Uno bueno de Pigna. De su columna en revista Viva.



Haciendo historia

Invasiones inglesas: las increíbles hazañas de la reconquista

Atentados, la mujer que mató a un invasor mano a mano y el inglés que terminó casado.


Representación en la ciudad de Buenos Aires de la primera invasión inglesa de 1806. Foto Archivo Clarín


En julio de 1806, mientras Buenos Aires era una efímera colonia inglesa, un grupo de criollos y catalanes se reunía en la librería de don Tomás Valencia, en la clandestinidad y divididos en células compartimentadas de cinco integrantes.

Encabezados por Felipe Sentenach, ingeniero y matemático de profesión, y Gerardo Esteve y Llach, propusieron volar el fuerte y todas las posiciones inglesas.

Prepararon explosivos que debían estallar debajo del fuerte de Buenos Aires, residencia de William Beresford y la oficialidad invasora, y del Teatro de la Ranchería, que se había transformado en el cuartel general.

Para cumplir su propósito, alquilaron una casa vecina a La Ranchería y desde allí iniciaron las excavaciones.




Exhibición en la iglesia de Santo Domingo de banderas inglesas, trofeo de la recuperación de la ciudad. Foto Archivo Clarín


Otro de los catalanes del grupo, José Fornaguera, propuso organizar una banda secreta de cuchilleros para pasar a degüello a los ingleses.

Mientras se disponían a actuar, distribuyeron un manifiesto firmado por Sentenach:

“Si tenemos la fortuna de conseguir la reconquista, hemos de establecer una mesa redonda en que todos seamos iguales y no haya alguno superior a los demás y gobernemos con igualdad de carácter o autoridad los integrantes de las juntas”. (1)

El grupo ponía como ejemplo a imitar a los revolucionarios de América del Norte, que hacía 30 años se habían proclamado independientes.

Sentenach decía que había llegado la ocasión de “hacerse hombres y proclamar por fin nuestra república independiente del Rey Nuestro Señor y de España”.

Cuando los complotados tenían todo listo, apareció Liniers con su tropa y, por seguridad, el grupo resolvió suspender los atentados.




Martín Rodríguez quiso secuestar al jefe invasor Beresford. Imagen Archivo Clarín


El futuro gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, por su parte, planeó secuestrar al jefe invasor. Así lo cuenta en sus memorias al escriba Rivera Indarte, 30 años después de los hechos:

“Concebí el proyecto de apoderarme de Beresford y comitiva, para cuya empresa me puse de acuerdo con diez mozos resueltos y convinimos en esperar el día en que saliese, para echarnos sobre él y los suyos.”

“Antonio Romero me vino a ver y me rogó que suspendiera la empresa, porque si la llevaba a efecto, los ingleses se vengarían de la población”. (2)

Mujeres de armas tomar

Manuela Pedraza, “La Tucumana”, mató con sus manos al primer inglés que tuvo al alcance y apoderándose de su fusil, siguió la lucha entre los “tiradores”.

Liniers la recomendó al rey, y Carlos IV la nombró subteniente de infantería con uso de uniforme y goce de sueldo.




Santiago de Liniers, líder de la reconquista. Foto Archivo Clarín


Lo mismo hizo con Martina Céspedes, propietaria de un almacén al que acudieron en busca de alcohol 12 oficiales británicos. Los hizo pasar de a uno, los golpeó, los maniató y los mandó al sótano.

Fue la captura de oficiales más importante antes de la rendición. Martina devolvió 11, porque uno se había enamorado de su hija y la cosa terminó en boda a la que asistió Martina orgullosa con su condecoración y su nuevo grado militar.

También los pibes porteños participaron activamente de la reconquista, según cuenta un oficio del Cabildo:

“Viéronse a niños de 8 y 10 años concurrir al auxilio de nuestra artillería; correr intrépidos al alcance de los conquistadores y estimando en nada su edad desafiar las balas enemigas”. (3)







A los 21 años, Martín Miguel de Güemes tuvo un destacado rol en la resistencia de 1806.


Por aquellos días de 1806, una bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés Justine. Un grupo de jinetes criollos atacó el barco y en pocos minutos logró la rendición de los marinos.

El jefe del operativo había nacido hacía 21 años en Salta y se llamaba Martín Miguel de Güemes.


Citas:

1. Enrique de Gandía, Nueva historia de América, Buenos Aires, Claridad, 1961. 2. Martín Rodríguez, “Memorias”, en Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1962. 3. Oficio del Cabildo de Buenos Aires, 12 de agosto de 1806.