Un partido político para promover la lengua española

¿Qué amor no ha vuelto…? –Manuel Bernabé–



Detengamos perder nuestro tiempo. En el ambiente político actual, la lengua española nunca puede hacerse una parte del paisaje nacional moderno si no es representado por un partido político a través un partido sectorial en la Cámara de Representantes.

Es por supuesto una idea exagerada de crear un bloque político principal con el único objetivo de devolver una lengua que hoy ya no es extensamente usada en el país. Pues, déjenos concentrarse en la idea de tener una representación proporcional en la Cámara de Representantes para reanimar la lengua castellana en nuestra vida filipina.

Pero si la lengua española ya no es extensamente usada en Filipinas -sin tener hasta una comunidad compacta que la habla– ¿por qué deberíamos perder nuestro tiempo para expedir la lengua en la política a nivel de los partidos mayoritarios y conocimiento social del mundo filipino moderno?

Como el español es algo que es nuestro ya. Es nosotros. Es la parte de nuestro patrimonio nacional. Este idioma define nuestra identidad nacional. Nunca podemos ser un completo filipino sin esta lengua increíble.

La lengua castellana es repleta con todos los atributos que delinean el muy principal del que nos hace filipinos. Es un hecho que usamos palabras españolas innumerables todos los días en nuestro discurso cotidiano. Es un hecho que nuestro lenguaje corporal habla la misma manera que como nuestros homólogos latinos hacen. Es un hecho que nuestro país es el único país que lleva el nombre de uno de los monarcas españoles. Es un hecho que nuestros apellidos y ciudades y provincias y comida son en español. Es un hecho que nuestro héroe nacional transmitió sus pensamientos en español. Es un hecho que la mayor parte de nuestros héroes o bayani disertaron y escribieron en esta lengua inmortal de Cervantes. Es un hecho que los estatutos de la primera república de Asia - el que establecido en Malolos, Bulacán - fue escrito en español.

Y es un hecho que Filipinas es el único país latino en Asia. Geográficamente hablando, somos una parte de Asia. Pero cuando se trata de la cultura, somos fuera del dicho continente. Preferimos estar en Europa o en América Latina.

No es suficiente para la lengua castellana para ser simplemente enseñada otra vez en nuestros colegios públicos y privados. No es suficiente para la lengua castellana ser diseminado por medios de comunicación de masas, si en periodismo empreso o telecomunicación. No es hasta bastante para una comunidad entera a usarlo como un medio de la comunicación. Es nunca bastante.

El idioma castellano debe ser otra vez usado como una lengua filipina oficial.

La lengua española debe ser custodiada, difundida, y enaltecida. En primer lugar, es el mandato de la institución estatal más viejo del país, La Academia Filipina de la Lengua Española, de que la líder del gobierno corriente, Gloria Macapagal Arroyo, es un miembro. Pero la Academia falló cuando el español fue tachado por la Corte Suprema durante la promulgación de la constitución filipina de 1987.

No es bastante que la Srª Arroyo firmó una directiva en España hace dos años para renovar la enseñanza de la lengua española en el sistema escolar de nuestro país. No. Debe ser devuelto en escala nacional dándolo por lo menos un estado co-oficial juntos con el inglés y tagalo (sí, tagalo, y no el término vago "pilipino"). Y una vez que la lengua está devuelta en la política a nivel de los partidos mayoritarios, otro aspecto importante seguirá: la cultura, cultura filipina verdadera que está al principio basada en español. Realmente, ya tenemos el español en nuestra rutina cotidiana — la cultura filipina arraigada en español puede ser vista en nuestras danzas, en nuestro alimento, en la manera que interpretamos y articulamos, y en la manera nos comunicamos con nuestro Dios. Pero por lengua y cultura, nos hará realizar que sin el español, nuestra identidad como una gente no habría sido nada. Y con tal realización, esto estimulará en nosotros el imperativo a ser más vigilante de cualquier acción desafortunada contra nuestra identidad. También tenemos que aceptar nuestro pasado. Basta ya con las nociones tontas sobre “los males de colonización española” y todas esas palabrerías. Esto es el tiempo que damos a nuestro pasado una valoración más fresca usando la lengua española en nuestras vidas diarias. Una vez que la juventud filipina aprenda la lengua, no habría más necesidad de esos sueltos, indiferentes, pobres, (y a veces) casi inexactas traducciones inglesas de libros históricos escritos en español; el contexto verdadero, la esencia, y el sentido de textos españoles leídos en su forma original permanecerán intactos. La juventud filipina realizará entonces que casi todo lo aprendido dentro del aula sobre nuestra historia nacional o fue forjado o enormemente inexacto. El mito de llamado Leyenda Negra será finalmente extinguido.

Si el español está devuelto, también resultará ser una bendición a la economía local, en particular al comercio exterior, porque el español está hablado en más de 20 países. Según una investigación reciente, se estima que los hispanohablantes en el mundo entero están casi quinientos milliones desde el marzo de 2008.



Esto es el tiempo que volvemos a nuestras raíces.

No es, ciertamente por motivos sentimentales o por deferencia a la gran nación española que dio a medio mundo su religión, su lenguaje y su cultura, que profesamos devoción a este idioma y mostramos firme empeño en conservarlo y propagarlo, sino por egoísmo nacional y por imperativos del patriotismo, porque el español ya es cosa nuestra propia, sangre de nuestra sangre, y carne de nuestra carne, porque así lo quisieron nuestros mártires, héroes y estadistas del pasado, y sin él será trunco el inventario de nuestro patrimonio cultural; porque si bien es verdad que la Revolución y la República de Malolos y la presente República fueron obra del pueblo, también lo es que los que prepararon y encauzaron eran intelectuales que escribieron en castellano sus libros, sus discursos, sus panfletos y sus ensayos, para realizar obra de doctrina y labor de propaganda; porque seria trágico que llegase el día que para leer a Rizal, a del Pilar, a Mabini, a Adriático, a Palma, a Arellano y a Osmeña, los filipinos tuviéramos que hacerlo a través de traducciones bastardas, en fin, porque el español es una tradición patria que si tiene raíces en nuestra historia también las tiene en las entrañas de nuestra alma, y porque el español es el “ábrete, Sésamo” de la cueva encantada que guarda, como tesoros imperecederos, los más altos pensares y los más altos sentires de que ha sido capaz el hombre desde la mañana de la civilización.
–Claro M. Recto–


Publicado por PEPE ALAS en 20:51
Etiquetas: Claro M. Recto, Gloria Macapagal Arroyo, Idioma Castellano, La Academia Filipina de la Lengua Española, Manuel Bernabé