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Tema: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

  1. #1
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    El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    A finales del siglo XVI, la marina española se convirtió en la primera y única flota occidental en derrotar a estos fieros guerreros nipones







    La figura de los samuráis, fieros guerreros del antiguo imperio japonés, está envuelta en un auténtico halo de leyenda que los muestra como hombres a los que casi era imposible derrotar. Sin embargo, lo cierto es que estos luchadores no solo no eran invencibles, sino que fueron derrotados por la Armada española.
    Este desconocido episodio de la historia, tal y como devela el autor del blog «Foro naval», ocurrió hacia 1580, cuando según narra el investigador Carlos Canales en su libro «Tierra Extraña», el gobernador español en las Islas Filipinas, don Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de piratas japoneses que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos en la provincia de Luzón, zona bajo la protección administrativa española.
    Ante esta situación, Ronquillo envió hasta Luzón al capitán de la Armada Juan Pablo Carrión, al mando de una flotilla compuesta por siete embarcaciones y varias decenas de infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española. El objetivo era expulsar a los fieros piratas japoneses, que resultaron ser temibles guerreros samuráis.
    Tras ganar una primera batalla, frente a un barco nipón que navegaba por la zona, los japoneses enviaron una flota de diez navíos para vengarse de los españoles. Sin embargo, tras varios combates, tanto en tierra como marítimos, las fuerzas españolas consiguieron vencer y expulsar de Filipinas a los japoneses.
    Estas batallas suponen la única evidencia histórica de un enfrentamiento armado entre europeos y samuráis. De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un asunto peligroso y casi suicida.
    Desde entonces los samuráis llamaron a los infantes de marina españoles «wo-cou» (peces-lagarto), en reconocimiento a la audacia con la que habían luchado y vencido en los Combates de Cagayán.


    El da que la Armada espaola derrot a los samuris japoneses - abcdesevilla.es
    Esteban dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    INFANTES de MARINA españoles contra Samurais


    Nos cuenta nuestro amigo el abogado, historiador e investigador Carlos Canales en su libro “Tierra Extraña” que los únicos europeos que han luchado contra guerreros samurais japoneses fueron precisamente infantes de marina españoles. Sería a finales de la década de 1580 (apenas unos años antes de la gesta de la mal llamada “Armada Invencible” contra Inglaterra) cuando el gobernador español en las Islas Filipinas, Don Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de la llegada de un fuerte contingente de piratas “japoneses” que estaban hostigando y saqueando a los indígenas filipinos de Nueva Segovia, que estaban bajo la protección administrativa española en la provincia de Luzón. En esos momentos no habría más de 500 españoles en todo el archipiélago filipino, así que Ronquillo tuvo que echar mano a lo mejor que tenía, que era un contingente expedicionario de cien infantes de marina de los Tercios de Mar de la Armada española que fueron enviados hasta Luzón para encontrar y expulsar a los feroces y crueles piratas japoneses, que resultaron ser temibles guerreros samurai. No nos tuvo que ir muy mal el combate contra los samurais, ya que los japoneses al ser expulsados del norte de las Filipinas hablaron de unos demonios, mitad peces mitad lagartos, que salián como bárbaros de la mar, que habían llegado en unos grandes y extraños barcos negros (galeones españoles) y que atacarles tanto en tierra como en mar era un asunto peligroso y casi suicida. Esta ha sido la primera y única vez que lucharon europeos contra samurais (en su mejor momento además, según la historia Bushido japonesa) saliendo los infantes de marina españoles victoriosos, siendo desde entonces conocido por los samurais japoneses como “Wo-cou” u peces-lagarto.

    INFANTES de MARINA españoles contra Samurais | Foro Naval
    Esteban y Vainilla dieron el Víctor.

  3. #3
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Recuerdo que haceunos años vi unos capítulos de un programa llamado "El guerrero más letal" en el que recreaban con tecnología combates entre guerreros que nunca se habían enfrentado e invitaban a expertos en combate para dar su parecer. Por ejemplo: Ninja contra Espartano, Samurai contra Vikingo, Monje Shaolin contra Guerrero Maorí, etc.


    En un capítulo escuché a un experto en combate samurai decir que el único que puede vencer a un samurai es otro samurai, se ve que no conocía este hecho histórico.


    Saludos

  4. #4
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Es que esto no lo conoce casi nadie. Es uno más de tantos capítulos de nuestra gloriosa historia que nunca nos enseñaron.
    Vainilla dio el Víctor.

  5. #5
    Avatar de Mexispano
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Espadas del fin del mundo


    Publicado el 27 abr. 2016


    Un cómic que narra un choque de aceros histórico entre soldados castellanos y piratas japoneses en 1582, al norte de las Islas Filipinas. Un dibujo espectacular, rigor histórico, combates navales, acción a punta de espada y un argumento que navega por el lado más oscuro de aquella batalla.






    https://www.youtube.com/watch?v=5wMbg6GJ_NM

  6. #6
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Los tercios, Batallas de Cagayán

    Vainilla dio el Víctor.

  7. #7
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Sobre los 40 españoles de Carrión contra los 1000 asiáticos de Fuza (Cagayán 1582)

    Vainilla dio el Víctor.

  8. #8
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    'Espadas del fin del mundo', acero toledano contra katanas japonesas



    • El cómic narra la batalla de Cagayán entre los españoles y los piratas japoneses, en 1582



    • Sus autores son el guionista Ángel Miranda y el dibujante Juan Aguilera



    26.05.2016 | actualización 14h30





    JESÚS JIMÉNEZ (@vinetabocadillo)



    "Todos sabemos quienes son Cristobal Colón, Juan Sebastián Elcano, Francisco Pizarro o Hernán Cortés, pero hay otros grandes exploradores españoles apenas conocidos, como Juan Pablo de Carrión, un marino que navegó por todo el planeta y fundó Nueva Segovia en las Islas Filipinas, donde, ya con 69 años, se enfrentó (con apenas siete barcos y 40 hombres) a casi un millar de piratas japoneses, en las proximidades del río Cagayán. Una gesta que Ángel Miranda y Juan Aguilera recogen en el cómic Espadas del fin del mundo, que han logrado editar mediante crowfunding.

    "Es un cómic de ambientación histórica y acción cruda -asegura Ángel-. Narra los combates de Cagayán, una espectacular escaramuza entre soldados castellanos de la época de los tercios y piratas japoneses, que tuvo lugar en 1582 al norte de las Islas Filipinas. El veterano marino Carrión y sus hombres navegan hasta la región del Cagayán para reducir a los piratas, pero para su sorpresa son enemigos mucho más temibles de lo esperado. Tendrán que hacerse fuertes en un recodo del río, atrapados, solos y en clara inferioridad numérica. Todo en contra. Carrión se verá obligado a recuperar su ferocidad y dotes de mando para sobreponerse a la situación…. Aunque quizá se le vaya de las manos".




    Juan Pablo de Carrión y su enemigo Tayzufú



    Juan Pablo de Carrión, un personaje fascinante


    "Juan Pablo de Carrión -asegura Ángel- es un personaje apasionante que aparece aquí y allá en varios puntos del siglo XVI. Dí con él a raíz de los combates de Cagayán, pero en cuanto empecé a investigar sobre su pasado descubrí se trata de un aventurero que dejó su impronta en momentos clave de la historia".

    "Nació en un pueblecito de Castilla -continúa el guionista-, pero como otros tantos hombres inquietos se echó a la mar en una época en la que el mundo aún estaba por descubrir. Acabó siendo piloto en la expedición de Villalobos, la que bautizó Filipinas, y formó parte de la preparación del Tornaviaje, la ruta para volver desde las Islas de las Especias a Nueva España (México). Sin embargo, sus enfrentamientos con otros mandos como Urdaneta le dejaron fuera. Parece ser que también fue acusado por la Inquisición… como digo, un personaje oscuro y apasionante que acaba batiéndose en duelo contra los japoneses con casi setenta años".
    Además, se desconocen las circunstancias de su muerte, lo que aumenta su aura legendaria.





    Juan Pablo de Carrión




    Los otros protagonistas, el pirata Tayzufú y Fray Cristóbal

    Los otros protagonistas del cómic son Tayzufú, el jefe de los piratas japoneses, y Fray Cristobal. "De Tayzufú no sabemos tanto -asegura Ángel-, pero fue un temido pirata en aquella época con una flota muy numerosa bajo su mando. Su poder y recursos eran tales que comenzó a establecer una colonia al norte de las Islas Filipinas, pero la batalla de Cagayán evitó que se asentara del todo".

    "Entre sus tropas -continúa el guionista- habría hombres de muy diversa índole, desde ronin hasta campesinos buscándose la vida por la espada. En el cómic hemos intentado reflejar esta situación para ayudar a explicar el resultado de la batalla. También nos hemos preocupado de dignificar a este enemigo temible, documentarnos y mostrar personajes de carne y hueso en este bando".

    "Fray Salvatierra -continúa el guionista- es un personaje que nuestro asesor histórico, Ramón Vega, ha descubierto al investigar en los documentos originales. Un dominico valiente que se aventura hasta aquellas tierras desde Nueva España y que llegaría a destacar y ocupar cargos importantes gracias a su inteligencia y rectitud. En el cómic ha supuesto un contrapunto ideal para el personaje de Carrión, ayudando a profundizar en ambos".





    Viñeta de 'Espadas del fin del mundo'




    Dibujando la historia

    Destacan los dibujos de Juan Aguilera, por la caracterización de los personajes, su minuciosa recreación de la época y la espectacularidad de las escenas de acción. Algo que ha conseguido empezando por la documentación: "Comenzamos buscando en internet -asegura el dibujante-. Cuando lo necesitaba, allí estaba Ángel que me llenaba dropbox con archivos fotográficos. Visité un museo naval, revisé libros de historia... pero de cualquier manera la información gráfica sobre Las Filipinas de finales del S.XVI era escasa y yo carecía de medios y tiempo para buscar otras fuentes".

    "Ángel -continúa el dibujante- es un experto. Después llegó Ramón Vega, historiador experto en japonismo. Qué puedo decir de él... Ojalá hubiese estado en el equipo desde el primer día. Ningún cómic, eso sí, mucho cine de Kurosawa y todo lo que pude sobre el siglo de oro o la conquista de América".

    Aguilera destaca la dificultad de plasmar las batallas entres españoles y japoneses: "Ha sido muy difícil. Creo que el resultado, por mucho que te esfuerces siempre estará lejos de lo que en realidad debieron ser. Son cosas que hay que vivir para comprender. Intenté imaginarme muchas veces en el campo de batalla, pero no es fácil desde la mesa de dibujo".

    En cuanto a cómo ha adaptado su dibujo a la historia,Juan asegura que: "He dibujado de la manera más natural posible. Sólo tuve problemas con la tinta y el color a la hora de representar elementos con los que no estaba familiarizado. Además, tengo tendencia a oscurecerlo todo. Me gustaría ser más atrevido con la gama de colores".

    Por último, Juan nos comenta sus mayores influencias: "Aprendí a dibujar copiando a Manara, Liberatore, Wrightson, Buscema, etc... Pero aún ando buscando técnicas y estilo".




    Viñetas de 'Espadas del fin del mundo'



    La historia y la leyenda

    Las historias de este tipo se prestan con mucha facilidad a confundir los hechos históricos con la leyenda, como confiesa Ángel: "Efectivamente -asegura Ángel-, un enfrentamiento entre soldados castellanos y piratas japoneses de la época se presta a la leyenda, pero en el cómic hemos intentado ser fieles a los sucesos reales a través de una buena documentación y varios asesores. ¡Lo bueno es que los sucesos reales ya son de película!"

    "Es increíble leer acerca de las increíbles aventuras que vivían en aquella época y ver cómo las cuentan, como si fuera lo más normal… Hemos utilizado detalles que narran los documentos originales, como astucias en la batalla, un intento de tregua, personajes caídos… para intentar hilarlos en una historia congruente, con ritmo y gancho. Figuras míticas como los samurái y los tercios siempre dan pie a la grandilocuencia, pero nos hemos enfocado en los hombres reales que estarían en esa batalla, muy lejos de casa, con muchas trabas por la distancia y el terreno…. con procedencia dispar en sus filas".




    Viñeta de 'Espadas del fin del mundo'



    Ángel nos situa en el escenario histórico en el que está ambientado el cómic: "Tras años de trifulcas en la zona contra naturales y portugueses la situación se acabó normalizando en las Islas Filipinas. Manila se estableció como un nexo para el comercio y la expansión en Asia. El tránsito de mercancías atrajo la atención de los piratas de la zona, que llegaron a efectuar ataques a gran escala con el anterior del pirata Limahon".

    "En ese punto -continúa el guionista- España y Portugal estaban unidas, y los segundos ya habían establecido contactos comerciales con Japón tiempo atrás, transmitiéndoles, por cierto, el arte de la fabricación de armas de fuego. Por su parte Japón había pasado un periodo de guerra civil que generó desertores y ronin, algunos de los cuales pasaron a engrosar las tropas piratas de la zona. Más tarde Japón entraría en su famosa época de aislacionismo. Por eso este enfrentamiento es tan excepcional".




    Viñeta de 'Espadas del fin del mundo'



    "El cómic puede ser una herramienta para los estudiantes"

    Ángel y juan presentaron el cómic en un escenario muy apropiado, la Universidad de Alcalá de Henares: "Fue Maravilloso -asegura Ángel-. La presentación en la Universidad y el apoyo del profesor Emilio Solá (especialista en esta época) fue fantástico. Varios alumnos se acercaron, interesados por el proyecto, y espero que podamos realizar alguna colaboración juntos en plataformas como su Archivo de la Frontera.

    "El cómic -continúa el guionista-, como el cine o la literatura, puede ser un gran vehículo para la difusión de la historia y la cultura. En este caso intentamos rescatar figuras olvidadas de nuestro pasado, con vidas apasionantes que merecen ser contadas. Hay varias formas de enfocar una “trama histórica”. Nosotros hemos intentado ser respetuosos y que la historia esté presente en todo momento, pero sin olvidar que lo que estamos contando es un guion, unos personajes, un arco argumental que debe tener garra. Hemos incidido en que se sienta real, hombres de carne y hueso, pero que no sea una “lección de historia”… sin por ello descuidarla o dejar de transmitirla".

    En cuanto a sus proyectos, Ángel asegura que: "Ahora mismo estamos todavía inmersos en Espadas del fin del mundo. Juan está dibujando recompensas para los mecenas y yo atendiéndolos junto a la gestión editorial y la logística. Pero el éxito obtenido y la ilusión con la que la gente ha apoyado el proyecto me lleva a querer embarcarme en una nueva aventura. Aún no he decidido con qué personajes. Desde luego Carrión tiene cuerda para rato y te deja con ganas de más, le he cogido mucho cariño. Pero hay tantos grandes esperando que narren sus aventuras…"

    Al dibujante tampoco le faltan proyectos: "De momento, seguir colaborando con la revista Cthulhu (Diábolo Ediciones) que es mi escuela y campo de pruebas, allí preparo una fantástica historieta con Sergi Llorens al guión. También he comenzado a trabajar en un proyecto de álbum de ficción oscura del cual no puedo dar muchos datos. Y no descarto repetir en el cómic histórico, si todo va bien".






    Viñetas de 'Espadas del fin del mundo'




    ____________________________

    Fuente:

    'Espadas del fin del mundo', acero toledano contra katanas japonesas - RTVE.es
    Última edición por Mexispano; 10/11/2016 a las 06:49
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  9. #9
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Estos últimos días he estado investigando mucho sobre esto. Lo que he llegado a saber es que en Filipinas nunca hubo tercios, así que eran soldados de infantería de marina. Que no eran samuráis, sino piratas wako y que, seguramente, no eran japoneses, sino chinos. De todas formas, como con cualquier otro hecho histórico, hay mucha exageración por las dos partes. En fin, sería interesante saber más del tema, pero veo que es algo todavía de lo que no se sabe demasiado.
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Los Combates de Cagayán, 40 españoles vencieron a 1000 samuráis



    Transcurría el año 1580 cuando Gonzalo de Ronquillo, gobernador español de las Filipinas, escribió una carta a Felipe II alertando sobre los belicosos piratas japoneses que, armados con katanas, arcabuces y cañones portugueses, atacaron la isla de Luzón y exigieron tributos a sus habitantes. Para combatir a la temible amenaza corsaria, el monarca envió a un veterano capitán de la Armada, Juan Pablo Carrión, quien a sus 69 años protagonizó una de las victorias más heroicas pero menos conocidas de los tercios españoles: los Combates de Cagayán.
    Durante el XVI la presencia de navegantes nipones y chinos en las aguas del archipiélago filipino no era nada nuevo. De hecho, antes de que la expedición de Miguel López de Legazpi en 1565 anexionara estos territorios al Imperio Español, los chinos ya habían establecido puestos comerciales en la zona y se habían convertido en una minoría de la población. Además, en 1571 los japoneses comenzaron a intercambiar plata por oro filipino en la isla de Luzón.
    Sin embargo, el 29 de noviembre del año 1574, el corsario chino Li Ma Hong al mando de 3.000 hombres atacó la joven ciudad de Manila con la intención de establecer un señorío pirata. Tras un duro enfrentamiento contra fuerzas españolas y filipinas, seguido por un asedio de más de cuatro meses en el fuerte en Pangasinán, los piratas fueron derrotados y Li Ma Hong, que presumía de ser un tigre y haber escapado de más de 100.000 soldados chinos, huyó humillado. A pesar de esta victoria, el problema de la piratería en las costas filipinas continuó.



    Pintura del siglo XVI que relata los ataques de los piratas japoneses.



    En 1580 fueron los wakō o piratas japoneses, liderados por el temido Tay Fusa, quienes llevaron a cabo un intenso saqueo y sembraron el terror en la isla filipina de Luzón, sobre todo en la provincia de Cagayán. Para poner fin a este ataque, Juan Pablo Carrión emprendió la búsqueda de Tay Fusa al mando una flotilla de siete barcos, compuesta por la galera La Capitana, el navío ligero San Yusepe y cinco bajeles pequeños de apoyo. Sin embargo, el capital español no imaginaba que el destino le llevaría a vivir, a sus casi 70 años de edad, una cruenta batalla que enfrentaría a 40 soldados españoles contra 1.000 rōnin (samuráis sin señor) y ashigaru (infanteria japonesa armada con mosquetes).
    Al llegar al cabo Bogueador los hombres de Carrión divisaron uno de los juncos japoneses que había saqueando la costa de Luzón. Aunque el buque nipón era mucho mayor que los españoles y superaban en número, La Capitana logró acortar distancias hasta interceptarlo. Prepararon los cañones de la crujía y los falconetes y los tercios se armaron para el abordaje provistos por espadas, picas, arcabuces y hachas.


    Juan Pablo Carrión.



    Las ráfagas de artillería de la galera alcanzaron el casco del junco y los soldados de Carrión saltaron a la cubierta enemiga, pero los guerreros japoneses, bien armados y entrenados en el arte de la guerra, les obligaron a replegarse. Los japoneses no solo superaban a los tercios en número sino que también contaban con arcabuces portugueses. Ante este contraataque corsario, los soldados españoles retrocedieron hacia la popa de la galera y formaron en una barrera con los piqueros delante y arcabuceros y mosqueteros detrás.
    Para defender a sus hombres, Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor y éste cayó atravesado sobre la cubierta creando una trinchera y permitiendo a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses, lo que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento, el San Yusepe disparó sus cañones contra el junco y los japoneses, batidos en retirada, saltaron al agua con la intención de llegar a nado a la costa, aunque muchos se ahogaron debido al peso de las armaduras.
    Tras esta victoria, la flotilla española avanzó por el río Tajo o río Grande de Cagayán, donde se encontró con 18 champanes japoneses. Este enfrentamiento también culminó con la victoria de los tercios, quienes lograron desembarcar a los hombres y cañones de la galera en un recodo del río y se atrincheraron próximos a las posiciones del grueso de las fuerzas enemigas en tierra.

    Saqueo de los piratas japoneses.



    Ante el ataque español, los piratas japoneses decidieron negociar una rendición, pero exigieron una indemnización en oro como compensación por abandonar el archipiélago. Carrión se negó tajantemente y Tay Fusa ordenó atacar por tierra con más de 600 piratas.
    Los tercios españoles que lideraron la defensa aguantaron dos asaltos seguidos y, para que a los japoneses les resbalen los dedos al intentar arrebatarles las picas durante la lucha, Carrión ordenó untar los mástiles de éstas con sebo. El tercer ataque se desarrolló con los españoles casi desprovistos de pólvora, pero lograron resistir con coraje y derrotar a los guerreros nipones.
    Cuenta un antiguo relato tradicional japonés que sus valientes guerreros fueron derrotados por los wo-cou, unos demonios mitad pez mitad lagarto que atacaban tanto en mar como por tierra. Con este relato fantástico, que resaltaba una ferocidad en el combate inhumana, la tierra del sol naciente otorgó a los hombres de Juan Pablo Carrión una fama legendaria.

    Fuente:
    La Europa Ancestral - Historia de España y de Occidente: Los Combates de Cagayán, 40 españoles vencieron a 1000 samuráis
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  11. #11
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Pues yo, pese a que pueda o no demostrarse exageración en cifras (de ambos contendientes, que no se porque tendría que ser solo la española). Y teniendo en cuenta que por esas fechas la hechura de los tercios estaban bien madurada; y que antes ( Incluso de los mismos tercios), la soldadesca de nuestra penisula tuvo muchísimos momentos bélicos en inferioridad numérica Y venció; pues no tengo por de más ni de menos que creerme Cargayán.

    Sin menospreciar a ningún soldado, el español fue una roca que resiste, encontraba la paciencia y la energía hasta en lo inaguantable.....Hasta que pudiese derrotar. Y hasta en sus derrotas fueron épicos. Nunca ha conocido un ejército a soldado como el Tercio Español. Ni creo que tantos que lucharon con ellos de otras nacionalidades hubiesen sentido y aprendido tanto como con nuestra soldadesca.

    Que son la herencia ancestral de civilizaciones guerreras, y la hechura propia inquebrantable con fidelidad absoluta a su fe y su corona, que antaño era el dirigente de su patria. Aún con intereses de nobles, palaciegos, ect.


    Tándem Aquila Vincit
    ———————————



    Salve, llena de gracia; el Señor es contigo..
    Bendita tú eres entre todas las mujeres que fueron, son y serán; Reina Virginal, Madre Santísima, Virgen Pura..El Espíritu Santo vendra sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

    Y el Oriente, Luz Verdadera vino al mundo e ilumina a todo hombre y toda mujer como Sol de justicia.

    TÚ DIOS mío solo ayúdanos, que nosotros haremos para Su camino.

  12. #12
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    El sangriento día que España se enfrentó al imperio del Sol Naciente


    En 1582 tuvieron lugar una serie de batallas entre la Armada Española de Filipinas, al mando del capitán Juan Pablo de Carrión, y piratas japoneses liderados por Tay Fusa: Los combates de Cagayán




    Españoles y samuráis se enfrentaron en una dura batalla cerca de Cagayán, río que da nombre a una región en las costas de Luzón. (Grabado japonés 1857)

    ÁLVARO VAN DEN BRULE


    El norte del archipiélago filipino en el siglo XVI, era una extensión de los dominios del infierno. Como bandadas de carroñeros con carta blanca, flotas de piratas chinos y japoneses, asolaban las costas de este archipiélago descubierto para España por Magallanes en los albores del siglo XVI.

    Desde las islas meridionales del Mar de la China, Hainan y la actual Taiwán, o desde la sureña isla japonesa de Okinawa, hordas de estos aguerridos oportunistas abonados a la violencia más extrema, tan habitantes del mar como una formación de coral o un pez abisal, caían sobre las norteñas regiones de este archipiélago con una cadencia regular y predecible, salvo en la temporada de tifones, en la que afortunadamente para los locales rebanaban cuellos en otras latitudes. Las cabañas avícola y porcina locales se volatilizaban, al igual que los lugareños, que si no conseguían esconderse a tiempo en la frondosa selva local, era vendidos como esclavos en la multitud de mercados dispuestos a tal efecto a lo largo de la costa oeste del Asia meridional. Nada ni nadie, podía con estos pueblos del mar, que literalmente vivían en sampanes y juncos, impregnados en sal y tiznados por un sol implacable.


    Cuadro en el Museo de Bellas Artes de Bilbao del marino español Juan Pablo Carrión. (Wikipedia)


    Los llamados “wako” eran una amalgama de delincuentes y exiliados japoneses, que por esas extrañas alianzas del azar habían formado una join venturecon chinos y coreanos y todos juntos y en unión, se habían aliado para “afanar” todo lo que estuviera a su alcance. Pobremente equipados y con embarcaciones inapropiadas para largas singladuras, no suponían problema alguno para una fuerza organizada, y eran presa fácil para los barcos europeos artillados. Ahora bien, otra cosa era cuando había que enfrentarlos en tierra.
    Quiso el destino, que por aquellas procelosas aguas de la isla de Luzón, la más norteña y expuesta a los ataques de estos granujas, apareciera una flota de navíos españoles. Era el año 1580 (año de la unión de España y Portugal bajo el mandato de Felipe II) cuando el gobernador español en Filipinas, Gonzalo de Ronquillo, tuvo noticias de que un fuerte contingente de piratas japoneses estaban saqueando a los indígenas que estaban bajo la protección administrativa española en el Cagayan, un balcón marítimo de la provincia de Luzón.


    Nada ni nadie podía con estos pueblos del mar que, literalmente, vivían en sampanes y juncos, impregnados en sal y tiznados por un sol implacable

    En aquel entonces, no más de quinientos españoles conformaban toda la tropa de la que el imperio se servía para el control del archipiélago filipino, si bien hay que considerar el apoyo de los aliados a veces, enemigos otras, indígenas Tagalos; que según les diera el aire ora confraternizaban, ora te hacían una avería importante. Ronquillo tuvo que echar mano de lo más granado que tenía, un contingente expedicionario de no más de cincuenta infantes de marina de los Tercios de la Armada española. Apercibidos estos, fueron enviados sin más dilación al encuentro de estos molestos y crueles piratas, que para sorpresa de los peninsulares, no eran ni más ni menos que los temibles samuráis conocidos como Ronin, o lo que es lo mismo, samuráis sin señor. Entre ellos, también había algunos Ashigaru, samuráis venidos de las clases “no-nobles” o exilados de las cruentas guerras intestinas a las que estaban tan acostumbrados en su Japón natal.

    Tras avistar una gran embarcación japonesa que había masacrado a la población local, constituida básicamente por pescadores, el capitán Carrión, que era el oficial que estaba al frente de esta expedición, trabó combate cerca del cabo Bogador. Destacada la Capitana, acortó distancias para interceptarla. La diferencia entre ambos bandos era más que notable. La desproporción numérica perjudicaba seriamente a los españoles que en una relación de uno contra diez tendrían como único argumento su superior tecnología armamentística. Pero esta no parecía ser suficiente.




    Los guerreros samuráis superaban en número a los españoles

    Se armaron los cañones de la crujía y los falconetes en cubierta. Tras una breve oración los hombres se cubrieron con todo el metal a su alcance. Abordado el junco, le fueron lanzadas unas ráfagas de metralla que destrozaron el casco por la amura de babor y dejaron la cubierta como una alfombra o, dicho con más propiedad, como una pista de patinaje habida cuenta de los estragos causados por la artillería española antes del abordaje. Dado que el bordo de la nave española era más alto que la de los piratas, el asalto se antojaba fácil en principio. Pero a pesar de la masacre inicial, los nipones no estaban derrotados ni mucho menos.
    Probablemente, por primera vez en la historia, dos escuelas de esgrima antagónicas se enfrentaron a muerte en la cubierta de aquella embarcación mientras ambos barcos, iban a la deriva empujados por una suave brisa en medio de un griterío infernal. La técnica de las dos espadas toledanas que introdujeron los tercios en sus batallas europeas se mostraba más eficaz que la ágil katana, pues su acero era infinitamente inferior en calidad. También había que considerar la enorme protección brindada por el exoesqueleto metálico de los peninsulares frente a la muy ligera dada por los petos –más ornamentales que otra cosa– de los japoneses.
    En una relación de uno contra diez, los españoles tendría como único argumento: su superior tecnología armamentística.

    Tras ventilar esta primera escaramuza no sin dificultades, a pesar de la escabechina infligida a los orientales, Carrión continuó remontando el río Grande de Cagayán dándose de bruces con una veintena de sampanes a los que pillaron in fraganti con las manos en la masa. Estaban saqueando a destajo una pequeña ciudad y causando una matanza gratuita ante gentes indefensas del todo. Abriéndose paso con las culebrinas y arcabuces, tras un combate muy trabado, habían facilitado el tránsito a mejor vida a más de doscientos japoneses.

    Tras esta segunda somanta, los piratas de Okinawa reflexionando sobre los escarmientos recibidos y al parecer no satisfechos con los correctivos aplicados anteriormente, decidieron plantar cara de nuevo –sería la última vez–, en la larga playa de Birakaya a los cuarenta infantes restantes del Tercio del Mar.

    Difícilmente se puede analizar esta sucesión de escaramuzas a las que se enfrentaban con regularidad los tercios en Filipinas y calificarlos de batalla o batallas, pero si se pueden englobar por su clara localización y por su acción sostenida en el distrito de Cagayan en un frente como tal. Lo cierto, es que erosionaban constantemente a las guarniciones locales, mermándolas por goteo.

    Aun hoy, sin determinar con exactitud, se cree que Carrión y sus hombres se enzarzaron en esta cristalina playa desde el alba temprana hasta transcurridas cerca de cuatro horas de combate de una intensidad extraordinaria. Esta escaramuza en particular fue especialmente cruenta por lo desequilibrado y descompensado en el número de combatientes. Cerca de seiscientos nipones se abalanzaron como una horda hacia la posición española sin poder penetrar el cerrado grupo de alabarderos. Mientras estos contenían a los enfurecidos orientales, los arcabuceros disparaban sin compasión con una cadencia letal. Finalmente, el inevitable cuerpo a cuerpo llegaría y la esgrima occidental se impondría. La matanza posterior fue antológica.
    Habían facilitado el tránsito a mejor vida a más de doscientos japoneses.

    Tras esta confrontación, la cabal idea de darse a la fuga se impuso entre los atizados samuráis, que desordenadamente se volvieron hacia el mar abierto sin mirar atrás, pues el pavor infundido por los Wo–cou o peces lagarto (pues así llamaban a los españoles), creó precedente entre sus pares, que no volverían a pisar las Filipinas para los restos hasta la Segunda Guerra Mundial. Los indígenas locales, los Tagalos, respirarían aliviados. El halo de invencibilidad de los samuráis, había quedado en entredicho.

    Estas escaramuzas a día de hoy son el único testimonio debidamente documentado de un enfrentamiento armado entre europeos y samuráis, aunque a veces cierto tipo de cine nos haga creer lo contrario.

    España mantuvo las Filipinas hasta el cese de hostilidades con los EEUU, allá por 1898, en la que el episodio de la heroica resistencia de Baler, acaparó la atención de la prensa internacional durante cerca de un año. A nivel local, el eco de los también llamados “últimos de Filipinas”, serviría para poner sordina a la muy evitable pérdida de vidas humanas españolas y a la posterior sangría económica, de la tristemente recordada como Guerra de Cuba.

    España, suma y sigue.


    https://www.elconfidencial.com/alma-...espana_727782/

  13. #13
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Cagayán: picas contra katanas





    Entre los lances a los que se enfrentaron a algunos soldados de los Tercios, existe uno que es poco conocido y que tuvo lugar en Asia, en Filipinas en concreto. Se comenta que los soldados españoles se enfrentaron a los samuráis… Os contamos esta apasionante historia ocurrida en la desembocadura del río Cagayán.



    Los wokou eran piratas malasios, coreanos y japoneses. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”

    En primer lugar, hay que dejar claro que los samuráis no se enfrentaron nunca a guerreros occidentales antes de los choques con portugueses y españoles. Tal vez la fama que tienen los guerreros japonesesesté hinchada por las películas, las leyendas y un código disciplinado de conducta, lo que nos ha hecho creer que estos guerreros eran casi invencibles. Sin embargo, no hay ejemplos de combates y batallas que nos hablen de la superioridad de los samuráis frente a guerreros de otras culturas. Éstos lucharon contra otros samuráis o contra facciones japonesas contrarias a ellos, pero nunca en guerras o contra soldados de otras culturas.

    También hay que dejar claro que la palabra “Tercios” corresponde a una estructura organizativa. El tipo de guerrero es el de “soldado español” y puede estar encuadrado en tercios, en barcos o en pequeñas compañías. Además, algunos de los hombres que combatieron en Cagayán habían sido reclutados en las Indias y habían estado previamente en algún tercio en Europa, pero aunque no lo estuvieran no dejaban de ser soldados españoles, formados en la misma doctrina que los tercios y con los mismos códigos de honor.

    No solo los españoles se dieron cuenta de las riquezas que se encontraban allí, sino que también eran codiciadas por un tipo de piratas japoneses llamados wokou. Algunos de estos japoneses seguramente fueran samuráis caídos en desgracia, conocidos como ronin.

    Habiendo dejado claro esto podemos entrar en nuestra historia. Los españoles de antaño llegaron hasta Asia y allí también tomaron posesión de algunas tierras. Las islas de Filipinas eran territorio español y tomaron este nombre por el monarca reinante en aquella época: Felipe II. Durante el reinado de éste, la Monarquía Hispánica alcanzó su mayor expansión y era la primera potencia mundial de la época. No solo los españoles se dieron cuenta de las riquezas que se encontraban allí, sino que también eran codiciadas por un tipo de piratas japoneses llamados wokou. Algunos de estos japoneses seguramente fueran samuráis caídos en desgracia, conocidos como ronin. Éstos acosaban a los barcos y posiciones de los europeos en la zona. Contra los primeros que combatieron fueron contra los portugueses en 1565, en estos encuentros conocieron las armas de fuego y las incorporaron a su arsenal junto a katanas y armaduras. En 1582, Felipe II, enterado de los constantes ataques que llevaban a cabo estos villanos, envió una expedición al mando de un capitán español veterano y conocedor de aquellas tierras, Juan Pablo de Carrión, para hacer lo que los españoles solían hacer contra los piratas: combatirlos sin cuartel.

    Combates


    Para llevar a cabo su misión, Carrión alistó a cuarenta buenos soldados y preparó una flota de siete barcos de guerra. No se conocía el número exacto de piratas, lo único que se sabía es que estaban liderados por un tal Tay-Fusa. Tay-Fusa era un señor. Tay Fusa” se trata probablemente de la transliteración de “Taifu-sama”, siendo taifu (大夫, pronunciada dàfū en chino) una palabra usada para referirse a los comandantes o señores feudales. Tay-Fusa se había erigido como reyezuelo de la colonia pirata en Luzón. Entre los piratas que le acompañaban y servían predominaban los japoneses, pero también había gentes de malasia o corea.


    Los sampanes japoneses eran barcos fabricados con madera de junco. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”.

    Durante la expedición, la flotilla española se encontró un gran sampán (barco japonés hecho con juncos) pasando el cabo del Bogueador. Había llegado recientemente a la costa y sus marineros estaban abusando de la población nativa. Carrión se adelantó con la nave capitana y, aunque superado en número por los piratas japoneses, abordó el navío. Sin embargo, la férrea defensa de su tripulación, que parece que no iba mal equipada, obligó a los españoles a retroceder. La batalla continuó en el barco de los españoles que improvisaron un parapeto con piqueros, arcabuceros y mosqueteros. Además Carrión cortó con su espada la driza del palo mayor y éste cayó atravesado sobre la cubierta creando, así, una trinchera improvisada y permitiendo a los mosqueteros y arcabuceros disparar contra los japoneses de manera más efectiva, hecho que provocó numerosas bajas enemigas. En ese momento llegó el San Yusepe y disparó sus cañones contra los japoneses, que se retiraron a la desesperada. Éstos abandonaron las naves y se alejaron nadando ahogándose algunos de ellos debido al peso de sus armaduras.

    Este hecho manifiesta que los piratas sabían de la superioridad estratégica de los españoles y su peor organización, pese a que se enfrentaban casi mil wokou contra cuarenta españoles.

    La flotilla continuó por el río Cagayán y se encontró en la desembocadura una flota de dieciocho barcos y un pequeño fuerte pirata erigido en tierra. Los navíos españoles se abrieron paso a cañonazos y los soldados consiguieron desembarcar en la orilla con las piezas de artillería con las que comenzaron a batir las fortificaciones. Los wokou decidieron negociar una rendición y Carrión les ordenó abandonar Luzón. Pero los piratas pidieron oro en compensación por las pérdidas que ocasionaba abandonar el lugar, lo que fue totalmente negado por Carrión. Este hecho manifiesta que los piratas sabían de la superioridad estratégica de los españoles y su peor organización, pese a que se enfrentaban casi mil wokou contra cuarenta españoles. Ante la negativa de Carrión, los wokou decidieron atacar por tierra con una fuerza de seiscientos soldados.


    Escena de uno de los combates. Imagen del cómic “Espadas del fin del mundo”

    Las trincheras españolas soportaron el primer y segundo asalto. En el primero, los piratas capturaron algunas picas. Los españoles, para que no volviera a ocurrir, engrasaron las picas que les quedaban para que los japoneses resbalaran al intentar agarrarlas. Los hombres de Carrión se estaban quedando sin pólvora y el tercer asalto casi rompe sus defensas. Sin embargo, las numerosas bajas causadas a los piratas disminuyeron la ferocidad de los asaltos y los españoles se lanzaron al ataque de los wokous restantes. Los villanos fueron derrotados y los soldados de Carrión se apoderaron de las armas que quedaron en el campo de batalla, que incluían katanas y armaduras, y las guardaron como trofeos.

    Con la región pacificada y la llegada de refuerzos, Carrión fundó la ciudad de Nueva Segovia (actual Lal-lo). La actividad pirata fue escasa después de estos combates. Sin embargo, dada la ferocidad que habían demostrado los piratas, el virrey español solicitó más tropas.

    No se puede negar la ferocidad y el espíritu de lucha de pueblos asiáticos como el de Japón, que no solo demostró en esta ocasión su gran valía en el combate, sino que lo hicieron también mucho después cuando lucharon contra EEUU por el control del Pacífico. Sin embargo, en ambas ocasiones la estrategia occidental, más acostumbrada tal vez a las guerras abiertas, acabaron con la derrota de los orientales.

    Quedan hoy para el recuerdo las hazañas de aquel puñado de hombres que se enfrentarían con valor a un número superior de enemigos, tal y como hicieron sus descendientes, los últimos que defendieron el suelo español en aquellas islas.

    por Alberto Vidal Guerrero


    Fuente: Academia Play



    https://somatemps.me/2019/11/27/hisp...ontra-katanas/

  14. #14
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    ¿Sabías que en el siglo XVI soldados españoles (sobre todo novohispanos) se liaron a leches contra un nutrido grupo de piratas japoneses en Filipinas? Conoce la historia del hombre que comandaba a los hispanos, un auténtico Thomas Highway del renacimiento: Don Juan Pablo de Carrión.

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  15. #15
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    JAPONESES EN LOS EJÉRCITOS DEL REY ESPAÑA




    Armadura japonesa tipo Do-Maru




    «Ya cuando se produce en Filipinas el levantamiento los sangleys - denominación española a los chinos que se dedicaban al comercio en esa zona - los soldados japoneses engrosaron las filas españolas.


    En un documento del Archivo General de Indias con la signatura Filipinas, Leg.35, N.68 de Manila de 18 de diciembre de 1603, incluido en la tesis doctoral de Ainhoa Reyes Manzano titulada: "La Cruz y la Catana: Relaciones entre España y Japón (siglos XVI y XVII) afirma lo que sigue (p. 266):


    "...Don Pedro, biendoles allí que era sitio fuerte por ser de piedra y que la gente de la ciudad con el mal suceso de don Luis estava afligida, quiso animarles; y ansi ordenó al capitán Juan Xuarez Gallinato, soldado muy antiguo y de gobierno, a quien Don Pedro estime por su talento, que saliese fuera con ciento y cincuenta españoles arcabuzeros y pica y hasta QUATROCIENTOS JAPONES y algunos naturales, y que procurase travar con ellos una buena escaramuza".


    Más adelante en el documento aún queda más clara la participación "Japo":


    "La escaramuza se engrosó por el río y por algunas troneras salieron con orden del alférez Juan de Guerra de cervantes que los del capitán Azqueta que tenía aquel puesto en la compañía a su cargo, SOLDADOS JAPONES y naturales..."


    En el "Catálogo de los Documentos relativos a las Islas Filipina existentes en el Archivo de Indias de Sevilla por D. Francisco Navas del Valle (1608-1618). Tomo VI" se encuentra en la biblioteca digital hispánica, aparece en su página 173 lo que sigue: "Título de Coronel del tercio de infantería de la nación JAPONA, que iba a la jornada del estrecho de Singapura, par a el Capitán Francisco Moreno Donoso, dado por el Gobernador Don Juan de SILVA". 24 de diciembre 1615».


    _Tomas San Clemente



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  16. #16
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    PIRATAS EN FILIPINAS. LOS COMBATES DE CAGAYÁN


    Ricardo Aller Hernández 18/08/2020



    Esta podría ser la típica historia de unos pocos españoles enfrentándose contra unos piratas, solo una más, pero esta es diferente porque tiene todos los ingredientes para que un avispado productor de cine la convirtiera en una película de éxito: lugar remoto como las Filipinas, un enemigo exótico, los wako japoneses, y como personaje principal, un hombre envejecido por el tiempo, el mar y la guerra: Juan Pablo de Carrión.

    ANTECEDENTES

    En 1575, Juan Pacheco de Maldonado era más explícito al señalar que los japoneses llegaban cada año a Luzón para intercambiar plata por oro, siendo tres sus principales destinos Cagayán, Lingayen (en Pangasinan) y Manila. Las noticias que llegaron poco después, en 1580 y 1581, señalaban que los japoneses estaban haciendo algún daño a los nativos, y ya, en 1582, se habla claramente del pirata Tayfuzu que se aprestaba para ir a Cagayán con 10 navíos. (La colonia de japoneses en Manila, José Eugenio Borao).


    Palacio del Gobernador. Manila, 16 de junio de 1582

    —¿Me habéis mandado llamar, señor?

    La pregunta del capitán Juan Pablo de Carrión resonó desde la puerta que daba acceso al despacho del gobernador Gonzalo Ronquillo, cuyo rostro permanecía en la penumbra.

    —¡Ah, Carrión, al fin! Pasad, pasad.

    Mientras el capitán entraba, levantose con dificultad el gobernador. Los problemas acontecidos durante los últimos meses en la Capitanía General le habían dejado un aspecto mortecino que exageraba aún más su sobria indumentaria, pues siempre iba vestido a la española, con traje negro, gola y una ostentosa cadena de oro que desprendía destellos cada vez que un retazo de sol se colaba por la ventana.

    —Más piratas, capitán —dijo Ronquillo—. Mis informadores me han anunciado que el japón Tayfazu y sus hordas se dirigen a Luzón con una decena de navíos.

    Carrión asintió, pensativo. El problema de la piratería en las Filipinas comenzó en el año 74, cuando el corsario chino Li Ma Hong atacó Manila. Tras una dura batalla en el fuerte de Panganisán, los españoles lograron derrotar a Hong, pero aquello dejó al descubierto la escasez de hombres y medios de los conquistadores, debilidad manifiesta que hizo que las aguas del Pacífico se atestaran de piratas que no dudaban en aprovechar las débiles defensas de las villas costeras más desprotegidas para realizar violentas actuaciones de pillaje, una práctica que a lo largo de los dos últimos años había ido en aumento, sobre todo desde que un grupo de ronin, liderados por el temido Tayfuzu, comenzaron a saquear Luzón y la provincia de Cagayán.

    —Después de ver cómo lucharon contra nosotros en el mar de la China Meridional no puedo decir que me sorprenda —dijo el militar con la seguridad de quien sabía de lo que hablaba. Él mismo había dirigido unas semanas atrás el combate entre su flotilla y un junco pirata que se dirigía a Luzón, y que concluyó con victoria hispana gracias a la superioridad técnica de sus embarcaciones —. El pirata japón es gente belicosa, solo basta con verlos ataviados con esos extraños trajes de hierro y su destreza para manejar artillería y arcabucería.

    —El caso es que ahora mismo son el principal problema de las Filipinas y hemos de atajarlo, así que preciso de vuestra implicación una vez más.

    Con el cuajo que le daba haber recibido en la vida más noticias malas que buenas, Carrión apenas parpadeó un par de veces antes de responder.

    —Si me permitís, gobernador —dijo en tono neutro—. Nadie puede dudar de mi dedicación para con la corona, pero un viejo de casi setenta años quizás no sea el mejor capitán para una travesía en la que se adivina oleaje de balas y ruido de aceros.

    Saltó del ventanal como un resorte Ronquillo y se quedó mirándolo con recelo.

    —Me sorprendéis, Carrión —respondió, al cabo. En su semblante se adivinaba una sonrisa lobuna que no gustó nada al capitán—. Siempre pensé que un hombre como vos era de los que prefería morir en el campo de batalla al tener por cierto que de esa manera su honor se mantendría intacto.

    Aunque con esfuerzo, el palentino aguantó la insidia con soltura, dando un paso hacia la mesa que le dejó medio rostro bajo el color cetrino de las palmatorias.

    —No quisiera que confundierais el consejo al que me inclina la razón con algo que no es, don Gonzalo.

    —Las razones no se las he pedido —sentenció el gobernador, amoscado—. De aquí a una semana dispondréis de una flotilla de siete barcos, con la Capitanade buque insignia, y 40 hombres, que no son muchos, pero es lo que tengo. Deberéis ir a Cagayán y acabar con los saqueos, cueste lo que cueste.

    Y sin mediar más palabra, Ronquillo se sentó a escribir una carta al rey Felipe para informarle acerca de la crítica situación de las Filipinas. Frente a él, Juan Pablo de Carrión se mantenía firme, pero el gobernador parecía haberse olvidado de él, así que, tras un tiempo prudencial, hizo un ademán con la cabeza y abandonó el despacho rumiando la idea de que si sus 69 años le permitían vencer a un demonio pirata, la próxima vez que abandonara aquella estancia lo haría igual que hoy, pero con dos cambios es su persona: recién cumplidos los setenta y con una bala menos en su pistola.

    EL PERSONAJE: JUAN PABLO DE CARRIÓN

    Juan Pablo de Carrión fue alumbrado en Carrión de los Condes (Palencia) en el año1513. El grueso de su vida militar transcurrió en gran medida en el Pacífico, en una época en la que los dominios españoles se extendían al norte de dicho océano hasta Alaska, mientras que al oeste incluían Las Filipinas y una multitud de islas, cuando la unión con Portugal hizo del Pacifico un lago hispano.

    En 1543, Carrión participó en la expedición de Ruy López de Villalobos a las Filipinas desde del puerto de Barra de Navidad, en Nueva España––hoy México––, con una flota de 6 navíos y una tripulación de unos 400 hombres. En aquella expedición se descubrieron varios archipiélagos, entre ellos las Islas Carolinas, propiedad de España hasta su venta a Alemania en 1899. Más tarde alcanzaron unas islas ya descubiertas por Magallanes, las denominadas Islas de Poniente o archipiélago de San Lázaro, pero que los españoles rebautizaron como Filipinas en honor al príncipe Felipe, futuro Felipe II.

    La expedición siguió navegando y, de paso, comerciando con los indígenas, algo que disgustó a los portugueses, tanto que, al poco, Villalobos recibió una carta del gobernador de las Molucas exigiendo una explicación de la presencia de la flota en territorio portugués, a la que este respondió que no entendía la ofensa, pues se encontraba en territorio de la Corona de Castilla.

    Pero en aquellas tierras Portugal no era el principal problema. Expulsados por los nativos hostiles, el hambre y un naufragio, Villalobos se vio obligado a abandonar y dirigirse a las Molucas, donde murió prisionero de los portugueses. Entre los 117 supervivientes se encontraba Juan Pablo de Carrión, quien regresó a España, donde se convirtió en tesorero del arzobispo de Toledo Juan Martínez Silíceo hasta 1560, aproximadamente, cuando partió a Nueva España. Allí fue comisionado en el astillero de Puerto Navidad, colaborando con la mítica expedición de Andrés de Urdaneta con el galeón San Pedro y el tornaviaje desde Filipinas.

    Establecido en Colima, se casó por segunda vez, por lo que fue acusado de bigamia y de judaizante, motivo por el que le fueron embargados todos sus bienes y tuvo que volver a España para defenderse. Tras este contratiempo, en 1577 se dirigió a Filipinas como General de Armada.

    Llegó así el año 1582. Carrión tenía 69 años y estaba a punto de enfrentarse a un enemigo muy diferente contra el que había peleado: los wako.

    ¿QUIÉNES ERAN LOS WAKO?

    Eran piratas de origen principalmente japonés (aunque en las tripulaciones se mezclaba gente de todas partes) que asolaron las costas de China desde tiempos medievales hasta bien entrado el s. XVI. La palabra es de origen chino y viene a significar “bandidos del país de Wa”, que es el nombre que se da a Japón en chino clásico. La mayor parte venían de Kyushu y las islas del sur del archipiélago nipón, pero con el tiempo el término pasó a definir a todos los filibusteros que operaban en la zona, con independencia de su país de procedencia. En sus tripulaciones había de todo, como en botica: ronin, mercaderes, contrabandistas, forajidos… Si bien la frontera entre piratería y comercio era más bien difusa en aquella época, las actividades de los wako eran un quebradero de cabeza constante para los chinos, y fuente de no pocos problemas diplomáticos con Japón (web Historias de samuráis)

    TRES BATALLAS

    Junio de 1582. La flota española, escasa pero valiente––la galera Capitana, el navío ligero San Yusepe y cinco bajeles pequeños––, zarpó de Manila y fue bordeando la isla de Luzón hacia la provincia de Cagayán , situada en el extremo norte, donde se enfrentaría a los piratas hasta en tres ocasiones, siendo solamente uno o dos los combates directos contra las tropas del temido Tayfuzu, también referido como Tayfusu o Tayfuzu ( «Tay Fusa» se trata probablemente de la transliteración del término japonés «Taifu-sama», siendo taifu ––, 大夫, pronunciada dàfū en chino––, una palabra usada para referirse a los comandantes o señores feudales)

    La primera contienda se produjo en el mar de la China Meridional, cuando la galera de Carrión avistó un champán que fue cañoneado hasta obligarlo a retirarse. El segundo envite naval se produciría poco tiempo después, donde los españoles abordaron al enemigo con momentos de combate cerrado en cubierta muy duros.


    Los japoneses son la gente más belicosa que hay por aquí. Traen artillería y mucha arcabucería y piquería. Usan armas defensivas de hierro para el cuerpo. Todo lo cual lo tienen por industria de portugueses, que se lo han mostrado para daño de sus ánimas.


    Para fortuna de Carrión, o acaso estaba todo bien previsto, cuando más crudo era el fuego apareció el San Yusepe a socorrerlos y a base de buena artillería y sendos cañonazos acabaron batiendo al enemigo.
    La respuesta pirata llegó a través del cabecilla Tayfuzu a mediados de junio, que reunió una fuerza de 18 champanes––entre 600 y 1000 hombres–– y navegó rumbo al archipiélago filipino. Cuando Carrión se enteró, se dispuso para la batalla internándose en el río Tajo con una flota compuesta por cinco bajeles pequeños de apoyo, un navío ligero (el San Yusepe) y una galera (la Capitana), con sus respectivas tripulaciones.
    Vista su debilidad en mar abierto, los piratas decidieron trasladar el combate al río Tajo, o Río Grande de Cagayán, un torrente sinuoso e imprevisible, tanto en anchura como en profundidad, donde los piratas habían construido fortificaciones en su desembocadura. Consciente de las pretensiones japonesas, Carrión, un militar tan bravo como inteligente y experimentado, se las ingenió para alejar al enemigo de sus posiciones, ganando para sí la parte más importante de cualquier batalla: el escenario.

    El envite fue como correspondía: fiero, sin cuartel, con mucho hierro fundido de Vizcaya silbando sobre sus cabezas y con el resultado favorable, de nuevo, para los españoles: 200 piratas muertos o heridos en el intercambio. Pero el Japón, aparte de ser mayor en número, era un enemigo obstinado: las circunstancias obligaron a Carrión y los suyos a desembarcar en un recodo del río para tomar posiciones cerca del grueso de las fuerzas enemigas, así que construyeron una trinchera y colocaron en ellas los cañones de la galera, con los que continuaron haciendo fuego.

    Fue entonces, medio del fuego y las balas, cuando ambos cruzaron sus miradas por primera vez. Duró el contacto visual tan solo unos segundos, tiempo suficiente para que los dos descifraran lo que se ocultaban cada uno tras la fachada de sus rostros imperturbables. Con el eco de los arcabuzazos españoles que estaban terminando con la resistencia de la última embarcación que los separaba de alcanzar tierra firme, Juan Pablo Carrión amagó una sonrisa y, sin dejar de mirar al japón, que seguía apostado junto al timón sin que pareciera importarle la lluvia de plomo que volaba a diestra y siniestra, hizo una pequeña reverencia en señal de saludo, acto que de inmediato fue devuelto por el célebre Tayfazu.

    Viéndose superados estratégicamente, los woku decidieron negociar una rendición, pero Carrión se negó y les ordenó marcharse de Luzón. Los piratas exigieron entonces una indemnización en oro por las pérdidas que sufrirían si se marchaban, a lo que siguió una nueva y rotunda negativa por parte española. Rotas las negociaciones, los japoneses decidieron atacar las posiciones terrestres españolas, seguros de su enorme superioridad numérica frente a los pocos defensores del Aspa de Borgoña––recordemos, 40 hombres, quizás 60, las cifras varían––, pero, para su desesperación, la trinchera aguantó sus dos primeros asaltos.

    A falta de recursos, Carrión tiró de ingenio: tradicionalmente los wako empleaban la táctica de asir las astas de las picas para abrirse camino o hacerse con ellas, así que el palentino ordenó a piqueros y alabarderos que cuando se les indicara debían simular huir aterrorizados, dejando las picas abandonadas, aunque antes debían untar sebo en la madera a fin de que resbalaran y fueran más difíciles de agarrar. Así, llegado el momento, a una orden de su capitán, en medio del fuego cruzado los españoles pusieron tierra de por medio en una actuación espléndida, pues los piratas, tal y como había previsto nuestro personaje, cayeron por completo en la trampa: cuando trataron de hacerse con las picas, se sorprendieron al ver cómo se les escapaban de las manos, quedando desarmados y a descubierto. Arreció en ese momento la mosquetería española, sembrando de cadáveres la ribera del río.

    A estos asaltos, todos frustrados, les seguiría un último intento pirata, completamente desesperado y con las reservas de pólvora de ambos bandos prácticamente agotadas. Sería aquel una lucha cuerpo a cuerpo en las mismas fortificaciones ––toledanas contra catanas, morriones contra kabutos––, pero el resultado volvió a ser la victoria española. Aunque los españoles habían perdido ya al menos 10 soldados, las bajas japonesas a estas alturas eran mucho mayores, por lo que estos terminaron por desistir y retirarse. No contentos con la victoria, los españoles salieron en su persecución, abatiendo a otros muchos piratas, aunque otros tantos consiguieron salvarse gracias a que el menor peso de sus armaduras les permitía correr más rápido. Los españoles se hicieron con las curiosas armas que habían quedado sobre el campo de batalla como trofeo, de ahí que se diga, quizás erróneamente, que aquel fue el primer combate entre españoles y samuráis, cuando lo que realmente sucedió fueron varias trifulcas entre españoles y piratas japoneses.

    MÁS ALLÁ DE LOS PIRATAS

    Pacificada la región, y ya con refuerzos, Carrión fundó en la zona la ciudad de Nueva Segovia, hoy Lal-lo. Pese a ello, persistió la presencia de actividad pirata, aunque ya de manera residual y comercial, sobre todo en la bahía de Lingayén y fundamentalmente en el comercio de piel de ciervo. Pese al establecimiento de unas relaciones comerciales pacíficas con Japón en 1590, el por entonces kampaku Toyotomi Hideyoshi demandó en numerosas ocasiones que las Filipinas se rindiesen a la soberanía de los japoneses, pero sin éxito. Y si posteriormente no se produjo ningún intento bélico de anexión, seguro que fue por la sombra alargada que dejaron en aquellas tierras hombres como Juan de Carrión.

    Ricardo Aller Hernández


    BIBLIOGRAFÍA

    • Aller Hernández, Ricardo (2016): Una carga tan pesada como honrosa (2016)
    • https://historiasamurai.com
    • Borao, J. E. (2005); La colonia de japoneses en Manila en el marco de las relaciones de Filipinas y Japón en los siglos XVI y XVII
    • Sola, E. (1999); Historia de un desencuentro: España y Japón, 1580-1614




    https://espanaenlahistoria.org/episo...es-de-cagayan/
    Última edición por Hyeronimus; 22/08/2020 a las 17:48

  17. #17
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

    Mito y realidad de los combates de Cagayán por Carlos Canales

    Los combates de Cagayán fueron una serie de enfrentamientos militares que tuvieron lugar en 1582 entre la Armada Española de Filipinas al mando del capitán Juan Pablo de Carrión y piratas chinos y japoneses liderados, según los registros en español, por un tal Tay Fusa. Las batallas tuvieron lugar en las proximidades del río Cagayán como respuesta a los saqueos japoneses de las costas de Luzón y se saldaron con victoria española.

    El suceso tuvo la particularidad de enfrentar a arcabuceros, piqueros y rodeleros castellanos contra un contingente nutrido por piratas japoneses. Contrariamente a la creencia popular, combates similares entre occidentales y japoneses se habían dado ya en situaciones como el asedio de Moji en 1582 la batalla de la bahía Fukuda de 1565, que enfrentó a nipones y portugueses, pero ésta sería la primera vez en que la Armada Española combatiría contra un enemigo que incluía japoneses.

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  18. #18
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    Re: El día que la Armada española derrotó a los samuráis japoneses

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    Podcast: Japoneses en las indias orientales con Héctor J. Castro.

    En este podcast tendremos el placer de charlar con Héctor J. Castro, nacido en Ferrol, profesor, músico y novelista. En 2016 inicia su carrera literaria con El Siglo de Acero (HRM Ediciones). En 2019 publica Días de Infierno y Gloria, obra que le valió el premio de narrativa 31 de Enero Tercios de 2020. En 2021 publica Sol de Sangre, novela sobre los combates de Cagayán en las Filipinas, su novela de mayor éxito hasta el momento de público y crítica.

    Estaremos hablando sobre la presencia japonesa en las indias orientales, y de uno de los capítulos históricos más conocidos de la presencia hispana en Asia, los combates de Cagayán, que tuvieron lugar en 1582 entre la Armada española de Filipinas y piratas japoneses.

    También comentaremos sobre aquellos japoneses que fueron aliados y formaron parte de los ejércitos del rey de España en las Filipinas, sobre todo para enfrentar a un enemigo en común, los piratas chinos.





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