Las huellas de una herencia olvidada
La exposición «Los hilos de la memoria», abierta esta semana en Nuevo México, Estados Unidos, recupera la importancia de la influencia española en Norteamérica
FERNANDA MUSLERA
Día 18/10/2010
Mucho antes de que Buffalo Bill se convirtiera en una celebridad, de que Toro Sentado derrotara a los «blancos» comandados por el General Custer o de que Robert Ford asesinara a Jesse James por un puñado de dólares, los españoles ya habían combatido contra sioux, apaches y comanches y se habían adentrado 3.000 kilómetros, a través de desiertos y cañones hasta arribar a Nuevo México. Aquellos pioneros llegaron a controlar 17 estados, casi las tres cuartas partes del territorio que posteriormente se daría en llamar los Estados Unidos de América.
En español están escritas las primeras crónicas que hablan de su geografía, economía y costumbres. Sin embargo, poco es lo que se conoce de aquellos 309 años de historia compartida, que comenzó en 1513 con la llegada de Juan Ponce de León a las costas de Florida y terminó en 1822, cuando flameó por última vez la bandera roja y amarilla sobre California. Recuperar la importancia y el alcance de la herencia española en Norteamérica es el objetivo de la exposición «El hilo de la memoria: España y los Estados Unidos» que se abrió el sábado en el «New Mexico History Museum» de Santa Fé (Nuevo México), y viajará con posterioridad a El Paso (Texas) y Nueva Orleans (Luisiana).
Los españoles «han dejado su importante impronta en la cultura, la historia y la vida de Estados Unidos», comentó el embajador del país en España, Alan D. Solomont, en la presentación de la exposición, llevada a cabo en su residencia.
La comisaria de la exposición, Falia González Díaz, del Archivo General de Indias de Sevilla, destacó la importancia de la muestra ya que gran parte de los americanos desconoce el pasado hispano y es «injustamente olvidada en los libros de historia la colaboración de España en la independencia de Estados Unidos».
Solomot recordó que Estados Unidos tiene mayor número de hispanohablantes que España (48 millones de personas, un 15,8% de la población). Destacó, además, sentirse «conmovido» tras su reciente visita a la base española en Afganistán ya que ésta lleva el nombre de Bernardo de Gálvez, militar malagueño que luchó junto a Washington en la Guerra de la Independencia Americana.
La muestra expone 138 documentos originales, entre ellos una carta de George Washington, un informe sobre el pionero Daniel Boone, un mapa del Golfo de México, de 1519, y otro del río Mississippi, de 1699; la cesión de Luisana firmada por Napoleón Bonaparte y una carta autógrafa de Ponce de León informando de su descubrimiento de la «isla de Florida» (el expedicionario llegó a la península buscando la fuente de la eterna juventud, creencia muy extendida en aquella época). También se exponen una ilustración de 1598 de un bisonte (animal cuyo aspecto sorprendió a los españoles, que lo llamaron «vaca corcovada»), así como dibujos de la vida cotidiana de los indios, diario de expediciones, etcétera.
España, la madre patria
Una de las piezas destacadas en la muestra será el retrato de George Washington del artista italiano Josef Perovani, cedido en préstamo por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que representa la conmemoración de la firma del Tratado de San Lorenzo (o tratado de amistad, límites y navegación), que ambas naciones firmaron en 1795. El gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, se mostró satisfecho porque la exposición se haya inaugurado el 16 de octubre, el día que la capital del estado que gobierna, Santa Fé, cumple 400 años. «La exposición sirve —añadió— para que los americanos tengamos una mejor comprensión de cómo los españoles nos ayudaron a definirnos como país. Para nosotros, España es la madre patria».
Se trata de una exposición que intentará recuperar las huellas de una herencia menospreciada, oculta tras el estigma de la leyenda negra, ese discurso descalificador que ha atravesado la historia nacional durante cinco siglos. La particular lucha entre «cowboys» e indios, «civilización y barbarie», que con tanto éxito recreara el cine de Hollywood, no hizo más que reafirmar el legado anglosajón en detrimento del español. Anglosajón y blanco, porque es sabido que gran parte de los vaqueros no eran caras pálidas al estilo John Wayne o Gary Cooper, sino afroamericanos, como Nate Love, uno de los «cowboys» más célebres de aquella época. Como dicen, «el western es el único género cinematográfico que consiguió escribir la historia en lugar de recrearla».
La muestra, que ya se exhibió con anterioridad en Sevilla, está organizada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (Seacex), el Ministerio de Cultura y el Museo de Historia de Nuevo México y cuenta con la colaboración de las Embajadas de Estados Unidos en España y de España en Estados Unidos.
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