroca, de nuevo abundan los elogios en sus referencias : “ son muchos los caballeros que la ennoblecen; sus criollos de agudos y prontos ingenios, corteses afables y políticos; que hablan la lengua castellana con perfección; su clima benévolo, que hace que los pobladores sean de airosos cuerpos y gallardas disposiciones, sin que se halle ninguno contrahecho ni con fealdad disforme; y sus mujeres con recato y afables con señorío “; o aquello de “ tiene su situación la ciudad de Caracas en un temperamento tan de el Cielo, que sin competencia es el mejor de cuantos tiene la América “. El cronista del siglo XVII Domingo Lázaro de Arregui nos relata que “ los de Nueva Galicia eran los más ágiles y más generales, porque la lejanía y falta de medios obliga a que todos sepan de todo, desde armar una casa o castrar un novillo hasta enmarañar un pleito “; gesta la tipología del hombre de Indias con “ la general libertad y común estimación de la tierra “. El indio y el mestizo intentará ir asimilando la creación imperial hispánica, con las propias variantes etnolocales.

La vieja aspiración del Conquistador de reproducir su esquema personal en el Nuevo Mundo recordando el viejo ideal español ya se ha gestado en el siglo barroco. Todo ello hará que la conciencia de cultura criolla vaya arraigando el amor por esa patria que forma parte de todo un Imperio.

En este siglo, la mujer hispana ha sabido crear una cocina genuinamente criolla, en la que a la tradicional dieta euromediterránea se han incorporado productos de origen americano. El maíz, el frijol, el ají o chile, el tomate y la papa forman desde entonces parte, en mayor medida que en la centuria anterior, del yantar diario de la familia iberoamericana. Y lo mismo puede expresarse de la sobresaliente repostería criolla. El goloso paladar del español pronto bendijo la fusión del cacao y del azúcar para su ingestión líquida y/o sólida. En las tertulias de las damas criollas rara vez faltaba la chocolatada, acompañada de los sabrosos dulces locales. Su consumo llegó a convertirse en una auténtica adicción que no pudo escapar a los Ministros de la Catolicidad. Fue el chocolate elemento habitual en fiestas internas, locutorios y celdas individuales de conventos y monasterios. Clarisas, agustinas y concepcionistas obsequiaban con esta sabrosona poción al gobernante o visitador de turno, a devotos, damas y caballeros principales. A veces, acompañado de sorbetes, aguas dulces y refrescos, y, sobre todo, con una siempre elogiada repostería conventual ( Dulces de coco, milhojas, tarta de almendras, etc. ) que se ha conservado en los monasterios de clausura hasta nuestros días con originales recetas, gracias a la mimosa dedicación y el delicado paladar de las Siervas de Nuestro Señor Jesucristo. No es por tanto casualidad que la Tradición Hispanoamericana atribuya a las mujeres de la religión la invención del famoso mole poblano, excelente plato del Virreinato de la Nueva España.

Fenómeno similar se percibe también en fiestas públicas y manifestaciones religiosas. La entrada de un Virrey, el nacimiento de un Príncipe o la entronización de un nuevo Monarca, siempre fue motivo para que la ciudad indiana rompiera su monotonía y contemplara desfiles, corridas de toros, fuegos artificiales y arcos triunfales. Los distintos Gremios rivalizaban a la hora de deslumbrar a un pueblo entusiasta. Proliferaban las motivaciones alegóricas y hasta mitológicas : el amor, la justicia, la belleza, la alegría, la poesía, polifemos, cíclopes, unicornios, Marte, Saturno, arcos romanos, guirnaldas, pompeyanas y cartelas alusivas con ampulosas inscripciones. Todo ello formaba parte de este escenario efímeramente arquitectónico de trapos, papeles y maderas.

No obstante, en el año de 1680, con motivo de la llegada a Nueva España de un nuevo Virrey, se comisionó para la organización del festejo al polígrafo Carlos de Sigüenza y Góngora; conocedor profundo del pasado mejicano; el cual decidió abandonar la Tradición Hispanista e hizo representar en carrozas y alegorías a emperadores aztecas, encarnando cada una de las virtudes que debían adornar la actuación de un virreinal gobernante; todo un anacronismo innecesario, la verdad.

Aprendió el hombre americano de la Tradición Católica; sirviendo en devoción típica. De los que subieron a los altares o estaban en fase previa de alcanzar la santidad, algunos eran peninsulares, otros criollos e incluso alguno no perteneciente a la raza blanca. Lo común era el escenario de sus vidas : El Nuevo Mundo. Así, Toribio de Mogrovejo, Juan de Palafox, Francisco Solano, Luis Beltrán, Pedro Claver, Rosa de Lima ( Cuyo nombre fue Isabel; destacando por su belleza floreal. Vinculada a la Dominicana Orden, vivió en su casa por falta de convento de esa Orden en Lima, llegando a ser una gran mística, bajo el modelo de Santa Catalina de Sien. Fue la primera americana canonizada como Santa, por el Papa Clemente X ), Gregorio López, Pedro de Bethencourt, Martín de Porres, Sebastián de Aparicio o Felipe de Jesús representaban un orgullo para toda la América Hispana. En este contexto se extienden los cultos marianos : Guadalupe, Copacabana, Zapopán, etc.

Ya empiezan las variantes lingüísticas de la lengua nacida en Castilla la Vieja-en cierta conexión con las Vascongadas-; la influencia de las hablas del Reino de Sevilla y la Extremadura Leonesa se va haciendo patente en las Antillas, la Nueva España-este Virreinato más de la Extremadura de León-, Centroamérica, y grandes retazos también en Venezuela y Nueva Granada; mientras que en la Nueva Castilla-salvo en el Chile-se va a mantener más el de Castilla la Vieja; siendo considerado hoy por hoy el “ acento neutro “ de la América del Sur. Los neogranadinos, ya por aquellos entonces, presumían de su castellana parla, la de mayor cortesanía.

Se va gestando una propia y rica expresión musical, al abrigo de los medios rurales y centros misionales. La música sacra y profana llega a las Américas con los primeros frailes, artesanos y maestros de capilla, que reproducen en los nuevos pagos las formas vigentes en la Península Ibérica. La cronística del XVI nos ofrece abundancia sobre la construcción de órganos en los principales templos y catedrales, masas corales amerindias en doctrinas y misiones, composiciones monódicas y concertadas, creaciones de capillas musicales y uso de instrumentos, tales como pífanos, clarines, flautas, jabegas, dulzainas o vihuelas. Entran en contacto dos estructuras armónicas; la occidental y la india. Triunfaron los esquemas tonales europoides, al menos en lo que podría denominarse como la producción musical oficial. El indio también aportaba una rica tradición; como los instrumentos de viento de los Andes o su escala pentatónica; mientras que el español acostumbraba a su octava de tonos y semitonos. También los esclavos negros se hacían con su música; muy gustosa del ritmo y la algarabía. En el siglo XVII, algunas de las composiciones más usuales ( tonadas, décimas, madrigales, villancicos religiosos y profanos ) fueron desarrollando novedosas tipologías en la que algunos folkloristas ven la gesta del corrido, la xácara, la cumbia o el joropo. Y algo similar ocurre con el baile : El tipismo español adquiere en americano hogar una nueva fisonomía; aportando novedades; hasta los mismos cantes de ida y vuelta en el arte flamenco, tales como la rumba, la cubana, la habanera, la milonguita, la colombiana o la vidalita ( Aunque dice más de uno que esto es más bien invención del cantaor Pepe Marchena, del siglo XX ); y casos como la gayumba, la zarabanda, el zambapalo o la chacona; ésta última muy popular por su despliegue rítmico entre las damas dieciochescas. Asimismo, estuvo presente el desarrollo de la música culta; con un escenario más bien restringido a los grandes núcleos urbanos, con ambientes cortesano-caballerescos y catedrales que reclamaban piezas sacras para su ceremonial liturgia. Sirvan como muestra los casos de Méjico y Puebla, donde compositores de la talla de Antonio de Salazar, Bernardo de Peralta, Juan de Padilla o Manuel de Zumaya produjeron un repertorio orquestal y coral dentro de unos esquemas compositivos análogos a los de Juan Sebastián Bach o la escuela italiana antes incluso de que llegaran a la Nueva España las partituras de los maestros del Viejo Continente.


La identificación con los nuevos solares afloran en los textos de los escritores hispanoamericanos al eco de los influjos de la creación culta de la Piel de Toro. La mayoría son ya criollos que no conocen otra tierra sino la herencia de sus conquistadores antepasados. Otros han nacido en España y sus vidas transcurren en el Ultramar. Y otros, como el caso siempre sugestivo de Juan Ruiz de Alarcón, han abandonado su América natal para fijar residencia en la metrópoli y brindar a toda la Europa lo mejor de sus creaciones. Estos tres casos tienen en común su vinculación a la República de Españoles del Nuevo Mundo. No obstante, con el tiempo, se harán eco de la pluma también mestizos e indios, participando en las disputas culteranas o para narrar el pasado prehispánico.

La obra de Bernardo de Balbuena, Grandeza mejicana, describe la capital novohispana con encendidos elogios de sus excelencias. Se le ha denominado el “ Ariosto Tropical “. Marca la frontera entre la producción literaria del Siglo de Oro, rica en hechos y acciones valerosas, y esta nueva etapa más abierta a la contemplación y a las formas. Es una nueva perspectiva cronológica desde la que se describen las gestas del pasado o la realidad presente con una ampulosidad ornamental ya impropia de la pluma de un soldado-cronista.

Lo mismo cabe de decir del Arauco domado de Pedro de Oña ( 1570-1643 ), o del Cautiverio feliz de Francisco Núñez de Pineda Bascuñán ( 1697-1682 ) En comparación con La Araucana de Ercilla, en la obra del primero aparece más un mundo idílico que guerrero; el poeta es más diestro en manejar la retórica que la espada. Curiosamente, se trata de la primera composición poética de autor nacido en el Nuevo Mundo que mereció los honores del invento de Gutenberg. Por su parte, en el Cautiverio feliz narra su autor el que protagonizó durante siete meses, en el 1629, entre los amerindios de la Araucanía. Tampoco hay que llamar en demasía la atención sobre el título, que refleja una nueva forma de ver lo americano; quiere hacer merecer un nuevo tratamiento literario.

La maduración de esta criolla conciencia no fue obstáculo para que durante toda la centuria barroca se mantuvieran unos constantes flujos recíprocos entre Las Españas Viejas y de Ultramar, en un deseo mutuo de participar en la culta literatura. El ya aludido Ruiz de Alarcón viene a significar uno de los cuatro grandes del teatro hispano de la época, junto con Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca; que se trasladó a los Madriles cuando contaba con treinta y tres años. La más afamada de sus comedias, La verdad sospechosa, cobraría notable influjo en autores como Corneille y Moliére. Del Perú era a su vez la poetisa que se escondía bajo el seudónimo de “ Amarilis “, autora de la conocida Epístola a Lope de Vega; su “ Belardo “. Y en la Nueva Castilla también, concretamente en el Cuzco, vivió el cura indio Juan Espinosa Medrano ( 1630-1682 ), autor en el 1662 del Apologético a favor de Don Luis de Góngora. El apodado “ Lunarejo “ o “ Doctor Sublime “ refutaba al lusitano Manuel de Faría y Souza por haber atacado al díscolo cordobés, cabeza visible del culteranismo. En esta curiosa obra glosa a más de 130 autores; y es curioso-valga la redundancia-cómo un cura andino se siente obligado a intervenir personalmente en una polémica que en la Vieja España ya parecía cesada.

Similar afán por abrirse a las más recientes corrientes de la cultura hispánica, remarcando la identidad criolla, es la que se refleja en la obra del polígrafo novohispano Carlos de Sigüenza y Góngora ( 1645-1700 ), Catedrático de Matemáticas y Astrología en la Universidad de la Ciudad de Méjico. Su interés por el pasado americano se materializó en varias obras : Historia del imperio de los chichimecas, Genealogía de los reyes mejicanos y Calendario de los meses y fiestas de los mejicanos. Dominó las lenguas indias y reunió códices, libros, mapas y manuscritos de épocas prehispánicas.

Máximos representantes de la cultura del Barroco Americano, de brillante calidad poética, fueron otros dos grandes de la literatura hispana de todos los tiempos : Juan de Valle Caviedes ( 1645-1697 ) y la novohispana Sor Juana Inés de la Cruz ( 1651-1695 ) El primero, natural del Reino de Jaén ( Pueblo de Porcuna, antiquísimo vástago íbero ), emigró muy jovencito a la Nueva Castilla y residió toda la madurez en la Ciudad de los Reyes. Suele ser comparado con Quevedo con toda justicia. Pero no únicamente por su frustración amarga, su crítica mordaz a varios aspectos de la sociedad, su humor corrosivo, su sombría obsesión por la muerte…Detrás de esa visión mundanal, ( Crítica feroz a los médicos limeños ) de sus caricaturas y burlona crueldad, su poesía nace de las más íntimas entrañas; brotando una notable sensibilidad y habilidad para con la lírica; y con una inspiración amorosa peculiar…La monja Juana Inés de Asbaje y Ramírez, esto es, Sor Juana Inés de la Cruz, de la Orden Jerónima, fue un gran intelectual de su tiempo. Niña prodigio de gran fama y admirable en su poesía. Profundizó harto en la religiosidad, ahondando en el amor. Llegó a tener cuatro mil libros, e incluso instrumentos científicos y astronómicos; y aunque no fuera una experta en Matemáticas, contribuyeron a la creación de su primer poema filosófico, “ Primero Sueño “, una suerte de visión sobre el cosmos con el sol, los planetas y las estrellas. Mereció la reprimenda del Obispado por meterse en “ teologías “. Se la denominó la “ Décima Musa “. Su vida transcurrió dentro del ambiente cortesano y virreinal de la capital novohispana, asombrando por su producción : Villancicos, romances, autos sacramentales, cartas, etc.

Estamos en una época cuya historiográfica creación viene marcada por la institucionalización de la crónica oficial; en detrimento de las historias generales y de la regionalización del relato. Por lo que respecta a la creación del cargo de cronista oficial, originalmente cabe decirse que fue asociado a la persona de Juan López de Velasco. El primero que lo desempeñó en exclusiva fue Antonio de Herrera y Tordesillas. Su obra cumbre, Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano ( Realmente, es un modo de manipular a favor de una supuesta soledad castellana; ya que las estadísticas del sevillano Archivo de Indias y los títulos reales, etc., nos confirman que esta empresa fue de la diversidad de los reinos de la Patria hispana; no sólo de Castilla; y que Portugal, también Reino Hispano, mantuvo asimismo su importante sitio en el Nuevo Mundo ) ve la luz en el 1601 ( Aunque el título no se corresponde con la realidad; ya que no fueron sólo castellanos las gentes de Ultramar, sino por el contrario, un porcentaje pequeño si comparamos con los Reinos de Andalucía, la Extremadura de León, las Vascongadas o Portugal ) aunque se termina en el 1615. Considerado como el cronista puente entre una y otra centuria, más que introducir una nueva etapa vale expresar que sintetiza todo lo que había representado la gran crónica del siglo XVI. Manteniendo el clásico modelo de “ Historia General “, es, sin embargo, el primero que contempla y narra acontecimientos plenamente transcurridos. Su relato concluye en el 1554, cuando el autor contaba tan sólo cinco años de edad.

Luis Tribaldos de Toledo ( Cronista de Indias en el plazo 1625-1634 ) se centró en la historia chilena; Tomás Tamayo de Vargas preparó materiales para la Historia de la Iglesia en las Indias, que se encargaría de elaborar parcialmente su sucesor Gil González Dávila ( 1643-1658 ) en forma de tratado en un par de volúmenes de extraordinaria utilidad para el estudioso, el Theatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias ( 1649 y 1655 ), que redactó mientras preparaba una obra similar, aunque más extensa, sobre las diócesis peninsulares. Le siguen Antonio de León Pinelo ( 1658-1660 ), más conocido por sus tareas codificadoras en el Consejo de Indias y su trabajo de recopilación bibliográfica que por su labor como cronista oficial; y Antonio de Solís y Rivadeneyra, autor de una importante Historia de la conquista de Méjico, cuyas múltiples ediciones sustentaron durante mucho tiempo las hazañas cortesianas en la historiografía europea. La lista concluye con Pedro Fernández del Pulgar ( 1686-1698 ), que intentó concluir la obra de Herrera, sin demasiada fortuna….

En la cultura, juegan un papel importantísimo en la América Hispana ( Como en España ) los Ministros del Todopoderoso :

En el Virreinato de la Nueva España :

- Juan de Torquemada ( Méjico )

- Agustín de Bethencourt ( Méjico )

- Alonso de la Rea ( Méjico )

- Antonio Tello ( Méjico )

- Antonio de Remesal ( El Yucatán )

- Diego López Cogolludo (Guatemala )



En el Virreinato de la Nueva Castilla ( Reinos del Perú ) :

- Pedro Simón ( La Nueva Granada )

- Juan Rodríguez Freile ( La Nueva Granada )

- Lucas Fernández de Piedrahita ( La Venezuela )

- Matías Ruiz Blanco ( La Venezuela )

- Antonio de la Calancha ( El Perú )

- Bernardo de Torres ( El Perú )

- Buenaventura de Salinas y Córdova ( El Perú )

- Alonso de Ovalle ( El Chile )

- Diego de Rosales ( El Chile )


Tanto por la naturaleza de los trabajos como por la amplitud territorial de su objeto de estudio, distinto es el caso de los dos cronistas quizás más importantes de la centuria; ambos clérigos y nacidos en las tierras andaluzas : El Carmelita Antonio Vázquez de Espinosa, autor del Compendio y descripción de las Indias Occidentales ( 1628 ) y el jesuita Bernabé Cobo, que escribió una Historia del Nuevo Mundo ( 1653 ); todo ello junto a la posterior obra de Alexander Von Humboldt constituye una gran visión general del Indiano Imperio.

Asimismo, la Historia coincide en calificar al siglo XVII como el Gran Siglo de la Iglesia; la Iglesia como genuino soporte Imperial. Como agentes de tan elevada Misión, los Reyes Españoles disponían a fines del siglo XVI de unas 5.000 personas consagradas a Dios, que medio siglo más tarde ya eran más de 12.000. Componían esta divina hueste clérigos seculares y miembros de las distintas Órdenes Religiosas, fundamentalmente Franciscanos, Mercedarios, Dominicos y Agustinos; a los que se sumarían a finales del siglo XVI los hijos de la Compañía de Jesús; y en la segunda mitad del XVII también los Capuchinos. En el siglo de la Conquista, la empresa evangelizadora estuvo mayoritariamente protagonizada por los regulares : El Convento y el Misionero; la clave. La misma jerarquía episcopal se nutrió fundamentalmente de frailes de las distintas Órdenes : De los 171 obispos que rigieron las Ultramarinas Diócesis, 108 fueron regulares y 63 seculares. El crecimiento de la población blanca en el Nuevo Mundo, la creación de seminarios diocesanos y la labor educacional que venía desplegando entre los españoles la Orden Jesuítica habían hecho posible un aumento paralelo del número de ordenados que se adscribían al clero secular, muchos de los cuales se encontraban sin parroquia a su cargo. No obstante, al ejercer la Corona el derecho de presentación para ocupar sedes vacantes y promover traslados o ascensos a mitras de mayor rango, el cambio se emprendió por el vértice de la organización diocesana : Los obispados. En el siglo XVII se acusa ya una etapa de equilibrio entre ambos cleros, pues, sin contar a los que cambiaron de sede, de los 185 nombramientos episcopales, 94 eran religiosos y 91 procedentes de la rama secular.


Cabría reseñarse lo siguiente dentro del desarrollo eclesiástico :


- En el 1605 fue suprimido el obispado centroamericano de Vera Paz ( El famoso escenario del judío Las Casas ) y creados los de La Paz y Santa Cruz de la Sierra en el territorio de Charcas.

- En el 1609 fue elevada la Ciudad de la Plata, Chuquisaca, al rango arzobispal y se erigió la diócesis peruana de Huamanga.

- En el 1620 se creó el obispado rioplatense de Buenos Aires y el novohispano de Durango.

- En el 1638 se trasladó la sede episcopal venezolana a la ciudad caraqueña desde su primitivo emplazamiento en Coro

- En el 1698 se trasladó la sede episcopal de Santiago del Estero a Córdoba y la de Santa Cruz de la Sierra a Mizque.


Así, el espacio eclesiástico americano quedaba, de esta forma, repartido entre cinco grandes sedes metropolitanas :

1 ) Méjico ( Nueva España y Centroamérica )

2 ) Lima ( Perú, Quito y Chile )

3 ) Santa Fe ( Nueva Granada y Venezuela Occidental )

4 ) Santo Domingo ( Antillas y Oriente Venezolano )

5 ) La Plata ( Charcas, Paraguay y Río de la Plata )


La institución clave de la Iglesia en las Américas Españolas fue la Misión : Célula evangelizadora por excelencia; reseña de la estrategia política tradicional de la Hispanidad; búsqueda de la pacificación del indio. En primera instancia, los protagonistas son frailes y soldados : La Cruz y la Espada, Santiago….( En el septentrión novohispano se mantuvo el presidio con la guarnición militar ) El misionero ( Bollullos de la Mitación-Sevilla- dio a un Fray Juan Calero en la Nueva España, y España toda dio tantos….) su entrega en condiciones realmente hostiles : Desconocimiento del territorio, climas insoportables, indios belicosos
….La propia Corona encargóse de sus subsidios con los fondos de la Real Hacienda.

Franciscana Iniciativa es la creación de colegios de Propaganda Fide para la formación de los misioneros, inspirados en las directrices trazadas por la Congregación de la Curia Romana del mismo nombre que en el 1622 fundara Gregorio XV con objeto de impulsar la difusión de la Fe por todo el Orbe. La experiencia tenía precedentes en España dentro de la propia Orden de San Francisco : El centro que estableció Raimon Llull en Miramar ( Mallorca ) en el 1276, consagrado al cultivo de misioneros que habían de ser enviados al África Mediterránea; el deseado Oranesado Español….Y fue precisamente otro mallorquín, Fray Antoni Llinás, el que logró superar ciertos recelos iniciales del Consejo de Indias-siempre cauteloso ante las iniciativas adoptadas por el Vaticano sin contar con el parecer regio-y haber fundado personalmente el de Querétaro en el 1683; sus seguidores continuaron la obra dotándola de un auténtico carácter continental. Entre los últimos años del siglo XVII y los primeros del XVIII se fueron abriendo los colegios de Propaganda Fide de Guatemala, Zacatecas, Méjico, Cali, Pomasque, Popayán, Tarija, Chillán y Ocopa, que junto al primigenio de Querétaro, aportaron importantes contingentes de misioneros cualificados para estas áreas. A esta tarea se van a consagrar también las Órdenes que más tardíamente llegaron al Nuevo Mundo; caso significativo es el de los Capuchinos de la Corona de Aragón ( Esto desmiente, como muchas otras cosas más, la mentira moderna de que a los hijos de Aragón les estaba vedada la América; simplemente América fue prioridad de otros reinos hispánicos; mientras que Aragón centróse más en el Mare Nostrvm ), catalanes en su mayoría, que emprenden la fundación de misiones en los Llanos Venezolanos y en las provincias orientales de Cumaná y Barcelona ( 1658 ); por las mismas fechas en que lo hacen también los franciscanos en sus misiones de Píritu ( 1656 ) El flanco oriental del septentrión sudamericano ( Antiguo Virreinato de la Nueva Castilla ) iniciaba así su proceso de consolidación de la Cristiandad.

Existió una experiencia peculiar, la de la “ guerra defensiva “; basada en el principio de convivencia pacífica, protagonizada en las dos primeras décadas del XVII por el Padre Luis de Valdivia en la Araucanía Chilena; sin demasiado éxito. También protagonizó empresas misioneras en el noreste del Alto Perú, donde habitaban los indios moxos, baures y pampas ( 1675 ) y años más tarde en la tierra de los indios chiquitos ( 1699 ) Otro tanto se andaba emprendiendo mientras en las norteñas provincias de la Nueva España. Desde su establecimiento inicial en Sinaloa ( 1590 ), se prosiguió el avance fundacional por Topia, San Andrés, Parras, etc.; consolidando sus posiciones a lo largo del siglo entre las tribus acajes, tepehuanes y tarahumaras. La culminación de este proceso tendría lugar con la instalación de los jesuitas a partir del 1680 en las tierras de la Baja California. Pero, sin duda alguna, la experiencia que más pasiones ha levantado, y mayores reseñas ha recibido en tantos campos historiográficos, ha sido lo que, a iniciativas de las autoridades civiles de Asunción ( Reino Hispánico Peruano ) protagonizaron los miembros de la Compañía de Jesús en el 1610 en las tierras limítrofes con el también Hispánico Brasil de los Portugueses; las Misiones del Paraguay ( La historiografía modernista habla de un “ Estado Guaraní “….); cuyo escenario era constituido en la zona del Guayrá ( Entre los ríos Iguazú, Paraná y Paranapanema ) y los Valles del Alto Paraná y el Uruguay; todo un sistema de reducciones, con un hondo sentido social. Las Misiones Guaraníes se mantuvieron desde el 1610-Fundación de las primeras misiones del Loreto y San Ignacio-hasta 1767, donde por orden del mediocre Carlos III son expulsados del Imperio Español.




La literatura jurídica se desarrolló plenamente, constituyéndose como disciplina autónoma : Política indiana de Juan de Solórzano Pereyra ( Concluida en el 1648 ), Gazofilacio Real del Perú, de Gaspar de Escalona y Agüero, de 1647; muestras palpables. El primer trabajo importante de recopilación bibliográfica sobre el Nuevo Mundo, emprendido con carácter exhaustivo por un funcionario con amplia experiencia en los asuntos de Ultramar : El Epítome de la Bibliotheca Oriental y Occidental del jurisconsulto Antonio de León Pinelo*, aparecida en el 1629.


* Del genovés Pinelli, apellido bien arraigado en Sevilla.


En general, cabe decirse que la producción artística indiana se encontró con varios factores :

- La distancia, con las consiguientes comunicaciones, factores de espacio y tiempo, entre la Península Ibérica y Ultramar.

- La inmensidad colosal del Nuevo Continente.

- Las profundas diferencias regionales.

- La mayor o menos concentración de población india en las distintas zonas del Imperio.

- La diversidad de los niveles culturales.

- La dispar cronología en los procesos de la Conquista.


La actividad artística siempre estuvo inspirada por la espiritualidad hispánica y muy al abrigo de la Iglesia Católica; la máxima expresión de la pedagogía de la época Imperial.

Avanzado el siglo barroco, el gusto se extiende hacia el amplio despegue ornamental en las fachadas, con obras que desarrollarán ya en la primera mitad del siglo XVIII, hacia gustos que han sido definidos como ultrabarrocos o churriguerescos. A lo largo del siglo XVII vemos ese desarrollo; desde los primeros síntomas formales manieristas hasta la plena consolidación de los patrones barrocos; es pues, la arquitectura indiana, una arquitectura de interiores. Se percibe el gusto por la casa solariega, adornada con blasón; ideal profundo de hidalguía que muchos conquistadores transmitieron, apegados a su abolengo y a su pasado guerrero, vieron como en nuestra América pudieron ganar-más o menos-su honra en la lucha por su Patria. Existe el gusto por la decoración vegetal, el gusto por el patio interior; tan característico de las viviendas andaluzas. Hay una grandiosidad en las formas, un dinamismo en las líneas, unos reflejos dorados y un dramatismo de los gestos; quizás la exageración y la sensibilidad a flor de piel, pasional; también característica del Sur de Las Españas. El interés por la impresión, plasmado en los interiores “ cueviformes “ barrocos….Es esa importancia por la decoración, por lo público, por el señorío.


El Barroco, que tanto asombró y se desarrolló en el Reino de Sevilla, y que aún en el siglo XIX era buscado por más de un poeta, significa, pues, ( Sobre todo en el Perú Virreinal ) el desarrollo de toda una cultura en el ya consolidado Imperio Español; en el cual, al abrigo aun de la Reconquista y del alabado Siglo de Oro, los distintos Reinos de Las Españas intervinieron en pro del Servicio y la Jerarquía; pues toda esta ampulosidad como referente de la gloria no puede entenderse sino a través del sacrificio y del espíritu de lucha que caracterizó, con todos los matices que se quieran dar, a esta España Imperial que tanto amamos y necesitamos.