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Tema: Nueva crisis en las Malvinas

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  1. #1
    Avatar de Smetana
    Smetana está desconectado Miembro graduado
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Desde México envío también mi apoyo al pueblo hermano Argentino en su justa reclamación de las tierras arrebatadas por la tiranía inglesa. ¿acaso realizaron los ingleses en su momento un "referéndum" para ver si los pobladores ORIGINALES de las islas Malvinas querían ser despojados? Es una nación de ladrones des que no tienen la dignidad moral de ver siquiera a los ojos a un pueblo como el Argentino. El caso de las islas Malvina es una cicatriz deshonrosa que no sólo lastima a los Argentinos si no a todos los pueblos hispanos, golpea nuestro orgullo y nos humilla pues somos todos uno solo; sin embargo ya pronto se acerca el tiempo en que tales afrentas a nuestro pueblo sean enmendadas y se haga justicia. ¡Islas Malvinas siempre Argentinas, Argentina orgullo de los pueblos hispanos!
    Erasmus y Esteban dieron el Víctor.
    ¡Viva la Nueva España! ¡Viva la madre patria Española! ¡Viva la santísima virgen de Guadalupe!

  2. #2
    Esteban está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Muchas gracias a los hermanos hispanos por el apoyo en la justa causa de Malvinas.

  3. #3
    Valderrábano está desconectado Proscrito
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Investigando sobre la Historia de Malvinas he encontrado este texto sacado del diario de sesiones del parlamento británico. Creo que es muy ilustrativo. ¿Podría alguien traducirlo al español para que todos podamos entenderlo?:

    "Sir; I can not agree entirely in opinion either with the one side of the House or with the other : I have my own opinnion. …. I shall not scruple to pronounce Great Britain as the agressor in the late dispute with Spain. In profound peace, we seize an island which the french, after making an absolute settlemnet on it, were obligued to relinquish as the actual property of Spain. Gentlemen may talk very vehemently about the caution with which it is neccesary to guard the rights of the British empire; but when did Flakland's island become one of this rights? At what time did we first get possesion of this island? If our claims were prior to those of the Spanish nation, why have we not asserted our title earlier; and why did we suffer the French to invade our dominions, or why did we undergo the still greater disgrace of suffering the spaniards to dislodge them as from a territory of their own, and never once sensibly avow our pretensions or spiritedly call for satisfaction? A conduct of this kind would have been wise, would have been manly, but we pursued no conduct of this kind. On the contrary, Sir, if we have any claims, we suffered them to sleep, till the moment of unsuspecting tranquility; we then steal a march upon the Spaniards in open violation of the Treaties, erect a fort, and when the Court of Madrid makes a fruitless demand of restitution by her minister, we are to be exceedingly surprised, nay, exceedingly offended at thei taking that by force, which peremptorily refuse to their solicitation.
    Sir, if we have to believe the warmest advocates for a war with Spain, Falkland's islands has not been in our possesion above six or seven years; Spain has presented memorial after memorial upon the subject of the disputed territory, which shows pretty plainly that our title was never acknowledge by Spain, and that in the cessions made to this Kingdom, at the conclusion of the late peace, they never intended to include the island in question....
    … No Sir, we sneakingly stole a settlement into the place during a period of profound tranquility; and now we are to put the spaniards to the sword for daring to consider it as their property.
    … Let us not be transported by the vehemence of our national pride, beyond the limits of our national honesty"


    Mr. Nicholson Calvert (Debate in Commons on the Adress approving of the Spanish Declaration, respecting the Seizure of Falkland's Island. 13rd February 1771)
    Erasmus dio el Víctor.

  4. #4
    Avatar de Hyeronimus
    Hyeronimus está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    "No puedo estar totalmente de acuerdo con ninguna de las dos posturas expuestas por la Cámara (...) Opino de otra manera (...) No tendré escrúpulos que me impidan calificar a Gran Bretaña de agresora en la reciente disputa con España. En tiempos de paz absoluta, nos apoderamos de una isla que los franceses, tras haberse establecido claramente en ella, se vieron obligados a abandonar por ser en realidad propiedad de España. Un caballero educado puede hablar con mucha vehemencia de las precauciones con las que hay que velar por los derechos del Imperio Británico; pero, ¿cuándo llegó a ser la Malvina uno de esos derechos? ¿En qué momento tomamos posesión de dicha isla? Si nuestros derechos fueran anteriores a los de España, ¿por qué no los hicimos valer antes? ¿Y por qué toleramos que los franceses invadieran nuestros dominios, o la desgracia aún mayor de que los españoles los expulsaran como si el territorio fuera suyo, y en ningún momento declaramos de un modo sensato nuestras aspiraciones ni pedimos ardientemente una reparación? Semejante conducta habría sido prudente, habría sido varonil, pero no obramos de esa manera. Por el contrario, si tenemos algún derecho, los dejamos archivados hasta un momento de insospechada tranquilidad. Entonces les ganamos por la mano a los españoles violando descaradamente los tratados, erigimos un fuerte, y luego, cuando el tribunal de Madrid exige en vano la devolución por parte de su ministro, nos sorprendemos enormemente. Qué digo, nos ofendemos sobremanera de que la tomen por la fuerza, cuando no hicimos caso alguno de su demanda.

    Si hemos de creer a los más ardorosos partidarios de que hagamos la guerra a España, las Malvinas no han sido nuestras más de seis o siete años. España ha presentado una memoria tras otra sobre el territorio en disputa, lo cual demuestra bastante a las claras que nunca reconoció nuestra reivindicación, y que las cesiones hechas a nuestro reino en la conclusión del último tratado de paz nunca tuvieron en cuenta la inclusión de la isla en cuestión (...)

    (…)Al contrario, nos apoderamos furtivamente de un asentamiento durante un periodo de paz y tranquilidad. Y ahora amenazamos a los españoles por atreverse a considerarlo propiedad suya.


    (…) No nos dejmos arrastrar por la vehemencia de nuestro orgullo patriótico sobrepasando los límites de la honradez"

    Nicholson Calvert (en un debate en la Cámara de los Comunes sobre el Discurso aprobando la Declaración sobre España con respecto a la toma de las islas Malvinas. 13 de febrero de 1771)
    Última edición por Hyeronimus; 21/05/2013 a las 13:34
    Kontrapoder, Erasmus y juan vergara dieron el Víctor.

  5. #5
    Avatar de juan vergara
    juan vergara está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Se agradece la traducción Hyeronimus!

  6. #6
    Valderrábano está desconectado Proscrito
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Por poner un poco en contexto ese escrito:

    Se trata de un debate en el parlamento británico en 1771, poco después de que España echara a patadas a los ingleses de Las Malvinas. En lo días posteriores estuvo apunto de estallar una guerra entre España y Inglaterra por ese motivo. Se suspendió el comercio, se reclutaron soldados y barcos, etc... En definitiva, en Inglaterra se había invertido mucho dinero en preparar una guerra que algunos diputados ingleses exigían que empezase cuanto antes. Fue entonces cuando los monarcas de ambos países alcanzaron un acuerdo por el cual los ingleses podrían ocupar una base en Malvinas, pero admitiendo que sería una base británica en suelo español.

    Esta solución, que implicaba la renuncia a la soberanía británica sobre las islas, no gustó nada al parlamento británico, y es en ese debate donde el Sr Calvert defiende la legitimidad de la posición española de la forma arriba citada.

  7. #7
    Avatar de Mexispano
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Gibraltar, Malvinas, Texas, California, Nuevo México, Puerto Rico…

    ¡Son unos ladrones!



  8. #8
    Avatar de Erasmus
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    ¿Tienes algún enlace a una página donde aparezca el texto?



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  9. #9
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Cita Iniciado por Erasmus Ver mensaje
    ¿Tienes algún enlace a una página donde aparezca el texto?
    El texto completo está en "Parliamentary History of England, vol. 16, pp. 1336-1338, el 22 de enero de 1771"

    Prueba con este enlace, a ver si funciona :
    The Parliamentary History of England from the Earliest Period to the Year 1803

    Saludos

  10. #10
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Murió Sandy Woodward, el militar británico que pidió que hundieran al Belgrano

    Por María Laura Avignolo. París, corresponsal.

    El almirante Sandy Woodward convenció a su gobierno que el crucero argentino era una amenaza en la guerra de Malvinas.




    Sandy Woodward, el militar británico que pidió que hundieran al Belgrano. (AP)


    05/08/13 - 09:56


    El almirante Sandy Woodward, que dirigió la “Task Force” británica en la guerra de las Malvinas en 1982, murió hoy a los 81 años, después de “una larga enfermedad”, en Bosham, su casa en el estuario, en el sur de Inglaterra. El ministro de Defensa británico, Philipp Hammond, le rindió homenaje y dijo que sirvió a su país “con distinción”.


    “Sin miedo al desafío de pelear un enemigo con capacidad a 8.000 millas de Reino Unido, en las más demandantes y extremas condiciones meteorológicas y contra incertidumbres, el liderazgo del almirante Woodward y su visión táctica -midiendo las realidades del comando altamente político en casa con duras y violentas peleas en el mar- fue un factor mayor en dar forma al éxito de las fuerzas británicas en el Atlántico Sur”, dijo el ministro de defensa Hammond en su tributo oficial.


    Irreductible, severo, matemático y hábil jugador de ajedrez, Woodward aceptó una entrevista con Clarín en su casa británica, con vista al agua que tanto extrañaba, al cumplirse los 25 años de la guerra de Malvinas. Un ataque cerebral lo había afectado en sus movimientos pero no a sus recuerdos del conflicto ni a sus pasiones.


    “Como militar, yo digo que la guerra no es ninguna solución. Es más: esta guerra no ha solucionado absolutamente nada, excepto retrasar cualquier solución diplomática otros 50 años. En abril, nosotros creíamos que el general Haig iba a negociar una solución. Pero nos preparamos para lo peor. Iba a haber una guerra, un desembarco, y debíamos derrotar a las fuerzas argentinas”, contó.


    Sir Sandy Woodward convenció al almirantazgo que el Belgrano era una amenaza a la flota británica. “El Belgrano era una amenaza. Yo estaba advertido de lo que el Belgrano podía hacer si lo hacían bien. No es una cuestión de lo que yo creo (si iba a atacarlos). Uno se fija en capacidades. El estaba dentro de la las 200 millas. Yo sabía que en unas horas podía estar en el radio de disparo de un Exocet. Es irrelevante si se dirigía al sur, al norte o al este. Estaba fuera de la zona de exclusión pero dentro de las 200 millas de mi grupo de batalla y en ese caso, era una amenaza”, explicó Woodward a Clarín.


    Woodward se sorprendió después que las fuerzas de la Marina argentina se retiraron del mar tras el hundimiento.”Yo planifiqué pensando que estaban determinados a resistirnos. El hecho de que el hundimiento del Belgrano los hizo retirarse fue absolutamente impredecible. Nunca hubiera pasado en mi Marina, nunca hubiéramos pensado que algo así nos haría retirarnos. Tenemos una cultura diferente. Me imagine que volverían con los que les quedara para atacar”, recordó.


    El almirante tenía su particular opinión sobre los isleños. “No quieren ser argentinos. Los isleños no son ni como usted ni como yo. Son básicamente ermitaños, no les gusta mezclarse con la gente y son muy pero muy diferentes”, dijo. “No creo que ellos se sientan particularmente británicos sino cuando es conveniente para ellos. Ellos se sienten Falklanders (malvinenses). Posiblemente van a tener autodeterminación. Creo que esa será la respuesta más inteligente porque ni un sólo político en este país podrá decir que las islas Malvinas pertenecen a la Argentina y ni un sólo político argentino podrá decir que pertenecen a Gran Bretaña. La única solución es que los isleños lo decidan solos. Aunque sea caro mantener su defensa, lo haremos”.


    Sir Sandy Woodward nació en Cornwall el 1 de mayo de 1932. Cuando la guerra se inició, recién había sido designado almirante. Después fue ayudante de campo de la reina Isabel y se retiró en 1989. Sus memorias sobre la guerra están en “Cien Días”, su libro sobre el conflicto, “el más remarcable después de la II Guerra Mundial” y que él pensó que podía perderse. Ya retirado confrontó al Ministerio de Defensa británico sobre los recortes en la Marina Real y advirtió que el reino se volvería “indefendible”.
    FUENTE



    El reportaje que le hizo María Laura Avignolo en el 2007, a 25 años de la Guerra:

    MALVINAS, 25 AÑOS DESPUES : SANDY WOODWARD, COMANDANTE DE LA FLOTA QUE INGLATERRA ENVIO A MALVINAS
    "En abril del 82, en mi país creían que íbamos a perder la guerra"



    El jefe naval reconoce que la distancia y otras adversidades hacían muy difícil su misión. Defiende el hundimiento del "Belgrano" y cuenta que estuvo a punto de derribar un avión brasileño de pasajeros.


    María Laura Avignolo BOSHAM, INGLATERRA. ENVIADA ESPECIAL
    mlavignolo@clarin.com




    Si Hollywood hubiera hecho un film sobre la guerra de las Malvinas, John Wayne hubiese sido el actor ideal para representar a Sir Sandy Woodward, el comandante de la Fuerza de Tareas británicas que ganó la guerra. Irreductible, severo, matemático y hábil jugador de ajedrez, este gigante de pelo blanco y 75 años recuerda cada detalle del conflicto, mantiene aún su diario y está orgulloso de ser un "profesional", que obedeció órdenes sin hablar jamás con los políticos que las decidían.

    -¿Cómo supo usted que había una invasión a Malvinas?

    —Recibí el mensaje desde mi cuartel en Northwood. Yo estaba en el mar, cerca de Gibraltar. Nosotros sospechábamos que podía pasar pero no sabíamos cómo.

    -¿Tenían un plan para defender la isla ante esa eventualidad?

    —Nosotros asumíamos que teníamos, pero no lo teníamos. No había plan militar porque creíamos que no se podía hacer nada si tal cosa sucedía.

    -¿La guerra era una posibilidad o había otras alternativas?

    —Como militar, yo digo que la guerra no es ninguna solución. Es más: esta guerra no ha solucionado absolutamente nada, excepto retrasar cualquier solución diplomática otros 50 años. En abril, nosotros creíamos que el general Haig iba a negociar una solución. Pero nos preparamos para lo peor: iba a haber una guerra, un desembarco, y debíamos derrotar a las fuerzas argentinas.

    -¿En los preparativos de su fuerza cuál era el principal problema?

    —Había muchos. Si uno quiere hacer una sustancial operación anfibia a 15.000 millas de casa y no ha hecho ni entrenamiento ni preparación, hay que poner una organización de comando para operarla. No teníamos ni práctica ni experiencia en hacerla.

    -¿Cree realmente que los submarinos argentinos eran una amenaza para su flota?

    —Culturalmente, al venir del norte del Atlántico y la guerra fría, nosotros siempre sobreestimamos la amenaza submarina de los argentinos. Después nos di mos cuenta que eran inefectivos porque su armamento no funcionaba por razones técnicas.

    -¿Estaba preocupado por la actividad del portaaviones 25 de mayo?

    —Sí. Tenía trackers y aviones A4, que eran una amenaza a mi grupo de batalla. Yo sólo contaba con interceptores. Yo sólo tenía 24 aviones en total. Perdimos 6.

    -¿Esta fue la razón por la que pidió ampliar la zona de exclusión?

    —La zona de exclusión no fue bien entendida. Lo que quisimos decir es que si alguien entraba desde Argentina iba a ser atacado, pero igualmente, si estaba a 50 millas fuera de ella y eran una amenaza, atacaríamos igual. Ellos no podían tener la libertad de dispararnos y nosotros no.

    -¿Esta supuesta amenaza de los submarinos y el portaaviones 25 de Mayo fue la razón por la que usted hundió el Belgrano?

    —El Belgrano era una amenaza. Yo estaba advertido de lo que el Belgrano y dos destructores podían hacer si lo hacían bien.

    -¿Usted cree que el Belgrano iba a atacarlos?

    —No es una cuestión de lo que yo creo. Uno se fija en capacidades. El estaba dentro de las 200 millas, yo sabía que en unas horas podía estar en el radio de disparo de un Exocet. Es irrelevante si se dirigía al sur, al norte o al este.

    -Pero el Belgrano estaba fuera de del área de exclusión

    —Estaba fuera de la zona de exclusión pero dentro de las 200 millas de mi grupo de batalla y en ese caso, era una amenaza.

    -¿Por qué pidió usted el cambio de las reglas de procedimiento para el Belgrano?

    —Lo pedí porque no queríamos vivir con esa amenaza. Estábamos en guerra desde el 2 de abril porque ustedes, los argentinos, ocuparon tierra que nosotros creemos que nos pertenece. Cuando el Belgrano fue hundido, estábamos en guerra.

    -¿Le tomó mucho tiempo discutir las nuevas reglas con Londres?

    —Yo aprecié que necesitaba un cambio de reglas lo más rápido posible porque el Belgrano podía estar contra nosotros antes del amanecer. Y lo pedí en términos enérgicos.

    -¿El Conqueror estaba siguiendo al Belgrano?

    —Estaba siguiéndolo por un tiempo reportando su posición. Yo sólo estaba preocupado en la posición. Cuando estuviera a 12 horas de mi grupo de batalla, yo tenía que hundirlo.

    -¿Cómo se enteró que hundieron el Belgrano, causando tantos muertos?

    —Nosotros no sabíamos cuántos habían muerto. El Conqueror informó a Northwood y yo me enteré vía Northwood un día después. Nunca tuve contacto directo con el Conqueror.

    -Cuando usted se entero de los muertos, ¿cómo se sintió?

    —Uno nunca quiere muerte. Si uno está en una guerra, la muerte es algo que pasa. Como ser humano uno puede sentirlo, pero la muerte es parte de este asunto.

    -¿Por qué cree usted que los escoltas no ayudaron al rescate de los sobrevivientes del Belgrano?

    —Fácil. Tenían miedo de ser hundidos pero no iban a ser hundidos. Ellos no sabían eso. El permiso que teníamos era hundir el Belgrano, no sus escoltas.

    -¿Usted no consideró después que el hundimiento del Belgrano fue una catastrófica derrota para Gran Bretaña en la batalla de opinión pública de la guerra?

    —No. Le recuerdo que había una guerra en marcha. Y en la guerra, se hunden barcos.

    -Usted no estaba haciendo una guerra contra un poderoso enemigo, Sir. Su guerra era contra un país del tercer mundo con una marina de conscriptos.

    —Era una guerra hecha contra nuestro país por gente mal asesorada. Y si no podían llevarla adelante, no tendrían que haberla hecho. No es una cuestión de 'Oh, pobre pequeña Argentina'. Ellos vinieron y nos robaron una pedacito de nuestra tierra.

    -¿No fue innecesaria, brutal, colonialista esta guerra?

    —Si alguien ha sido colonial con estas islas es Argentina. Ellos quieren imponer sus reglas a gente que no las quiere. Eso es colonialismo de la peor clase.

    -¿Usted imaginó que después del hundimiento del Belgrano era la hora de imponer negociaciones?

    —No, yo quería que el Belgrano fuera puesto fuera de combate porque era una amenaza directa para nosotros.

    -¿Cuando usted ordenó el hundimiento, estaba al tanto de las negociaciones diplomáticas y de la propuesta peruana para conseguir un cese de hostilidades?

    —Yo no estaba en ese circuito. Eso pasaba en Londres.

    -En Argentina siempre se dijo que Londres ordenó el hundimiento para enterrar la propuesta peruana.

    -Eso no tiene nada que ver conmigo. Yo no estaba en la política.

    -Simon Jenkins dice en su libro que después del hundimiento del Sheffield y del Atlantic Conveyor, podían perder la guerra. ¿Usted tuvo ese sentimiento?

    —Uno sería un alto oficial enloquecido en cualquier servicio si no se da cuenta que puede perder una guerra. En mi país, en abril del 82 creían que perdíamos, y los americanos también.

    -¿Por que creían que perderían?

    —Por varias razones. La posesión, por ejemplo. Es muy difícil desembarcar en una tierra activamente defendida por numeroso personal argentino y teniendo 24 aviones contra una fuerza aérea instalada en el continente. Mi visión es que los barcos no sobreviven frente a los aviones.

    -¿Usted siempre pensó que la guerra debía terminar el 14 de junio?

    —Teníamos buenas razones para eso. El invierno llegaba, no había ninguna posibilidad de que nuestros barcos pudieran estar más tiempo en el agua sin mantenimiento.

    -¿Fue una sorpresa la actuación de la marina argentina?

    —Yo planifiqué pensando que estaban determinados a resistirnos. El hecho de que el hundimiento del Belgrano los hizo retirarse fue absolutamente impredecible. Nunca hubiera pasado en mi Marina, nunca hubiéramos pensado que algo así nos haría retirarnos. Tenemos una cultura diferente. Me imaginé que volverían con lo que les quedara para atacar.

    -¿Cuándo sintió que estaba ganando la guerra?

    —Usted nunca siente eso. Sería complacencia. Uno nunca se permite sentir eso. El día que el general Menéndez se rindió, la guerra no había finalizado y no ha terminado hoy todavía.

    -¿Usted propuso derribar aviones civiles argentinos que estaban sobrevolando su fuerza de tareas...

    —Yo no envié los misiles, yo los paré. Era un avión brasileño que iba de Durban a Río (risas). La Fuerza Aérea Argentina había modificado un Boeing 707 y su radar para reconocimiento y había venido a vernos durante varias noches seguidas. Primero chequeamos si era el mismo avión y todo parecía indicar que podría ser un ataque. Yo llamé a mi cuartel central y dije que debía bajarlo. Ellos dijeron que no porque la guerra no se había iniciado. La noche siguiente volvió supuestamente el avión, con el mismo radar en la misma dirección. Fue cuando yo dije, después de chequear todo: 'No lo bajen'. Estuve a 30 segundos de ordenar que lo derribaran y hubiera caído en un minuto, con horrenda pérdida de vidas de inocentes brasileños.

    -¿Los submarinos británicos, qué misión cumplieron después del hundimiento del Belgrano?

    —Estaban navegando a 12 millas de la costa argentina pero no estaban autorizados a atacar dentro de ese período.

    -¿Usted pensó en atacar las bases militares como Río Grande, Comodoro Rivadavia, Puerto Belgrano, Buenos Aires o Córdoba?

    —No. No era mi asunto. Nuestra preocupación era limitar esta guerra lo más posible. Mi idea es que el gobierno británico no quería que se hiciera nada en el continente argentino. Nosotros discutimos atacar Río Grande porque era la mayor amenaza y estaban los Super Etendard.

    -¿Usted esperaba una oposición argentina más fuerte a la avanzada británica?

    —Los argentinos pelearon. Había algunos muy buenos soldados entre las fuerzas argentinas, bien preparados y en buenas posiciones. Había buenas unidades y otras no tanto.La fuerza aérea peleó extremadamente bien y nosotros sentimos una gran admiración por lo que hicieron. Ellos son profesionales como nosotros. Los soldados no estaban muy bien entrenados, mayoritariamente eran conscriptos.

    -¿Se sorprendió cuando el general Menéndez se rindió?

    —Yo nunca me sorprendo. Yo esperaba que se fuera a su casa aún antes de iniciarse la guerra. Creo que se rindió correctamente. En una semana más hubiéramos estados cortos de municiones pero eran los barcos los que necesitaban ir al garage. Habían estado demasiado tiempo en el mar.

    -¿Usted cree que hoy es posible negociar las islas; o cuál es la solución?

    —Los isleños no quieren a los argentinos. Los isleños no son ni como usted ni como yo. Son básicamente ermitaños, no les gusta mezclarse con la gente y son muy pero muy diferentes. No creo que ellos se sientan particularmente británicos sino sólo cuando es conveniente para ellos serlo. Ellos se sienten falklanders (malvinenses). Probablemente van a tener autodeterminación. Creo que esa será la respuesta más inteligente porque ni un solo político en este país podrá decir que las islas Malvinas pertenecen a Argentina y ni un solo político argentino podrá decir que pertenecen a Gran Bretaña. La única solución es que los isleños lo decidan solos. Aunque sea caro mantener su defensa, lo haremos.

    -¿Qué piensa usted del capitán Astiz, que se rindió en las Georgias?

    —Es una mierda. ¿Debo decir algo más? Yo no fui consultado en ese momento, pero este hombre debería haber sido entregado a los franceses.



    Imperium Hispaniae

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  11. #11
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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Un conflicto similar a Malvinas, pero que plantea más perjuicios

    La presión española complica la vida cotidiana de los habitantes de Gibraltar

    MADRID (De nuestro corresponsal).- El Foreign Office echó mano ayer de la estrategia política que desde hace años usa para responderle a la Argentina cada vez que se reaviva el reclamo por las islas Malvinas.


    En una suerte de "cortar-pegar" diplomático, advirtió que "tomará todas las medidas necesarias para salvaguardar la soberanía" sobre Gibraltar, expresó su preocupación por la "actitud amenazante" de España y juró su "compromiso" con los pobladores británicos. Dejó en manos de los políticos locales las acusaciones más filosas: así como los consejeros de las Malvinas ligan al gobierno kirchnerista con la dictadura de Galtieri, el jefe de la administración gibraltareña comparó con el franquismo la política aplicada por Mariano Rajoy.

    Hay indudables vínculos entre los dos conflictos. Pero el caso de Gibraltar plantea a Gran Bretaña inconvenientes más acuciantes que el de las lejanas islas del Atlántico Sur.

    Una actitud hostil de España puede ocasionar graves perjuicios a los habitantes de Gibraltar, muy superiores a los que la Argentina está en condiciones de infligir a los malvinenses. En este caso hay dos comunidades muy cercanas, en permanente relación.


    La valla que ejerce de frontera con España es la vía de acceso de la mayoría de los productos que se consumen en la colonia (y de sus turistas), así como son españoles los principales clientes de las empresas de servicios financieros que representan el más rentable de los negocios locales. Los controles fronterizos y fiscales con los que amenaza España apuntan al corazón de la economía gibraltareña.


    Gran Bretaña ocupó Gibraltar en 1704. El Tratado de Utrecht le dio el territorio en propiedad a Gran Bretaña, pero sin cederle la jurisdicción. Con los años, las autoridades británicas ampliaron su área de control e instalaron una frontera y una base naval en ese punto estratégico del Mediterráneo. El conflicto acompañó los últimos 300 años.


    La dictadura de Franco fue severa en su reclamo, al punto de que cerró la frontera en 1969, una medida que duró 13 años. En 1985, a instancias de Europa, se abrió un proceso de negociación de soberanía. Los habitantes del Peñón se negaron siempre a aceptar la devolución a España o a aprobar un acuerdo de cosoberanía. Gran Bretaña los hizo participar siempre con plebiscitos.


    La relación se mantuvo en cauces de relativa calma, siempre ante la atenta mirada de Bruselas. El último gobierno socialista dio pasos hacia la integración, con la firma de acuerdos comerciales y políticos.


    El reciente chisporroteo por la pesca en la zona despertó una tensión de magnitud inesperada. España protestó y lanzó represalias porque no le reconoce -tampoco el Tratado de Utrecht- jurisdicción alguna a Gran Bretaña sobre las aguas del Mediterráneo en las que buques gibraltareños lanzaron bloques de hormigón para impedir la pesca de buques andaluces.


    Rajoy cambió de táctica justo en medio de la severa crisis política que atraviesa por la investigación del financiamiento ilegal del Partido Popular (PP). Cameron, también rodeado de complicaciones internas, entró entusiasmado al choque diplomático.


    El primer episodio fuerte de tensión en los últimos tiempos había sido por una medida en apariencia bastante más trivial: la decisión de la UEFA de admitir a Gibraltar como miembro, lo que le permitirá participar a su selección de fútbol en todas las competencias europeas.


    Eso sí, apeló al equilibrio que ensaya la Unión Europea cada vez que aparece el tema: confirmó que forzará los sorteos para que nunca deba producirse un partido entre España y el modestísimo equipo del Peñón.
    FUENTE



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  12. #12
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    Thumbs down Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    ¿Se le habrá ocurrido hablar ahora para crear tensión entre argentinos y chilenos?

    Reportaje en la revista chilena Qué pasa al filibustero Sydney Edwards:

    El británico en el frente chileno

    Hace más de 30 años, el oficial de la fuerza aérea británica Sidney Edwards fue escogido para la que sería la misión de su vida. En medio de la guerra de las Malvinas, él tendría que lograr el apoyo de Chile contra Argentina. Cuando los documentos oficiales en su país fueron desclasificados, Edwards decidió relatar su historia en un libro, que hoy está a punto de publicar. Ahora cuenta su experiencia por primera vez en una entrevista, y detalla la colaboración chilena en el conflicto.





    Patricia estaba preocupada. Era 1982, la guerra acababa de empezar y ahora estaban ordenando a su esposo, de un día para otro, dejar su trabajo en Londres. Más que eso, ella no podía saber. “Patricia se había acostumbrado al hecho de que a veces no le podía contar lo que estaba haciendo”, recuerda Sidney Edwards, su marido y, en esa época, oficial de la fuerza aérea británica. “Como hablas español bien y por tu experiencia, obviamente esto tiene que ver con las Falklands”, le dijo Patricia. Él simplemente sonrió y dejaron de hablar del tema. Un par de días después estaba en un avión rumbo a Sudamérica.

    “Más tarde me diría que pensó que yo estaba en Argentina todo ese tiempo, espiando, y eso la tenía muy preocupada. Me dijo también que si hubiera sabido que estaba en Chile no se habría preocupado tanto”, explica desde Inglaterra el aviador retirado, quien está a punto de publicar en su país el libro My Secret Falklands War (de la editorial británica Book Guild). Nacido en 1934, cuando los argentinos invadieron las Malvinas, Sidney Edwards era un experimentado oficial de 47 años. Antes había sido agregado aéreo en Madrid -donde aprendió español- y, además de ser piloto, tenía conocimientos de inteligencia y de operaciones conjuntas con las otras ramas de las fuerzas armadas. “Tenía una combinación inusual de elementos que se necesitaban para esta misión”, dice Edwards.

    Su objetivo era conseguir y coordinar el apoyo del gobierno de Chile a la defensa británica de las islas del Atlántico Sur. Antes de tomar un avión, vestido de civil, hasta Santiago, Edwards tuvo sólo dos días para armar la maleta y preparar su viaje. En ese tiempo, se reunió con Miguel Schweitzer, embajador chileno en Londres, y Ramón Vega, quien era agregado aéreo en esa misma ciudad y quien mucho después llegaría a ser comandante en jefe de la Fuerza Aérea. Ya en el vuelo, por fin pudo pensar en su estrategia en Chile. “Me puse a planear cómo aproximarme al general Fernando Matthei, cómo le explicaría lo que queríamos lograr”, dice Edwards.

    Una vez en Santiago, Edwards partió directo a la embajada de su país. En la tarde ya tenía agendada una cita con el comandante de la Fuerza Aérea. “El general Matthei me dio la mano cálidamente”, dice Edwards en su libro. “Me ofreció cooperación total dentro de los límites de lo práctico y de lo diplomáticamente posible. Enfatizó la necesidad de mantener el secreto”. El británico le dijo que entendía la delicadeza de las relaciones entre los dos países y continuaron conversando.

    “No pude creer la cooperación que logré con él y, por supuesto, con el resto de sus oficiales”, recuerda Edwards. “Obviamente el general Matthei era un hombre muy pragmático y sabía dos cosas clave: que si Chile no nos ayudaba en la guerra, después los argentinos caminarían derecho a tomar las islas del canal Beagle. Lo otro es que Matthei sabía que ésta era una oportunidad ideal para conseguir armamento, inteligencia y otras cosas que normalmente no habrían conseguido”.

    En su libro, Edwards describe todas estas reuniones entregando nombres y detalles, a pesar de que las pocas notas que podía tomar debía destruirlas de inmediato. “Éste fue un periodo muy relevante en mi vida y lo tengo muy fresco en mi memoria”, dice.





    UN RADAR MIRANDO AL ESTE


    El sonido de un teléfono lo despertó súbitamente. Sin entender muy bien qué pasaba, Edwards miró el reloj en su velador. Eran las tres de la mañana y lo llamaban de la embajada: tenía mensajes de Londres y debía ir a verlos. “Caminé rápidamente por las calles desiertas”, recuerda Edwards. “Me había olvidado que había toque de queda hasta las cinco de la mañana. Tuve suerte de no ser arrestado o incluso tiroteado”.

    A pesar de este tipo de preocupaciones, para su misión fue útil encontrarse en una dictadura. Todo se conseguía rápido: a los pocos días ya tenía un carné de identidad y una licencia para manejar. Vivía con un pie en la embajada británica y otro en las oficinas centrales de la Fuerza Aérea chilena. Desde ahí coordinó el uso de un radar de largo alcance en Punta Arenas, que permitía ver los movimientos aéreos en Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande y Comodoro Rivadavia. “El general Vicente Rodríguez y yo acordamos que crearíamos un sistema para poner esta información al alcance de la fuerza en la misión”, explica Edwards en su libro. También coordinó, junto con Londres, la llegada a Santiago de un equipo del Servicio Aéreo Especial británico (SAS) con un sistema satelital de comunicaciones seguro.

    Además, comenzó a ver la posibilidad de usar un aeropuerto chileno para misiones Nimrod, que permitían volar a gran altura cerca de la frontera con Argentina y obtener información de lo que pasaba en ese país. Matthei prefirió no usar bases en el continente, pero no tuvo problemas con aprovechar la pista de aterrizaje ubicada en la isla San Félix, a 892 kilómetros de la costa chilena, a la altura de Chañaral. Unos cuantos aviones británicos llegaron para ésta y otras labores, pintados con los colores chilenos. En la isla, a cargo de la Armada, el almirante José Toribio Merino había ordenado darles todas las facilidades. “Fueron probablemente cinco vuelos de reconocimiento o algo así. Su importancia fue que nuestra inteligencia en ciertos aspectos de las fuerzas argentinas no era mucha, porque nunca esperamos tener problemas con ellos”, dice Edwards.

    Mientras tanto, el oficial inglés llevaba una cuenta de los aviones derribados, buques hundidos y tropas heridas. “Junto con mis colegas chilenos estábamos de acuerdo en que los pilotos argentinos estaban mostrando un gran coraje”, dice. En Londres, los mensajes cifrados que mandaba Sidney Edwards desde Santiago se comenzaban a hacer famosos entre ese pequeño círculo que estaba a cargo de dirigir la guerra. Llegó a escuchar que hasta la primera ministra Margaret Thatcher se refería a ellos con el nombre informal con que fueron bautizados: los “sidgrams”.

    “Mi opinión personal, y creo que es similar entre mis jefes del Ministerio de Defensa y la primera ministra Margaret Thatcher, es que la ayuda que logramos de Chile fue absolutamente crucial”, dice Edwards. “Sin ella, habríamos perdido la guerra”. En ese sentido, la principal contribución, de acuerdo a Edwards, fue la información del radar chileno en Punta Arenas. “Lo más importante fueron los avisos tempranos de ataques aéreos”, dice el ex piloto. “Sin éstos, cuando tienes un fuerza de mar sólo con una pequeña defensa aérea, como teníamos, habríamos tenido que montar patrullas aéreas de combate carísimas y aviones volando constantemente, listos para interceptar intrusos”. Edwards cree que esto evitó muertes en ambos lados y, finalmente, hizo que la guerra fuera más corta.



    TENSIÓN EN PUNTA ARENAS

    Casi a la medianoche del 18 de mayo de 1982, en las afueras de Punta Arenas, un helicóptero Sea King británico yacía ardiendo cerca del mar, vacío. Dos horas después, el teléfono de Sidney Edwards nuevamente lo despertaba en Santiago. Era el general Vicente Rodríguez. “Estaba extremadamente agitado”, escribe Edwards en su libro. “Necesitaba saber urgentemente qué estaba pasando, porque él y el general Matthei estaban recibiendo muchas críticas de parte del general Pinochet, que quería saber qué hacía un helicóptero británico en Chile”.

    Durante todo su tiempo en Chile, Edwards nunca habló con Pinochet. Pasó al lado suyo un par de veces y sabe que, en algunas ocasiones, Pinochet estaba en la oficina de al lado, pero nunca se presentaron. “Eso fue hecho deliberadamente. Él quería tener una especie de cláusula de escape, para poder negar que tuviera conocimiento de mí”, explica el inglés. “Me parece que lo que quería hacer era que si cualquier cosa salía mal, él podría decir: fue Matthei, yo no sabía lo que él estaba haciendo”.

    En el caso de este helicóptero, Edwards dice que tampoco sabía lo que había pasado. Preguntó a Londres y le explicaron que, mientras tanto, dijera que había sido una falla en una misión de reconocimiento de rutina. “Los diarios y canales de televisión en Chile pronto comenzaron a reportear la historia”, recuerda el oficial. De a poco el interés en la noticia empezó a disminuir, pero había un periodista que no dejaba de investigar el tema. Edwards se lo comentó a sus pares chilenos: dijo que estaría feliz cuando el periodista decidiera poner su atención en otros temas y, poco tiempo después, lo hizo. “Cuando le pregunté a Patricio (Pérez, oficial de la FACh) sobre este reportero, él sonrió y me dijo: ‘No te preocupes, él está vivo, pero muy asustado’”, recuerda Edwards. “Me sentí muy mal por este periodista”, escribe el inglés en su libro.

    Días después aparecieron tres tripulantes del helicóptero, que se entregaron a las autoridades. Sidney Edwards tuvo que organizar, junto a la gente de la embajada, una conferencia de prensa para explicar qué había pasado. El piloto dijo que el mal clima lo había obligado a descender y abortar esta misión de rutina. Pensando que estaban en Argentina, se escondieron hasta que no pudieron más. Sin embargo, para Edwards era claro que esto era parte de algo mayor, como le autorizaron a revelar a la FACh más tarde. “Ésta era una misión sólo de ida, para dejar fuerzas especiales en el sur de Argentina, antes de que la tripulación volara a la frontera con Chile”, dice Edwards.

    En secreto, entonces, Edwards y la FACh coordinaron mover a los oficiales de la SAS a Santiago. “Nunca escuché la historia oficial detrás de este incidente, pero después de la guerra pude tener una buena suposición de lo que había pasado”, dice Edwards, quien cree que el objetivo era inhabilitar los misiles Exocet argentinos y los aviones Super Étendard que los llevaban. Ésta sería una misión previa al plan final, que finalmente habría sido abandonado tras la caída de este helicóptero.

    Argentina, de todas maneras, ya había usado gran parte de sus Exocets y, semanas después, el 14 de junio, las tropas trasandinas se rindieron. Murieron 255 británicos y 649 argentinos en total. Edwards se quedó unos días más en Santiago y recuerda haber celebrado en la discoteca Las Brujas. “Muchos de nuestros colegas chilenos se nos unieron allá y parecían tan contentos como nosotros con la victoria”, recuerda el piloto.

    Edwards por fin pudo relajarse un poco más en Chile. Luego de unos días, le pidieron que volviera a Londres. Ahí recibiría la Orden del Imperio Británico por sus servicios. “Pero, para evitar atraer atención al vínculo con Chile, no me pondrían como parte de la lista de la guerra de las Falklands”, dice.

    La razón de este honor debería permanecer en secreto. Hasta hoy.



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







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    Re: Respuesta: Nueva crisis en las Malvinas

    Malvinas argentinas. Argentina campeón 2014.
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    Antonio Aparisi

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