Algo sobre el Yunque





Tengo que confesar que oí hablar por primera vez de “El Yunque” hará cosa de dos meses. Para mí hasta entonces, su significado no había pasado de ser algo más que un instrumento de herrería, una parte del oído interno y el apodo de un “bailaor” de flamenco. Mi ignorancia sobre cualquier otro tipo de significado que pudiese adquirir este instrumento era, y aún hoy es, casi absoluto. Todo empezó cuando un amigo carlista puso en cuarentena mi opinión sobre algún conocido común. – Ten cuidado, porque me parece a mí que ese es del Yunque… – me dijo. – ¿Y qué diablos es el Yunque?. – pregunté yo.Tras unas breves pinceladas de explicaciones muy cortas, mi amigo hizo que surgiese en mi interior la curiosidad sobre el tema y sobre el perfil del “conocido” común. Cuando me senté en mi despacho me sumergí en esa terrible arma que es internet deseando ampliar mis conocimientos sobre el férreo instrumento y cuál no sería mi sorpresa que casi todos los enlaces que contenían la palabra “yunque” hacían referencia a las explicaciones de mi amigo. Al parecer, la Organización Nacional del Yunque como se la conoce en Méjico, país en el que nació como asociación, es una organización de carácter secreto al modo masónico, pero de inspiración equivocadamente católica. Y digo equivocadamente porque el hecho de funcionar como “sociedad secreta” parapetada tras los nombres de otras diversas entidades, conculcan claramente el carácter cristiano y evangélico de la misma. Parece ser, (seguimos en el ámbito de la suposición), que su objetivo originario es la lucha por el reinado social de Jesucristo en la Tierra, cuestión muy loable si no fuese por los métodos de actuación que emplean para ello. Al parecer, (seguimos suponiendo), tras una enorme batería de sociedades y entidades “pantalla”, el interés de esta sociedad secreta es infiltrarse en las estructuras de poder de cada Estado. Hay quien dice que ya funcionan de esa manera en muchos países. Incluso hay quien afirma que en España existen plataformas sociales de marcado carácter religioso de inspiración católica, organizadoras de señaladas y multitudinarias manifestaciones, que no son sino esos tipos de asociaciones “pantallas” del Yunque. Ante el desconocimiento y la duda, preferimos omitirlas aunque todos intuyamos sus nombres. Que todo lo que he comentado hasta ahora y lo publicado masivamente en internet sea verdad ó no deje de ser una mera fantasía ó un invento de quien ataca a la religión católica es algo en lo que no voy a entrar aunque, por otra parte, me inquiete el ánimo. Hablar de una supuesta “Masonería Blanca”, (como así la llaman algunos), es algo que, como cristiano y como católico, no entra en mis entendederas. Sería algo así como parir un monstruo para combatir a otro monstruo. Sería revestirse de mal para combatir el Mal. Sería como “demonizarnos” para luchar contra el Demonio. No podemos olvidar que la Iglesia Católica, a través de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe condena a las sociedades secretas, entendiendo éstas como “aquellas que exigen de sus miembros un secreto total, que a nadie debe manifestarse y les piden una obediencia total a unos jefes ocultos, corroborada mediante juramento” y prohibiendo, por tanto, a los católicos su pertenencia a este tipo de entidades bajo incurrimiento en pecado grave. ¿Que ha habido en la Historia, (y posiblemente, al paso que vamos, los habrá de nuevo), momentos, países y circunstancias que han motivado la clandestinidad de la Iglesia? Evidentemente. Pero la clandestinidad es una situación transitoria que no implica la pertenencia a grupos secretos ajenos a la propia Doctrina de la Iglesia. Pongamos como ejemplo la situación de las catacumbas cristianas en la antigua Roma o la situación polaca durante la dominación comunista y nazi. Si, como el mismo Jesucristo nos dijo, estamos llamados a “ser la sal de la Tierra y la luz del Mundo”, ¿con qué razón podríamos atribuirnos la potestad de “esconder esa Luz debajo del celemín”? ¿Qué sentido cristiano tendría el sacrificio de tantísimos mártires como ha dado la Iglesia Católica a lo largo de su Historia? No sé si estas líneas tienen una motivación ante un peligro real o son sólo el fruto de una preocupación fantasmal ante un posible nuevo enemigo de la Iglesia Católica. Posiblemente no sean más que una reflexión en voz alta. Lo que no deja lugar a dudas es que los carlistas estuvimos, estamos y estaremos siempre bajo la dirección espiritual del Santo Padre de Roma. Nuestros fieles son sus fieles y sus adversarios, los nuestros. Aunque el principal objetivo sea común, (la restauración del Reinado social de Cristo en la Tierra), las formas son distintas y todo aquello que exceda de las directrices del Vicario de Cristo en la Tierra son posturas ajenas al Carlismo y contrarias a su propia razón de ser. Como dice nuestro lema: “Nada sin Dios”… pero con Dios.
Manuel Nieto de Nevares.

Algo sobre el Yunque – Blog de la Junta Regional de la CTC en Andalucía