Re: Abortistas agredieron a providas que defendían la Catedral el día de odos los San
Una valiente columnista de Infocatólica, lejos de las beatas feministas que frecuentan ese portal, publica una interesante reflexión:
NO podemos ni debemos acostumbrarnos -28º Encuentro Nac. de Mujeres Autoconvocadas-
Afirma que no puede dejarse que esos muchachos soporten impasibles y año tras año esas agresiones sin tomar otro tipo de medidas. Pero lo traigo aquí por el testimonio que publica de uno de los defensores del recinto sagrado, que revelaría una miserable traición por parte de las autoridades eclesiásticas:
Es el caso de algunos jóvenes que por ejemplo, viajaron miles de km. esta vez a la provincia de San Juan, para dar testimonio público de defensa de los templos, y a quienes se encerró dentro de ellos, impidiéndoles salir. Un grupo logró no obstante, a desgano, el “permiso”, pero inmediatamente se los dejó solos, cerrando la puerta a sus espaldas como para su escarmiento, enterándose en seguida de que se había dejado un flanco de la Catedral desprotegido ex profeso para ser ensuciada…como “para que se conformen, total ya se había comprado la pintura”(¡¡!!).
Uno de los allí presentes (Juan Pablo W.) lo relata de este modo, sin ocultar el sentimiento de orfandad, que a nadie hace bien: “Se nos decía que nos iban a tirar con todo, y que peligraba nuestra seguridad ¿Y a qué se pensaba que fuimos allá? ¿A pasear por el Valle de la Luna? Finalmente, nos abrió por un lateral y en seguida cerró con llave y se fue hacia adentro. Nos dejó ahí, solos. Y bancamos con la ayuda y la protección de la Santísima Virgen, rezándole el Rosario a viva voz por casi dos horas seguidas. Y no me arrepiento en absoluto de haber ido. Para mí, es un deber: primero defender al Santísimo; después viene lo demás (…) Cuando en el fragor de la defensa había cuatro hileras de hombres, un espacio, y contra el campanario un grupo de chicas de apoyo, empezamos a retroceder por las embestidas contra la columna de las gays y los golpes de las cañas donde sostenían las banderas rojas, llovían los proyectiles, bombas de humo, aerosoles, inmundicias, etc. Comenzamos con las primeras bajas: a nadie le importaba ya las vallas o que llegaran al atrio, nosotros estábamos cara a cara contra el enemigo. Volviendo al combate, cuando más difícil se puso y nos hicieron retroceder, y ya temíamos por los más chicos. Le pedimos a la Policía que actuara, pues no sabíamos si podríamos aguantar mucho más. Ellos nos dijeron que no tenían la orden.
Nos dejaron solos, no lo digo por cobardía, para que el enemigo nos diera un escarmiento por desobedecer las indicaciones del Obispo. Gracias a Cristo Rey pudimos recuperarnos en el terreno y soportar los 60 el paso de miles de demonios. Mientras todo esto sucedía, viene la otra traición: cuando los que estaban dentro del templo comenzaron a pedir que les permitieran salir a defendernos, o salir al atrio, pues no: se ordenó el cierre con llave del único acceso permitido y habilitado..”.
Hace unos años, fue también el mismo párroco quien pidió que se retirasen los efectivos policiales, mirando desde la vereda de en frente el agravio, y negando incluso el templo para que dentro se rezara durante el ataque.
¿Qué hacer cuando la autoridad eclesiástica te deja vendido de esa forma y parece casi ponerse a favor del agresor? ¿Sería lícito en este caso decir que "allá se las componga el señor obispo"?