Cagayán: picas contra katanas
Entre los lances a los que se enfrentaron a algunos soldados de los Tercios, existe uno que es poco conocido y que tuvo lugar en Asia, en Filipinas en concreto. Se comenta que los soldados españoles se enfrentaron a los samuráis… Os contamos esta apasionante historia ocurrida en la desembocadura del río Cagayán.
Los wokou eran piratas malasios, coreanos y japoneses. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”
En primer lugar, hay que dejar claro que los samuráis no se enfrentaron nunca a guerreros occidentales antes de los choques con portugueses y españoles. Tal vez la fama que tienen los guerreros japonesesesté hinchada por las películas, las leyendas y un código disciplinado de conducta, lo que nos ha hecho creer que estos guerreros eran casi invencibles. Sin embargo, no hay ejemplos de combates y batallas que nos hablen de la superioridad de los samuráis frente a guerreros de otras culturas. Éstos lucharon contra otros samuráis o contra facciones japonesas contrarias a ellos, pero nunca en guerras o contra soldados de otras culturas.
También hay que dejar claro que la palabra “Tercios” corresponde a una estructura organizativa. El tipo de guerrero es el de “soldado español” y puede estar encuadrado en tercios, en barcos o en pequeñas compañías. Además, algunos de los hombres que combatieron en Cagayán habían sido reclutados en las Indias y habían estado previamente en algún tercio en Europa, pero aunque no lo estuvieran no dejaban de ser soldados españoles, formados en la misma doctrina que los tercios y con los mismos códigos de honor.
No solo los españoles se dieron cuenta de las riquezas que se encontraban allí, sino que también eran codiciadas por un tipo de piratas japoneses llamados wokou. Algunos de estos japoneses seguramente fueran samuráis caídos en desgracia, conocidos como ronin.
Habiendo dejado claro esto podemos entrar en nuestra historia. Los españoles de antaño llegaron hasta Asia y allí también tomaron posesión de algunas tierras. Las islas de Filipinas eran territorio español y tomaron este nombre por el monarca reinante en aquella época: Felipe II. Durante el reinado de éste, la Monarquía Hispánica alcanzó su mayor expansión y era la primera potencia mundial de la época. No solo los españoles se dieron cuenta de las riquezas que se encontraban allí, sino que también eran codiciadas por un tipo de piratas japoneses llamados wokou. Algunos de estos japoneses seguramente fueran samuráis caídos en desgracia, conocidos como ronin. Éstos acosaban a los barcos y posiciones de los europeos en la zona. Contra los primeros que combatieron fueron contra los portugueses en 1565, en estos encuentros conocieron las armas de fuego y las incorporaron a su arsenal junto a katanas y armaduras. En 1582, Felipe II, enterado de los constantes ataques que llevaban a cabo estos villanos, envió una expedición al mando de un capitán español veterano y conocedor de aquellas tierras, Juan Pablo de Carrión, para hacer lo que los españoles solían hacer contra los piratas: combatirlos sin cuartel.
Combates
Para llevar a cabo su misión, Carrión alistó a cuarenta buenos soldados y preparó una flota de siete barcos de guerra. No se conocía el número exacto de piratas, lo único que se sabía es que estaban liderados por un tal Tay-Fusa. Tay-Fusa era un señor. Tay Fusa” se trata probablemente de la transliteración de “Taifu-sama”, siendo taifu (大夫, pronunciada dàfū en chino) una palabra usada para referirse a los comandantes o señores feudales. Tay-Fusa se había erigido como reyezuelo de la colonia pirata en Luzón. Entre los piratas que le acompañaban y servían predominaban los japoneses, pero también había gentes de malasia o corea.
Los sampanes japoneses eran barcos fabricados con madera de junco. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”.
Durante la expedición, la flotilla española se encontró un gran sampán (barco japonés hecho con juncos) pasando el cabo del Bogueador. Había llegado recientemente a la costa y sus marineros estaban abusando de la población nativa. Carrión se adelantó con la nave capitana y, aunque superado en número por los piratas japoneses, abordó el navío. Sin embargo, la férrea defensa de su tripulación, que parece que no iba mal equipada, obligó a los españoles a retroceder. La batalla continuó en el barco de los españoles que improvisaron un parapeto con piqueros, arcabuceros y mosqueteros. Además Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor y éste cayó atravesado sobre la cubierta creando, así, una trinchera improvisada y permitiendo a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses de manera más efectiva, hecho que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento llegó el San Yusepe y disparó sus cañones contra los japoneses, que se retiraron a la desesperada. Éstos abandonaron las naves y se alejaron nadando ahogándose algunos de ellos debido al peso de sus armaduras.
Este hecho manifiesta que los piratas sabían de la superioridad estratégica de los españoles y su peor organización, pese a que se enfrentaban casi mil wokou contra cuarenta españoles.
La flotilla continuó por el río Cagayán y se encontró en la desembocadura una flota de dieciocho barcos y un pequeño fuerte pirata erigido en tierra. Los navíos españoles se abrieron paso a cañonazos y los soldados consiguieron desembarcar en la orilla con las piezas de artillería con las que comenzaron a batir las fortificaciones. Los wokou decidieron negociar una rendición y Carrión les ordenó abandonar Luzón. Pero los piratas pidieron oro en compensación por las pérdidas que ocasionaba abandonar el lugar, lo que fue totalmente negado por Carrión. Este hecho manifiesta que los piratas sabían de la superioridad estratégica de los españoles y su peor organización, pese a que se enfrentaban casi mil wokou contra cuarenta españoles. Ante la negativa de Carrión, los wokou decidieron atacar por tierra con una fuerza de seiscientos soldados.
Escena de uno de los combates. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”
Las trincheras españolas soportaron el primer y segundo asalto. En el primero, los piratas capturaron algunas picas. Los españoles, para que no volviera a ocurrir, engrasaron las picas que les quedaban para que los japoneses resbalaran al intentar agarrarlas. Los hombres de Carrión se estaban quedando sin pólvora y el tercer asalto casi rompe sus defensas. Sin embargo, las numerosas bajas causadas a los piratas disminuyeron la ferocidad de los asaltos y los españoles se lanzaron al ataque de los wokous restantes. Los villanos fueron derrotados y los soldados de Carrión se apoderaron de las armas que quedaron en el campo de batalla, que incluían katanas y armaduras, y las guardaron como trofeos.
Con la región pacificada y la llegada de refuerzos, Carrión fundó la ciudad de Nueva Segovia (actual Lal-lo). La actividad pirata fue escasa después de estos combates. Sin embargo, dada la ferocidad que habían demostrado los piratas, el virrey español solicitó más tropas.
No se puede negar la ferocidad y el espíritu de lucha de pueblos asiáticos como el de Japón, que no solo demostró en esta ocasión su gran valía en el combate, sino que lo hicieron también mucho después cuando lucharon contra EEUU por el control del Pacífico. Sin embargo, en ambas ocasiones la estrategia occidental, más acostumbrada tal vez a las guerras abiertas, acabaron con la derrota de los orientales.
Quedan hoy para el recuerdo las hazañas de aquel puñado de hombres que se enfrentarían con valor a un número superior de enemigos, tal y como hicieron sus descendientes, los últimos que defendieron el suelo español en aquellas islas.
por Alberto Vidal Guerrero
Fuente: Academia Play
https://somatemps.me/2019/11/27/hisp...ontra-katanas/
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