Los españoles crearon un sistema defensivo en Chiloé con el fin de evitar la penetración en el archipiélago de naves enemigas de la Corona española.
Estaba dividido en tres niveles interconectados y dependientes entre sí: los centinelas, las baterías y los fuertes.
En su nivel básico, una agrupación de centinelas o vigías debía custodiar, en turnos de día y noche, las dos riberas de la entrada del Canal de Chacao; y en Cucao (en el caso deCastro), por medio de una red de posta. Así, ante la incursión de una nave extranjera o la detección de otro suceso anómalo, daban aviso por medio de disparos o señales de humo, susceptibles de ser divisados por la guardia de una batería o un fuerte.
Era el modo de alertar tanto a civiles como a militares de un posible ataque. Una vez que el centinela advertía la entrada de un enemigo por el paso oceánico o ribereño, entraba en función defensiva el segundo nivel: las baterías.
Advertidas de la presencia de un invasor, las baterías respondían automáticamente a través del fuego de sus cañones que, por lo general, estaba compuesto de seis piezas de artillería. Los cañonazos debían alcanzar, como máximo, hasta la mitad del cuerpo de agua, donde las corrientes marinas ejercían un papel cómplice y contribuían a acercar a las naves intrusas hacia la ribera, exponiéndolas a los disparos de los puestos militares.
En el tercer nivel del sistema defensivo entraban en acción los fuertes. Un fuerte en Chiloé, según fuese su emplazamiento y función, podía ser catalogado de marítimo o de interior. El primero se emplazaba en el borde costero y su función defensiva era externa, toda vez que protegía a la provincia de las agresiones de piratas, corsarios y armadas enemigas (es el caso de los fuertes de San Carlos, Agüi
En términos generales, los fuertes que entraban en combate contaban con una importante dotación de oficiales, tropa regular y milicias y abrían fuego con no menos de diez cañones. Estaban repartidos en cuatro zonas:
La parte mas importante del sistema defensivo español se encontraba en la costa norte de la isla, en el canal de Chacao, con tres fuertes: En el noroeste el fuerte de Agüi con las baterías de Chaicura, Barcacura y Corona y el centinela Guapacho. Éstos dominaban la costa meridional de la entrada.
Fuerte San Antonio de Chacao
En el centro norte el fuerte San Carlos de Ancud y las baterías San Antonio, Campo Santo, El Muelle y Puquilllahue. Controlaban el centro del Canal de Chacao. Enfrente, al otro lado del canal ya en el continente, se encontraba el fuerte de Carelmapu y sus baterías, que debían custodiar el borde marino septentrional del paso de Chacao, desde su acceso hasta el sector de Pargua.
En el noreste el fuerte de San Antonio de Chacao y sus baterías Remolinos, Pampa de Loba y La Poza, debían proteger al canal del mismo nombre y el fondeadero.
Había otro fuerte en el área del centro de la Isla Grande, al este de la isla, de la que dependía el puerto interior que era el fuerte de Castro y la batería marítima. Algo más al sur se encontraba el fortín de Tauco.
La gobernación-intendencia deChiloé, que lo era desde 1784 actuó de manera completamente distinta a la de la Real Audiencia de Chile, durante el proceso de conformación de juntas de gobierno en América y las guerras civiles de independencia, entre 1809 y 1826. En 1810, cuando se inicia en Chile la insurgencia que terminará después de 15 años de guerra civil con la independencia del país, Chiloé se mantuvo leal a la Corona y al gobierno virreinal, y en su jurisdicción se formaron una serie de milicias que combatieron contra las fuerzas insurgentes en la zona central de Chile, y en algunos casos también en territorios actualmente parte de Bolivia y Perú.
En realidad, la actuación de la provincia deChiloé fue la antítesis de la de Chile. Se actuó como tal, con un sentido de un pasado común y fidelidad a la monarquía.
Por otra parte tampoco a nadie en Chile se le ocurrió invitar a participar en el nuevo gobierno de 1810 ni en los sucesivos, al país que estaba más allá de Concepción. Tanto la plaza y fuerte de Valdivia como la provincia de Chiloé, eran considerados mundos aparte, vinculados más al Perú que a Chile.
Los chilotes participaron en todas las campañas contra los insurgentes independentistas de Chile desde 1813 hasta la ocupación de Santiago y luego en Perú y Alto Perú, hasta Ayacucho y el asedio de El Callao, cuando en este último, la fortaleza Real Felipe al mando de Rodil resistiría casi dos años, mientras ellos lo hacían defendiendo la Isla Grande de las acometidas de Cochrane y Freire.
Cuerpo de Milicianos de Castro
Al menos unos 2.000 chilotes sirvieron en el ejército real de Chile en el continente, desde Valdivia al Altiplano. Se destacaron en las acciones de Chillán (1813), Rancagua (1814), Venta y Media (1815), Sipe-Sipe (1815), Valdivia (1820) y Ayacucho (1824), entre otras. Sus escuadrones fueron el Batallón de Veteranos de San Carlos, el Cuerpo de Milicianos de Castro, la Brigada de Artillería y el Batallón Chiloé.
En el proceso, que duró desde 1811 a 1826, pueden distinguirse dos etapas: una primera, entre 1811 y 1818, en que los chilotes combatieron en suelo continental chileno contra los revolucionarios, y una segunda, entre 1818 y 1826, en que la isla fue el centro de operaciones de las acciones en contra de los insurgentes de Chile y Sudamérica, enviando al continente hombres y refuerzos de todo tipo, y preparándose militarmente para recibir los refuerzos que se esperaba llegasenn desde Perú o España y embarcarse para liberar a Chile y al propio Perú.
Una vez firmada la independencia en el centro y norte de Chile el 12 de febrero de 1818, las tropas del ejército Real se replegaron al sur del país, desde donde se pretendía iniciar la reconquista del territorio perdido. La isla de Chiloé continuó siendo fiel a la Corona Española.
En 1820 caen en manos independentistas las provincias del sur, Valdivia y Osorno, y luego de la batalla de el Toro, en marzo, todos los territorios al norte del río Maullín. Este año Chiloé sufrió el primer intento de invasión por parte del británico Lord Cochrane en nombre de la nueva república de Chile. Aunque se logró repeler el ataque, la pérdida de casi todas las tierras del continente significó la práctica imposibilidad de recuperar para el bando del Rey la zona central del país, y marcó el inicio de la resistencia aislada de la provincia.!
En diciembre de 1821, O’Higgins decretó entonces el bloqueo político y comercial del archipiélago, promulgando un decreto por el cual “todo buque amigo o neutral, bajo cualquier pabellón, que se presente en cualquier punto de los puertos deChiloé, será detenido y remitido a Valparaíso para ser juzgado conforme a las leyes de naciones”.
Al mismo tiempo envió una carta al gobernador de Chiloé Antonio de Quintanilla y Santiago, instándole a que abandonase la defensa y se uniese a la república. La respuesta de Quintanilla, como había sido la tónica hasta entonces, fue la de mantener la actitud de lealtad a la Corona. En su tono cordial característico manifestó a O’Higgins que era:
“verdad que los asuntos de América tal como usted me los anuncia, se hallan favorabilísimos al sistema de independencia; pero también lo es, que el gobierno español, ha de hacer el último esfuerzo a su restauración: esta guerra es demasiado dilatada; y muy sensible no se haya efectuado un tratado que conciliase los intereses de ambos hemisferios, para que cesando los horrores de ella, pudiésemos unirnos con la mayor fraternidad”.
Fuerte de Agüi
En abril de 1824 tuvo lugar un nuevo intento de invasión deChiloé, en esta ocasión dirigido por el general Ramón Freire, que contando con 1.800 hombres embarcados en seis naves, fueron derrotados por las tropas al mando del gobernador que continuaba siendo el general Quintanilla, en la batalla de Macopulli.
Ramón Freire contó también con el apoyo de oficiales extranjeros como el inglés Tupper o los franceses bonapartistas Beauchef y Bacler D’Albe y el italo-francés Rondizzoni. En la Armada que lo acompañaba, varios navíos iban mandados por oficiales ingleses como Robert Foster y Robert Simpson. La Armada chilena creada en 1817 contaba únicamente al principio con oficiales extranjeros: ingleses, estadounidenses y franceses; y sus tripulaciones también lo eran en sus dos terceras partes. Era conocido que la Armada inglesa era omnipresente en la zona.
No obstante, en este episodio del año 1824, los ejércitos leales al Rey pierden los últimos fuertes continentales de Carelmapu, Calbuco y Maullín, y ahora si, Chiloé queda relegado a una condición completamente insular. A esta pérdida se sumó los negativos resultados de la batalla de Ayacucho de diciembre de ese año, que marcó el fin del Virreinato del Perú, y convirtió a Chiloé en una gobernación militar aislada.
Dos años después de la derrota, el general Freire vuelve con un poderoso ejército de casi 3.000 hombres, 4 buques de guerra y 6 naves de transporte y logra desembarcar en laIsla Grande y derrotar en las batallas de Pudeto y Bellavista a las tropas de Quintanilla, que determinan el futuro de la isla. La pérdida de la última provincia española en América del Sur se produjo el 19 de enero de 1826.
Antonio de Quintanilla y Santiago
Finalmente, el gobernador Antonio de Quintanilla se vio obligado a firmar Tratado de Tantauco, y con ello se selló la incorporación de Chiloé a Chile, casi ocho años después de la proclamación de independencia de este país.
El 22 de enero de 1826 se arriaron las últimas banderas reales, relevadas por los colores chilenos. De manera simultánea y casual, a mas de 3.400 km de distancia en la lejana Lima, el mismo día 22 de enero, las fuerzas leales a la Monarquía hispánica de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao capitulaban tras dos años de sitio. Allí eran los colores de la bandera peruana los que relevaban a la española. De esta forma España fue desalojada definitivamente de sus últimas posesiones en el Pacífico sur americano.
Fue parte de la disputa entre dos naciones, una que comenzaba a surgir, y otra, que deseaba mantener su hegemonía en América. Todo estaba perdido, pero la Isla se mantuvo incólume ante el deseo fervoroso de vivir del lado de la potencia hispana. Más españoles que chilenos, los chilotes lucharon incesantemente por mantener su espacio natural, y a pesar de todos los agobiantes problemas que se presentaron durante el período de extremo conflicto, se mantuvieron en su posición.
Desde que Chiloé había sido vinculado directamente al virreinato del Perú, se había intentado equilibrar el desventajoso intercambio de productos que imponían los comerciantes limeños, lo que había sido, evidentemente, muy valorado. Era entonces una provincia más activa. Pocos años después, autoridades, vecinos, indígenas y religiosos se sorprendieron cuando llegaron noticias de un Chile separatista. Era este un reino lejano, más ajeno que el del Perú, y con una experiencia histórica distinta a la de Chiloé.
La población hoy de Chiloé desciende principalmente de la mezcla entre los aborígenes (huilliches, cuncos, payos y chonos) y los españoles, con aportes posteriores de chilenos de otras regiones y unos pocos extranjeros (alemanes y croatas). Durante la época hispana existieron pueblos de indios (Queilén, Chonchi, Tenaún), pueblos de españoles (Chacao y Quenac) y otros mixtos (Castro, Dalcahue, etc.), con lo que la proporción de cada etnia tenía variación local. Todavía en la actualidad existen apellidos característicos de cada sector.
En Chiloé, el mar y el bosque son protagonistas. Madera por todos lados. Madera en los barcos, en las casas y en esas iglesias tan especiales. La tabla de alerce, un especie de cedro rojo muy resistente a la humedad, era la moneda de la provincia, cuyas medidas establecidas eran el “real de madera” (una curiosidad usada solo en Chiloé antes de la introducción del metálico), y se intercambiaban en la feria anual que se realizaba en Chacao.
También lo son los abundantes recursos alimentarios que han dado origen a una gastronomía típica de curantos y milcaos, complementada con variedades de papas y de frutas que no se encuentran en otras latitudes. Un conjunto de tradiciones como la cestería empleada en la recolección de estos productos y su evolución como artesanía utilitaria y ornamental, al igual que lo textil, los retablos de figuras religiosas, la música, los bailes, el folclore, las ceremonias devotas, se mantienen en el tiempo.
Iglesia Santa María de Loreto. Achao.
Si algo ha perdurado incólume es la fe católica y la devoción a los santos patronos en los pueblos. Allí se conserva todo el vigor espiritual que sembraron en el alma chilota los misioneros jesuitas desde los albores del siglo XVII. Así ha llegado Chiloé hasta hoy en un momento crucial de transición y a un paso de la integración física con el resto del país con el proyectado, aunque polémico, puente Chacao.
Proyecto del puente de Chacao
Y todo esto está sucediendo justo cuando la modernidad está tocando la puerta de esta cuasi nación, como la llamó en sus tiempos Alonso de Ovalle. Pero, aún con todo lo nuevo, Chiloé aún mantiene algo de su modo de ser, algo de ese aire diferente respecto de la sociedad mayor. Se percibe con solo cruzar el Desaguadero y al poner los pies en la isla.
Poco antes de morir, Gabriela Mistral escribió: «Cuando la noche se cierra completamente como un arca, y se hace tan larga que parece no querer acabar nunca, los viejos y los niños chilotes, o ambos, en torno, cuentan todo lo bien que saben contar viejos y niños, la historia de «veras«».
Fuentes consultadas
Fuertes españoles en Chiloé: las huellas de la historia en medio del paisaje insular.Antonio Sahady Villanueva, José Bravo Sánchez, Carolina Quilodrán Rubio. Revista INVI vol.26 no.73 Santiago nov.2011
Monografía geográfica e histórica del archipiélago de Chiloé. Jorge Schwarzenberg y Arturo Mutizába
https://www.biobiochile.cl/noticias/...-chilote-alza-bandera-de-resistencia-hispana.shtml
https://laamericaespanyola.wordpress...y-la-realidad/
Una epopeya proscrita: «Chiloé realista, joya austral de la Cristiandad». Entre Lineas.Juan Álvaro Arce Peña.
https://historiadechiloe.webnode.cl/...cio-de-chilote/
Tesis: Anexión de Chiloé (1826). Los Diez Años después.Cristian Aguilar G. Profesor Guía: Leopoldo Benavides Navarro, Santiago, diciembre 2010. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Escuela e Historia
Chiloé. Colección Santander Museo Chileno de Arte Precolombino. Editor: Carlos Aldunate del Solar,Coordinación General :Gema Swimburn Puelma. Dirección General Andrés Urrutia Rodríguez. 2016
Ojo con Chiloé. Chiloé: dejando de ser la Terra Autralis. Magdalena Piñera E, M. Teresa Domínguez y Fernando Pizarro.
Cartografía de un sistema defensivo en el archipiélago de Chiloé. Documentos insustituibles para reconstruir un capítulo de la historia del Chile austral José Marcelo Bravo Sánchez, Carolina Quilodrán Rubio y Antonio Sahady Villanueva
Campaña de lord Cochrane sobre Valdivia y Chiloé en 1820. Javier Vargas Guarategua.
Un archipiélago para Chile. El proceso de incorporación de Chiloé a la República de Chile, 1813-1831. Autor: Gonzalo Aravena Hermosilla. Director: Dr. Juan Marchena Fernández. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. 2012-2015
https://laamericaespanyola.wordpress...y-la-realidad/
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