SEVILLA
Ocho curiosidades de la fragata Mercedes, del expolio del Odyssey y del tesoro rescatado
El Archivo de Indias acoge hasta mayo de 2016 una espectacular exposición en torno a este buque de guerra español, protagonista de una apasionante batalla legal contra los piratas del patrimonio
Vista parcial de las 30.000 monedas auténticas que se exponen - RAÚL DOBLADO
La exposición «El último viaje de la fragata Mercedes», que acoge el Archivo General de Indias hasta el próximo mayo de 2016, narra a través de 103 piezas y documentos el periplo de este buque de guerra, hundido en 1804 frente al cabo de Santa María por una flotilla inglesa, el expolio que sufrió su pecio en 2007 a manos de la empresa cazatesoros Odyssey y la recuperación de los bienes tras una intensa batalla legal por el Gobierno español, siguiendo un hilo conductor que se inicia con el retrato de la situación internacional de finales de los siglos XVIII y principios de XIX y la gestación del viaje de esta fragata y sus tres compañeras para recaudar caudales de los virreinatos a través de documentos valiosísimos, 21 de ellos del propio Archivo, y del acercamiento a los personajes más relevantes de este periplo, que continúa con los aspectos técnicos, constructivos y militares de naves similares, con maquetas y escenografías y que concluye con una espectacular selección de piezas recuperadas del pecio, entre las que sobresale poderosamente el montaje con monedas reales de la sala final. Estas son algunas curiosidades que rastrear en la muestra, que puede visitarse de lunes a sábado de 9.30 a 17 horas, y domingos y festivos de 10 a 14 horas.
La fragata «Nuestra Señora de las Mercedes»
El buque de guerra fue construido de los astilleros de La Habana en 1788, armado con 26 cañones de 12 libras en batería y 8 cañones de a 6 en el alcázar y el castillo. En la muestra puede contemplarse una maqueta realizada expresamente siguiendo los reglamentos y procesos constructivos de los arsenales españoles de finales del siglo XVIII. Igualmente, se ha montado una escenografía con espejos de la cubierta a escala real en la que destaca la visión de los cañones de a 12 libras a babor y estribor.
La dotación humana de la fragata
A la entrada de la fragata en Montevideo, en 1804, al mando del capitán de navío José Manuel Goycoa, antes de partir hacia su infortunio, viajaban en la fragata casi 350 personas, 63 de ellas eran tropa de Marina y 18 de Artillería, más 8 contramaestres, guardianes y buzo, 3 carpinteros, 4 calafates, 2 maestros de velas, 51 marineros, 103 grumetes, entre otros profesionales propios de un barco de la época. Para alimentar a la tripulación los víveres previstos eran 3.400 raciones ordinarias para 104 días a razón de 345 plazas, 500 raciones de dieta y 91 días de aguada para las mismas plazas.
Maqueta de la fragata- RAÚL DOBLADOArtillería, armas, municiones y artificios
En el parte del estado general de su entrada en el puerto de Montevideo la fragata iba armada con los citados cañones, con munición de 1.040 balas de a 12, más 8 obuses de a 24 y 12 de a 3; 160 balas de a 6 y 168 de a 24. Incluia 130 palanquetas de a 12 y 20 palanquetas de a 6, más 312 sacos de metralla de a 12; sacos de metralla de a 6, 48; 180 sacos de metralla de a 3; 160 obuses de a 24; 126 granadas y 90 balas mosqueteras. De artillería, llevaba 361 balas de blomo, 6 esmeriles, 34 fusiles, igual número de bayonetas, 68 pistolas, 68 espadas, 34 chuzos, el mismo número de hachuelas de abordar, 428 granadas de mano, 60 frascos de fuego, 2 camisas de ídem, 38 cacerías, 34 cartucheras, 315 estopines, 200 cohetes y 85 quintales de pólvora.
La batalla y el hundimiento
El 5 de octubre de 1804, dos meses después de partir de Montevideo, frente al cabo Santa María, las cuatro fragatas españolas que, por orden del generalísimo Godoy, transportaban caudales para paliar la bancarrota del país tras la guerra conta Inglaterra, que terminó en 1796 con el tratado de Amiens, fueron atacadas por una flotilla bajo esta bandera, dirigida por el comodoro Graham Moore, que pretendía trasladarlas a Gran Bretaña. La Mercedes fue alcanzada por una bala de cañón y se hundió a mil metros bajo el agua atlántica, donde doscientos años después fue localizada por los cazatesoros.
Escenografía de la cubierta a escala real- RAÚL DOBLADOIdas y vueltas de las monedas
Más de 30.000 monedas del pecio se exponen en la muestra, 30.144 de plata y 146 de oro. Forman parte de las 582.521 piezas monetarias extraídas con métodos contrarios a los arqueológicos por Odyssey. Los cazatesoros trasladaron en 600 cubos, con un peso de 14 toneladas, las monedas y otros objetos en un Boeing 757 hasta Tampa (Florida) en mayo de 2007 (otros fueron escondidos en Gibraltar) aunque en abril ya había iniciado un proceso judicial solicitando la propiedad del pecio. El Estado español presentó una demanda, sustentada por numerosas pruebas documentales, tras sospechar que se había expoliado un barco español. Tras una batalla legal que duró cinco años y en lo que supone un hito jurisprudencial en la protección y propiedad del patrimonio arqueológico subacuático, el febrero de 2012, un Hércules de las Fuerzas Aéreas devolvió a España el tesoro de la Mercedes, que durante esos años de apellidó «Odyssey».
Las efigies de Carlos III y Carlos IV
Las monedas, con dos acuñaciones virreinales, de 1777 y 1803 (las más abundantes fueron acuñadas en Perú en esta última fecha) y una minoría de ejemplares de 1804. Llevan las efigies de Carlos III y Carlos IV (corrresponden al sistema monetario de los Borbones, entre ambos reinados, reformado por el primero de los monarcas citados en 1772). En las peninsulares el Rey Carlos III luce peluca y manto real y en las virreinales, aparece vestido a la romana, con clámide y laurel. La mayoría de ellas son «reales de a ocho», conocidas como pesos en América. Las de oro son de ocho escudos (onzas o doblones).
Amalgama de tejido y botonadura amalgamada - RAÚL DOBLADOEl cargamento de la Mercedes
Además de los caudales para España, monedas y lingotes, la fragata cargaba, entre otros productos, 1.000 libras de cascarilla (quina) para el Rey, cinco cajones con 502 libras de extracto de ratenia (de uso antihemorrágico) a cuenta del botánico Hipólito Ruiz, primer profesor de la Real Expedición botánica a Perú, un palo de sauce petrificado, 95 libras de lana de vicuña manufacturadas, 140 libras de cacao, «un cajón que llevaba dos tarros de conserva, un frasco de agua de olor, un cajoncito de pastillas de olor, un escapulario, un San Francisco Javier en una petaquita, sahumerio...» y un cajón con las cuentas del Tribunal del Consulado, 1802. Todo esto fue embarcado en Lima. En Montevideo, donde una de las fragatas, Asunción, fue sustituida por la Medea, se cargaron 24 arrobas de sebo, dos plumeros, 2.825 cueros de león y lobos marinos, 15 pieles de guanaco, zorrillo, tigre y leopardo o cuatro docenas de pieles de chinchilla.
Piezas con historias humanas
En la exposición se muestran algunas de las piezas halladas en el pecio, como bloques compactos de monedas que guardan la forma de sus continentes, sacas o un arconcito; un lingote de estaño, unos gemelos de oro, el tapón de un frasquito de perfume, una guarda de fusil, una hebilla, una cajita para rapé, o un fragmento de tenedor. Son especialmente interesantes el mango de una cuchara con las iniciales J.G., que corresponden al capitán de la fragata, José Manuel Goycoa; varias monedas que muestran los efectos de la explosión o la amalgama formada por tejido y botones correspondientes a la Real Marina con el diseño de 1795, que se modificó en 1802. El marino guardó los antiguos cuanto tuvo que sustituirlos por los nuevos reglamentarios.
Ocho curiosidades de la fragata Mercedes, del expolio del Odyssey y del tesoro rescatado
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