EDUARDO SAAVEDRA
(Tarragona, 1829 - Madrid, 1912)
Hijo de militar, la infancia y juventud de Eduardo Saavedra transcurrieron entre Tarragona, Lérida y Albacete hasta que, hacia 1843, se instaló en Madrid donde cursó Ingeniería de Caminos (1846-1851). Recién terminados sus estudios universitarios, fue nombrado Delegado de Obras Públicas en Soria, cargo que ejerció hasta 1853. En dicho año volvió a Madrid donde obtuvo una plaza de profesor en la Escuela de Caminos, Canales y Puertos. En 1861 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de la Historia, de la que llegó a ser Director en 1908, y, Senador del Reino por la misma en 1895 y posteriores legislaturas. Su discurso de ingreso, en 1862, versó sobre Las obras públicas en los antiguos tiempos, al que contestó Aureliano Fernández-Guerra.
En la década de los sesenta alternó su trabajo científico como ingeniero en las provincias de Soria y León (donde había sido nombrado ingeniero jefe de obras de la Compañía del Ferrocarril del Noroeste) con sus investigaciones históricas. Así, a propósito de la realización de los proyectos de las líneas férreas entre Soria y Burgo de Osma, Saavedra localizó la antigua vía romana entre Uxama y Augustobriga, cuya existencia se conocía desde el siglo XVI gracias al cronista de Aragón Jerónimo Zurita. La descripción física del camino -cuyo tractus diligentissime exploravit en palabras de E. Hübner (CIL II, p. 648)- su ingeniería y las antigüedades que allí se hallaban -que fueron remitidas a la Academia en un "maletín expositor"- fueron editadas en la Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga publicada en 1879 (Memorias de la Real Academia de la Historia IX) gracias a la cual había conseguido el Premio de Antigüedades de la Real Academia de la Historia en 1861 y que supuso un gran estímulo para otras investigaciones sobre itinerarios antiguos de la Península como las de C. Martínez y González sobre vías romanas de León (CAG/9/7980/34159) y E. Gadea y Vilardebó sobre vías de Astorga (CAG/9/7980/34170). En esta investigación alterna un perfecto conocimiento del medio geográfico con las descripciones e itinerarios de los escritores romanos y sus vestigios epigráficos, los miliarios (CIL II 4890. 4893. 4894. 4896. 4897=4899, según Saavedra. 4898. 4900. 4901. 6237) y otras inscripciones (II 2840. 2841. 2843), que le ayudaban a buscar sus alumnos (Saavedra 1879, 26). El estudio de esta vía y sus ciudades antiguas, Uxama, Voluce, Numantia y Augustobriga, le provocó la necesidad de practicar excavaciones: ya en 1853 había excavado en el cerro de la Muela (Garray), donde se localiza Numancia, yacimiento -que convertido en el símbolo de la resistencia hispana, se benefició como ninguno de la ayuda del gobierno- al que Saavedra estaría vinculado toda su vida. Los objetos allí hallados por Saavedra fueron depositados en la Academia (Academia de la Historia, CASO/9/7972/332.33), la cual, a partir de 1861, creó una comisión para continuar con las excavaciones, que durarían hasta 1866. Esta comisión estuvo compuesta en principio por Antonio. Delgado, Salustiano Olózaga, Aureliano Fernández-Guerra y el mismo Saavedra, quien participó en algunas campañas. De estos años de trabajo (1861-1866) Saavedra presentó una memoria el 25 de marzo de 1867, redactada con Fernández-Guerra. A comienzos de siglo, Adolf Schulten se hizo cargo de la excavación por delegación de Saavedra, pero los problemas que surgirían entre este arqueólogo y los habitantes de Garray, obligaron a que en 1906, junto con Juan Catalina García (Academia de la Historia, CASO/9/7973/581), fuera nombrado de nuevo de la Comisión Directora de dichas excavaciones.
El trazado de la vía férrea en las provincias de Palencia y León le brindó las mismas posibilidades que ya había tenido en Soria para hallar inscripciones. Enviaba dibujos, informes y calcos de las mismas a la Academia (Abascal - Gimeno 2000, p. 14), realizados también, a veces, por contactos suyos, como es el caso de Fausto López Villabrille (Abascal - Gimeno 2000, n. 224-251); una de ellas, el ara dedicada a Diana (CIL II 2660a-d), despertó particular interés entre los académicos; la describió Saavedra junto a otras inscripciones de Palencia en los años 1863 y 1864 en su informe Inscripciones romanas en Palencia y León (Abascal - Gimeno 2000, n. 254-255), dando asimismo noticias de una calzada descubierta en esta última provincia (Academia de la Historia, CALE/9/7959/41-3). En León había conocido a Fidel Fita y en los numerosos viajes que ambos realizaron por su provincia descubrieron y estudiaron muchas inscripciones, cuyo resultado más inmediato fue el proyecto de elaboración de un primer corpusde inscripciones leonesas de época romana: mas de un año hace que viendo el gran número de inscripciones inéditas que tenemos recogidas de varios pueblos y ciudades de la provincia, y que no eran pocas las que habían visto la luz en copias descuidadas o mal entendidas, formamos el plan de publicar la colección epigráfica de la provincia de León, correspondiente a la época romana, ordenando su ejecución de manera que el P. Fita redactase la parte correspondiente a la capital y el autor de este prólogo lo hiciese con lo del resto de la provincia. La obra conjunta nunca llegó a terminarse; del proyecto y el material acumulado resultó la obra de Fita, Epigrafía romana de la ciudad de León, con un prólogo y una noticia sobre las antigüedades de la Milla del Río por E. Saavedra(León 1866). De vuelta en Madrid, en 1866, para reincorporarse en su puesto de la Escuela de Caminos, no perdió su contacto con la arqueología y la epigrafía. Bien al contrario desarrolló una gran actividad en la Academia figurando en múltiples informes de la Comisión de Antigüedades. Así sobre los mosaicos descubiertos en La Milla (León) solicitaba a la Academia, en 1867, que mediase para su protección; lo mismo pedía para el descubierto en la localidad de Villasabariego –que identificó con una de las ciudades antiguas denominadas Lancia-, la cual pudo haber servido de cantera en el siglo IX para la iglesia de San Miguel de Escalada. No tuvo fortuna su propuesta de 1868 (Academia de la Historia, CALE/9/7959/1113) para desmontar el salmer de un arco de dicha iglesia para el que se había reutilizado una inscripción (EE IX 294), ya que hoy sigue en el mismo sitio. Un año después participó en la Comisión que aprobaba la creación del Museo de León en el convento de San Marcos, que albergaría en su claustro uno de los mejores lapidarios españoles (Academia de la Historia, CALE/9/7959/1016). Grande fue también su constancia en apoyar y favorecer la práctica de excavaciones de yacimientos como demuestra, entre otros, su informe favorable, del año 1884, a la solicitud de excavaciones en Clunia (Academia de la Historia, CABU/9/7947/513) o la propuesta que años antes había apoyado para practicar excavaciones en el castro de Coaña (Academia de la Historia, CAO/9/7966/5/13/3).
Eduardo Saavedra, al instalarse definitivamente en Madrid, cursó la carrera de Arquitectura -lo que le permitió intervenir en las reformas del edificio de la Academia entre 1871 y 1874- y ocupó distintos cargos en la Administración llegando a ser Director General de Obras Públicas, Agricultura, Industria y Comercio de 1869 a 1871, siendo su último destino el de consultor en el Ministerio de Marina; dichas funciones no le impidieron proseguir con sus trabajos históricos. Apasionado desde joven por la cultura y la lengua árabe –de la que llegó a ser maestro- y la Geografía realizó una edición crítica parcial de La geografía de España de Idrisi (1881) y publicó una obra Sobre la invasión de los árabes en España (1892). Sus estudios como arabista le valieron el ingreso en la Real Academia Española; como orientalista y africanista perteneció al Ateneo Científico, Literario y Artístico, en donde en ocasiones impartió cursos y pronunció conferencias sobre Historia Oriental. Además, perteneció a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y fue Presidente de la Real Sociedad Geográfica, de la cual había sido fundador.
Amigo y colaborador de Hübner su aportación fue esencial para la epigrafía de los conventus del noroeste y para la epigrafía viaria del centro de la Península. De su prestigio en otros ámbitos, los políticos, da buena prueba el hecho de que en 1869 fuera elegido, con Aureliano Fernández Guerra, para examinar las obras del concurso convocado para adquirir los cuños del nuevo sistema monetario (Academia de la Historia, GN 1868/1869/109) que instituiría la peseta como unidad monetaria.
© H. Gimeno Pascual – V. Salamanqués Pérez |
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Retrato de Eduardo Saavedra.
E. Saavedra, Descripción de la Vía Romana entre Uxama y Augustóbriga, E. Baquedano – C. Caballero (ed. facs.), Madrid 2000, p. 29. |
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Plano de las excavaciones de Numancia.Pioneros de la Arqueología en España del siglo XVI a 1912, Alcalá de Henares 2004, (Zona Arqueológica 3), p. 309. |
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Inscripciones de la via de Uxama a Augustobriga.
E. Saavedra, Descripción de la Vía Romana entre Uxama y Augustóbriga, Madrid 1879, (ed. y estudio previo de E. Baquedano y C. Caballero, Madrid – Sorica 2000), lám. 3. |
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BIBLIOGRAFÍA:F. Fita – E. Saavedra, Epigrafía romana de la provincia de León, León 1866; E. Saavedra y Moragas, Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustóbriga, Madrid 1879, (ed. y estudio previo de E. Baquedano y C. Caballero, Madrid - Soria 2000); C. Sáenz García, Don Eduardo Saavedra y Moragas, faceta soriana de una biografía gloriosa, Celtiberia 27, 1964, 7-56; J. Mañas Martínez, Eduardo Saavedra, ingeniero y humanista, (prólogo de J. Caro Baroja), Madrid 1983; J. Abascal – H. Gimeno, Epigrafía Hispánica, Madrid 2000; E. Baquedano, Eduardo Saavedra y Moragas, en: Pioneros de la Arqueología en España del siglo XVI a 1912, Alcalá de Henares 2004 (Zona Arqueológica 3), 307-310; M. Almagro-Gorbea - D. Casado - F. Fontes - A. Mederos - M. Torres, Prehistoria. Antigüedades españolas I, Real Academia de la Historia, Madrid 2004, 25-26. |
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