¡Muera el Rey…Viva el Rey!
¡Muera el Rey…Viva el Rey!
ENRIQUE SADA SANDOVAL
17/06/14
La abdicación del Rey Juan Carlos I junto con la eminente entronización del Príncipe de Asturias como Felipe VI (sin duda evocando, desde el mismo nombre, al primero de los Borbones en España) ha venido a desatar una serie de controversias que van desde la viabilidad de la Monarquía liberal como forma de gobierno,vigente en esta modalidad desde el siglo XIX, hasta sobre la legitimidad fáctica o no por parte de la actual Casa Reinante, sin olvidarse de los afectos a microsoberanías mezquinas y regímenes genocidas en donde los que a falta de luces e imaginación, solo pretenden por modelo la guillotina para todos. Sin embargo, llama la atención que muy independientemente de lo que ocurre o atañe en el seno de la Madre Patria, en México, como hijos de la hispanidad, también se ha suscitado el debate.Lo curioso, lo cómico y lo extraño es que quienes más se han pronunciado por echar mueras al Rey y vivas a una república española—seguramente muy contentos con el actual gobierno en nuestro país—desconocen por completo la historia y el contexto de la misma; ya como institución orgánica tanto como forma de gobierno legítima o funcional (pues nunca han vivido en ella), así como el horror y el fracaso que ese experimento generó la última vez que se ensayó en la España de los años treintas.Así pues,adoctrinados por generaciones a través de la Secretaría de Educación Pública, teniendo tras bambalinas al Museo Smithsonian como el dador del decálogo y el santoral ”laico” y “progresista” que nos impusieron nuestros amos en Washington desde 1867, y que volvieron a refrendar también en los años veintes, gracias al régimen de la “revolución triunfante”, los mexicanos no solo desconocemos las bondades del sistema monárquico—prohibido por la democracia del dólar y sancionado como herejía por los neocolonizadores del “Destino Manifiesto”—sino que incluso, llegamos a rechazar este sistema visceralmente, con ignorancia dogmática y dolo, bajo la falsa dicotomía de monarquía-opresión(retroceso) y república-libertad(progreso). Curiosamente, quienes viven presos de este absurdo desconocen, u ocultan, que son precisamente los países que se rigen bajo este sistema los más prósperos y estables del mundo: los que cuentan con mayor nivel de educación e instituciones legítimas, los que le apuestan a la modernización y a la gratuidad de sus instituciones públicas, los que no le temen ala opinión pública(consagrada a través del referéndum), los que gozan el reconocimiento del mérito o la virtud de sus ciudadanos, quienes se honran como defensores de la libertad y el Estado de Derecho, y más aún: que son por mucho más baratas y eficientes que los regímenes ideológicos que se les contraponen, como sucede con la pequeña república de Portugal que es por mucho más onerosa que el Reino Español a sus ciudadanos. Y en México por desgracia no podemos estar peor ni opinar siquiera cuando la Presidencia de la República—“democrática”, “federal”, “popular”, “representativa”; cuatro mentiras o bromas crueles recitadas juntas—y el sistema político que sostiene resulta más costoso que la Monarquía Británica o la peninsular, en más de un 50% ,y lo que es peor: compuesta (a falta de una auténtica aristocracia) por sátrapas, criminales e ignorantes con privilegios vitalicios, salidos de la más baja calaña de nuestra sociedad, sin ninguna de las virtudes que las naciones con coronas gozan.
La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
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