Un botón más: la escaramuza charra


Publicado Por: MARGARITAS HISPANICAS septiembre 22, 2022

¿Cuántos de nosotros conocemos bien los detalles de los orígenes de nuestra cultura? Hoy hablaremos de la escaramuza charra de México.

La esencia de la charrería proviene de las labores del campo que se realizaban con el ganado bovino y equino en las grandes haciendas de antaño; su origen se encuentra en ese conjunto de tareas practicadas precisamente por charros y chinacos ─por personas del campo, en definitiva─ para manejar el ganado de los grandes hacendados.

La charrería se transforma al calor de la corriente patriótica de los años 30 del siglo XX, llegando por aquel entonces a las ciudades, al haber perdido los hacendados sus grandes propiedades. La forman en ese momento un grupo de personajes políticos y, en dicho contexto político-social, su práctica quedó confinada a los lienzos charros.

Foto: Pasión Charra

Los lienzos charros estaban dotados de graderío para que el público aplaudiera las hazañas, que ya presentaban claros sesgos deportivos, aunque hundían sus raíces en la más pura esencia del trabajo en el campo, tal como se ha explicado antes. Se organizaron en primer lugar asociaciones de varones para ejecutar doce suertes, que eran calificadas por un jurado altamente cualificado.

En cuanto se crearon estas asociaciones de las que hablamos, las familias comenzaron a acudir a los festejos que los charros ejecutaban virilmente con gran valor. Enseguida se planteó qué hacer con todos los niños de las familias, que asistían inquietos todo el tiempo que duraban una charreada. Con este problema de fondo empezaron a fundarse las escuelas de monta a las que se incorporan tanto niños como niñas. Las escuelas quedaron integradas en la prestigiada Asociación de Charros de la Ciudad de México en 1953. Los pioneros fueron tres niños y tres niñas: realizaban a todo galope filigranas y coreografías que eran muy aplaudidas por el público. Ellos iban vestidos de charros y ellas estaban ataviadas de charras o rancheras.

En un principio montaban ambos en silla charra a dos piernas. Más adelante fue el Capitán Lepe quien introdujo cambios, pues regaló a su hija Rosita un traje de charra y una silla para monta lateral, adecuada a lo que había estudiado sobre la silla inglesa, pero adaptándola y adornándola al estilo charro.

En 1958, provenientes de esa misma escuela de monta, surgen Las Coronelas, que marcaron un hito en la historia de México. Se trataba de una prestigiada asociación exclusivamente de damas, que montaban en silla lateral al estilo mexicano y vestían hermosamente de rancheras. Viajaron por el país y por todo el mundo, difundiendo este aspecto de la charrería. Esa gira bien puede calificarse de histórica, pues la charrería es parte visible e identificativa de nuestra cultura.

Después, la escuela de monta de Las Coronelas hizo algunas delimitaciones, como por ejemplo vestir todas iguales, montar lateralmente y asignó el nombre de escaramuza charra a esa actividad que practican las damas y amazonas mexicanas. Actuaban en grupos, generalmente montadas en pares para poder realizar ejecuciones agradables al público, a toda velocidad y demostrando el gran arrojo y capacidad que la mujer poseía a caballo. Para el público era un deleite ver esa caballería, disfrutando enormemente ante esa capacidad de manejo del caballo. Para el charro, eran el ornato de una fiesta.

En los años 60 la escaramuza charra tuvo gran auge en varios estados de México, haciéndose sentir su influencia hasta Los Ángeles, en California. Comenzaron a reunirse otros grupos de damas imitando lo que Las Coronelas les habían podido enseñar durante sus viajes. Con estos nuevos grupos se superó la etapa inicial, concretándose los presagios que apuntaban a la participación cuantiosa y abundante de las mujeres en el contexto de la charrería. En la década siguiente, cuando ya había más de 100 escaramuzas charras en México a las que había que sumar algunas en los Estados Unidos, se realizó un boceto del reglamento de escaramuzas. Se dispuso que utilizarían para sus ejecuciones música mexicana además del vestido ranchero lleno de colorido, lo que dota de gran creatividad a sus coreografías.

Foto: María Eugenia García Acosta

En 1989 la Confederación Deportiva Mexicana, acepta a la escaramuza charra como un deporte, y en ella se integra la Federación de Escaramuzas Charras. Van ordenándose aún más las reglas que garantizarían que la vestimenta se apegue a nuestras tradiciones. A pesar de este hecho, hemos de destacar que la charrería y la escaramuza charra no pueden ser considerados como un deporte común. La escaramuza es una actividad que absorbe parte la vida de quien la practica, pues forma el carácter. La educación en la disciplina y el respeto pasa a ser parte integrante de la personalidad de las escaramuzas.

Como parte singular del desarrollo que la escaramuza ha tenido como integrante de la charrería, cabe destacar el carácter familiar de este deporte nacional. Frecuentemente se encuentran hermosas tertulias en donde toda la familia correctamente ataviada a la usanza charra, convive y disfruta de las amistades con las que ha crecido, y con las que ha practicado esta disciplina, arte y cultura

Es muy importante precisar que, dentro de todos los elementos de la charrería, el central es la religión católica. Digamos que todos los charros somos devotos de la Virgen de Guadalupe. Anualmente realizamos hermosas peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe, a visitar a la Virgen en Lagos de Moreno, Jalisco y otras tantas a las cuales rendimos tributo. Ya sea pie o a caballo, no podemos olvidarnos de ellas, y no falta en cada lienzo charro una imagen ante la cual santiguarnos y encomendarnos para que, al salir de nuestra jornada, demos gracias por haber salido con bien y por qué no, también por haber tenido éxito.

Foto: Pasión Charra

Destacando el carácter familiar, es frecuente observar cómo dentro de una misma escaramuza charra pueden participar simultáneamente madres, hijas y tías, montando para disfrutar todas juntas de la jornada. Los varones apoyan totalmente la participación de la mujer, preparan sus arreos, le ayudan a subir al caballo ─no sin antes haberlo limpiado─ y están atentos ante cualquier riesgo para acudir en su auxilio. Los éxitos de ellas, son ahora disfrutados por ellos. Ellas, cuando acompañan a sus gallardos charros a charrear aplauden desde el graderío, cargan las cuerdas, cuidan a los niños, y el entorno familiar se transforma en alegría que une familias enteras.

El siglo XXI las competiciones de escaramuzas charras se realizan en todo México, algunas en los EE.UU. Últimamente han llegado hasta a la isla de Cuba. Es cierto que se ha creado un entorno muy exigente en la disciplina, a pesar de lo cual, existen participantes con escasos recursos que cuidan a sus caballos y monturas, entrenan arduamente y asisten a los campeonatos junto a otras mujeres con más poder adquisitivo: todas ellas están unidas en alianza de amistad y ayuda.

Se cuidan con esmero las categorías infantiles. Imagine usted, lector, asistir a la categoría «Caballito de Palo» en donde las niñas a pie con su «equino» bien armado y decorado ejecutan rutinas desarrollando de habilidad motriz para más de 4 años, teniendo el enorme mérito de poder montar un caballo, claro con todas las precauciones sin llevarlo al galope y siempre al cuidado de sus entrenadores o padres. A los 7 años empiezan a competir, al galope, y con mucha prudencia. Se han diseñado reglas para que ellas empiecen a sentir en su sangre el orgullo de practicar la charrería y la escaramuza charra que a la vez las vincula a esta su herencia patriótica mexicana.

Pequeña escaramuza Foto: Pasión Charra

Las actuales categorías son infantiles, juveniles y de charras mayores (estas de más de 45 años). Pero hemos visto participantes de más de 60 años practicando con habilidades y destrezas completas.

La escaramuza charra, no es únicamente un deporte, sino que es nuestra historia. Hemos de trabajar porque perviva. Con gran satisfacción vemos y confirmamos que las mujeres jóvenes garantizan que nuestra cultura siga viva, la viven a diario y la transmiten a las nuevas generaciones, porque mientras una mujer practique la charrería, está garantizado su propio futuro como persona y también el futuro de nuestra cultura.




María Eugenia García Acosta






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