Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
El "judaísmo a la carta" es algo que en España afecta tanto a liberales como a marxistas. Es más: No se entiende la versión marxista de España sin su clarísimo antecesor liberal-negrolegendario.
Sea como fuere, centrándonos en la obsesión judaica, la tesis suele ser la siguiente:
-España fue mala, intolerante y racista.
-España perdió a los únicos intelectuales y que hacían trabajos manuales.
-España entró en decadencia al minuto del edicto de expulsión de 1492.
-Como los judíos generaban riqueza, por eso somos pobres.
Pero claro, el problema viene así:
-Si España fue "racista", ¿por qué permitió quedarse a los judíos que abrazaron el cristianismo? (medida por cierto más que ingenua que nos costaría muchísimos quebraderos de cabeza, tema admitido por los escasos conversos sinceros...) ¿Por qué desde primera hora hubo negros libres que embarcaron para América, desde los negros curros de Sevilla y Cádiz a La Habana, hasta el conquistador negro Juan Valiente? ¿Cómo es que el negro Juan Latino fue profesor en Granada? ¿Cómo es que la misma Corona fomentó los matrimonios entre españoles e indias y viceversa? ¿Por qué el primer poblado de negros libres en el continente americano fue en la Florida española? ¿Por qué el mestizo Inca Garcilaso fue soldado de Juan Austria y enterrado con todos los honores en la catedral de Córdoba? ¿Por qué la Corona de Castilla reconoció los títulos de nobleza desde los descendientes de Moctezuma a la nobleza inca?
-Si España perdió a los únicos intelectuales que hacían trabajos manuales y tal, ¿también eso pasó en Inglaterra, Francia, Alemania, Bohemia, Rusia, Lituania, Polonia...? Digo, porque todos estos países también expulsaron a los judíos. Y muchas veces, con métodos más pacíficos que los empleados por los sionistas con los palestinos... Pero eso, ¿sólo los judíos leían y trabajaban? ¿Europa entera era analfabeta y necesitaba de la intelectualidad y el trabajo de los judíos?
-Si España entró en decadencia... ¿cómo se explica que en ese año de 1492 se reconquistara Granada, se llegara a América, se forjara la mejor infantería del mundo con el Gran Capitán, auténtico innovador de guerra y acaso creador de la figura del hospital militar; y que pocos años después España se confirmara como potencia marítima, militar y cultural, llegando desde las Antillas a los Andes y haciendo temblar los pantanos de Flandes; así como humillando a los muy poderosos ejércitos franceses? ¿Cómo es que el idioma español era estudiado en toda Europa, así como eran imitadas hasta nuestras vestimentas? ¿Cómo es que la pomposa Casa de Austria, acostumbrada al ornato europeo, adquirió nuestra sobriedad y austeridad? ¿Cómo es que, asimismo, poco después sean los tiempos de Cervantes, Quevedo, Gracián, Lope de Vega, Calderón de la Barca...? ¿Cómo es que en la América Española muy pronto se den escuelas iconográficas propias como la Escuela Cuzqueña o la Quiteña; o el arte indio-cristiano de México; así como el desarrollo de una espectacular música barroca acriollada, descendiente de fandangos, zarabandas, folías, canarios, etc.?
-Curioso es que los que se tiran de los pelos por cualquier crítica al sionismo como "antisemitismo" (como si los árabes no fueran más semitas puros que los judíos), caigan en el prototipo del judío como máquina de hacer dinero. De todas formas, ¿me pueden decir cuál es la riqueza generada por los judíos en Marruecos? ¿En Curazao? ¿En Turquía? ¿En los Balcanes? ¿Y en Argentina, uno de los países con más judíos del mundo?
Pues eso, señores, esta es la "historia" que nos meten en los colegios, en la literatura, en la televisión, en la radio... Y hasta en la sopa. Y así nos va, sin que nadie ose hacer preguntas críticas ante tantas indigestas gilipolleces.
P.D.: Dicho esto, ¿alguien me puede explicar por qué el estado ex-pañol, con el Letizio a la cabeza, le da la nacionalidad a los sefardíes y se la niega a los descendientes de españoles en Hispanoamérica?
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Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Los judíos traficantes de esclavos
Los judíos han tratado de aprovechar en propio beneficio el justo resentimiento que tienen los negros de Estados Unidos contra los blancos, por los siglos en que fueron sometidos a la esclavitud primero ya la discriminación racial después. E l imperialismo judío explota cualquier coyuntura favorable para poder controlar y manejar a los gentiles en beneficio de sus planes secretos de dominio. Durante siglo y medio trabajaron los israelitas en beneficio de los Estados Unidos para usar el poderío de esta nación en beneficio de los intereses del imperialismo israelita en otros países y en el mundo entero. Los Estados Unidos se han convertido así en perros de presa de la nación de Israel.
Pero ahora que el judaísmo ha podido establecer estados dependientes en su totalidad de la alta finanza donde su dominio es absoluto e indiscutible de los Estados Unidos, donde su dominio, siendo grande, no es ni absoluto ni totalitario; y con la ingratitud que los caracteriza, los judíos traicionan ahora a esta nación que los ha ayudado como ninguna otra a conseguir el dominio mundial; aunque la siguen usando todavía, cuando necesitan su apoyo en beneficio del Estado de Israel o de cualquier otra empresa judaica. Sin embargo, en Estados Unidos los judíos han trabajado para lanzar a los negros contra los blancos con el fin de alentar la guerra de razas, debilitar a este país, pero principalmente, para controlar y manejar a los negros con el fin de consolidar el dominio judío en los Estados Unidos, presentándose los israelitas como libertadores y defensores de la población negra de esa nación, Pero es evidente que por muy justo que sea el resentimiento de los negros contra los blancos por los años de esclavitud y discriminación, sería un desastre para ellos mismos y para el resto de la humanidad que los negros se dejen conquistar y dominar por los imperialistas judíos que hipócritamente han dado en fingirse, desde la Guerra de Secesión, como sus libertadores y sus amigos, ya que han sido dichos israelitas, los peores explotadores de la población negra y los principales responsables de la esclavitud que sufrieron, como lo voy a demostrar con pruebas irrefutables después de hacer una historia del tráfico judío de esclavos. La Jewish Encyclopedia (Enciclopedia Judía), en su vocablo "SLAVE-TRADE" o sea "COMERCIO DE ESCLAVOS", dice lo siguiente:
"En un principio, el tráfico con esclavos judíos estaba prohibido, pero parece que no había ninguna restricción legal( judía), para la Compra y la venta de esclavos gentiles- Con la dispersión de las naciones en Europa y el conflicto surgido entre los arios (1) y los católicos en España por motivos religiosos, los judíos tuvieron la oportunidad de surtir de esclavos a los unos y a los otros”
En Italia "En tiempos del Papa Gregorio el Grande (años 590 a 604), los judíos se HABlAN CONVERTIDO EN LOS PRINCIPALES MERCADERES EN ESTE TRAFICO" (DE ESCLAVOS) ...Jacobs ha indicado, que los esclavos británicos puestos a la venta en el mercado romano estaban en manos de mercaderes judíos" (Jacobs Jews of Angevin England, página 5).
Y continúa afirmando la Jewish Encyclopedia, esta obra judía de indiscutible valor, lo siguiente:
"Con el surgimiento del Islam se presento a los judíos la gran oportunidad de abastecer al mundo cristiano con esclavos musulmanes ya su vez, de abastecer al mundo islámico con esclavos cristianos; e Ibn Khordadh-beh en el siglo noveno describió los dos caminos por los cuales los mercaderes judíos de esclavos llevaban esclavos del occidente al oriente y del oriente al occidente".
"De acuerdo con Abraham Ibn Yakub, los judíos bizantinos regularmente compraban eslavos en Praga para venderlos como esclavos" ..." Muchos indudablemente de los judíos españoles debieron su riqueza al comercio de esclavos"
..."Los judíos de Verdun (Francia) por el año de 949, compraban esclavos a su vez para venderlos en España" ...La Iglesia repetidamente protestó contra la venta de cristianos a los judíos (como esclavos); la primer protesta ocurrió en el año de 538. En el Tercer Concilio de Orleans se aprobó un decreto prohibiendo a los judíos poseer sirvientes o esclavos cristianos y esta prohibición fue repetida una y otra vez en distintos concilios, como el de Orleans del año 541, el de París del año 633, el Cuarto Concilio de Toledo del año 633, los Concilios de Szaboles año 1092, de Ghet año 1112, de Narbonne, año 1227, de Beziers año 1246" ...(2)
Estas prohibiciones tan repetidas en los distintos concilios indican que a pesar de ella los judíos reincidían en la posesión y compra venta de esclavos cristianos. En el Islam también se llegaron a publicar leyes prohibiendo a los judíos tener esclavos musulmanes y dedicarse a su venta, pero siempre los israelitas lo mismo que en la cristiandad, pudieron burlar las leyes prohibitivas y seguirse enriqueciendo con la más criminal de las explotaciones del hombre por el hombre existente en la historia de la humanidad. El dirigente israelita Rabino Jacob Salmon Raisin, escribiendo sobre los judíos de Hungría en el siglo décimo, dice:
"Como en OTROS PAISES, ellos se dedicaban al comercio, especialmente con Bohemia, agarraban esclavos NO judíos"(13), Es decir gentiles. Siendo el comercio de esclavos un tradicional negocio de los judíos, siempre hacían lo posible de obtener permiso de los monarcas gentiles para vender y comprar esclavos. Entre las concesiones que obtuvieron en el ímperio de Carlomagno durante el reinado de Luis el Piadoso, figuraba la de poder comprar y vender esclavos paganos. (4).
Esta y otras concesiones fueron fáciles de obtener del Emperador Luis, ya que quien realmente gobernaba durante su funesto reinado era la Emperatriz Judith de quien el historiador francés Guy Breton dice que fu una hermosa joven israelita, que entró de criada al servicio del Emperador al que atrapó con su belleza, convirtiéndose primero en concubina del monarca y después obteniendo de éste, al que dominaba completamente, que se casara con ella haciéndola Emperatriz del gran Imperio Carolingio, Al que está judía trató de gobernar, ante la indignación y escándalo de la nobleza y del pueblo, que se levantaron en armas contra el dominio de '.la JUDIA", Como todos la llamaban, que Con sus intrigas fue la responsable de que a la muerte de ese nefasto Emperador, el imperio se dividiera en tres reinos, sin mantenerse la unidad deseada por su fundador Carlomagno, maniobrando además la emperatriz israelita para eliminar a los sucesores ya designados por Luis el piadoso, hijos de su primer matrimonio, para poder controlar la sucesión a la muerte del emperador, cosa que solamente consiguió en parte. (5)
Sería alargar demasiado este capítulo si Sigo citando los innumerables casos en que a través de todo el mundo los israelitas se dedicaron al comercio criminal de la Compra y venta de esclavos, que siglos antes del nacimiento del régimen capitalista, obra de los mismos israelitas, los judíos llegaron a convertir en uno de los monopolios que les dieron más jugosas utilidades. Me reduciré ahora solamente a establecer el papel que desempeñaron los judíos en el infame tráfico de esclavos negros de África a las Américas del norte y del sur. La Enciclopedia Judaica Castellana, ante las acusaciones tan generalizadas en todo el mundo contra los judíos por haberse dedicado y casi monopolizado el infame Tráfico de esclavos, trata de defenderlos en forma fácil de refutar. Pero, sin embargo, dicha enciclopedia, hablando del comercio de esclavos negros de Africa a América confiesa lo siguiente:
"Cuando a principios del siglo XVI se introdujeron en América los esclavos Negros, encontramos UNA VEZ MAS A JUDIOS ESPAÑOLES, PORTUGUESES y HOLANDESES entre los traficantes y dueños de esclavos" (6).
Con respecto a los judíos españoles es preciso recordar que ya desde el descubrimiento de América por Cristóbal Colón habían pretendido obtener de los reyes de España, por conducto del descubridor, el permiso de convertir en esclavos a los indígenas del Nuevo Mundo, negocio que hubiera producido a esos israelitas enormes ganancias, sometiendo a la esclavitud a millones de indios, para venderlos como tales en el resto del mundo, como lo harían siglos después con millones de negros del continente africano. La Jewish Encyclopedia nos dice que en la primera expedición de Cristóbal Colón se incluyeron cinco judíos, uno de ellos llamado Luis de Torres (7). La Enciclopedia Judaica Castellana aclara quiénes fueron los otros cuatro, diciendo al respecto:
"Entre os acompañantes de Colón, pueden mencionarse Como de origen judío; Luis de Torres, INTERPRETE, que conocía el hebreo, el caldeo y algo de árabe; Alonso de la Calle, Rodrigo Sánchez de Segovia, pariente del Tesorero Gabriel Sánchez, quien acompaña a Colón por deseo expreso de la reina; Marco cirujano, y el médico y boticario del Barco, Bernal, a quien la Inquisición de Valencia había impuesto un castigo por judaizante (es decir por practicar en secreto el judaísmo} en 1490. Luis de Torres fue el primer europeo que pisó el Continente Americano y fue enviado por Colón para buscar el Gran Jan Asiático y ofrecerle los respetos del Almirante. La expedición de Torres en Cuba Vio a los indígenas fumando tabaco y trajo hojas de esa hierba a Europa. Posteriormente Torres se estableció en la Isla de Cuba y obtuvo tierras y ESCLAVOS y una pensión anual de los Reyes de España". "Luis de Torres, fue el PRIMER JUDIO que vivió y murió en tierra americana". (8).
El investigador Malcolm Cowley, dice que Sánchez, ayudado por los otros cuatro judíos citados, convenció a Colón de la idea de capturar quinientos indios para venderlos como esclavos en Sevilla, España (9). Por lo mismo, Luis de Torres y Rodrigo Sánchez, fueron los primeros mercaderes de esclavos en América, sólo que su criminal comercio fue detenido a tiempo y prohibido por la decisiva intervención de la Reina Isabel la Católica de España, que unida a su esposo el rey Fernando PROHIBIERON la ESCLAVITUD DE los INDIOS EN los DOMINIOS ESPAÑOLES, fijando penas muy graves a quienes intentaran esclavizarlos. Esta disposición protectora de los indios contra los intentos de los israelitas de esclavizarlos, se vio reforzada y consolidada después de realizada la conquista española de América por la promulgación de las famosas leyes DE INDIAS, las cuales además de prohibir la esclavitud de los indios en el Imperio Español, los protegía contra la explotación, los malos tratos y el despojo de sus tierras.
El haber impedido España a los, judíos el gigantesco negocio del tráfico de esclavos indios que habían proyectado e iniciado, es otra causa del odio ancestral de los israelitas contra España y de la creación y difusión de la llamada leyenda negra calumniosa que contra ella han propagado los judíos y sus satélites en todo el mundo desde hace siglos. En libros de historia, novelas, textos científicos, películas cinematográficas, etc.
Siguiendo con el criminal tráfico de esclavos negros iniciado por los judíos en las colonias inglesas de América del Norte, que al independizarse constituyeron lo que hoy son los Estados Unidos, fue la ciudad portuaria llamada Newport, en la costa del Atlántico, donde establecieron los israelitas el centro mundial del comercio de esclavos negros. De allí partían las naves para África, donde eran llenadas de esclavos negros que eran conducidos a Newport para ser vendidos en las antiguas colonias británicas del sur que aceptaron permitir ese infame tráfico, ya que las del norte siempre lo prohibieron. Otro gran centro del comercio de esclavos fue la ciudad de Charleston. Al mismo tiempo tanto Newport como Charleston eran grandes centros judíos al grado de que a Newport se le conocía en aquellos tiempos, como el ”.NEWPORT JUDIO", en el que israelitas fabricaban ron en grandes cantidades destinado a venderse a los indios, fomentando en ellos el vicio de la embriaguez lo cual proporcionó como siempre grandes ganancias a los judíos que lo fabricaban y distribuían.
Está comprobado que en un solo año, de 128 naves destinadas en Charleston a transportar esclavos negros, 120 fueron fletadas por judíos tanto de Newport como de Charleston, lo que indica que los israelitas tenían casi el monopolio del criminal tráfico de esclavos negros. Uno de los israelitas que más destacaron en el control de este tráfico de esclavos negros fue el judío portugués Aarón lópez, quien tenía toda una flota de buques destinados a traer esclavos, gran parte de ellos fletados con su propio nombre. Un estudio sobre el asunto titulado .”¿Quién trajo los esclavos a Estados Unidos?" y del que estamos tomando estos datos, indica, además, que:
La documentación existente sobre esta materia, muestra que el judío Aarón López, entre los años de 1726 y 1774, fletó con su propio nombre el cincuenta por ciento de las naves encargadas de traer esclavos de África y que, además, tenía otros barcos fletados a nombre de personas de su confianza. El resto de las naves fletadas para el tráfico de esclavos negros figuran en su mayoría también fletadas por judíos. En la misma época, en el año 1749, los judíos de esta región fundaban la primera logia masónica con catorce Hermanos que en su totalidad eran judíos. Y veinte años después los israelitas fundaban la segunda logia masónica, llamada. 'King David" (o sea, el rey judío David}, cuyos miembros fundadores eran también judíos en su totalidad. (10).
Como hemos dicho, es sistema del Imperialismo Israelita fundar sus organizaciones subversivas con una célula judía inicial integrada por judíos públicos o clandestinos, para después enrolar a incautos gentiles a los que usan con engaños como instrumentos ciegos de los planes políticos o sociales del poder oculto del judaísmo.
Pero estos hechos nos hacen ver una vez más hasta dónde llega la hipocresía de los judíos, ya que mientras las comunidades israelitas de la región fundaban allí la Hermandad Secreta Masónica que enarbolaba las banderas de libertad, igualdad y fraternidad entre los hombres y cuyo fin secreto era hacer la revolución que derrocando a las monarquías gentiles las substituyera por Repúblicas, controlada ocultamente por el judaísmo, miembros destacados de esas mismas comunidades israelitas consumaban el más criminal atentado contra la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres trayendo a América del Norte, los millones de negros que serían reducidos a ignominiosa esclavitud.
Sobre el origen de la esclavitud en los Estados Unidos es preciso tomar en cuenta que antes del año 1661 las trece colonias inglesas que al independizarse formaron la nación norteamericana tenían leyes prohibiendo la esclavitud. Fueron los judíos quienes a partir de esta fecha comenzaron a trabajar incansablemente por conseguir que fueran derogadas dichas leyes y que se permitiera en ellas la esclavitud y sobre todo la entrada a esas colonias de esclavos negros. Al efecto los judíos descubrieron que los colonos ingleses y europeos necesitaban mano de obra adicional en sus plantaciones, eh la construcción de casas y en el levantamiento de las cosechas. Al principio eran reclutados en esto europeos empobrecidos, presos soltados de las cárceles para hacer esos trabajos y prisioneros de la guerra con Holanda, que habían sido traídos a las colonias ya quienes se les hacía pagar los gastos de transporte y alimentación con trabajo en las plantaciones y construcción de casas; después se les dejaba en libertad para que trabajaran en lo que desearan. Ante esta situación, prominentes judíos de Newport y de Charleston descubrieron que sería un gran negocio someter a los indios de Norteamérica a la esclavitud para venderlos a los colonos y hacer un gran negocio. Pero llegaron a la conclusión de que los negros de Africa tenían mayor fortaleza para realizar este trabajo y resolvieron iniciar en gran escala el tráfico de esclavos negros, comprando muy baratos a negros nativos de la costa occidental de Africa para venderlos como esclavos a un precio varias veces mayor en Norteamérica, realizando con ello enormes ganancias. Pero las leyes que prohibían la esclavitud en las colonias impedían que se pudiera realizar el gigantesco y criminal negocio. Por eso los judíos que lo habían proyectado se lanzaron a realizar toda clase de gestiones para conseguir que esas leyes prohibitivas fueran derogadas.
Basta con estudiar quiénes fueron las personas que lucharon por obtener esa derogación, para comprobar que eran judíos. Así por ejemplo en los documentos existentes sobre la materia, aparece que sólo en Filadelfia las personas que gestionaron la derogación de las mencionadas leyes fueron judíos en su totalidad; fueron precisamente los israelitas: Sandiford, Lay, Woolman, Solomón y Benezet.
Sin embargo, todas estas gestiones fracasaron con algunas excepciones, en las colonias del norte que menos necesitaban del trabajo esclavo, mientras que en el sur, donde era más preciso, los judíos consiguieron que se derogaran las leyes que prohibían la esclavitud. Conseguida tal derogación, los israelitas procedieron a adquirir muchas naves, que compraban en la costa de Africa diversas mercancías que ocupaban poco espacio en el barco, que era ocupado en su mayor parte por los esclavos negros adquiridos y cuya venta en las colonias de América del ir Norte se facilitaría más aún, ya que en los territorios de las colonias del sur azotaba la malaria, que difícilmente toleraban los trabajadores blancos. Por lo contrario los esclavos negros tendrían que trabajar allí por la fuerza, aunque enfermaran y murieran de malaria. Además de los traficantes judíos de esclavos de Newport y Charleston, la Compañía Imperialista Holandesa de las Indias Occidentales, controlada, como ya indicamos en un capítulo anterior, por capital judío, había ya usado con anterioridad varias naves para trasladar esclavos negros a Manhattan. (11).
El Instituto Tecnológico de Carnegie ("Carnegie Institute of Technology") de Pittsburgh, Pennsilvania, Estados Unidos, tiene una biblioteca y un archivo con documentos de la época en que fueron traídos a Norteamérica los esclavos negros, que esclarecen la participación decisiva de los judíos en eI criminal comercio de esos esclavos. El estudio minucioso de tales documentos lleva a la convicción de que los judíos tuvieron en sus manos un verdadero MONOPOLIO en el tráfico de esclavos negros de Africa a la América septentrional. (12).
El judaísmo mundial ha empleado en diversos países el ron, el vodka y los aguardientes o licores usados en cada país, para fomentar el vicio del alcoholismo, en quienes desea explotar económicamente o esclavizar. Cuando los judíos de Newport y Charleston abrigaron la criminal idea de esclavizar a los indios de la América del Norte para venderlos como esclavos en las colonias inglesas e incluso en otras partes del mundo, lo primero que hicieron fue mandarles emisarios que les vendieran ron, para inculcarles el vicio del alcoholismo. Las destilerías de ron, propiedad de judíos en Charleston y Newport, lo estuvieron mandando al centro y al oeste, poblados por las tribus indias, a cuyos jefes lo vendían. Muy pronto el alcoholismo hizo presa de las mencionadas tribus y el negocio de la venta del ron proporcionó enormes ganancias a los explotadores judíos. Cuando éstos se convencieron de que los indios -según ellos decían- por falta de apego al trabajo duro y otros motivos, no eran los esclavos ideales para las plantaciones de las colonias inglesas del Sur y llegaron a la conclusión de que los negros de Africa serían mucho mejores. Mandaron emisarios a vender ron a las tribus negras de la costa occidental de Africa, con el fin igualmente de estimular en ellas y en sus jefes el vicio de la embriaguez, lo que al mismo tiempo que daría a los explotadores israelitas también ganancias fabulosas, les permitiría ir preparando el camino para la CACERIA de esclavos negros, como ellos sarcásticamente la llamaban.
Por eso el negocio de la destilería y venta del ron y del tráfico de esclavos negros estaban asociados estrechamente en los empresarios judíos de Newport y de Charleston.
Entre los judíos de ambas ciudades que según la documentación archivada en:
"The Carnegie Institute of Technology" de Pittsburgh, Pennsilvania, (Estados Unidos), se dedicaban al negocio del tráfico de esclavos, de la destilería del ron y de ambos a la vez figuran los siguientes:
Israelitas, de origen portugués, español, holandés e inglés, pero todos ellos judíos:
"Isaac Gómez, Hayman Levy, Jacob Malhado, Nephtaly Myers, David Hart, Joseph
Jacobs, Moses Ben Franks, Moses Gómez, Isaac Días, Benjamín Levy, David Jeshuvum, Jacob Pinto, Jacob Turk, Daniel Gómez, James Lucana, Jan de Sweevts, Félix (cha-cha) de Souza, (conocido como el príncipe de los mercaderes de esclavos y el segundo en importancia después de Aarón López), Simeon Potter, Isaac Elizer; Jacob Rod, Jacob Rodríguez Rivera, Haym Isaac Carregal, Abraham Touro, Mases Hays, Moses López, Judah Touro, Abraham Mendes y Abraham All". (13).
Los traficantes de esclavos daban a sus barcos los nombres más pintorescos; a continuación publicamos los nombres de un grupo de quince navíos dedicados al criminal tráfico de esclavos negros:
Nombre del Barco. Propietarios. Verdadera Nacionalidad.
"Abigail" Aarón López, Moses Levy y Jacob Franks. JUDIOS
"Crown" Isaac Levy y Nathan Simpson. JUDIOS
"Nassau" Moses Levy. JUDIO
"Four Sisters" Moses Levy JUDIO
"Anne, & Eliza" Justus Bosch y John Abrams JUDIOS
"Prudent Betty" Henry Cruger y Jacob Phoenix. JUDIOS
"Hester.. Mordecai y David Gómez. JUDIOS
"Elizabeth'. David y Mordecai Gómez. JUDIOS
"Antigua" Nathan Marston y Abram Lyell. JUDIOS
"Betsy'. Wm. DeWoolf. JUDÍO
"Polly" James DeWoolf JUDIO
"White Horse" Jan de Sweevts. JUDIO
"Expedition" John y Jacob Roosevelt. JUDIOS
"Charlotte" Moses y Sam Levey y Jacob Franks. JUDIOS
"Caracoa" Moses y Sam Levey. JUDIOS
Los judíos de Newport tenían en propiedad trescientas naves para el transporte de esclavos negros de Africa a Norteamérica, y si se toma en cuenta que de la totalidad de seiscientas naves que salían de Newport para el resto del mundo, la mitad de ellas zarpaban para el Africa negra, se verá con claridad que los israelitas tenían el MONOPOLIO del tráfico de esclavos negros de Africa a la América del Norte. ( 14)
Para realizar con éxito el tráfico de esclavos negros, los judíos de Newport, Charleston y también de Virginia no sólo compraron las naves adecuadas para transportarlos de uno al otro continente, sino que crearon en costa occidental de Africa una AGENCIA AFRICANA para la compra de esclavos, dirigida igualmente por judíos y que se introdujo profundamente en el continente africano teniendo ramificaciones, incluyendo jefes de grupos, de aldeas, etc., que pudieron ganarse a muchos jefes de tribus negras para que colaboraran en este enorme negocio israelita del tráfico de esclavos negros. Para ganarse la simpatía y la confianza de los jefes de tribus negras emplearon los judíos el mismo sistema que habían usado con los indios pieles rojas. Al principio se presentaba ante los caciques negros con ron, los sumían después poco a poco y con gran paciencia en el vicio de la embriagues y les vendían el ron a cambio de oro y de otros objetos valiosos que los negros vendían a precio ínfimo por algo de ron y cuando a las negros se les acababa el oro y los objetos valiosos, las israelitas inducían a los negros alcoholizados a vender a sus hijos y nietos. En realidad estos judíos no hacían más que emplear el mismo sistema que dice el Antiguo Testamento de la Biblia que utilizó el israelita José en Egipto, cuando José explotando la miseria y la carestía imperantes, vendió a los egipcios víveres, primero a cambio de dinero y cuando éste se les acabó, a cambio de sus ganados y sus tierras; cuando los egipcios se quedaron sin nada José les vendió los víveres a cambio de sus personas, convirtiéndolos en esclavos.
Siguen vigentes en la actualidad y el judío que se enriquezca Para que nuestros lectores puedan comprobar personalmente que acabado de decir forma parte realmente de versículos del Antiguo Testamento de la Biblia, le ruego que tome una Biblia y lea los versículos del décimo tercero al vigésimo primero del capítulo cuarenta y siete del libro del Génesis. Los judíos o israelitas que estudian cada año y comentan estos pasajes bíblicos, consideran este sistema terrible de explotación del hombre por el hombre como santo, ya que según ellos creen fue ordenado a José por el Dios de Israel. y como los mandatos divinos son eternos, estos mandatos de Dios siguiendo estos sistemas no hace más que obedecer la voluntad del Dios de Israel y practicar por lo mismo la más excelsa de a todo esto es la doctrina las virtudes. Muy opuesta de Jesucristo, que predicó amar a todos los hombres y hacerles el bien, por lo que los israelitas lo consideraron un impostor y lo condenaron a muerte.
Desgraciadamente, mientras el Islamismo, el Cristianismo, el Budismo y las demás religiones, ordenan a sus practicantes hacer el bien a los demás hombres, la religión judía sólo ordena hacer el bien y considera aplicables los diez mandamientos a los hermanos israelitas, pero ordena explotar, dominar y esclavizar a los demás hombres titulados gentiles en forma despectiva matando sin piedad a quienes estorben los planes de dominio judío. La religión israelita es por lo mismo actualmente una religión perversa, nociva y peligrosa para el resto de la humanidad.
Otro sistema que usó esta red de agentes judíos traficantes de esclavos fue el de provocar guerras entre las tribus negras africanas para luego comprar a los vencedores, en calidad de esclavos, a sus prisioneros de guerra, a cambio de ron, armas y municiones, que servían para hacer la guerra a otras tribus, hacerles nuevos prisioneros que eran igualmente vendidos como esclavos, a los agentes de los grandes mercaderes judíos. Lo que queda por investigar es qué papel desempeñaron en este infame tráfico, las tribus de JUDIOS NEGROS de que hablamos en el capítulo anterior.
Una vez comprados por los agentes judíos a muy bajo precio en las formas expuestas los infelices negros y negras, eran encadenados de dos en dos y llevados por sus guardianes a través de la selva, usando el látigo y golpes de todo género para obligar a los negros que caían al suelo agotados por el cansancio, o a los que por cualquier motivo se negaban a seguir caminando, a reanudar su horrible marcha hacia la esclavitud. Muchos de estos infelices caían agotados y enfermos, sin poderse levantar, a pesar de los latigazos que recibían y entonces eran abandonados en la selva, sirviendo de alimento a las fieras, siendo usual en estas rutas de esclavos a través de la jungla, encontrar los esqueletos y huesos de aquellos que habían sido abandonados por estar enfermos y no poder continuar por sí mismos la caminata. Algunos infelices negros, a pesar de ir encadenados, aprovechando un descuido de sus guardias trataban de escapar, pero eran recapturados fácilmente y asesinados fríamente por sus custodios para escarmiento de los demás. Y este gigantesco genocidio, realizado por los israelitas, seguía llevándose a cabo incluso en épocas posteriores a la llamada Revolución Francesa, en la que los judíos hipócritamente se pronunciaban contra la esclavitud, y esgrimían toda clase de hermosos ideales para que el poder oculto judaico pudiera ganarse el apoyo de la burguesía gentil en su empresa de derrocar las monarquías para substituirlas por gobiernos falsamente democráticos, controlados secretamente, en realidad, por el imperialismo israelita; Mientras que al mismo tiempo en Norteamérica y Africa, otros judíos practicaban el más criminal tráfico de esclavos para hacer grandes fortunas. A este respecto es preciso mencionar que por ejemplo el judío traficante de esclavos Aarón López, dejó al morir una de las fortunas más grandes en toda la historia de NUEVA INGLATERRA.
Una vez que los capataces llegaban con sus víctimas encadenadas a la costa, procedían a entregarlas a los agentes de los mercaderes judíos de esclavos ya los capitanes de los buques que habían de transportar a Norteamérica a la humana mercancía. El tráfico de esclavos negros realizado por los capitalistas judíos de Charleston y Newport, tenía dos empresas separadas pero controladas ambas inicialmente por los israelitas. La primera se encargaba como dije, de la obtención de negros en la selva africana, en la forma antes dicha, hasta la llegada a la costa de las caravanas de esclavos. Y la segunda empresa se iniciaba con la entrega de los esclavos encadenados a los agentes israelitas.
Ya los capitanes de los barcos que habían de transportar su mercancía humana a Newport, Charleston, Virginia y demás lugares donde serían vendidos al público. En la empresa de la cacería y llegada a la costa, los judíos se encontraron con competidores negros que capturaban a sus presas en una forma u otra y los llevaban a la costa para venderlos a los agentes de las grandes firmas israelitas de Newport y Charleston. Con estos últimos, los mencionados agentes y los capitanes de barco eran muy exigentes, según puede confirmarse con datos de los documentos de los archivos que estamos dando a la publicidad.
Cada negro capturado era presentado al agente o al capitán del barco, que obligaban. al negro a mover los dedos, los brazos, las piernas y el cuerpo entero, para asegurarse de las posibilidades de la víctima de realizar un buen trabajo. Cualquier defecto era motivo para que se bajara el precio de compra. Incluso se examinaban los dientes de las víctimas. Un solo diente que faltara servía de pretexto a los agentes judíos para bajar el precio.
Si un negro llegaba con alguna enfermedad a la costa, era comprado a ínfimo precio por los agentes israelitas, siempre que calcularan que podían curarlo y venderlo a un precio mucho más alto que rindiera suficientes ganancias. Los negros en buen estado, eran permutados por cien galones de ron, cien libras de pólvora, o en efectivo, entre dieciocho y veinte dólares. Sin embargo a veces las circunstancias obligaban a los agentes y capitanes a pagar excepcionalmente más por las víctimas. Entre los documentos examinados figura una anotación manuscrita de un capitán de nave, fechada el 5 de septiembre de 1767 , en que manifiesta haber tenido que pagar por un negro hasta doscientos galones de ron. Pero lo común era que se compraran a los precios antes mencionados. Mas cuando las mujeres pasaban de los 25 años de edad, del precio referido se rebajaba un veinticinco por ciento. Los niños, cuando eran aceptados en compra, se pagaban a un precio mucho más bajo.
Pero de los documentos examinados resulta también que esos negros comprados a razón de veinte dólares por lo general y en algunos casos hasta de cuarenta dólares, vendidos en las colonias inglesas de América, por los mercaderes israelitas de esclavos a un precio de 5 mil dólares, lo cual permite apreciar el jugoso negocio que realizaron los judíos con el tráfico de esclavos negros sobre todo si se toma en cuenta que en esta inmensa operación de genocidio fueron conducidos de Africa a las Américas del norte y del sur millones de negros. Los documentos relativos al capitán judío de un barco transporte indican que el capitán Freedman, israelita manifiesto, pegaba el precio de los negros en la costa también ya sea en mercancía o en efectivo. Pero al cambiar ron por esclavos negros, seguía al pie de la letra las instrucciones de sus patrones judíos de Newport, en las que le ordenaban textualmente, según consta en el documento manuscrito original examinado:
"Ponga usted en el ron, toda el agua que sea posible mezclar" (Pour as much wáter into the rum, as you possibly can). En esta forma los competidores gentiles negros en la primera etapa del tráfico de esclavos, o sea, desde su captura hasta su arribo a la costa, ERAN DEFRAUDADOS TAMBIEN CON EL RON MEZCLADO CON AGUA. Yo sospecho que entre los traficantes negros de esclavos en esta primera etapa, había judíos negros de los mencionados en el capítulo anterior de esta obra; pero me abstengo de afirmarlo ya que carezco de pruebas para poder asegurar tal cosa. Después de todo lo anterior, ya en manos de los capitanes de los barcos, que muchas veces eran gentiles y de los agentes israelitas que los acompañaban y dirigían la operación, los infelices negros eran rapados y afeitados de la cabeza ya continuación eran marcados con marcas de hierro candente que tenían las letras del magnate judío propietario del nuevo esclavo, en la misma forma en que los propietarios de ganado marcan a las reses para que se sepa quién es su dueño. Estas marcas de fuego hacían sufrir enormemente sobre todo a las mujeres ya los niños y eran grabadas con el hierro candente en la espalda o en la cadera, sin que los mercaderes judíos de esclavos sintieran la menor compasión al realizar estos infames crímenes. De esta manera, sí alguno de estos nuevos esclavos negros trataba de escapar era reconocido inmediatamente por la marca y devuelto al propietario israelita.
Algunos documentos muestran cómo a veces familias enteras de negros eran compradas o capturadas en la selva y en la costa divididas entre los agentes de las grandes empresas israelitas, que sin piedad separaban a los hijos de sus madres y de sus padres repartiéndose el botín, según haya comprado un agente a la madre y otro distinto la los hijos y así sucesivamente. Entre horribles llantos y sollozos que no movían a compasión a los agentes israelitas, las madres veían llevarse encadenados a sus hijos en otros barcos a regiones donde nunca más volverían a verlos. El lector podrá imaginarse cuántos sufrimientos terribles de millones de seres humanos fueron necesarios para que algunos centenares de judíos pudieran amasar con ello grandes capitales.
Los hechos han demostrado que nadie como los israelitas a través de la historia han sistematizado en forma casi científica la explotación del hombre por el hombre y que nadie como los judíos ha conocido a fondo esta explotación, ya que ellos la han practicado como ningún otro pueblo, sobre todo en los tiempos modernos. No es por lo mismo extraño que fueran dos israelitas, Carlos Marx y Federico Engels, quienes con mayor maestría pudieran hacer un estudio de lo que ha sido y sigue siendo la explotación del hombre por el hombre. Pero que ambos ocultaron es que han sido sus hermanos judíos, los más grandes maestros en este arte infame aunque Marx haya dicho algo, pero muy poco, sobre la materia en su libro ya citado sobre la “Cuestión Judía".
El acarreo de los negros de la playa al buque transporte se hacía en canoas de remo, en las que usando toda la fuerza eran conducidas de cuatro a seis personas, estando todo listo para que si alguna se echaba al agua fuera rápidamente recapturada. Al llegar al barco eran privados los esclavos de sus vestiduras y si alguno podía escurrirse y saltar al agua, eran recapturado por los hombres preparados para esta eventualidad. A todo aquel que hubiera intentado escapar se le cortaban inmediatamente las piernas en presencia de todos los esclavos, para que ninguno de éstos volviera a intentar la fuga.
La nave transporte de esclavos estaba dividida en tres secciones; a los niños se les dejaba en la cubierta, a las mujeres se les colocaba en otro lugar ya los hombres siempre bajo cubierta, y como estos buques, para ahorrar gastos, eran inadecuados para transportar personas, estaban equipados como si fueran a acarrear animales, a los que eran equiparados los pobres esclavos negros. Por lo general, bajo cubierta había un espacio de un metro de altura, o sea, 39 pulgadas, en donde como en una lata de sardinas eran colocadas en posición horizontal estas infelices criaturas humanas, apretadas lo más posible, unas al lado de otras para que cupieran en este sofocante lugar el mayor número de individuos y disminuyeran al máximo posible los gastos de transporte; Exactamente como se colocan las sardinas en una lata; y como aparece en la pintura que como lámina de este libro añadimos al presente capítulo. En esta dolorosa y desesperante posición los infelices esclavos propiedad de los comerciantes judíos, tenían que permanecer por tres meses aproximadamente hasta el final del viaje, en la mayor parte de los casos encadenados unos con los otros.
Generalmente, los capitanes de los navíos raramente se compadecían con estos desventurados individuos. Algunos de ellos de tanto dolor y desesperación se volvían locos en el camino. Otros enfermaban y morían durante la travesía. Y en los casos en que los capitanes descuidaban el encadenar a algunas víctimas, solía ocurrir que alguna de ellas enloquecida, hiriera o matara al pobre compañero de infortunio que había sido apretujado junto a ella. A veces surgían en estos casos, horribles peleas, en que algunos semiasfixiados y desesperados, trataban de adquirir a costa de sus compañeros de al lodo, una o dos pulgadas de más espacio para estar un poco menos incómodos. Entonces aparecía el capataz de esclavos que imponía el orden propinando a los rijosos fuertes latigazos. Estas peleas obligaban a los capitanes que habían descuidado el encadenamiento de algunos negros amontonados en estos antros, a vigilar que ninguno quedara libre de las cadenas, para impedir que en la desesperación producida por la angustia y el dolor, se mataran o golpearan seriamente unos a otros; ya que dichos capitanes gentiles, al igual que los capitanes israelitas, tenían el encargo de los judíos dueños del cargamento de esclavos, de hacer llegar su mercancía con vida al puerto de destino, en condiciones de poder ser vendida a buen precio.
Una de las cosas que hacía sufrir enormemente a las infelices víctimas, era que los capitanes de los navíos no se preocupaban por limpiar los orines y el excremento de los individuos hacinados en esos oscuros antros; de manera que al pasar las semanas y los meses, los infortunados negros se encontraban acostados en charcos de mierda y orines, en medio de una pestilencia capaz de producir vómito a cualquiera que se introducía en ese infernal lugar, digno de figurar entre los descritos por Dante en su Divina Comedia.
Imagínense los lectores los horribles sufrimientos que azotaron durante estas espantosas travesías a los millones de negros, para que un puñado de judíos pudieran enriquecerse más y más a costa del sufrimiento, la esclavitud y la muerte de las víctimas de este inmenso genocidio y que sólo han sido comparables a los sufrimientos de millones de campesinos y obreros rusos o de otros países de la extinta Unión Soviética y de sus Estados satélites, incluyendo Cuba, torturados, esclavizados y asesinados por esas dictaduras judías totalitarias, cubiertas con la falsa máscara del socialismo, del comunismo, o de una inexistente y falsa dictadura del proletariado.
En el departamento de las mujeres, que era otro estrecho calabozo de escasa altura, semejante al de los hombres, también eran hacinadas como las sardinas en sus latas, ocurriendo a veces que tuvieran que dar a luz en tan dolorosa posición, con las consecuencias que el lector puede suponer. Algunos capitanes, viendo que la mercancía se les Iba muriendo en el camino, tomaban la medida de gran emergencia de sacar alguna vez a sus cautivos amontonados en los antros, a tomar algo de aire en la cubierta. Pero al hacerlo cuidaban bien de examinar que sus cadenas estuvieran firmemente puestas para impedir fugas.
Pero había capitanes que no tomaban esta precaución y los infelices negros y negras tenían que permanecer los tres meses del viaje, sin interrupciones, amontonados y sin salir de aquellos antros infernales, sufriendo horriblemente de día y de noche durante tres o más meses, que debieron parecerles años, como ocurre a todo aquel que pasa semanas o meses en la cama de un hospital sin poderse levantar; pero con las agravantes de las extremas incomodidad e inmundicia en que esos millones de negros tuvieron que permanecer, durante los largos viajes que los conducían a la esclavitud. Al llegar a Norteamérica tos esclavos eran vendidos en el mercado en todas las colonias inglesas que habían autorizado la esclavitud, en vista de las gestiones previas hechas por los israelitas. En muchos casos eran vendidos en pública subasta. (15).
Algo parecido ocurrió Con los negros adquiridos en África para ser vendidos en las Antillas y en la América del Sur. Ante estos hechos tan claros y elocuentes, comprenderá el lector que sólo el cinismo y la máximo hipocresía tradicionales en los israelitas, les pueden permitir atreverse a intentar hacerse aparecer como amigos, aliados y hasta redentores de los negros con el sólo fin de engañarlos una vez más para obtener su confianza y poderlos manipular en beneficio de los planes políticos judíos de dominio y conquista.
NOTAS
(1).- La Jewish Encyclopedia al decir arios, se refiere a los visigodos arrianos.
(2).- Jewish Encyclopedia. Edición Citada. Volumen XI. Vocablo SLAVE- TRADE. Páginas 402 y
403.
3.- Rabino Jacob s. Raisin. Gentile Reactions to Jewish Ideals, Edición Citada. Página 635.
4.- Rabino Jacob s. Raisin. Gentile Reactions to Jewish Ideals, Edición Citada. Página 442, .
(5).- Guy Breton. Historias de Amor de la Historia de Francia Editions Noir et Blanc. París 1955.
Tomo I. Ver todo el Capí.tulo 7. Sobre el dominio de Judith en el Imperio de Carlomagno, véase
también: Maurice Pinay. Complotto contro la Chiesa. Edición atada. Capítulo XX de la Cuarta
Parte.
(6).- Enciclopedia Judaica Castellana. Edición Citada. Volumen IV. Vocablo ESCLAVITUD.
Página 127. Columna II.
(7).- Jewish Encyclopedia. Edición Citada. Volumen I. Vocablo América. (81.- Enciclopedia
Judaica Castellana. Edición Citada. Tomo I.
(8) Vocablo AMERICA DESCUBRIMIENTO. Páginas 256 columna 2, y 257 columna 1.
(9).- Malcolm Cowley. Adventures of an African Slaver. Edición 1928. Página 11.
(10).- Who Brought the Slaves to America. Edición Western Front P.O.B. 27854. Hollywood
California. U.S.A. Páginas 5 y 6.
(11).- Datos obtenidos de la obra de Western Front, titulada "Who brought the Slaves to
America". Edición Citada. Paginas 10 y 11.
(12).- Documentos del "Carnegie Institute of Technology” de Pittsburgh. Según Estudio del
Western Front en: "Who Brought the slaves to America". Edición Citada. Página 15.
(13).- W.F.- .'Who Brought the S/aves to America". Edición citada. Página 17.
( 14).- W ,F .Obra Citada. Edición Citada. Páginas 12 y 17.
(15).- Para ampliar su información, sobre el tráfico de esclavos de Africa a América, el lector
puede consultar, además de la obra ya citada: "Who Broughf the Slaves to America", las
siguientes
fuentes:
I- "Elisabeth Donnan. "Documents illustrative of the History of the Slaves Trade to America" 4
volúmenes. Ediciones Washington D.C. 1930 y 1935.
II- Malcolm Cowley. "Adventures of an African Slaver New York 1928.
III.-Archivos y Biblioteca del Carnegie Institute of Technology” Pittsburgh. Pennsylvania.
Estados Unidos.
Fuente
Desde Canarias hasta Vladivostok: Los judíos traficantes de esclavos
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
viernes, 30 de octubre de 2015
LA PERSECUCIÓN ANTICATÓLICA EN TIEMPOS DE LA INQUISICIÓN
http://www.vallenajerilla.com/berceo...ospolvos23.jpg
CRIPTOJUDÍOS Y HEREJES CONTRA LA ESPAÑA CATÓLICA
Manuel Fernández Espinosa
La serie de sucesos de los que doy cuenta a seguido puede ser interpretada como una escalada en la persecución del cristianismo. Lo que puede chocar es que estos luctuosos acontecimientos, ocurridos en muy distintas ciudades de nuestra España tuvieran lugar en tiempos en que la Inquisición (que con tan negras tintas nos la pintan) estaba vigente y ejercía de contención. Son sucesos documentados históricamente, no forman parte por lo tanto de la propaganda anti-judía.
En la ciudad de Jaén se descubrió que un tendero judío de la calle Maestra había puesto a la entrada de su tienda una tarima de madera, descubriéndosele más tarde que por la parte inferior de la tarima estaba pintado un crucifijo que todos los días era pisado por la clientela que accedía a la tienda. Los cristianos viejos de Jaén, una vez enterados de aquella traicionera bajeza rescataron el crucifijo, tributándole veneración durante muchos siglos con el nombre de Cristo de la Tarima.
La literatura antijudía es muy extensa, y bien se le puede acusar de contener episodios inventados, pero se puede ver que las provocaciones hebreas al pueblo católico tampoco faltan, aunque se quiera pasar de puntillas sobre ellas. Los siguientes sucesos que expondremos sin comentario son hechos históricos y comprobados, no patrañas propagandísticas de demagogos antijudíos.
El 21 de enero de 1624, un catalán de sangre judía llamado Benito Ferrer, que había sido fraile, después de convertirse en secreto al luteranismo, se disfrazó de sacerdote, subió al altar de una iglesia de Madrid y, ante el estupor de los fieles, tomó la Sagrada Hostia, despedazándola impávido. El 5 de julio del mismo año, un francés llamado Reinaldos de Peralta, emuló el sacrilegio del falso converso Ferrer.
El 27 de noviembre de 1625 apareció en la iglesia de San Isidoro de Sevilla un cartel que vilipendiaba a la religión católica, exaltando la ley mosaica. Su autor había sido el mulato Domingo Vicente.
En 1630, un grupo de judaizantes procedentes de Portugal se reunía en secreto, en una casa de la calle de las Infantas, villa y corte de Madrid. Allí el siniestro conciliábulo flagelaba y sometía a varias vejaciones una imagen de Cristo. Fueron descubiertos in fraganti por un católico, y el caso salió a la luz, conmocionando la "opinión pública" de aquel entonces. La imagen sacra de Jesucristo que escarnecían pasó a llamarse el Cristo de la Inocencia.
En 1633, bajo el reinado de Felipe IV, su entonces secretario, D. Francisco de Quevedo Villegas, genio de las letras hispánicas, redacta un informe para resolver los problemas derivados de la afluencia solapada de judíos conversos de origen portugués. El título del opúsculo es elocuente: "Execración por la fe católica contra la blasfema obstinación de los judíos que hablan portugués y en Madrid fijaron los carteles sacrílegos y heréticos...". Como podemos apreciar por el título se trata de un texto de circunstancias que sale al paso de la campaña que la criptojudería (judíos que practicaban ocultamente su religión) ponía en marcha en España. En ese mismo año unos anónimos, muy probablemente conversos de origen portugués, habían fijado en Madrid unos pasquines en que se insultaba a la religión católica, ofendiendo lo más sagrado de la Santa Religión.
Quevedo fustigaba la actitud hipócrita y pérfida de los conversos que hacían proselitismo entre los cristianos y no respetaban los sentimientos de la población autóctona, pero si algo denostaba Quevedo era a esos judíos tornadizos que se convertían al cristianismo, practicando ocultamente su religión:
"Pues los judíos que públicamente profesan su error y visten traje de judíos se contentan con no ser ellos mismos cristianos, mas éstos, dolosamente conversos, son judíos que pasan a pretender que sean judíos los cristianos."(3).
Este memorial de Quevedo que comentamos fue hallado el año 1991 en los depósitos de la Biblioteca del Real Consulado de La Coruña, y el texto, inédito hasta la fecha de su hallazgo, conocería los honores de su publicación, aunque salió a la luz pública en una edición limitadísima para eruditos, a cargo de la Real Academia Española de la Lengua; no obstante, la obra desapareció del mercado en extrañas circunstancias con excepción de unos pocos ejemplares que algunos particulares lograron salvar.
El documento es un testimonio de la época sobre la intolerancia religiosa que mostraba la comunidad judía asentada en España, así como el descaro con que operaba en la misma capital, fijando pasquines que insultaban los sentimientos cristianos del pueblo español.
Las manifestaciones impías y anticristianas de las minorías religiosas no acabaron aquel año de 1633. Según un artículo del franciscano fray Alejandro Recio Veganzones, O.F.M., siete años después de la redacción del memorial de Quevedo hubo un recital poético para desagraviar a la Inmaculada Concepción de María. Se trató de un acto de autoafirmación católica para reparación y desagravio de la Inmaculada tras el horrendo ataque ocurrido en Granada en abril de 1640 contra la Pureza de María.
Estos son los hechos de ese agravio de 1640 en Granada:
El jueves santo de 1640 un "hereje desalmado" había colocado en las puertas del Cabildo de Granada unos panfletos injuriosos contra la Pureza de María Santísima, lo que provocó la previsible reacción del clero, la nobleza y la furia del piadoso pueblo cristiano que no pudo sufrir aquel sacrilegio abominable. Fueron las gentes sencillas las que pidieron que la Santa Inquisición interviniera y castigase en justicia al atrevido provocador.
Nuestra reflexión final será muy breve. Todos estos hechos históricos apuntados aquí nos hacen pensar que la judería ejerció, incluso después de su expulsión de España, una actividad beligerante contra la Iglesia Católica y contra el sentir de nuestros antepasados. Esta actitud anticristiana se prolongaría a través de los siglos bajo el criminal fenómeno del anticlericalismo visceral que surgió sin máscaras en 1836 y rebrotó nuevamente un siglo después, en 1936.
Nos preguntamos si la tolerancia religiosa sólo se nos exige a los católicos, y sería muy oportuno cualquier trabajo de investigación histórica que con solvencia científica nos informara cumplidamente de sucesos como los que aquí he expuesto, pues no ignoro que no son los únicos de la larga historia del anticristianismo en España posterior a 1492. Se haría un gran servicio a la verdad histórica.
Me hago una pregunta: si con la Inquisición, entonces vigente, estos intolerantes anticristianos se permitían estos escarnios de profundo odio religioso y esas bellaquerías, ¿Qué hubieran hecho sin Inquisición?
NOTAS:
1. Ignacio del Villar Maldonado, Silva responsorum iuris, in duos libros divisa, quorum quilibet indicem continet, ubi multae questiones ad Regni Legum explanationem utilissimae ponatur (Luis Sánchez, Madrid, 1614), fol. 133r.
2. Luis Coronas Tejada, La Inquisición en Jaén, Biblioteca Básica Giennense, Diputación Provincial de Jaén, Jaén, 1991. pág. 21.
3. Francisco de Quevedo Villegas, Execración por la fe católica contra la blasfema obstinación de los judíos que hablan portugués y en Madrid fijaron los carteles sacrílegos y heréticos, aconsejando el remedio que ataje lo que, sucedido, en este mundo con todos los tormentos aún no se puede empezar a castigar. pág. 37. Edición desaparecida de la Real Academia de la Lengua Española.
4. Fr. Alejandro Recio Veganzones, o.f.m., y correspondiente de la R. Academia de la Historia, Certamen poético celebrado en defensa y desagravio de la Pureza Inmaculada de María, en la ciudad de Martos en el año 1640. ALDABA, Excmo. Ayuntamiento de Martos y Concejalía de Cultura y Educación de Martos, n.º 11, Diciembre 2001.
Publicado por Carlos Marrero en 1:05
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Fuente:
ARTEMIA : LA PERSECUCIÓN ANTICATÓLICA EN TIEMPOS DE LA INQUISICIÓN
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
JUDAÍSMO A LA CARTA
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Leyendo la novela Cienfuegos del escritor canario Alberto Vázquez-Figueroa, me encuentro una vez más en mi pajolera vida con una visión totalmente deformada y maniquea de nuestra historia, en directa relación con una judeofilia empalagosa a fuer de excesiva y embustera. Vázquez-Figueroa dice que los judíos son un pueblo tradicionalmente amistoso… Claro, Josué es una de las figuras que nos demuestra este aserto. Y el estado de Israel nos lo acaba de certificar.
Con todo, esto no es culpa de Vázquez-Figueroa. O al menos, no es su exclusiva culpa. El judaísmo a la carta es algo que en España afecta tanto a liberales como a marxistas. Es más: No se entiende la versión marxista de España sin su clarísimo antecesor liberal-negrolegendario. Sea como fuere, centrándonos en la obsesión judaica, podemos hallar varios apartados:
- España fue racista.
- España perdió a los intelectuales y a los que hacían trabajos manuales.
- España entró en decadencia por culpa del edicto de expulsión de los judíos emitido en 1492.
- Como los judíos generaban riqueza, por eso somos pobres.
- Los judíos son un pueblo amistoso, perseguido por todo el mundo cuando no se han metido nunca con nadie.
Analicemos las partes para llegar al todo. Hagamos pensar poco a poco a los repetidores y propagadores de tópicos/embustes:
ESPAÑA FUE RACISTA
-Si España fue racista, ¿por qué permitió quedarse a los judíos que abrazaron el cristianismo? (medida por cierto más que ingenua que nos costaría muchísimos quebraderos de cabeza, tema admitido por los escasos conversos sinceros...)¿Por qué desde primera hora hubo negros libres que embarcaron para América, desde los negros curros de Sevilla y Cádiz a La Habana, hasta Juan Valiente, conquistador de Chile?¿Cómo es que el negro Juan Latino fue profesor en Granada y pudo contraer matrimonio con una muchacha blanca y de familia ilustre encima? ¿Cómo es que la misma Corona fomentó en el Nuevo Mundo los matrimonios entre españoles e indias y viceversa desde los tiempos de Isabel la Católica? ¿Por qué el primer poblado de negros libres en el continente americano fue en la Florida española? ¿Por qué el mestizo Inca Garcilaso fue soldado de Juan Austria y enterrado con todos los honores en la catedral de Córdoba? ¿Por qué la Corona de Castilla reconoció los títulos de nobleza desde los descendientes de Moctezuma a la nobleza inca? ¿Por qué, de hecho, los indios fueron los mayores enemigos de los independentistas a principios del siglo XIX? ¿Acaso no dijo Joaquín Posada Gutiérrez, general bolivariano, que “he dicho poblaciones hostiles, porque es preciso que se sepa que la Independencia fue impopular en la generalidad de los habitantes; que las clases elevadas fueron las que hicieron la revolución; que los ejércitos españoles se componían de cuatro quintas partes de hijos del país; que los indios en general fueron tenaces defensores del gobierno del Reino, como que pretendían que como tributarios eran más felices que lo que serían como ciudadanos de la República”. Según el criterio de los negrolegendarios, ¿es que los muchísimos indios realistas eran tontos?
No sé, para tener una “mente/política racista”, los hechos no parecen cuadrar.
Sea como fuere, bueno sería saber desde cuándo los judíos son una raza; porque a decir verdad, en la religión judaica se dan todas las razas, y en buena medida, la procedencia de conversos europeos/caucásicos. También hay judíos de raza negra: Los falashas etíopes. También están los sefardíes, ya mezclados con árabes, bereberes, turcos, etc. O los judíos kurdos. Sin embargo, hay quien considera que los judíos son una “raza pura semita”, cuando en verdad es que son los menos semitas de entre los pueblos semíticos, válganos la redundancia. Los árabes son más semitas que los judíos. Pero esto del “semitismo judío” no es más que un racismo/nacionalismo inventado por la ideología sionista. En cambio, bien que lo acogen los negrolegendarios. Y al final, por la boca muere el pez.
ESPAÑA PERDIÓ A LOS INTELECTUALES Y A LOS QUE HACÍAN TRABAJOS MANUALES
-Si España perdió a los únicos intelectuales que hacían trabajos manuales y tal, ¿también eso pasó en Inglaterra, Francia, Alemania, Bohemia, Rusia, Lituania, Polonia...? Digo, porque todos estos países también expulsaron a los judíos. Y muchas veces, con métodos más pacíficos que los empleados por los sionistas con los palestinos... Pero eso, ¿sólo los judíos leían y trabajaban? ¿Europa entera era analfabeta y necesitaba de la intelectualidad y el trabajo de los judíos? ¿Eran, por tanto, los judíos, la raza superior?
¿De verdad no había ni en España ni en el resto de Europa nadie que supiera de artesanía, de trabajar en el campo…? ¿No había profesores de latín? ¿No había poetas? ¿No había músicos? ¿Todo eso dependía de los judíos? ¿Tan torpes y analfabetos éramos?
Desde luego, el mensaje de odio y racismo parece que no va en “dirección antisemita”… Lo dicho: Por la boca muere el pez. El odiarse a sí mismo al final es lo que tiene.
ESPAÑA ENTRÓ EN DECADENCIA POR CULPA DEL EDICTO DE EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS EMITIDO EN 1492
-Si España entró en decadencia... ¿cómo se explica que en ese año de 1492 se reconquistara Granada, se llegara a América, se forjara la mejor infantería del mundo con el Gran Capitán, auténtico innovador de guerra y acaso creador de la figura del hospital militar; y que pocos años después España se confirmara como potencia marítima, militar y cultural, llegando desde las Antillas a los Andes y haciendo temblar los pantanos de Flandes; así como humillando a los muy poderosos ejércitos franceses? ¿Cómo se explica el desarrollo de la mística en el siglo XVI, con figuras tan señeras como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús? ¿Cómo es que el idioma español era estudiado en toda Europa, así como eran imitadas hasta nuestras vestimentas? ¿Cómo es que la pomposa Casa de Austria, acostumbrada al ornato europeo, adquirió nuestra sobriedad y austeridad? ¿Cómo es que el siglo XVII se confirme como el siglo de oro de la literatura española, con un bagaje como el de Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina...? ¿Cómo es que en la América Española muy pronto se den escuelas iconográficas propias como la Escuela Cuzqueña o la Quiteña; o el arte indio-cristiano de México; así como el desarrollo de una espectacular música barroca acriollada, descendiente de fandangos, zarabandas, folías, canarios, etc.?
COMO LOS JUDÍOS GENERABAN RIQUEZA, POR ESO SOMOS POBRES
Curioso es que los que se tiran de los pelos por cualquier crítica al sionismo como "antisemitismo" caigan en el prototipo del judío como máquina de hacer dinero. Por supuesto, aparte de intelectuales y trabajadores manuales frente a una población belicosa, sucia y analfabeta. Que es lo que se nos dice, tal cual.
De todas formas, ¿me pueden decir cuál es la riqueza generada por los judíos en Marruecos? ¿En Curazao? ¿En Turquía? ¿En los Balcanes? ¿Y en Argentina, uno de los países con más judíos del mundo?
Otrosí, no deja de ser curioso que este argumento de la “riqueza judía” sea esgrimido por “gente de bien de derecha”. Digo, porque el judaísmo se basa en la negación de Cristo como Mesías. Y el judaísmo considera a Cristo como blasfemo. Y eso por no hablar de las barbaridades racistas y genocidas que fueron escritas contra los cristianos en el Talmud, condensado por rabinos en el Medioevo. Y eso por no hablar de lo que dice San Pablo acerca de Dios y del dinero. Que digo yo que no es un argumento muy cristiano eso del “determinismo económico”. Pero bueno, ya sabemos cuál es el “cristianismo” de estos elementos; los cuales están siempre prestos a acogerse a argumentos fabricados por anticristianos.
Así las cosas, damas y caballeros, el problema está en que esto no es cosa de una novela, o de alguna opinión suelta: Esta es la "historia" que nos meten en los colegios (sí, también en los colegios ¿religiosos?), en la literatura, en la televisión, en la radio... Y hasta en la sopa. Y así nos va, sin que nadie ose hacer preguntas críticas ante tantas indigestas gilipolleces; y sin que nadie ose cuestionar cómo el estado “español”, con el Letizio a la cabeza, le da la nacionalidad a los sefardíes, ajenos a nuestro acervo espiritual y cultural, y se la sigue negando a muchos descendientes directos de españoles en Hispanoamérica.(1)
Y todavía queda pendiente la nacionalización de los moriscos… Que Dios nos coja confesados.
NOTAS:
(1) Recuérdese:
RAIGAMBRE
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
LAS INCURSIONES BANDEIRANTES
Autor:
ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH
LOS DERECHOS JURÍDICOS Y LOS ADQUIRIDOS
1. Las incursiones bandeirantes
Después de 1554 comenzó en América la marcha portuguesa hacia occidente, partiendo del litoral, desde los puertos de San Vicente y Santos. La fundación de San Paulo se hizo ese año en los campos de Piratininga. Era evidente el interés de la Corona de Lisboa en avanzar por encima de las leyes y los tratados ganando terreno y expandiendo los límites de su colonia brasileña; de acérrima defensora de Tordesillas, hizo un giro completo en su política y pasó a recomendar a sus funcionarios la desobediencia al Tratado y la ocupación de la mayor cantidad de tierras en el interior del continente. Había emergido la teoría del "Uti possidetis", que consistía en sentar derechos de posesión de todas las tierras ocupadas.La manipulación consecutiva de esta doctrina aportaría, con el correr del tiempo, sucesivos triunfos a los avezados diplomáticos de Portugal.
Los primeros pobladores de la meseta de Piratininga no eran colonos sino mercaderes y aventureros cazadores de indios. Conocerían la utilidad del cultivo de la tierra una vez terminado el periodo de conquista. La población de la nueva villa de San Paulo se vio de pronto inundada de gente de baja calaña y aventureros ambiciosos que llegaban en busca de ganancias fáciles. En los siglos XVII y XVIII, la noticia del descubrimiento de metales preciosos en Minas Geraes y Cuyabá había corrido mundo y ese imán irresistible indujo a muchos a enfrentar los desiertos y los bosques, sin respeto a lo acordado por los gobiernos de sus majestades en el célebre tratado de demarcación.
Sergio Buarque de Holanda en su "Historia Geral" comenta que "la racionalidad y el interés especulativo fueron los factores que impulsaron el esfuerzo colonizador, que aprovechó las vías fluviales como medios de comunicación, dándole a la empresa un cariz mercantil, casi semita."Y lo confirma el padre Manoel de Nóbrega en un memorial fechado en 1552: "Que de cuantos de allá vinieron, ninguno tiene amor a la tierra: todos quieren obtener provecho inmediato para asegurar su regreso a la patria".
La privilegiada ubicación geográfica de la villa de San Paulo de Piratininga, próxima a la Sierra del Mar, fue el centro desde donde partieron las expediciones de cazadores de indios.
Los padres de la Compañía de Jesús se establecieron en el valle de Anhangabaú y allí fundaron el Colegio de San Paulo. En las costas de los ríos Tieté, Pinheiros y Tamanduateí se asentaron las primeras poblaciones desde las que se irradiaron las rutas de penetración. Estos primeros núcleos se constituyeron en una etapa intermedia entre la colonización de las fértiles alturas de la precordillera y el avance al "sertâo", el inmenso desierto desconocido. Era un pasaje obligado para los viajeros que partiendo del litoral buscaban las vías conocidas hacia el oeste.
El río Tieté facilitó la entrada hacia el Mato Grosso, en tierras españolas conocidas como el territorio de Jerez. Siguiendo la sierra de Itapetininga hacia el sur, se llegaba al río Parapanema, en cuya margen izquierda ya se hallaban organizadas reducciones de indios desde los comienzos del siglo XVII, pertenecientes a la Provincia Jesuítica del Paraguay y que se encontraban en zonas protegidas por el Tratado de Tordesillas.
Francisco Assis Vieira Bueno, afirma en su "Autobiografía" publicada en 1899 lo siguiente: "El paulista se vio obligado a echar mano a la caza del indio como una solución para su pobreza y un medio de subsistencia de acuerdo con el régimen económico de la época. La distancia y las estrecheces financieras no permitieron a los paulistas disponer de esclavos africanos, tal cual lo hacían en otras capitanías más cercanas al mar. El indio domesticado de Paraguay fue la solución para la sobrevivencia de Sao Paulo en sus primeros años".
Existía en la época en San Paulo y San Vicente un activo un mercado de venta de esclavos indígenas. Era tal la actividad de aventureros como Antonio Raposo Tavares, Joâo Ramalho y Antonio Rodrigues, verdaderos creadores de las primeras incursiones paulistas responsables de la captura y movilización de miles de indios de las tierras españolas. En una etapa posterior, la venta del indio secuestrado ya no sería considerada como un importante aporte a la economía. El "bandeirismo"(40) había cumplido su objetivo: plantar poblaciones en territorios cuyos propietarios originales habían sido desalojados con violencia. Las fronteras habían crecido y los villanos se tornaban héroes.
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Imagen 28 en (BVP - Capítulo 4. ). Provincia del Guairá. La Cédula Real de 1617 determinó la división de la provincia del Río de la Plata en dos gobernaciones: Buenos Aires y Guairá. Mapa reproducido de "Nouvelle introduction a la Geograplic pour l.usage de Monseigneur le Dauphin par Sanson, 1698, París" y publicado por Juan José Biedman en "Atlas de la Historia Argentina" en 1909.
Analistas brasileños de comprobada solvencia no han escatimado adjetivos para resaltar el coraje y el heroísmo de estas partidas cazadoras de esclavos; el bandeirante es motivo de orgullo y su imagen se recuerda en los bronces como el protagonista de una etapa histórica que produjo el explosivo crecimiento geográfico del Brasil. Es idealizado como héroe y defensor galante del territorio invadido por las misiones jesuíticas del Paraguay. En realidad eran huestes sanguinarias y semisalvajes que no tenían el más remoto interés en aumentar territorios, solamente adquirir fortuna a cualquier precio.
La expansión fue, en consecuencia, el resultado indirecto de estas terribles incursiones predatorias que dejaban extensas zonas despobladas y sin protección. El accionar de las "bandeiras", si bien tolerado, no respondía a delineamientos portugueses; sus cuadrillas estaban formadas por bandas criollas, producto de la mezcla del europeo con naturales del país o negros del Africa que respondían a un sentido auténticamente regional y brasileño y serían la génesis de la nacionalidad, tan marcada por sus orígenes étnicos y costumbristas que poco tienen del europeo de la conquista.
Ana Maria Gadelha en su importante obra de investigación "Jesuitas e bandeirantes do Itatim", cita al historiador portugués Jaime Cortesâo, quien justifica el secuestro de indios reducidos en el Paraguay "con la sana intención de salvarles de la inicua explotación de los hombres de Loyola y recuperarlos para el mundo civilizado."
El indio, tal como ocurría en las encomiendas del Paraguay, era una pieza de valor comercial y figuraba, como el ganado, en los inventarios y contratos. El número de indios era índice de poder y definía el prestigio del propietario. La presencia jesuita en el Brasil y sus intentos de suavizar el trato y limitar la expansión de la esclavitud de los nativos, despertaron conflictos muy serios con los colonos y patrones de las empresas patrocinantes de las bandeiras. Estos llegaron a ser de tal magnitud que las autoridades portuguesas ordenaran la expulsión de la Orden de sus posesiones, en el año 1641.
El año 1580 marcó el comienzo de una cadena de acontecimientos funestos en la historia de la Provincia del Paraguay. A consecuencia de la muerte del rey Sebastián en Alcazar Quivir en 1578 pasó Portugal a la dependencia de Felipe II de España y la asunción de éste al trono de Lisboa representó, de hecho, la unión de los reinos ibéricos, pero sin una completa separación. Eran dos tronos ocupados por una sola cabeza.
Esta unificación fue calamitosa para las provincias españolas de América, limítrofes a las tierras de los portugueses, pues al aflojarse la vigilancia de las fronteras, estos últimos encontraron las puertas abiertas y avanzaron de inmediato sobre las posesiones vecinas, sin el menor escrúpulo y sin despertar la mínima reacción de las autoridades hispanas. La provincia de Vera de la que había tomado posesión Alvar Nuñez, por la misma razón, se hallaba también desguarnecida.
Comenzó así la penetración lusitana hacia el oeste, siguiendo el curso del río San Francisco y llegando al interior de Sergipe y Minas Geraes. Esta vía se convertiría en un importante medio de comunicación entre las aisladas capitanías del interior, obteniendo mejores condiciones de consolidación de sus territorios.
La fundación de Buenos Aires en el mismo año, 1580, dislocó el polo de intereses económicos por tratarse de un puerto de estratégica posición, estableciéndose un vigoroso comercio de contrabando de metales llegados de Potosí y Perú. Se desvanecía poco a poco la importancia de Asunción, olvidada por la Corona después del fracaso de las entradas en busca del Dorado.
Hernandarias propuso al Rey un plan para el desalojo de los portugueses, consistente en la fundación de tres ciudades, una en el cerro de Montevideo, otra sobre el río Uruguay y la tercera entre Asunción y Charcas. (Tal vez esta última haya sido el principal motivo de la disputa con Ruy Díaz de Guzmán, cuando éste manifestó interés en fundar una ciudad en tierras de los chiriguano.) Alegando cuestiones de seguridad consideró conveniente dividir la dirección de la provincia en dos centros y en 1617 Felipe II accedió a esta recomendación. Hubo desde entonces dos gobernaciones, la de Guairá cuya capital era Asunción y la del Río de la Plata, con Buenos Aires como cabeza. La tragedia de Asunción se decretó al quedar sancionada su mediterraneidad, por la pérdida de las costas marítimas y el abandono de los extensos territorios adyacentes. Paraguay seguiría padeciendo con los años las tristes consecuencias de la cadena de errores de la política de España.
En 1618, Felipe III se hallaba comprometido con los reinos de España y Portugal en la Guerra de los Treinta años. Seis años después, Holanda se apoderaba del puerto de Bahía en el litoral brasileño. Una fuerte y bien dotada armada portuguesa consiguió desalojar a los invasores, pero en previsión de nuevos ataques el sucesor en el trono de Lisboa, el español Felipe IV, permitió a los portugueses avanzar hacia el oeste para defender las tierras del Marañon. Estos estaban autorizados a ocupar todo el curso del río al que bautizaron Amazonas y que fuera descubierto en toda su extensión por el explorador Orellana. Era la entrega graciosa de tierras de legítima propiedad de España.
Con estos antecedentes, estaban abiertas todas las vías para la invasión portuguesa, la que se produciría, con el paso de los años, con un vigor incontenible.
La guerra con los holandeses se prolongó por veinticuatro años hasta la rendición de los últimos invasores en 1654. Esta fue una victoria de las tropas de la colonia, sin intervención de Portugal, y despertó la conciencia del poder del criollo brasileño. En 1661, por el Tratado de La Haya, el reino portugués cedía a Holanda las islas Molucas, Malaca y Ceylan a cambio del retiro de sus tropas del Brasil. Los lusitanos habían encontrado quien los superara en las artimañas de las negociaciones.
"El antiguo capitalismo portugués se resumía al potencial de las órdenes religiosas como benedictinos o cistercienses o los antiguos templarios. La nobleza había perdido privilegios en el Renacimiento y surge la figura del funcionario administrativo, de tierra o de mar, recolector de impuestos, donatarios de las capitanías del Brasil, comandante de presidios y fortalezas. El manejo del dinero venía siendo dirigido por el hebreo en la compleja administración pública.
Con el acoso de la Santa Inquisición, el converso, neocristiano o marrano demostrará su capacidad de adaptación a las circunstancias, destacándose por sus dotes de trabajo y dedicación a todas las cuestiones relacionadas con las operaciones de tráfico comercial, crediticio y de manufactura en cualquier punto de los innumerables territorios.
Impone el hebreo, directivas para la explotación comercial de la caña de azúcar y su explosivo tráfico de exportación. Este será un rubro más importante que todo el mineral extraído de las minas. Llama la atención el aprovechamiento integral del proceso industrial y la importancia que adquiere disponer de brazos para el trabajo sea éste de cualquier origen, africano o indios del Paraguay.
La Inquisición cerró los ojos a la penetración de los cristianos nuevos al Brasil, contrariamente a lo que ocurría con la América española.
Es explicable, entonces, el desarrollo del espíritu mercantil de la colonia portuguesa, particularmente en Sao Paulo, en donde la sangre semita portuguesa será el núcleo inicial del centro comercial más importante de América del Sur. Fomentaron el comercio, tornándose intermediarios en las operaciones de compra y venta, actividades de la banca, agentes de exportación y regentes del tráfico negrero del Africa"..."esas autoridades, sin duda, estaban relacionadas al cultivo de la caña de azúcar y al comercio internacional, siendo que muchos bandeirantes eran judíos, cristianos nuevos, en conexión con mercaderes marranos cuya red de negocios se extendía por las colonias de España y Portugal."
"La participación de los cristianos nuevos portugueses fue apreciable en el desarrollo del capitalismo comercial, si bien, nos parece, en proporciones mucho menores que los que le atribuyen algunos autores. En Holanda, importantes agentes portugueses, responsables por el envío de armas para la guerra contra Castilla eran cristianos nuevos" (41).
El asedio a las reducciones
Las fundaciones de pueblos quedaron detenidas por el acoso de los bandeirantes a las reducciones de indios cuyo único propósito era secuestrar esclavos.
Las invasiones armadas eran de tal magnitud que de los trece pueblos del Guairá, once desaparecieron destruidos e incendiados. La insoportable situación obligó al padre Montoya a evacuar a los sobrevivientes y a trasladarlos a la tierra de los Itatines (territorio español de Jerez) en el Alto Paraguay. Este prosiguió allí la labor evangelizadora y fundacional, con efímera vida, pues de nuevo llegaron los mamelucos paulistas trayendo la desolación y la barbarie. La esclavitud de indios cautivos y evangelizados, provenientes de la población guaraní, era una fuente de ingresos considerable, en virtud del volumen que iba adquiriendo la captación de "piezas" destinadas a servicios domésticos y de labranza.
En las primeras entradas portuguesas hacia el interior paulista, ocurrió una suerte de mestizaje al mejor estilo español; pero muy pronto la población nativa reducida en número buscó refugio en zonas de más difícil acceso, en lo más intrincado de la jungla. La caza al indio se había convertido en el objetivo primario de la colonización. Los indígenas de las reducciones jesuíticas del Paraguay eran de fácil captura permitiendo formar con ellos grandes contingentes para ser llevados al Brasil.
Dice el historiador Sergio Buarque de Holanda en su obra "Raíces del Brasil", que las bandeiras respondían a un sentido totalmente brasilero y no portugués. No creemos que al pobre indio encadenado y conducido a pie por más de 300 o 400 leguas le importase la genealogía de sus captores. Varios miles de naturales de las reducciones fueron secuestrados por las bandeiras, de los que sobrevivieron apenas una ínfima parte. Eran sometidos a la condición de bestias de carga, tratados con la máxima crueldad. El indígena guaraní, no tenía la constitución ni el temple para soportar el viaje y la explotación en las tareas a que era sometido. Por estos motivos fue substituido por el esclavo negro de origen africano, con mayores aptitudes para la labor en los ingenios de San Paulo y el noreste.
Moniz Bandeira, en "Expansionismo brasileño" se refiere a las incursiones de los mamelucos: (42) "El Paraguay, cuya jurisdicción se extendía sobre los actuales estados del Brasil, Paraná, Santa Catarina, Río Grande do Sul y Mato Grosso do Sul (antigua provincia de Itatin), sufrió todas las consecuencias de los actos de depredación de los bandeirantes. Por donde cruzaron los luso-brasileños no dejaron más que ruinas, algunas, solamente identificadas cien años después."
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Imagen 29 - Capítulo 4. Rumbos de la expansión bandeirante.
Por su parte, Raúl Silveira de Melo asevera en su libro "A defesa nacional": "Las bandeiras, de hecho, asolaron gran parte del imperio guaraní y causaron gran pánico a los colonos españoles. Estas depredaciones llegaron al extremo de provocar la dispersión y el abandono de su población nativa desde las regiones del Parapanema, al medio y bajo Yguazu y los Itatines por dos siglos".
El historiador brasileño Capistrano de Abreu (43), refiere que la primera misión invadida por los bandeirantes fue la de San Antonio, en la margen derecha del río Ivaí; seguidamente destruyeron San Miguel, Jesús María, San Pablo, San Francisco Javier en el valle del Tibagí y todas las demás que encontraron. Se salvaron solamente las de Loreto y San Ignacio en el río Parapanema, que los jesuitas habían resuelto mudar más abajo de los Saltos de las Siete Caídas, entre los ríos Paraná y el Uruguay. Luego de destruir estas misiones, las bandeiras embistieron contra las del Uruguay y de los Tapes.
"Os bandeiranres concorreram antes para despovoar que para povoar nossa terra, trazendo indios dos lugares que habitavam, causando sua morte en grande numero nos assaltos às aldeias e aldeamentos ora com os maus tratos infligidos em viagens, ora, terminadas estas, pelas epidemias fataes e constantes aquí e alhures apenas os silvicolas entram en contacto com os civilizados"
Luiza Volpato en "Entradas y Bandeiras" agrega: "A subjugaçâo do indio e sua escravizaçâo só seriam obtidas pela força; assim, as bandeiras de preaçâo eram expediçôes agressivas e violentas. As bandeiras eram emprendimentos de caráter particular e tinham por objetivo a busca de soluçâo para problemas sociais de Vila de Sâo Paulo." (44).
Las principales bandeiras se hicieron entre los ríos Parapanema y el Yguazú, afluentes del Paraná, pero sus incursiones llegarían más adelante hasta la laguna de los Patos, muy próxima a la actual frontera del Uruguay. En 1606, los bandeirantes Diogo de Quadros y Manoel Preto y en 1612, Sebastiâo Preto y Lázaro da Costa, asolaron los pueblos de los indios reducidos.
En 1629, en un operativo de corte militar, 900 mamelucos acompañados de 2000 indios dirigidos por Raposo Taveres y Manoel Preto, provocaron la destrucción de núcleos castellanos establecidos en las riberas del río Paraná, como Villa Rica sobre el río Ivaí y Ciudad Real en las costas del Pequirí.
Los jesuitas, ante las pérdidas de vidas y materiales resolvieron abandonar sus pueblos del norte y siguiendo las costas del Paraná buscaron regiones más próximas al amparo de los españoles, estableciéndose en los Treinta pueblos repartidos en los actuales territorios de Paraguay, Argentina y Brasil. Fue el comienzo de la resistencia armada. Considerando el peligro de nuevas acciones de los paulistas, el padre Montoya solicitó y consiguió licencia real para armar a los indios neófitos y hacer frente a las agresiones. Los jesuitas e indios lograron infligir grandes pérdidas a los atacantes en las batallas de Mbororé y Caazapá Guazú en el año 1638, que determinó la decadencia de la actividad de los corsarios paulistas.
Un cronista de la Compañía de Jesús, el padre Lozano decía: "Obligaron a los mamelucos a ponerse en fuga, dejando cuanto tenían en provisiones, víveres y cautivos, y se huyeron tan ocupados de miedo que jamás adelante se atrevieron a infestar la provincia del Uruguay."
El gobernador de la Provincia del Paraguay, don Pedro Lugo y Navarra, no veía, con buenos ojos, la formación de una fuerza militar ajena a su gobierno, con autonomía propia y con efectivos superiores a los suyos. En 1636, Tavares con sus compañeros ocuparon todo el Rio Grande del Sur y para 1640 toda la región de los Tape estaba bajo el control portugués.
El territorio de Jerez (Jerez Ñú) o el Itatin
El reconocido historiador portugués Jaime Cortesâo dice: "Los guaraníes se extendían en los territorios entre el Apa y el Mboteteí y asumían nombres relacionados con las zonas geográficas que ocupaban. Los que estaban cerca de Santiago de Jeréz, eran llamados ñuará, ñiguará, guarasapo, etc y podrían ser considerados dentro del grupo general de los itatines, subgrupo de los guaraníes".
El etnólogo Alfred Metraux, gran conocedor del tema indígena sudamericano refiere que las tribus guarani no superaban, al norte, el río Mboteteí (Miranda) y que algunos grupos estaban establecidos en la laguna de los Xarayes, o sea, entre el río citado y el Tacuarí. Todas estas tribus, desde Miranda al Apa recibían el nombre de Itatines.
Juan Francisco Aguirre en su "Diario" escribe que siendo gobernador del Paraguay don Francisco de Beaumont y Navarra, la recién fundada población de Santiago de Jerez sufrió su primera mudanza hacia las márgenes del Mboteteí, acercándose más a los poblados de los indios ñuara. Aguirre no hace referencia alguna a la ubicación original de Santiago de Jerez. Y don Félix de Azara también se ocupa en diversas ocasiones de la suerte de la región de los Itatines: "Domingo Martínez de Irala llegó hasta la provincia de Itatin y subyugó a los indios guaraníes. Con ellos fundó los pueblos de Atyrá, Guarambaré e Ypané o Pitum. Estos fueron repartidos entre los españoles, en encomiendas de mitayos y algunos, conducidos a la Asunción para trabajar en obras".
En efecto Irala, fue el gran expansionista de las posesiones de su gobernación. A partir de la expulsión del segundo adelantado Cabeza de Vaca dio inicio a una serie de expediciones dirigidas a la región. Las crónicas de Ulrico Schmidel y las memorias del propio Alvar Nuñez dan detallada cuenta de estas entradas de exploración y conquista.
Renée Ferrer de Arréllaga en su obra "La expansión colonizadora y la fundación de Concepción" nos presenta una elaborada tesis sobre los motivos que convirtieron a la tierra de los Itatines en centro de las apetencias de las huestes bandeirantes. Entre los propósitos que movieron a Portugal a apoderarse de la región, enumera el control del camino al Perú, con el objeto de obstaculizar el ingreso de los españoles, el de mantener la libre navegación de los ríos y asegurar la ocupación de la mayor cantidad de tierras, que les concedería derechos de posesión en una futura demarcación de fronteras.
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Imagen 30. Territorio de Jerez o de los Itatines. Fragmento del mapa elaborado por Ruy Días de Guzmán.
1.Ubicación presumible de Santiago de Jerez reconstruida en las riberas del río Mboteteí, Mondego de los portugueses y actualmente denominado Miranda. 2. Cuenca del río Paraguay. 3. Río Parapanema, afluente del Paraná en su margen izquierda. 4 Saltos del Guairá.
5.Cuenca del río Paraná. 6. Cuenca del río Uruguay.
Producida la pérdida del Guairá y la destrucción de Guarambaré (la primera, fundada por Irala), las primitivas reducciones franciscanas que habían sido fundadas al norte del río Apa, también fueron atacadas por los "mamelucos" y debieron ser abandonadas. En consecuencia, el espacio desguarnecido del control religioso y oficial fue aprovechado por los chamanes indígenas para incitar a la revuelta a los naturales que allí quedaron. Los payé estaban celosos y molestos por la pérdida de autoridad y prestigio que les había infligido la presencia de los misioneros. Propagaron ideas de volver a sus costumbres y ritos ancestrales, rechazar a los extranjeros y tomar actitudes de rebeldía y enfrentamiento.
Los españoles de Jerez pidieron a Asunción la venida de los jesuitas, quienes se instalaron en la región fundando pueblos y organizando nuevas misiones de indios. Su establecimiento consolidó de nuevo la presencia española en la región hoy conocida como Pantanal matogrosense, y que otrora se denominaba Laguna de Xarayes.
Para inicios de 1631 toda la región había sido ocupada por jesuitas y encomenderos cuyo centro de actividades seguía siendo la villa de Santiago de Jerez. Pero ésta se encontraba muy lejos de todo apoyo administrativo y los viajeros podían desplazarse solamente por agua, navegando en canoas hasta el río Paraguay, sujetos al peligro continuo de los canoeros piratas payaguá.
Nuevamente las autoridades provinciales recurrieron a la presencia religiosa para controlar las desprotegidas regiones. El padre Diego Ferrer, experimentado misionero jesuita del Guairá, se ocupó de inmediato de los indígenas, hallando a muchos de ellos ya encomendados pero en franca rebelión. Con el apoyo de algunos caciques, antiguos colaboradores de los franciscanos, los padres pudieron fundar con trescientos indios dirigidos por el "mburuvichá" Diego Paracú, una nueva villa llamada Ybú. La noticia de que antiguos indios encomendados estaban siendo reclutados por los jesuitas despertó la inquina de sus antiguos encomenderos, cuyos derechos estaban jurídicamente amparados por las ordenanzas de Domingo Martínez de Irala.
El incansable Raposo Tavares, con la compañía de Ascencio Ribeiro, dirigió sus entradas hacia el Mato Grosso. En los años 1635 y 1636 habían desaparecido Santiago de Jerez, en las costas del Mboteteí (Miranda), San Joseph, Santa María Mayor y otras poblaciones de las costas del río Aquidauana. Estas poblaciones, virtualmente abandonadas a su suerte por los españoles, fueron borradas del mapa sin quedar siquiera vestigios de sus asentamientos. Los jesuitas, a su vez, se vieron forzados a abandonar nuevamente sus pueblos. El padre Ignacio Martínez resolvió mudar los mismos a regiones próximas a los ríos Paraguay y Apa.
Refiere el padre Ferrer en sus "Cartas" "Es cierto que si los portugueses no buelben que nos an hecho mas provecho que daño, porque los indios que an llevado muchos se an buelto, y con la venida de los Portugueses avemos ganado de aver arrimado los indios al río Paraguay y en ganando el río Paraguay ganamos la comunicación por río y ganamos muchas puertas para el Evangelio assi de esta como de la otra banda del Río".
La ubicación de los nuevos asentamientos estaba entre los ríos Tepotí (Apa, según Juan Francisco Aguirre, comisario demarcador español) y el Andirapucú, a la altura del Pan de Azúcar (llamado Fecho dos Morros por los brasileños), a los 21 grados de latitud. Estas reducciones sufrieron sucesivas mudanzas y cambios de nombre: Yatebó, San Ignacio del Caaguazú, Aguaranami y otras, como consecuencia de las inundaciones, de los ataques portugueses, del hambre y las enfermedades.
Los desplazados payés o shamanes, antiguos líderes espirituales, no dejaban un solo día de hostigar a la rebelión. Algunos de estos, eran hábilmente manipulados por los encomenderos, quienes habían dotado a los caciques y payés de algunas prerrogativas de mando, otorgándoles insignias y títulos que mucho los alababan. Además, el hecho de ser considerados cuñados de los españoles confería mayor garantía a la vinculación.
Conviene resaltar la importancia de esta ocurrencia, pues en todo el tiempo en que la región de Jerez estuvo ocupada por indios encomendados, había cierto intento de auxilio de las autoridades de Asunción. En cambio, desde el momento en que se establecieron los jesuitas, el apoyo fue nulo y por lo tanto inmediatamente aprovechado por los bandeirantes para continuar sus ataques. Esto equivalía, de hecho, al abandono de la hegemonía española en provecho de los lusitanos. España seguía perdiendo dominio de sus enormes posesiones.
Una razón que explica la falta de apoyo de las autoridades españolas de Asunción a las reducciones jesuíticas de Jerez, fue la exoneración de impuestos y tributos conseguidos por la Compañía de Jesús del rey Felipe IV. Una Cédula Real eximía a los guaraní reducidos del pago de estas obligaciones por un plazo de veinte años. El padre Montoya, gran conocedor de los problemas de repartición de indios, presentía que este privilegio despertaría gran descontento entre los colonos encomenderos del Paraguay. Era en realidad una desigualdad de obligaciones, pues el encomendero no podía excusarse de oblar los consabidos impuestos a la hacienda real. Su exigua producción le producía estrecheces económicas tales que las autoridades optaron por "acatar pero no cumplir" las disposiciones llegadas de España. El gobernador de Asunción no atendería en adelante, ninguno de los pedidos de auxilio de los misioneros jesuitas.
El padre Mansilla, superior de los jesuitas del Itatin, reclamó con urgencia la provisión de armas para la defensa de la región, pero se enfrentó a Bernardino de Cárdenas, obispo de Asunción y enemigo declarado de la orden ignaciana, quien impidió la entrega y ordenó el secuestro del armamento.
Luego de soportar algunos choques armados que provocaron la muerte del padre Alonso Arias, los padres jesuitas resolvieron desocupar la provincia de Jerez. El camino a Potosí y las sierras del Plata se encontraban ya bajo el control de los portugueses. Se hizo necesaria una nueva evacuación más al sur, con lo que se volvía a repetir el dramático éxodo de las costas del Parapanema.
"No puede explicarse el desinterés de la colonia española en cuidar las márgenes del río Paraná y el litoral de Paraná y Santa Catarina cuya ocupación era real a fines del siglo XVII." [a]
La corrida del oro del Mato Grosso
Las tropas armadas del bandeirante Pascual Moreira Cabral andaban por las antiguas tierras de Jerez persiguiendo indios, cuando informados por éstos de la existencia de oro, hallaron el riquísimo yacimiento de Cuyabá. Dice el cronista Schwege, citado en la obra del Visconde de Taunay "As bandeiras paulistas", que se podía recoger el metal en la superficie de la tierra. Tal asombrosa descubierta convirtió de pronto a los cazadores de indios en mineros.
Desde la capitanía de San Vicente hasta Cuyabá se estableció un intenso ir y venir de caravanas que cubrían la enorme distancia en un viaje que demoraba de seis a siete meses. La travesía comenzaba en las costas del río Tieté, de navegación muy accidentada por los rápidos que abundan en su curso. Llegados al río Paraná se desplazaban, a favor de la corriente, hasta muy cerca de los Saltos del Guairá. En su margen derecha iniciaban una penosa marcha a pie, transportando vituallas, armas y embarcaciones hasta alcanzar uno de los afluentes del río Paraguay, probablemente el Mboteteí. Y a través de éste, en una extensión de treinta leguas, se llegaba al gran río Paraguay que había que remontar hasta llegar a la boca de uno de sus subsidiarios, el río San Lorenzo y por último el río Cuyabá. El comerciante de Cuyabá llevaba a veces sus lingotes hasta Bahía, siguiendo diversas rutas abiertas a través de tierras de indios bororo y caiapo.
Como eran etapas muy extensas, se fueron estableciendo a todo lo largo del camino poblaciones que vivían del comercio menudo con las caravanas de viajeros mineradores. Cambio de caballerías y bueyes, alquiler de carros, posada y pitanza a cambio del oro comprado a los indios o extraído de las minas, era un buen negocio que compensaba la soledad del desierto. Algunas de estas postas fueron adquiriendo importancia y se hicieron estables constituyéndose en el origen de los principales núcleos de población de Mato Grosso. Y todo este ir y venir de gente extraña por tierras españolas se hacía sin la menor interferencia de las autoridades de Asunción. Posteriormente se abrieron otras rutas más al norte, por Camapuá, Río Pardo y el río Tacuarí. Todas partían desde el actual Porto Feliz, sobre el río Paraná. Estas expediciones eran muchas veces asaltadas y saqueadas por los indios guaicurú, quienes llevaban el oro a negociar con los españoles de Asunción. Se han publicado cartas de la época que mencionan "aquí en Asunción no se encuentra el metal, pero es común su comercialización, es oro portugués robado por los indios".
Félix de Azara, el célebre demarcador español expresaba: "No es posible que no tengamos las minas de Cuyabá y Mato Grosso cuando las podemos atacar con fuerzas competentes llevadas por el mejor río del mundo, sin que los portugueses puedan sostenerlos ni llegar a ellos, sino por el embudo obstruido del río Tacuari, en canoas y con los trabajos que nadie ignora" (45).
"Portugal salió más favorecido por haber creado la Capitanía independiente de Mato Grosso poco después del Tratado de 1750 que condujo a la fundación de villas como Corumbá, Coimbra, Albuquerque y la colonia militar de Miranda sobre el rió Mboteteí que cuidaba la seguridad de la comunicación entre Sâo Paulo y el Mato Grosso" (46).
La política de las bandeiras
Los bandeirantes tenían todo el apoyo de las autoridades y la iglesia de San Paulo. Pese a que entre los invasores del Guaira, abundaban herejes y judíos habían curas regulares y seculares sirviendo de capellanes de las huestes bandeirantes. El capellán del jefe mameluco Manoel Preto era un fraile carmelita, según referencias del Visconde de Taunay. Algunos de estos religiosos recibían en obsequio a los indios capturados.
Las veces que la Provincia del Paraguay se veía comprometida en convulsiones o desordenes internos las fuerzas portuguesas usurpaban más territorios. Durante la revuelta del obispo Bernardino de Cárdenas en 1640, en la Revolución Comunera y en el movimiento de los patriotas de mayo de 1811, se registraron arremetidas de los vecinos del norte. La gran amenaza bandeirante terminaría recién a mediados del siglo XVII, desaparecidas las causas mercantiles que las motivaron. Brasil fue el gran ganador de esta penetración violenta y sanguinaria. Consiguió con ella, mantener todas las tierras ocupadas, aumentar su extensión geográfica y someterlas posteriormente al criterio jurídico del "Uti possidetis". Estas conquistas le permitieron consolidar la colonización de la ubérrima región paulista y permitir el desarrollo de la rica producción azucarera en el noreste.
Este expansionismo iría a significar a la Provincia de Paraguay la pérdida del extenso litoral marítimo determinado por el Tratado de Madrid de 1750. Había sido despojada de las provincias de Guairá e Itatin, a más del secuestro y exterminio de miles de indígenas. Los años de rapiña y hostilidad habían despertado en el aborigen guaraní un justificado rechazo a todo lo que fuera portugués y que daría lugar a una reacción violenta conocida como la Guerra Guaranítica.
El rey Pedro de Portugal sería el iniciador de la formidable campaña invasora contra las posesiones españolas. Su meta era alcanzar el Río de la Plata, que consideraba límite natural del dominio portugués. En 1675 los portugueses desembarcaron en el cerro de Montevideo y en 1680 el gobernador de Río de Janeiro, Manuel Lobo, fundaba la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental del Río de la Plata. El gobernador de Buenos Aires los expulsó en agosto del mismo año. La Colonia del Sacramento se convertiría en adelante en el "comodín" de un interminable juego de la diplomacia europea. La fortaleza sería recuperada por los españoles y poco después devuelta a los portugueses, en una interminable puja ajena a los intereses platenses. Este intercambio de amos se repetiría varias veces, al punto que las autoridades de Buenos Aires no se decidían a tomar represalias contra los invasores portugueses por temor a ser desautorizados por la corona española.
NOTAS AL PIE
40- La palabra "bandeira" designaba en la Edad Media portuguesa el conjunto de cinco o seis "lanças" que comprendía cada una siete hombres formando un conjunto de 35 a 40 hombres. La implantación de los Regimientos de los Capitanes mayores y de las compañías de gente a caballo, hizo que la palabra se divulgara como sinónimo de compañía militar de ataque, exploración y reivindicaciones de la soberanía política. Chaunu, Pierre, "Historia de América latina", Buenos Aires, Eudeba, 1976, 8ª. Ed.
41- Novinsky, Anita, "Cristâos novos na Bahia", Sâo Paulo, Editorial Perspectiva, 1972
42- Era designado como mameluco al producto de la cruza del portugués con la india. Al hijo del portugués con una negra se lo conocía como mulato y el hijo de un negro con una india era cafuso. El portugués nacido en el Brasil era llamado mazombo o brasilero. (Nota del autor)
43- Abreu, Capistrano, "Capítulos de Historia Colonial (1500-1800) & os Caminhos Antigos e o Povoamento do Brasil", Brasilia, Editora Universidade de Brasilia, 1963, 5ª edición
44- Volpato, Luiza, "Entradas e bandeiras", Sam Paulo, Global Editora, 1986, 2ª Ed.
a- Abreu, Capistrano, Ibidem
45- Azara, Félix de, Colección Pedro de Angelis, de Actas y Documentos, Buenos Aires, 1836
46- Abreu, Capistrano, Ibidem.
Fuente: PARAGUAY Y BRASIL. CRÓNICAS DE SUS CONFLICTOS
Autor: ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH
Editorial El Lector,
Diseño de Tapa: Ca'avo-Goiriz
Compaginación y Armado de Página: Fátima Benítez
ISBN: 99925-51-92-5
Asunción – Paraguay. Año 2000.
Edición digital:
BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY (BVP).
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Fuente:
Portal Guarani - LAS INCURSIONES BANDEIRANTES (Autor: ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH)
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Una interesante conferencia que habla básicamente de todo lo que hemos tratado en este hilo. La relación nada fácil que hemos tenido con los “hermanos mayores”.
Descripción de Hispanidad en México, Conferencia UNS
Conferencia sobre el día de la hispanidad, "Casa Michoacan" México D.F. 12 de Octubre de 2007
Unión Nacional Sinarquista.
Orígenes de la leyenda Negra
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Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
lunes, 27 de enero de 2014
Los judíos que combatieron como piratas.
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Fue sólo después de la dinastía de los Asmoneos, cuando el sumo sacerdote Simón (142- 134 a.e.c.) anexó la ciudad de Jope o Yafo a sus dominios que los judíos pudieron disponer de un puerto marítimo propio.
Igualmente se tienen noticias de que posteriormente, cuando el hijo de Simón y sucesor, Juan Hircano (134-104 a.e.c.), tomó Ashdod, y más tarde, el rey Alejandro Janeo (103- 76 a.e.c.) se anexó Gaza y la Torre de Strato (más tarde llamada Cesarea), se constituyó un pequeño grupo de marinos judíos al servicio de la realeza.
En el siglo I antes de la era común hay evidencia de judíos que combatieron como piratas. En la tumba de Jasón, en Jerusalén, existe un dibujo grabado sobre piedra de un barco de guerra persiguiendo a dos buques mercantes. Sobre la proa del buque de guerra aparece Jasón con un arco y flechas preparado para disparar.
Ya el historiador Flavio Josefo relataba ataques de marineros judíos tenidos entre los suyos por grandes héroes, quienes partiendo del puerto de Jope (Yafo) atacaban a barcos romanos en pequeñas embarcaciones. Flavio Josefo escribe en su Antigüedades judías que en el año 63 a.e.c., dos líderes judíos, Hircano y Aristóbulo, llegaron a Damasco, donde cada uno de ellos defendió ante Pompeyo sus razones para ser nombrado rey de los judíos con preferencia de uno sobre el otro. Durante este debate, Hircano acusó a Aristóbulo de organizar actividades realcionadas con la «piratería en el mar».
En el siglo VI de la era común, cuando el mundo judío ya se desarrolla principalmente fuera de Palestina, es decir, en la diáspora, tenemos testimonios de sacerdotes cristianos que hablan de piratas judíos en la costa del norte del continente africano.
Un documento clerical del siglo VI que informa acerca de la toma de Cairuán, en Túnez, gran centro de la cultura sefardí en el norte de África, hace referencia a piratas judíos que no navegaban en Shabat (sábado), por ser un día sagrado para ellos. Este curioso documento también relata cómo fue capturado el obispo Sinesio por tales piratas en represalia a encarcelamientos que aquel ordenaba contra los hebreos.
Durante el siglo XII el propio Maimónides, en una carta escrita a su hermano, le advierte a éste que hay embarcaciones piratas de propiedad compartida por judíos y musulmanes.
Como consecuencia de la expulsión de los judíos en España en 1492 y posteriormente de Portugal en 1496, estos se dispersaron por varios países. Algunos se establecieron en los reinos moros de Marruecos e incluso en Siria; otros en el sur de Francia o se dirigieron a Holanda y las ciudades hanseáticas del norte de Alemania, como Bremen o Hamburgo. Hubo quienes se establecieron en países como Dinamarca, Suiza o Italia. Sin embargo, la gran mayoría de los sefardíes fueron recibidos con gran beneplácito por el sultán Bayaceto II en el Imperio turco otomano, el mayor imperio conocido antes del español.
Muchos otros judíos permanecieron en España y Portugal bajo una supuesta apariencia cristiana (estos judeoconversos son conocidos como criptojudíos o marranos) y posteriormente se trasladaron a algunas islas del Caribe, como Jamaica, o a colonias españolas y portuguesas en América, tales como Perú, México y Brasil entre otras.
Las expulsiones de judíos acaecidas a finales del siglo XV en España y Portugal y la posterior persecución inquisitorial contra los marranos incitaba ciertamente a la venganza por parte de las víctimas y ello quizá pueda explicar la adhesión a partir del siglo XVI de algunos judíos a la piratería o a las actividades de corsarios, no sólo al servicio de las potencias enemigas europeas, tales como Inglaterra y Holanda, sino al servicio de los turcos otomanos.
Tal es el caso de Sinan Reis, corsario judío nacido en Esmirna, Turquía, quien alcanzó el rango de capitán pashá (Almirante de la flota turca) entre 1550 y 1553. Aliado con el corsario Barbarroja (o Barbarrosa), Sinan Reis llegó a ser su segundo al mando, y se destacó en combates navales contra los enemigos del Imperio Otomano. Entre estos cabe destacar especialmente la Batalla de Preveza, en septiembre de 1538, contra la flota combinada de la Liga Santa, constituida por los Estados Pontificios, España, el Sacro Imperio Romano Germánico, la República de Venecia y la Orden de Malta, al mando de Andrea Doria. Esta victoria aseguró el dominio turco sobre el Mediterráneo hasta la Batalla de Lepanto en 1571.
A partir del descubrimiento del Nuevo Mundo, la persecución a los judíos se expandió desde la península ibérica a las nuevas colonias americanas y las leyes inquisitoriales fueron aplicadas en éstas con el mismo rigor que en la metrópolis, lo cual explica que hubieran expulsados judíos transformados en piratas y corsarios cuyos veloces navíos surcaban las aguas de Caribe causando preocupación y temor a los marinos de la corona de España y su Inquisición en respuesta a la violencia e injusticia cometidas contra ellos y sus familias.
Corsario o «privateer» era el nombre que se concedía a los navegantes que, en virtud del permiso concedido por un gobierno en una carta de marca o patente de corso, capturaban y saqueaban el tráfico mercante de las naciones enemigas de ese gobierno.
El corsario estaba limitado en su acción por la patente, pudiendo sólo capturar mercantes de determinados países y teniendo que repartir botín y rescate con el Estado en muchas ocasiones. Esta es la principal diferencia con el pirata, que atacaba a cualquier buque sin tener que rendir cuentas a nadie. Francis Drake es un buen ejemplo de esa época. Fue y sigue siendo una figura controvertida: en una época en la que Inglaterra y España estaban enfrentadas militarmente, fue considerado pirata por las autoridades españolas, mientras en Inglaterra se le valoró como corsario y se le honró como héroe.
Piratas sefardíes
En el siglo XVI ya aparece registrado uno de los primeros piratas sefardíes que, además, actuó en ocasiones como corsario. Se trata de un judío español llamado Simón Fernández, que se había escapado de la Inquisición. No sabemos cuándo nació, pero sí que provenía de las islas portuguesas de las Azores y que por el año 1571 estaba trabajando con el pirata galés John Callis, ahorcado en Newport en 1576.
Debido a que tanto Fernández como Callis solían atacar principalmente barcos franceses y españoles, el gobierno británico les permitió a ambos operar desde los puertos británicos. Incluso cuando fue encarcelado por el delito de piratería era tal su poderoso círculo de amistades que pronto pudo contar con personas influyentes para sacarlo de la cárcel. Desde 1579 hasta 1583, se embarcó con varias personas allegadas al célebre pirata y corsario inglés sir Walter Raleigh, llegando a convertirse en el capitán piloto del propio Raleigh. En estos viajes, Fernández viajó a las Indias Occidentales, la costa noreste de América del Norte y las Molucas, islas del océano Pacífico ricas en especias.
Curiel, el pirata
En su divulgado artículo Los piratas judíos de Jamaica, Moshé Vainroj destaca la figura del pirata del siglo XVI Yaakob Koriel (o Curiel), nacido de una familia judía que se convirtió al cristianismo bajo la presión de la Inquisición cuando aún era un niño. En su juventud sirvió como capitán de la flota naval española hasta que fue capturado por la Inquisición. Fue liberado más tarde por sus propios marineros, la mayoría de los cuales eran marranos. Animado por sus deseos de retaliación, Yaacob Curiel se dedicó a la piratería llegando a poseer tres barcos piratas bajo su mando. Poco se sabe acerca de lo que le sucedió más tarde. Algunos creen que con el tiempo hizo su camino a la Tierra Santa, estudió Cábala en la ciudad de Safed como alumno de rabí Isaac Luria y murió arrepentido en serena anciandad, siendo enterrado junto a su venerable maestro.
Un pirata con linaje
Atención merece igualmente para Vainroj otro fascinante personaje del siglo XVI encarnado en la figura de David Abrabanel, proveniente de una un ilustre linaje de sabios (a la que perteneció don Isaac Abrabanel), quien logra zafarse de la persecución inquisitorial y llega a las Antillas convertido en un temido corsario a favor de los ingleses. Abrabanel asoló las costas sudamericanas bajo el pseudónimo de «Capitán Davis», comandando una flamante nave llamada The Jerusalem. Parece ser que se abstenía de atacar naves en en Shabat.
Los alimentos en su embarcación eran rigurosamente casher y la bitácora de viaje de sus naves estaba escrita en caracteres hebreos. El Capitán Davis, uno de cuyos compañeros fue el pirata Subatol Deul, trabó relación, según afirma Vainroj, con el hijo del corsario sir Francis Drake y con él estableció una alianza antiespañola que, en la historia de la piratería caribeña, es conocida como la «Fraternidad de la Bandera Negra» (Black Flag Fraternity).
Piratas magrebíes
Otro corsario especialmente digno de destacar es don Samuel Pallache, judío sefardí, descendiente de rabinos, nacido en Fez en la segunda mitad del siglo XVI y originario de una reputada familia de la España musulmana. En 1591 fue destinado a España como embajador por el sultán de Marruecos Mulay Zaydan Abu Maali y entre los años 1605 y 1608 vivió en Madrid como embajador de Marruecos ostentando su condición de judío en una época en la que la Inquisición española buscaba por todos los medios juzgar a toda persona sospechosa de ser judía.
Rico comerciante, Samuel Pallache obtuvo del sultán de Marruecos el monopolio del comercio con Holanda y en 1608 fue designado por éste como agente representante del Sultán en La Haya, Holanda. El 23 de junio de 1608 fue recibido por el estatúder (stadholder) Mauricio de Nassau, futuro príncipe de Orange, y los Estados Generales de los Países Bajos para negociar una alianza de mutua asistencia contra la corona de España.
Cuando el rey de España Felipe III se negó a devolver al sultán Mulay Zaydan unos valiosos manuscritos a cambio de la liberación de unos prisioneros, el sultán marroquí firmó un acuerdo con Holanda contra España y el 24 de diciembre de 1610 las dos naciones firmaron un tratado reconociendo el libre comercio entre los Países Bajos y Marruecos, que permitió al sultán la compra de barcos, armas y municiones de los holandeses. Sin embargo, Holanda no podía enfrentarse directamente a España debido a la «Tregua de los doce años» pactada un año antes, en abril de 1609. La solución consistió finalmente en un apoyo de Holanda a Marruecos mediante la entrega al embajador marroquí Samuel Pallache de una nave de guerra con una dotación de marineros holandeses y un documento firmado conjuntamente por Holanda y Marruecos encomendándole que «se apoderase de todas las naves españolas y de piratas que encontraran en el camino a los Países Bajos».
Algunas investigaciones parecieron evidenciar que Pallache actuó como un doble agente que pasaba informaciones clasificadas a España en torno a las relaciones Holanda- Marruecos y al mismo tiempo era informante de Marruecos y Holanda en torno a las actividades españolas, y se dice que el simple rumor acerca de dicha ambigüedad fue la causa de que el sultán le retirara sus favores.
Sin embargo, Samuel Pallache continuó sus actividades como comerciante y su amistad personal con el príncipe Mauricio de Nassau le valió una patente de corso que le permitió dedicarse durante varios años a las actividades de corsario bajo la bandera holandesa, reclutando marranos para su tripulación y vendiendo el botín obtenido a lo largo y ancho de las costas marroquíes.
En 1614 capturó un barco portugués e, impedido de llevar su botín a las costas de Marruecos a causa de un fuerte temporal, se vio obligado a fondear en un puerto inglés donde, a instancias del embajador español, fue arrestado y encarcelado. El príncipe Mauricio de Nassau acudió en su ayuda y eventualmente logró traerlo de vuelta a Holanda. Sin embargo, Pallache había perdido toda su fortuna y poco después cayó enfermo. El 4 de febrero de 1616 falleció en La Haya y fue enterrado en el cementerio judío sefardita Beth Hayim de Ouderkerk aan de Amstel, cerca de Ámsterdam.
Judeoportugués Otro entre los más notables del siglo XVII es el portugués Moisés Cohén Henriques, corsario al servicio de Holanda y acreditado por la captura en La Habana de una flota platera en 1628. Su hermano Abraham Cohén, traficante de armas, utilizaba su poder económico para ayudar a conseguir lugares de protección para otros judíos en desgracia.
Moisés Cohén Henriques se alió en 1628 con el holandés Piet Heine, almirante de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, quien había servido como esclavo durante cuatro años en las galeras de un galeón español. Ambos, Cohén Hnriques y Hein solían atacar barcos españoles fuera de la Bahía de Matanzas que, procedentes de Cuba, se dirigían a Cádiz cargados de oro y plata, apropiándose de sus tesoros.
Más tarde, durante el dominio holandés, Cohén Henriques encabezó a un contingente de judíos hacia las costas de Brasil donde él mismo se estableció en una isla de su propiedad.
Cuando Brasil fue tomado por los portugueses en 1654, Moisés Cohén Henriques huyó de América del Sur y terminó convirtiéndose, nada menos, que en asesor de Henry Morgan, el pirata más conocido de todos los tiempos. Durante los siglos XVI y XVII toda nave de la armada española que se pusiera a tiro de cañón era atacada por los piratas y corsarios judíos, en un acto de venganza contra aquellos que les expulsaron en humillación discriminada, asolando las costas de México y sembrando el terror entre los navegantes españoles. La mayor parte de aquellos se mostraban orgullosos de su origen e identidad y existen documentaciones fidedignas de que daban a sus naves nombres tales como: «Samuel, el Profeta», «La Reina Ester» y «El escudo de Abraham».
Es sumamente difícil conocer con exactitud la cantidad de piratas judíos que surcaron las aguas del Caribe; pero, es cierto que, tal como lo afirma Moshé Vainroj, los viejos cementerios de sus islas están prácticamente sembrados de sepulcros con escrituras hebreas y símbolos de piratería, tal como sucede, por ejemplo, en la tumba de Yaacob Mashaj y de su esposa Deborah en el cementerio judío de Bridgetown, Barbados. En su tumba y en la de su esposa aparece, entre otros símbolos, la típica calavera con las tibias cruzadas.
Especial atención merecen la vieja zona de juderías de Curazao y, sobre todo, la isla de Jamaica, donde todavía en antiguos cementerios judíos es posible ver tumbas abandonadas, casi totalmente derruidas, pero que aún conservan grabados sobre las lápidas los nombres de los difuntos en caracteres hebreos, acompañados a veces por la estrellas de David, junto a los símbolos piratas de las tibias y la calavera.
Cabe señalar, a propósito de lo dicho, que desde el siglo XVI hasta XVIII había muchos marranos o criptojudíos diseminados por el Nuevo Mundo.
Numerosas comunidades judías se unían por rutas de piratería, pues ser israelita en un país gobernado por España o Portugal era ilegal. Por esta razón, cuando Jamaica pasó a manos de la corona británica, en 1670, muchos judíos se radicaron allí. Ya el almirante inglés William Penn (padre del predicador William Penn) al invadir la isla, en 1655, informó que en su tarea invasora tuvo la ayuda de los marranos locales. Para el año 1720, casi el 20% de los residentes de Kingston eran judíos.
Edward Kritzler, periodista afincado en Jamaica, en su libro «Piratas judíos del Caribe » nos deja la idea fundamental de que, pese a que las versiones sobre el mundo pirata en el Caribe están muy ficcionadas, ciertamente fueron «un pequeño grupo de mercaderes y aventureros judíos, los pioneros del comercio pirata en Jamaica», los mismos quienes al mismo tiempo «ayudaron a crear un brote de libertad religiosa ». Estos fueron quienes hicieron de Jamaica un lugar seguro y de refugio para los comerciantes frente a la persecución de la Inquisición española, y a la vez un «centro de comercio pirata» o «centro de bucanería », es decir, el corazón del contrabando que atrajo a los traficantes de productos de la piratería, comúnmente denominados bucaneros.
Los bucaneros franceses A manera de conclusión se hace imperativo mencionar a dos hermanos de origen sefardí quienes actuaron al servicio de la corona de Francia y encabezan la lista de piratas y corsarios más famosos de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de Pierre y Jean Lafitte.
El menor y más conocido de ambos fue Jean Lafitte y su figura fue inmortalizada por Cecil B. DeMille en el film The Buccaneer. Incluso una figura contemporánea a Lafitte, como el célebre poeta Lord Byron, le homenajea en sus versos. La escritora Isabel Allende, en su libro El Zorro, incluye a Lafitte como un personaje clave de la trama, al igual que en su libro publicado en el 2009 La isla bajo el mar. Si bien es muy nombrado como figura histórica y folclórica, tanto los orígenes como la muerte de Jean Lafitte son poco conocidos y constituyen pábulo de especulaciones. Parte de la información que se tiene de éste proviene del presunto diario autobiográfico que se le atribuye.
La versión más extendida es la que le tiene como nacido en Bayona, Francia, de padre francés y madre sefardí cuya familia llegó a Francia huyendo de la Inquisición. Criado en un hogar judío casher, Lafitte contrajo matrimonio con Christina Levine, proveniente de una familia judía danesa.
Los Lafitte establecieron su ideal Reino de Barataria en las ciénagas cercanas a Nueva Orleans después de la compra de Luisiana por parte de los Estados Unidos a Francia, en 1803. En este lugar adquirido por los Lafitte, Jean organizó con su hermano Pierre el comercio del contrabando y la bucanería con los productos obtenidos de sus actividades como corsario en las costas del golfo de México.
Allí, en la bahía de Barataria, a una corta distancia de la costa del Golfo, en el interior de la Gran Isla, construyeron los hermanos su base de operaciones desde donde los barcos mercantes hacían sus entradas y salidas del río Misisipí y desde esta base, en los pantanos de Luisiana, atacaban a los barcos ingleses que surcaban el golfo de México.
Por otra parte, a Jean Lafitte se le acredita junto con su «tripulación de mil hombres» una decisiva intervención marítima en la batalla de Nueva Orleans, la cual decidió la guerra de 1812 y en la que luchó al lado de Andrew Jackson, quien habría de convertirse más tarde en el séptimo presidente de los Estados Unidos. Jean Lafitte salvó con sus barcos y hombres a la ciudad de Luisiana que iba a caer en manos británicas.
Aparentemente los Lafitte habían establecido en Barataria un sistema económico que beneficiaba el desarrollo de aquella zona produciendo cierta prosperidad en la población lugareña por lo que era apreciado por los acaudalados terratenientes y también por los más pobres, quienes podían obtener fuentes de sustento, tanto del comercio como de la participación en la «incursiones» corsarias de Lafitte y su flotilla. Sin embargo, en 1814, estas propiedades fueron confiscadas por el gobernador William C. Claiborne, quien envió tropas contra las que Laffite se negó a combatir para no enfrentar fuerzas estadounidenses.
Al año siguiente, el 8 de enero de 1815, durante el intento de invasión británica a Nueva Orleans, Laffite puso a disposición de Andrew Jackson todos sus hombres, armas y municiones, defendiendo el sitio desde el llamado French Quarter y con su flota desde la costa. La victoria de los americanos fue total y Laffite recibió parte del mérito. Sin embargo, la intención de Laffite de recibir absolución de sus actividades ilegales y que le fuesen devueltas sus propiedades en Barataria no dieron fruto, a pesar de llegar a presentar su solicitud, entregada por su hermano Pierre, al presidente de los Estados Unidos, James Madison.
A finales de 1816 fue reclutado para apoyar el movimiento republicano de México, por lo que se trasladó a Tejas. En 1817 tomó posesión de la isla de Galveston, en manos del pirata francés Luis Miguel Aury, y desarrolló de nuevo actividades corsarias desde esta base.
Nuevamente perseguido por el gobierno de Estados Unidos en 1820 a causa del ataque por parte de uno de sus capitanes del barco mercante «Alabama», Laffite hubo de trasladarse a Nueva Orleans para clamar por su inocencia alegando un malentendido y solicitando la libertad de los tripulantes del barco captor del mercante, los cuales habían sido arrestados.
De regreso a Galveston abandonó Tejas sin oponer resistencia, quemando su propiedad y supuestamente llevando a bordo de su buque insignia The Pride una inmensa cantidad de riquezas. Hay quienes aseguran que en esta época Jean Lafitte actuaba como espía a favor de España.
Después de abandonar Galveston, aparentemente se fue, luego de su salida de Tejas, a la península de Yucatán donde continuó su actividad como corsario. Se encuentra enterrado en Dzilam de Bravo, México. En la década de 1950 apareció el manuscrito de un diario personal, supuestamente atribuible a Jean Lafitte. Narra cómo, en la década de 1820, Lafitte se retira a vivir tranquilamente en San Luis, Misuri, hasta su muerte en la década de 1840, supuestamente pidiendo que no se publicaran sus memorias hasta 107 años después de su muerte.
Jean Lafitte describe en su diario su infancia en la casa de su abuela judía, Sara Madrimal, quien, según él mismo expresa «era una fuente inagotable de atrapantes relatos de familias judías que se escapaban a las mazmorras de la Inquisición».
El manuscrito original del diario fue adquirido en los años 1970 por el gobernador de Tejas, Daniel Price y se encuentra en el Sam Houston Regional Library and Research Center en Liberty.
Si se comprobase su autenticidad, el diario demostraría, entre otras cosas, que Lafitte era judío y que las patentes de corso a las que hacía referencia eran auténticas y, por tanto, su actividad no sería considerada piratería.
Por José Chocrón Cohén
Fuentes: Los piratas y corsarios judíos… contado por los propios sefarditas
Centroestudiossefardies.com
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Fuente:
Los judíos que combatieron como piratas. | Despierta al futuro
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Bolívar alma de pirata.
“La experiencia nos ha probado la utilidad de los corsarios, particularmente en nuestra lucha contra España”
Simón Bolívar
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Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Por fin terminé de transcribir todo este texto, un análisis bastante completo de los abusos de la Primera Audiencia que gobernó en sus primeros años a la Nueva España y poniendo especial énfasis en las arbitrariedades de Nuño de Guzmán y su ensañamiento con los indios.
¿Cuántos de estos perjuros personajes, además de Guzmán, habrán pertenecido al “pueblo elegido”?
LA PRIMERA AUDIENCIA Y LLEGADA DE ZUMÁRRAGA
Tras el abandono de poder que hizo don Hernando de Cortés en su expedición a las Hibueras y el total desconcierto en los mandos de la capital de Nueva España, acompañada de las alarmantes noticias que llegaban a la Península, hicieron reaccionar al Emperador y al Consejo de Indias quienes vieron que estaba a las orillas del abismo su nueva conquista.
Urgía aplicar remedio, ungiendo un poder superior que estuviera por encima del de Cortés, aunque como se demostró después lo conveniente hubiera sido darle al conquistador con mano franca la gobernación entera. Pero no fue así, existían muchas dudas sobre su persona, sobre todo la de fidelidad y además no cuadraba con la política de la corte que los conquistadores continuaran rigiendo con las leyes lo que habían ganado con las armas. Tras los soldados llegaban siempre los legistas. Pero no se tomó la determinación de confiar el mando a una sola persona, porque no se juzgó posible encontrar a una suficientemente capaz de contrarrestar la influencia de don Hernando de Cortés, por desgracia se vino a elegir el mal camino de nombrar a una Real Audiencia gobernadora. Esta solución desatinada se parecía a la misma que Cortés hizo cuando se fue a la última expedición, pues lo ocurrido con los oficiales reales se estaban palpando los inconvenientes de dividir el poder, no habría producido, con todo tan malos resultados, si se hubiera tenido el acierto en la elección de las personas, pero tomó peor carácter todavía por el yerro que se cometió en punto tan importante, sobre todo, y muy especialmente, en su presidente (aunque interino) el nefasto y tristemente célebre Nuño Beltrán de Guzmán, enemigo acérrimo de Cortés, quien al recibir el nombramiento ya se encontraba en América, exactamente desgobernando la provincia de Pánuco (51) ; los otros cuatro que recibieron título de oidores fueron los licenciados Alonso de Parada, Francisco Maldonado, Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo, dándoles instrucciones que una vez arribados al puerto de Veracruz aguardaran allí a su presidente para que entrasen juntos a México (52)
Con los oidores se embarcó también el obispo electo don fray Juan de Zumárraga, por cierto sin aguardar a recibir sus bulas y consagrarse (de allí lo de solo electo). Se creyó que era muy urgente su venida a la Nueva España y a tal consideración se pospusieron otras de mayor peso. No se tuvo en cuenta por desgracia que la falta de consagración del fraile Zumárraga le quitaba mucho de autoridad cuando tanto la necesitaba, porque al mismo tiempo que se le dio el cargo de obispo, se le otorgo el de protector de los Indios que el emperador le confió (53) y que en aquellas circunstancias era de un peligroso y enorme desempeño (54). Salieron los oidores de Sevilla a fines de agosto de 1528, y llegaron a México hacia el 6 de diciembre del mismo año. El tesorero Alonso de Estrada que a la sazón gobernaba la Colonia, les entregó el mando desde luego y los oidores comenzaron a destituir a los alcaldes ordinarios de la ciudad, esas eran las instrucciones que traían de la Península, claro está, desde ese mal principio hicieron alarde de autoridad ya que bien pudieron esperar el año nuevo y acatar plenamente las disposiciones reales.
Parecía que todos los males querían conjurarse en daño de esta tierra. Trece días después de la llegada a México de la Primera Real Audiencia, murieron de “dolor de costado” dos de los oidores Parada y Maldonado, que por ser personas de edad y experiencia acaso habrían contenido algo los terribles excesos de sus compañeros. Por culpa de estas repentinas muertes vinieron a quedar solos Matienzo y el perverso Delgadillo. Escribía Zumárraga a la corte al respecto: “Tengo por muy cierto que para lo que conviene al bien y sosiego de la tierra, fue muy gran daño que Dios permitió a esta tierra con la muerte de los unos y vida de los otros.” (55)
HERNÁN CORTÉS VIAJA A ESPAÑA Y LO QUE SUCEDIÓ CON SUS PARTIDARIOS
Los oidores quebrantaron las órdenes reales desde su principio, al no esperar en Veracruz a su presidente Nuño de Guzmán y sin aguardarlo siquiera, como les estaba mandado, se contentaron con mandarle un correo antes de partir para la capital. Recibido el recado, emprendió Guzmán su viaje y entro a México a finales de 1528. Ya no encontró a su enemigo Cortés porque se había ido para España por requerimiento que recibió del obispo de Osma, presidente del Consejo de Indias, por medio de carta, en que le invitaba a presentarse en España con toda brevedad. Esta carta fue escrita por orden superior, ya que las acusaciones contra Cortés hicieron gran mella en el ánimo del Emperador y en consecuencia se propuso sacarlo de la Nueva España a toda costa. En ella se le aseguraba al conquistador que el Rey quería hacerle mercedes personalmente, cuando la verdad es que le quería cortar la cabeza. Las mercedes es verdad, las recibió después, porque al momento de enviar la carta otras eran las intenciones, es más, a la Real Audiencia se le dieron instrucciones que si Cortés no quería ir en buena forma a la Península lo aprehendieran y lo llevaran preso. Prevenciones todas inútiles porque cuando la Audiencia llegó México ya el capitán general había salido de su país rumbo a su destino.
Cuando llegó Nuño de Guzmán a México se encontró con el factor Gonzalo de Salazar, con quien ya lo unía una estrecha amistad, contraída por cartas, cuando el uno estaba encarcelado en la capital de la Nueva España y el otro gobernaba su provincia del Pánuco. “tenían en común grande enemistad contra Cortés, índoles perversas, desmedida codicia, e insaciable sed de mando. (56)
El factor Salazar no perdía el tiempo. Apenas llegados los oidores, logró introducirse en su favor, cosa no muy difícil por cierto, porque quienes meditan las mismas maldades para luego se confabulan y además Diego Delgadillo era de origen granadino como él. No les dejaba Salazar ni a sol ni a sombra, ni se apartaba de ellos mientras dormían, adivinaba sus menores deseos, lisonjeaba sus pasiones, hablándoles horrores de don Hernando de Cortés, contra quien ya venían mal informados y prevenidos. En fin, los habitantes de la Colonia creyeron en un principio que tan extraña amistad era con la verdadera intención de que los oidores engañarían al factor Salazar y después lo castigarían. Pues no acababan de comprender que unos letrados a quienes el Rey había confiado el delicado encargo de poner término al desorden, se aliaran con el que fue la causa principal del mismo, pero el tiempo se encargo del triste desengaño a los que tal creían, porque ni la amistad era fingida, ni los encargos que traían los oidores pusieron remedio. Por el contrario agravaron el mal.
Cuando se estableció el gobierno en la capital, el factor Salazar dejó sentir su perniciosa influencia sobre todo contra los amigos de Cortés y por ello no quedó quien osara hablar de los negocios del capitán general; no se hallaba procurador que los defendiera ni patrono que les defendiera. Los partidarios de la audiencia, que se llamaban a sí mismos “los que seguían la voz del Rey”, daban con aceptación a sus contrarios el título de “parciales de don Hernando”, contraponiendo así ambos nombres y banderas, tratando siempre de “vasallo rebelde” (57) a Cortés y de traidores a todos sus amigos (58); uno de los más afectados en su patrimonio y en su persona fue el aguerrido capitán Pedro de Alvarado (59), quien recibió afrentas como ésta: Gonzalo de Salazar hizo público un comentario diciendo “que un Rey como Carlos V que empleaba a un traidor como don Hernando de Cortés, era un hereje”, tal afirmación causó gran coraje en Pedro de Alvarado, que lo oyó, se presentó a la Real Audiencia y desafió a duelo a Salazar, pero éste cobardemente encontró auxilio en Nuño de Guzmán quien declaró que Alvarado mentía como villano porque Salazar era un fiel vasallo y no había dicho tal cosa. Al siguiente día, Pedro de Alvarado se encontró preso con cadenas en ambos pies.
Una vez apoderado Salazar del ánimo de los oidores, presto conoció que estaban abrazados de codicia, y para serles aún más grato a sus personas comenzó a darles informes diabólicos de cómo “habían de robar la tierra y henchirse las bolsas”, además les proporcionó un agente perverso de nombre García del Pilar, muy joven todavía pero consumado en maldades. Con esta nueva ayuda, procedieron presidentes y oidores contra los indios. Rica vena era aquella, porque aturdidos por la reciente conquista y consiguiente ruina de su república, sometidos a duros vencedores, y no asentada la nueva sociedad todavía, apenas sabían los indios cual era su justicia y menos encontraban quien se las diese. Por entonces estaba en todo su vigor el sistema de repartimientos, que se reducía a que los indios dieran al encomendero el tributo que debían a la corona, pero esto abría en la práctica gran campo a los abusos, ya de los mismos encomenderos, ya de los gobernantes, pues éstos podían exigir ilegalmente tributos extraordinarios sobre los correspondientes al encomendero, pues aunque el gobierno de la metrópoli, en España, prohibía a sus empleados tener indios en encomienda, ellos eludían la prohibición poniéndose a la cabeza de sus paniaguados. Por todos estos cambios y aún por otros, supieron sacar provecho los despiertos oidores de la Primera Audiencia y no pararon ahí las extorsiones de que fueron víctimas los indios, a pesar de que nada había recomendado tanto el Rey como que los naturales fuesen bien tratados y relevados de vejación alguna.
Comenzaron los oidores su negra obra, enviando mensajeros para llamar a todos los señores de la tierra que estaban en paz y hacerlos venir a México. Una vez que llegaba los recibía García del Pilar y los llevaba a casa del presidente y les hacía los grandes razonamientos, “no para que viniesen al bautismo” sino que entregasen cuanto tenían, ya que bien sabida era su costumbre de siempre traer presentes cuando llegaban a hablar con un superior. A decir de los contemporáneos, los oidores no quedaron descontentos con las visitas, pero tampoco satisfechos; se les avivó la codicia y solo pensaban en adquirir mayores riquezas. Aunque por la prohibición ni tenían indios en su nombre, se sirvieron de los de Cortés y del Rey; ponían otros en nombre de sus agentes, vendían mercedes de repartimientos; tenían esclavos para buscar oro; a los indios libres los ocupaban en que les hiciesen sin paga alguna casas, quintas y molinos (60) ; despojaban de tierras y aguas a los naturales; poseían un crecido número de cabezas de ganado; les exigían a los indios crecidos tributos indebidos; recibían cohechos a cara descubierta (61) y, en fin, no perdían ocasión de enriquecerse a toda prisa, pues consideraban que aquél desgobierno de la Colonia no podría durar mucho tiempo.
La larga lista de tropelías cometidas por los oidores el presidente de la Real Audiencia fue enorme, resumen acertado de ellos hace el obispo Zumárraga en Carta enviada al Emperador el 27 de agosto de 1529. En ella da cuenta, entre otros, del siguiente caso, que a pesar de apartarnos de nuestro objetivo, es necesario dar cuenta al lector del Gobierno más negro de nuestro antiguo México y a lo que tuvo que enfrentarse el señor obispo electo: sucedió en Texcoco habían levantado allí los frailes franciscanos una casa para recogimiento de las indias doncellas y viudas, donde se mantenían encerradas bajo la dirección de una matrona española. Por orden del oidor Delgadillo fue quebrantada de noche aquella clausura y sacadas por fuerza dos doncellas de buen parecer, que un hermano del oidor se llevó consigo a Oaxaca. Si a esto se atrevían las autoridades, violando los recintos religiosos, bien puede conjeturarse ¿Qué harían en las indefensas moradas de los indios unos atrevidos que así allanaban los asilos murados dentro de las ciudades populares? (62)
Para reseñar esta serie de ignominias que dejaron sentadas en la historia los oidores de Primera Audiencia, añadiré algo sobre el sátrapa de su presidente Nuño Beltrán de Guzmán diestro en el oficio de aprovecharse de los indios en su provincia de Pánuco. Sacó de aquella jurisdicción mas de veinte navíos para llevarlos a vender por esclavos en las islas vecinas casi despobladas ya de sus naturales. Poco menos que desierta quedó la provincia de Pánuco y sus alrededores (63) y, venido luego de gobernador a México, continuó con el infame tráfico de esclavos por medio de García del Pilar, diciendo a todo el mundo que contaba con el permiso del Emperador para tal negocio, lo que por supuesto no era cierto. Daba licencia para sacar esclavos, o los enviaba él mismo a Pánuco, cuya gobernación todavía retenía, los hacía marcar allí, para que en seguida pasaran como los demás, a perecer a las islas. El negocio era sumamente lucrativo e intervenían en él personas allegadas a Guzmán. Nada exasperaba más a los indios que verse arrancados de su naturaleza, se quitaban así mismos la vida (cosa que no existía entre sus antepasados) y se negaban a procrear en esa esclavitud. De haber continuado el feroz Guzmán por más tiempo en el mando de la colonia de la Nueva España habría consumido también buena parte de los pobladores de esta tierra; pero el curso de los sucesos le llevó a ejercer sus crueldades en la Nueva Galicia, donde dejó señalado su camino con rasgos de sangre, muerte y desolación. La más destacada de sus víctimas lo fue el ilustre Caltzontzin, Rey de Michoacán; habiéndose sometido voluntariamente a Cortés, quien lo recibió, lo agasajo y le dejó libremente volver a su tierra; llamado ahora por Guzmán no quiso venir, sino que envió en su lugar a un embajador con regalos; esto no agradó a Guzmán, que le hizo nueva notificación para que se presentase. Así el Rey tuvo que venir en persona. Encontró esta vez muy diferente acogida, porque el presidente de la Audiencia lo tuvo encerrado más de dos meses, hasta que le sacó una cantidad considerable de oro y plata que le exigió a título de rescate, y ni aún por ello alcanzó su libertad. Es más, el nefasto Nuño le guardó preso y se lo llevó en su expedición a Nueva Galicia y para obtener más riquezas de él le dio tormento en el camino varias veces a fin de obligarle a entregar todos sus tesoros, pero como ya estaban casi agotados, sólo obtuvo un poco más de oro y plata, y aquí el colmo de la maldad, como vio Guzmán que ya no le podía sacar más, coronó tantas iniquidades “mandándole quemar vivo cerca de Puruándiro” (64)
Esta es la semblanza del tristemente célebre Nuño de Guzmán, quien fuera el presidente de la Primera real Audiencia Gobernadora. Pudo haber alcanzado muy alto nombre en sus conquistas por el interior del país donde demostró dotes de buen capitán y sobre todo una asombrosa energía, junto con una constancia a toda prueba y por el contrario, ha dejado memoria de solo tiranía y crueldad. Ni la venida de la Segunda Audiencia, ni la del virrey don Antonio de Mendoza, ni los repetidos golpes que recibía de México y de la corte lograron hacerle desmayar. Mantúvose largo tiempo en los terrenos de sus conquistas, padeciendo infinitos trabajos y sujetando con mano de hierro a todos aquellos que le querían abandonar, hasta que no pudiendo resistir a la tormenta vino a México, de paso para España. Aquí y en presencia del virrey Mendoza, fue prendido en el año de 1537 por el licenciado Pedro Pérez de la Torre, nombrado sucesor suyo en el gobierno de la Nueva Galicia y además le puso preso en la cárcel pública. Más tarde fue despachado a España, donde le desterró el Rey, sin oírle siquiera, a Torrejón de Velasco, allí murió solo, olvidado de todos en 1554 y en la mayor miseria (65) , tal como mueren los malvados.
ZUMÁRRAGA EL PROTECTOR DE LOS INDIOS Y OTROS SUCESOS
Dimos cuenta en el capítulo anterior como el Emperador Carlos V, otorgó a don Juan de Zumárraga al mismo tiempo que el cargo de obispo, el de protector de los indios, puesto de carácter indefinido que tuvo que afrontar el fraile con valentía e inteligencia para lograr su cometido. El prelado, revestido de dicho cargo veía con gran pena los excesos de la Primera Real Audiencia contra los colonos españoles, pero nada podía hacer al respecto, no estaba en sus manos el remedio; en tratándose de los indios, tenía estrecha obligación de acudir en su defensa y desde luego no esquivó la lucha, aunque como es de suponer fácilmente, combatía con grandes desventajas.
El título de protector de los indios resultaba ser de un carácter sumamente abstracto, aún la misma corte no acertaba a definir la jurisdicción y facultades de los protectores, lo que originaba frecuentes choques y disputas contra la autoridad civil. De esos choques entre gobernantes laicos y protectores eclesiásticos solían brotar verdaderas y peligrosas competencias de jurisdicción, no ya tanto por causa de los indios, cuanto porque, excitadas las pasiones y empeñado cada uno en la defensa de su estado, el civil iba a cometer tropelías dentro del eclesiástico y éste invadía a veces los límites de lo civil. La posición de los frailes era bien definida, porque el deseo de mandar es sumamente dulce y, cuando creían obrar por pura caridad solían defender “antes que a los indios” al Imperio que detentaban sobre ellos. Pero de todos modos, los naturales sufrían entonces tan crueles vejaciones por parte de aquellos que debieran ser los primeros en ayudarlos y ampararlos, la única defensa que les quedaba tenía que ser muy vigorosa y expuesta, por lo mismo, se corría siempre el peligro de excederse de la justa medida.
A don Juan de Zumárraga le tocaba hacer frente a tan graves dificultades, acompañado de otra que nacía de la circunstancia de ser obispo sin consagrar, de manera que cargaba con las obligaciones de tan alta dignidad y para cumplirlas no contaba con el respeto que infunde el sagrado carácter episcopal. A cada paso que daba le echaban en cara sus enemigos que no pasaba de ser un simple fraile como otro cualquiera. Bien se daría cuenta el señor Zumárraga del error que había cometido en venir sin la consagración. Es verdad que le apoyaban con todas sus fuerzas los franciscanos pero, las divisiones en la recién fundada iglesia misional mexicana de aquellos tiempos había trascendido el estado eclesiástico y los dominicos eran en general partidarios de la Audiencia, derivado obviamente de la envidia que le tenían al otro grupo de religiosos, por su grande influencia con los indios, además del crecido número de conventos, comparativamente hablando, que habían edificado, mientras que ellos sólo tenían uno y provisional.
Recién llegado a México, el obispo Zumárraga presentó a la Real Audiencia su nombramiento de protector de los indios, pidiéndoles que como tal le dieran lugar al desempeño del cargo, le respondieron con evasivas, le dieron a entender que acatarían las ordenes de Su Majestad y que le prestarían el auxilio requerido, pero añadieron en tono de protesta, que él había delegado sus facultades en otros frailes que usurpaban la jurisdicción de la Audiencia y, que éstos se entrometían en cosas totalmente ajenas a su ministerio. Esto se debía a que Zumárraga quería nombrar visitadores y que estos en sus decisiones apelaran a él y no a la Audiencia, para así conocer de todos los agravios que se cometieran con los indios y poder castigar a los españoles por sus excesos. La Audiencia consideró exorbitantes las pretensiones del prelado y no sin razón, porque le era casi imposible gobernar con esa jurisdicción tan amplia dentro de la suya propia. Pero el obispo también tenía razón, si no, haría nugatorio su título. El único medio de conciliación era administrar recta justicia a los indios, haciendo así inútil el oficio de protector como sucedió después. (66)
Pues bien, ante esta disputa que parecía no tener fin, se llegó a los extremos. El señor Zumárraga recibía a diario quejas de los indios por las crueldades que les infligían los españoles y en especial las autoridades de la Colonia. El obispo por todos los medios, demostrando un valor a toda prueba, se enfrentó decidido a los oidores y presidente de la Real Audiencia y, así se lo comunicó “que no pensaba dejar de cumplir con su obligación, aunque supiera que le había de costar la vida.” Oída tal postura, la Audiencia le volvió a notificar que no ejerciese el oficio de protector, porque lo castigarían con el destierro y pérdida de rentas, además de proceder contra su persona. Por si fuera poco lo anterior, los perversos oidores notificaron a los caciques y principales de los indios que si estos se iban en queja ante el obispo serían ahorcados. Pero no desmayó el buen fraile, procedió a rogar, a amonestar en secreto a los de la Audiencia para que cesaran en sus abominaciones y no le impidieran desempeñarse en el cargo que le había conferido el Emperador.
Les propuso diversas formas de conciliación, pero como no le hicieron caso, se resolvió a tocar el asunto en sus sermones en el púlpito, con la amenaza de que daría aviso al Rey de lo que estaba sucediendo con el desacato de las autoridades civiles de la Colonia. Poco éxito tuvo este nuevo intento, pues los oidores por no verse reprendidos públicamente en la iglesia, optaron por dejar de asistir a los sermones, con el obvio escándalo que se seguía por ello en el vecindario.
EL CASO DE LOS INDIOS DE HUEXOTCINGO
Entre los graves conflictos que enfrentaron al señor Zumárraga contra los integrantes de la primera Real Audiencia y sus déspotas amigos, se hace mención de algunos de ellos; sucedió que un día, los indios de Huexotcingo, del repartimiento de Cortés, vinieron a hablar con el obispo y su protector, para darle a conocer que ellos pagaban con puntualidad el tributo a su encomendero, pero recientemente les habían impuesto otro más grave que consistía en que debían proveer diariamente de alimentos y de mantenimiento la casa de cada oidor, sin contar que el intérprete García del Pilar les exigía otro para él. Añadían además que la distancia era muy larga, el paso de la sierra y mucha la gente que se necesitaba para cumplir los tres tributos. Para hacerla tenían que echar mano de las mujeres y los niños; que ya no podían más, porque en aquél duro trabajo habían muerto más de cien personas. El protector de los indios les ofreció procurar remedio a sus males y, les aconsejo que volviesen a su tierra en secreto para que nadie supiese que habían venido a hablar con él. Así lo hicieron y el obispo se fue en busca de los gobernadores, a quienes les refirió el caso sin decirles que los indios habían venido a verle. Les rogó que se moderasen y que le dieran a él una lista de los tributos para que los mandase traer sin causar tanto daño a los indios. El presidente Guzmán le respondió altivamente diciendo que los tributarios habían de cumplir con lo que la Audiencia mandara, aunque todos muriesen; que nadie más que él y los oidores podían tasar el monto de los tributos y que si el prelado se obstinaba en defender a los indios le castigarían como al obispo de Zamora. Esta amenaza era muy clara y atrevida porque era de todos conocida, cómo el famoso alcalde Ronquillo, había ahorcado no hacía mucho, de una almena del castillo de Simancas, al obispo de la ciudad de Zamora en España, don Antonio Acuña, por haber tomado parte activa en la revuelta de los comuneros, o como le llaman otros, la guerra de las Comunidades (67).
Pronto llegó la noticia a oídos de los gobernadores que los indios de Huexotcingo habían venido a hablar con el obispo Zumárraga a la ciudad de México y como esto lo consideraban un delito, despacharon para pronto a un alguacil para que los trajera presos. Lo supo a tiempo Zumárraga y les mandón aviso para que se pusieran a salvo, lo que así hicieron yéndose a resguardar al convento de los franciscanos. Tras haber dado el aviso, el obispo partió de prisa a amparar a los indios y a informarse bien si lo referido por ellos en su queja era la verdad; detrás del fraile le siguió los pasos el alguacil Pedro Núñez con la orden de prender a los caciques, pero se encontró ahí con el más enérgico de los franciscanos, fray Toribio de Motolinia, guardián de aquél convento, quien se opuso rotundamente a la extracción de los reos y además mandó al alguacil que saliera del pueblo en un término de nueve horas bajo pena de excomunión. El padre Motolinia también le notificó al alguacil que tenía un mandamiento en que se intitulaba “visitador, e defensor, e protector, e juez comisario de las provincias de Huexotcingo, Tepeaca e Guacachula”, dado por el obispo de México don Juan de Zumárraga y en tales circunstancias le ordenaba que se volviese a la capital y no se volviera a mezclar en los negocios de los naturales. Mas con toda la enérgica defensa que hizo Motolinia, lo cierto es que después aquellos infelices indios fueron al fin prendidos y conducidos a México, llevados ignominiosamente a la cárcel pública, desnudos y con una soga en el cuello.
Pero no paró allí la cosa, recuérdese que Zumárraga había emprendido el viaje a Huexotcingo, donde se encontró la novedad de que los frailes tenían en su poder un libelo infamatorio y desvergonzado dado por la Audiencia y en contra del obispo y de los religiosos franciscanos. Aunque se desconoce su contenido, se dice que contenía cosas abominables. Pues bien, los frailes se reunieron para acordar que hacer al respecto; aquella junta tomó la decisión por unanimidad de que uno de los presentes se fuera al convento de México y predicara un sermón, en que después de requerir a los oidores para que no se apartaran de la justicia, dijera también que por la misericordia de Dios, los religiosos no eran reos de los delitos que se les imputaban en ese libelo infamante.
Tomada aquella resolución, el señor Zumárraga se quedó en Huexotcingo y se envió a México al fraile escogido para desempeñar tan ardua y peligrosa comisión. Le tocó en suerte a fray Antonio Ortiz, que bien ganada fama tenía de buen predicador. Ocurrió que en la iglesia se celebraba la fiesta de Pentecostés y el que oficiaba de pontifical era el obispo de Tlaxcala, don Julián Garcés y, llegada la hora fray Antonio subió al púlpito y empezó su alocución diciendo que volvía por la honra de su religión ultrajada por los oidores en aquel escrito infamatorio, el cual contenía una serie de acusaciones que no podían probarse, ni siquiera una sola. Estaba presente en la iglesia el presidente Nuño de Guzmán, quien al oírle le mandó en voz alta que dejase de hablar de tal cosa o bajase del púlpito. El predicador rogó que le dejasen continuar; intervino entonces el cobarde Delgadillo y sin más trámite ordenó a un alguacil que lo hiciera bajar, se juntaron también otros amigos del factor Salazar y en tumulto, maldiciendo y vociferando injurias, lo tomaron de los brazos y de la ropa y lo aventaron al suelo, derribándolo del púlpito. Ya se imaginaran el escándalo que se armó por lo sucedido y en fiesta tan solemne y oficiando un obispo, pero por extraña circunstancia la misa continuó y acabó sin más alboroto. Pero el provisor del obispo que estaba presente juzgó que los autores de la tropelía estaban en grado de excomunión y, al día siguiente se negó a decir misa si antes no venían a obtener la absolución. Más los malvados lejos de someterse, le notificaron que saldría desterrado de esta tierra y de todos los dominios de Su Majestad, porque ni él era provisor, ni el electo era obispo, antes había muchas dudas en cuanto a su elección; al mismo tiempo mandaron un alguacil que prendiese al provisor, le pusieran en una mula y le llevasen a embarcar al puerto de Veracruz, el provisor comprendió que la orden se ejecutaría y se asió en la iglesia junto al altar mayor, pero de todas maneras cercaron la iglesia y prohibieron con pena de muerte a quien osara darle alimentos. Supo el obispo Zumárraga lo que pasaba y vino en volandas a México, y a fuerza de instancias y amonestaciones consiguió ablandar los ánimos que ya tomaban tintes de tragedia. Luego llamó a los oidores a la Iglesia de San Francisco y les dio la absolución, contentándose el obispo con que dijeran el Salmo Miserere; además debieron reconocer que se habían excedido y que debían destruir el libelo, cause de todas las tribulaciones. Así lo hicieron y lo quemaron allí mismo, sin dejar copia alguna, con lo cual y gracias a la prudencia y valor del obispo Zumárraga se restableció por el momento la paz en la Colonia. Pero aquello fue tan sólo una tregua.
CARTAS INTERCEPTADAS
Los partidarios de don Hernando de Cortés querían hacer llegar al Rey noticias de los graves acontecimientos que se vivían en esta tierra, así como de la perniciosa actuación de los gobernadores de la Primera Real Audiencia que había mandado por sus reales ordenes y, claro está, los oidores así lo entendieron y al efecto pusieron desde el principio un gran empeño en interceptar toda correspondencia para la corte. En los puertos pusieron agentes especiales que realizaban escrupuloso registro de personas y mercancías que se enviaban a la Península; los agentes tomaban las cartas que lograban descubrir y las enviaban a México; las abrían los representantes de la Audiencia y así se enteraban de quienes eran sus enemigos ocultos y las acusaciones que ellas contenían. Aquél infame abuso, prueba clara de la insegura conciencia de quienes lo realizaban, llegó a oídos del Rey quien indignado despachó el 31 de de julio de 1529 una cédula (68) en la cual prohibía retener, abrir o interceptar la correspondencia, so pena de destierro perpetuo de los dominios de Su Majestad. Tal prohibición, que debiera haber llenado de vergüenza a la Audiencia sólo sirvió para que estos cometieran desacato, porque tuvieron el atrevimiento de replicar que hacer lo contrario convenía al servicio del Rey.
Uno de los más interesados en poner en conocimiento del Emperador la terrible situación en que se encontraba la Nueva España era sin duda el obispo Zumárraga, quien quería que el Soberano se enterara de toda la verdad. Por lo mismo, el gobierno de la Colonia ponía especial atención en interceptarle la correspondencia y casi siempre lo conseguía. Así sucedió con ciertas cartas que en julio de 1529 confió el obispo a unos padres de su Orden que regresaban a España por el puerto de Pánuco. Los oidores se enteraron y enviaron un espía, que en el puerto mismo aprovechó un descuido de los portadores y les hurtó el bulto en que llevaban las cartas, sus patentes y sus licencias. Todo fue a parar a manos de la Audiencia y les sirvió para perseguir a muchos allegados a Cortés y en especial a Pedro de Alvarado (69).
Aprovechando el viaje que realizarían unos procuradores que enviaba Guzmán a España (70), creyó el señor Zumárraga que había ocasión favorable para pasar sus cartas y así escribió la del 27 de agosto de 1529, que tanto nos ha servido en esta relación. Para mayor seguridad, el mismo obispo decidió ir personalmente hasta el puerto de Veracruz; mas no se atrevió a llevarla consigo, sino que la oculto perfectamente en un jubón que hizo vestir a un clérigo que lo acompañaba en el viaje. A pesar de su avanzada edad y arrastrando mil peligros, emprendió el penoso viaje hasta Veracruz; llegado a su destino, requirió en forma a los procuradores para que se hicieran cargo de aquella carta dirigida al Emperador; los procuradores le respondieron con descaro que no lo harían si no abrían primero los pliegos y constataban que no decía nada en contra de la Real Audiencia; Zumárraga los amenazó con excomunión, pero de nada valieron sus requerimientos. Al fin pudo lograr el obispo que un marinero vizcaíno se encargara de llevar los papeles y ponerlos en manos de la Emperatriz -quien por entonces gobernaba en Castilla por ausencia del Emperador -, para lo cual el vizcaíno tuvo que ocultarlos en un pan de cera que echó en un barril de aceite de donde los sacó en alta mar cuando hubo pasado el riesgo (71).
Este hecho y el temor que a muchos causó de que al obispo le costara la vida aquel penoso viaje, pueden darnos la idea del extremo a que llegaba la tiranía de la Audiencia, así como la parcialidad de los procuradores escogidos por Guzmán para ir a hablar con el Rey en nombre de la Colonia. Hasta aquí puede percatarse el lector del temple y el carácter de don Juan de Zumárraga, valiente a no dudarlo, poco le importaba exponer su vida en aras de conseguir la justicia a favor de sus protegidos, de ello dio muestras toda su memorable vida.
PARTIDA DE NUÑO DE GUZMÁN
Por fin, un día, Nuño de Guzmán se dio cuenta cabal de las pavorosas tropelías cometidas durante su Gobierno y decidió emprender la huída con el pretexto de una nueva conquista, esto según se afirma, fue porque se enteró del regreso de Cortés y de las mercedes que le había hecho el emperador; no esperó su llegada ni la de los nuevos gobernantes, que a no dudarlo, fueron designados por la Corona debido a la valiente carta que envió el obispo Zumárraga el 27 de agosto, dando cuenta al Rey de las atrocidades cometidas por los integrantes de la primera Audiencia. El señor Guzmán se había disgustado con los oidores y también por eso deseaba apartarse de ellos y poner tierra de por medio. Le pareció que lograba con disimulo su intento y aun podría salir airoso de los cargos que se acumulaban en su contra, si lograba hacer una nueva conquista que eclipsara la de don Hernando de Cortés. Notificó a los antiguos conquistadores de su campaña y les ordenó que se aprestasen a acompañarlo pero éstos, ya viejos y cansados, enfermos y además pobres por las persecuciones de la misma Audiencia, andaban desesperados, sin hallar como eludir el mandato que los obligaba a contribuir al triunfo de su mayor enemigo. Con todo y todo muchos tuvieron que acceder, unos con su propia persona y otros con armas y caballos. Con todos ellos, Guzmán logró juntar un ejército de quinientos españoles y veinte mil indios. Arreglado todo, obligando a los oidores a que contribuyeran con el dinero para la empresa, emprendió la conquista de la Nueva Galicia (Jalisco), saliendo de la Ciudad de México el 20 ó 22 de diciembre de 1529. Después de dejar por esos lugares una estela de crueldades inútiles, sólo regresó a México hasta 1537, siendo prendido y puesto en la cárcel pública y más tarde su destierro a España según ya hemos informado.
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Continúa…
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
VIOLACIÓN DEL ASILO FRANCISCANO
En nada benefició al obispo Zumárraga la partida de Nuño de Guzmán, porque los oidores Matienzo y Delgadillo continuaron haciendo barbaridad y media, sobre todo ahora que ya le habían perdido el respeto a las cosas de la Iglesia. A este atroz panorama de abusos graves para la Nueva España y muy dura para Cortés, sus amigos y sus intereses, debe añadirse la atrocidad cometida con García de Llerena, en venganza por haber sido uno de los procuradores de Cortés en su juicio de residencia en el año de 1529. Éste era un burgalés, clérigo de “corona” que no llegó a ordenarse, es decir, un simple tonsurado; vino de Cuba en la hueste de Cortés a la conquista de México (72). A principios de marzo de 1530, García de Llerena y Cristóbal de Angulo, otro clérigo de “corona”, perseguidos por la justicia de los oidores, se refugiaron en el convento de San Francisco. A Angulo lo acusaban de antiguos delitos y de una supuesta conspiración contra los oidores; otros, no sin pasión, lo acusaban de haber matado a dos hombres y “casi tres” a traición (73), lo cual no pasaba de ser meros chismes de los colonos, pero sí podemos creer que existía algún delito, antiguo o reciente, porque de otra suerte él no se habría acogido al sagrado, ni el señor Zumárraga tendría por qué procesarlo. La acusación contra Llerena acaso pudiera ser la de que era “persona de las prohibidas, e que no podía estar en la tierra” es decir, judaizante o herético, lo que en abril de 1531 mencionaron como asunto pendiente los oidores de la Segunda Audiencia. Aunque en las listas de la Inquisición no hay rastro de tal proceso, esta acusación pudo ser una venganza más de Matienzo y Delgadillo.
Sea lo que fuera, los perversos oidores determinaron apoderarse de estas dos personas, sin guardar siquiera las formalidades requeridas para estos casos y, sin más aviso, la noche del 4 de marzo de 1530, allanaron el asilo franciscano y Angulo y Llerena fueron sacados del aposento donde dormían con los niños indios que se educaban en el monasterio. En camisa y descalzos fueron llevados a la cárcel pública donde los encadenaron y comenzaron a torturarlos.
El día 5 por la mañana, don Juan de Zumárraga cantaba la misa de Nuestra Señora en la Iglesia Mayor, llegó a ella el señor obispo de Tlaxcala, don Julián Garcés y le comunicó la noticia de lo sucedido, pero no llegó solo, lo acompañaban los prelados y, religiosos de San Francisco y Santo Domingo, todos juntos celebraron allí mismo consejo y decidieron ir en procesión a la cárcel en silencio y con señales de duelo, a requerir a los oidores que restituyeran a los reos al sagrado. Los oidores escucharon los requerimientos y mandaron a los eclesiásticos que se retiraran. Zumárraga, sacando la casta, ordenó lo contrario y comenzó con alboroto de grandes proporciones en el cual, los que acompañaban a los clérigos comenzaron a tratar de forzar las puertas de la cárcel. El oidor Delgadillo injurió a los religiosos y el valiente Zumárraga le respondió “por las mismas consonantes”. Delgadillo pasó a los hechos y con una lanza acometió a botes contra la procesión y, según Mendieta “al mismo obispo le tiraron un bote de lanza con el regatón, que le pasó por debajo del sobaco”.
Ante los graves hechos cometidos por los gobernadores de la Audiencia, el obispo Zumárraga puso en entredicho a los oidores y amenazó con decretar la cesación de los cultos si en tres días (74) no se restituían los reos y se daban satisfacciones a la Iglesia. Los oidores ningún caso hicieron de las censuras y amenazas del prelado; al día siguiente, el día 7, ahorcaron y descuartizaron a Cristóbal de Angulo y cortaron un pie a Llerena, tras haberle dado cien azotes. Así pagó Llerena la defensa que había hecho de Cortés. Entonces, por haber transcurrido el plazo fijado por Zumárraga y no habiendo cumplido, quedó establecida la cesación a divinis de los cultos, y los oidores quedaron excomulgados. Las iglesias quedaron “yermas y despobladas” y, por último el obispo ordenó a los clérigos que ninguno saliera de su casa. Los frailes franciscanos, por su parte, como los más agraviados directamente, abandonaron en secreto su iglesia y monasterio y se retiraron a Texcoco, dejando el sagrario abierto y los altares desnudos.
Antes de continuar con el desenlace de esta historia, creemos conveniente resaltar aquí que el obispo Zumárraga, en estos sucesos, expuso la vida con gran valentía y coraje ¿Alguien puede pensar siquiera que el señor obispo fuera lo contrario? Como lo supuso Carlos María de Bustamante en una disertación guadalupana que escribió en el siglo pasado, cuando dijo que al prelado le faltó valor para escribir sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, supuestamente acontecidas en el cerro del Tepeyac, en diciembre de 1531. No, eso no es cierto, baste leer con cuidado lo que vamos reseñando en nuestras líneas para demostrar el inmenso valor del señor Zumárraga; su silencio en el asunto de la Virgen de Guadalupe, así como el de otros escritores, cronistas e historiadores de la época se debió a otras razones, a otras circunstancias que ya conoceremos más adelante y que nada tienen que ver con la confirmada valentía del señor obispo de México.
Pues bien, la determinación inflexible del obispo Zumárraga quedó en pie y ante ello el Ayuntamiento, siempre parcial a la Audiencia, empezó a hacer gestiones para arreglar el penoso asunto. Comisionó a dos capitulares para que hablasen primero con los oidores Matienzo y Delgadillo, quienes respondieron que estaban dispuestos a entregar al adolorido Llerena y de hecho lo entregaron, (de Angulo no dijeron nada porque ya lo habían ahorcado). De allí partieron para Texcoco para hacer entrega de una carta y de un requerimiento a los frailes franciscanos, en esos documentos se citaban ejemplos de otras extracciones de reos hechas antes de la llegada de la Audiencia, sin que la Iglesia se hubiera mostrado agraviada por ello; también los amenazaban que de no volver a México, ni abrir las iglesias se quejarían al Papa, al Rey y a la misma Audiencia por vía de recurso de fuerza y, por último que les retirarían el goce de los diezmos y primicias, ya que “dejaban desamparadas las ovejas que debían socorrer”.
Los diputados enviados por el Ayuntamiento llegaron con sus papeles a Texcoco, pero no estaba ahí el obispo, se había quedado en México y cumplieron su comisión entregando la carta y el requerimiento al custodio fray Luis de Fuensalida, quien les dio una oscura respuesta. Fue traída a México y se abrió en el Cabildo el día 13, se leyó en presencia de todos y se dieron cuenta que fue escrita con altivez y desprecio. Se reducía el custodio a decir que les contestaba sin estar obligado a ello, que debían ocurrir al obispo Zumárraga que estaba en esa; pero que no dejaría ni él ni sus compañeros de apoyar en todo lo que decidiera el señor obispo de México en este caso.
Viendo el Ayuntamiento frustrado su intento, nombró a otros dos regidores para que fueran a entrevistarse con Zumárraga, llevados a él, le entregaron un nuevo requerimiento, muy similar al anterior, en el cual, como es obvio, defendían la conducta de los oidores. El señor obispo se tomó todo un día para contestar y lo hizo el día 16, entregando su escrito que corre inserto en las actas del Cabildo (75). En ese documento Zumárraga empieza diciendo que tiene vivos deseos de restablecer la concordia, pero les hace ver al mismo tiempo la imposibilidad de levantar el entredicho mientras los culpables no pidan la absolución que sólo él podía darles; sostiene que al haber actuado en esa forma lo había hecho conforme a derecho.
Las cosas siguieron igual sin que el Ayuntamiento hubiera podido obtener mayores avances, pero llegada la Pascua, por derecho tuvieron que abrir los templos, aunque la excomunión siguió pesando sobre los oidores, sobre todo de Delgadillo quien furioso contra el obispo, cuando fue requerido para su absolución, comentó que “antes iría al infierno que consentir que fraile franciscano le absolviese” (76); la resistencia por la absolución, se ve, no era de buena fe, solo por querer absolverse, ya que reconocieron haber obrado mal , pero endurecidos en su odio contra el pobre obispo que inerme y sólo, le ponía tan duro freno, rehusaban reconocer su legítima autoridad de juez eclesiástico y se esforzaban en hacerle pasar como un fraile entrometido que por su soberbia impedía la reconciliación. Y no persistieron poco tiempo en su terquedad, porque casi un año después, cuando ya no eran jueces sino acusados, aún permanecían en excomunión, situación que fue levantada cuando llegaron los integrantes de la Segunda Real Audiencia, desconociéndose cuál fue la satisfacciones que le dieron a la Iglesia.
LA SEGUNDA AUDIENCIA Y EL REGRESO DE CORTÉS
No cabe duda que la larga carta enviada por el obispo Zumárraga al Emperador, del 27 de agosto de 1529, fue la que hizo rectificar el camino de las autoridades de España. En efecto, tanto esta carta como otros informes que llegaron a los señores del Consejo de Indias causaron gran asombro, porque estos creían haber puesto orden en todo con el nombramiento de la Primera Audiencia y ahora veían que todo estaba de cabeza. Para solucionar el problema se pensó en varias opciones, pero se inclinaron por cambiar toda la Audiencia y nombrar una nueva con oidores y presidente. El cargo principal se ofreció a varios personajes, pero no aceptaron, hasta la elección del Consejo vino a fijarse, esta vez con gran acierto en don Antonio de Mendoza, quien aceptó de buen grado, pero solicitó a los consejeros que le dieran un tiempo prudente para realizar algunos negocios pendientes. Se concedió el permiso, pero se tenía urgencia de mandar nuevas autoridades que pusieran orden en la colonia de la Nueva España y en tal virtud se designó con carácter de provisional al presidente, recayendo la designación en el señor obispo de Santo Domingo, don Sebastián Ramírez de Fuenleal . La elección de los oidores se encomendó al obispo de Badajoz, presidente de la Audiencia de Valladolid, quien propuso atinadamente a los licenciados don Vasco de Quiroga, seglar entonces y después obispo de Michoacán; Alonso Maldonado, Francisco Ceynos, fiscal del Consejo de Indias y, Juan de Salmerón, quién había sido alcalde mayor de Castilla del Oro.
Mientras tanto, el emperador Carlos V había concedido honores y mercedes a don Hernando de Cortés, aunque definitivamente le retiró el mando de la Nueva España; el 6 de julio de 1529 expidió en Barcelona dos cédulas reales, en las que se concedía al conquistador el título de marqués del Valle de Oaxaca y la que lo nombraba de nueva cuenta capitán general de Nueva España, incluyendo las provincias de la Mar del Sur. También se le hicieron concesiones territoriales inmensas que consistían en 22 pueblos y 23,000 vasallos. Con todas esas mercedes y casado de nueva cuenta, ahora con doña Juana Zúñiga, sobrina del duque de Béjar, Cortés emprendió el regreso a México y se embarca en Sevilla hacia mediados de marzo de 1530, arribando al puerto de Veracruz el 15 de julio del mismo año.
Los oidores Matienzo y Delgadillo pensaron en un principio que los cambios que se avecinaban en el Gobierno de la Colonia no los incluían a ellos, que solo mandarían al sustituto del presidente Nuño de Guzmán y a los dos oidores que habían muerto, pero ellos seguirían en el Gobierno. Pronto los desmintió Cortés anunciándoles el nombramiento de la Segunda Audiencia. Estos no pudieron llegar a México todos juntos, tal cual eran las provisiones reales. Primero llegaron a Veracruz Ceynos y Salmerón, el 10 de diciembre de 1530, de allí pasaron a Tlaxcala para esperar a sus compañeros. El Ayuntamiento de México, que ya tenía el ojo en el término del poder de Matienzo y Delgadillo, les volvió las espaldas “para saludar al sol naciente” y acordó rogar a los dos oidores recién llegados que para pronto vinieran a tomar las riendas del Gobierno. Ante esa invitación se trasladaron a México e hicieron su entrada a fines de diciembre y el 9 de enero de 1531 llegaron Maldonado y Quiroga; pero el presidente Ramírez de Fuenleal tardó aún mucho en llegar, pues desembarcó en Veracruz hasta el 23 de septiembre del mismo año.
PROCESO A GUZMÁN, MATIENZO Y DELGADILLO
Las nuevas autoridades traían provisiones reales para someter a juicio de residencia a Guzmán, Matienzo y Delgadillo y juzgarlos por los desmanes que habían hecho en perjuicio de la Colonia, obvio es decir que la principal acusación provenía de las cartas enviadas por el obispo Zumárraga al Emperador. Los tres acusados tenían que dar su residencia personalmente, pero Nuño de Guzmán andaba en sus conquistas y los oidores encontraron graves inconvenientes en hacerlo venir, a pesar de los requerimientos que le enviaron; fue hasta que el quiso regresar que fue prendido como ya dijimos antes. Matienzo pareció ser el menos culpable de los desmanes y mientras se le juzgaba le quedó la ciudad por cárcel. Delgadillo por su carácter arrebatado lo pasó peor, porque dijo e hizo tales desatinos que fue preciso llevarlo a la cárcel pública, aunque después alcanzó quedar preso en su casa. Ciento veinticinco cargos aparecieron contra los oidores y sus bienes y los de Guzmán fueron confiscados. El 9 de abril de 1532 la Audiencia pronunció sentencia por veinticinco cargos, condenando a los reos al pago de cuarenta mil pesos y al destierro de la Nueva España. Los antiguos oidores con sus procesos fueron embarcados para España el 29 de julio y en calidad de presos.
ZUMÁRRAGA REQUERDO EN ESPAÑA
Los desordenes cometidos en la Nueva España por los gobernadores de la Primera Audiencia, así como la férrea oposición que hizo contra ellos el señor Zumárraga, ocasionaron que los primeros acusaran calumniosamente al obispo ante la corona de España, enviaron multitud de quejas contra el prelado y sus compañeros de Orden, una de esas perversas acusaciones de sus enemigos decía el absurdo de que, apoyados por los indios, trataban de echar de la tierra a todos los demás españoles, para quedarse ellos solos a gobernarla en nombre del Rey. Todo es cúmulo de calumnias hicieron mella en el ánimo de la Corte y así, al llegar a México el presidente de la Segunda Audiencia, don Sebastián Ramírez de Fuenleal, le entregó una cédula real fechada el 25 de enero de 1531, en que se le mandaba que, dejándolo todo, se presentara inmediatamente en Castilla (77). El buen obispo, con invencible paciencia, cargado de años y de trabajos, pero con una conciencia tranquila, no pensó en pedir moderación a la orden, ni vaciló un instante en obedecerla. “Se despidió de sus compañeros y de todas sus ovejas a quienes no creía volver a ver y tomando su báculo emprendió como pobre fraile tan larga y peligrosa peregrinación, con la tranquilidad de espíritu que sólo es hija de la fe cristiana y del desasimiento de las cosas terrenales (78).
No hay que perder de vista las últimas fechas que hemos consignado: la de la llegada de los nuevos oidores, así como la de su presidente, hasta la salida de México del señor obispo Zumárraga, con rumo a España, en mayo de 1532, porque a partir de la desaparición de la Primera Audiencia no se vuelve a oír hablar de la menor discordia entre el obispo y el Gobierno civil, hasta el día de su muerte. Decíamos, la importancia de recordar esas fechas radica en que durante ese lapso se produjeron - según los historiadores guadalupanos – las pretendidas apariciones de la Virgen en el cerro del Tepeyac, asignándoles como fecha el mes de diciembre de 1531. Es conveniente aquí decirlo que, ya para ese tiempo el obispo Zumárraga estaba libre de cualquier presión que le pudiera causar desasosiego por los gobernadores de la Primera Audiencia; bien pudo gritar a todos que había sucedido un hecho portentoso en el Tepeyac y el milagroso estampamiento de la imagen de la Virgen en el ayate del indio Juan Diego, estando él presente y no lo hizo. A nadie le comunicó nada, ni siquiera a sus compañeros en la Nueva España, de los que había muchos que gozaban de su íntima amistad, como a su confesor el dominico fray Domingo de Betanzos; los guardianes de los conventos más antiguos, a quienes se llevó a formar luego su tribunal de la Inquisición (79), como fray Toribio de Motolinia y fray Bernardino de Sahagún (cómo intérpretes); o a su viejo amigo que se trajo de España con él, fray Andrés de Olmos, o al sabio flamenco Pedro de Gante, a nadie comunicó tan portentoso hecho. Luego partió el obispo Zumárraga para la Península. A requerimiento de la Corona, se le dijo que debía de ser inmediatamente y con el señuelo de que debía de consagrarse. Documentos descubiertos recientemente prueban que no era así, que en realidad lo llamaban porque había muchas dudas sobre su persona, ya que si hubiera urgencia de su consagración bien pudo haberse hecho aquí por conducto del señor obispo de Tlaxcala, don Julián Garcés. El caso era llevarlo ante la presencia de las autoridades españolas y, estando allí, una vez que el señor Zumárraga limpió su nombre de todas las falsas acusaciones, también guardo el más desconcertante silencio de los prodigiosos sucesos guadalupanos que venimos considerando ¿por qué? Por la única razón que puede existir. Que el señor obispo Zumárraga no fue actor ni testigo de tales acontecimientos, tal como lo analizaremos históricamente más adelante en próximos capítulos.
RESUMEN DEL GOBIERNO NEGRO
Algunos autores han querido ver al prelado como un hombre arrogante y turbulento que ambicionaba para sí toda la autoridad y, no podía vivir nunca en paz con las autoridades civiles y eso definitivamente no es cierto. Prueba contundente la tenemos en que, lo dijimos ya, después de la desaparición de la Primera Audiencia, el obispo Zumárraga jamás volvió a tener la menor discordia contra los nuevos gobernadores de la Segunda Audiencia y la posterior llegada del virrey Antonio de Mendoza. Todas las acusaciones que vinieron en su contra supo vencerlas fácilmente con paciencia, humildad, constancia, energía y consumada prudencia, ya que es bien sabido por todos los historiadores que contuvo o protegió a los conquistadores, según lo pedía el caso; ganó con suma dedicación el amor de los indios; se hizo merecedor de la aceptación de los frailes de todas las órdenes; sostuvo los derechos de la Iglesia; opuso firme resistencia a los desmanes de la primera autoridad colonial, sin ofender la del Rey y si las acusaciones de sus enemigos lograron que una corte suspicaz llegara a dudar de él, salió ileso de la prueba y quedó más acrisolada su lealtad.
Según dan cuenta casi todos los cronistas e historiadores fueron los excesos de Nuño de Guzmán y sus compinches los que dieron causa única de los males que sufrió la Colonia durante los dos años de aquél pésimo gobierno; excesos que a no dudarlo, habrían sido mayores sin la vigorosa oposición del brazo eclesiástico (80). No podía don Juan de Zumárraga ser un simple espectador de los temerarios atentados que cometía la Audiencia, esclavizando y vendiendo a los indios a quienes estaba obligado a proteger y, contra la Iglesia, cuya defensa tenía el deber de hacerlo por oficio, “si los hubiera tolerado, por temor o por otra causa, habría sido pastor mercenario y digno de castigo en este mundo y en el otro” (81).
El señor obispo en lo personal fue injuriado, escarnecido, amenazado de muerte, privado de sus rentas, perturbado en su jurisdicción y varias veces conminado con el destierro de la Nueva España y de todas las provincias de Su Majestad. Después de sufrir hasta donde pudo y sin hacer caso jamás de las ofensas a su persona, trató primero de acercarse a sus enemigos con amonestaciones secretas, pero nada consiguió, luego pasó a las públicas en el púlpito y no sacó más que nuevos ultrajes y más injurias por lo que hubo de emplear las armas que los cánones ponían en sus manos. En todo siguió los pasos de la cortesía fraterna, siempre procuró una reconciliación y la ofrecía sinceramente, sin que esto causara un desasosiego en sus deberes de obispo y protector de los indios. Siempre trató de calmar los ánimos, nunca de encontrarlos. Cuando el imbécil de Delgadillo derribó del púlpito al padre Ortiz y toda la ciudad estaba exaltada, vino a toda prisa de Huexotzingo a poner paz; cuando los oidores estaban a punto de romper con Cortés, interpuso sus buenos oficios y también logró la paz en el conflicto que empezaba. Cabe hacer mención que el prelado no fue el autor del escándalo promovido por la resistencia de los oidores a entregar a los reos arrancados contra todo derecho del asilo franciscano, era obligación del señor Zumárraga reclamarlos y en cuanto a la forma actuó de acuerdo a las circunstancias; se mediaron palabras altisonantes, pero el fraile no fue el primero en pronunciarlas, Delgadillo fue el agresor y el que dio ocasión para ello… en fin, fue el obispo el que asimiló todo cúmulo de injurias atroces en su contra.
Por conclusión, al paso de tantos años, consideramos dignísima la conducta del obispo de México en aquellas terribles circunstancias. Acertó a hermanar la entereza de la tranquilidad y fue tan señor de sí mismo, que ni siquiera se dejó arrebatar por la pasión cuando elevaba en sus cartas las quejas al Rey. Nunca faltó a la verdad en ellas. Sus cartas son modelo de templanza, imparcialidad y buena fe. Los gobernadores de la Segunda Real Audiencia, celosísima como era de su autoridad y de las prerrogativas de su Majestad, bien pronto dieron testimonio favorable al obispo Zumárraga; bástenos conocer lo que decía el principal de los oidores don Juan de Salmerón: “A todo lo que yo puedo alcanzar, estos han excedido, porque les han dejado ocasión de exceder y, aunque condenó la obra, tengo por cierto que ha procedido de gran celo por la justicia, por este electo (Zumárraga) le tengo por muy buen hombre” (82).
En suma, solo el esfuerzo, el valor y la prudencia del señor obispo de México, auxiliado por los frailes de su Orden pudieron poner coto a los desmanes de la Primera Audiencia Gobernadora, fueron, a no dudarlo, los ministros de la Iglesia los que pudieron oponerse decididamente a aquel desaforado Gobierno que carecía de freno sin más objeción a sus excesos que los que presentó el obispo Zumárraga, pues de no haber sido así, con toda seguridad los indios se hubieran ido a la rebelión y los mismos españoles se hubieran enfrascado en senda guerra civil, lo que hubiera traído como consecuencia que cayera sobre ellos todo el peso del brazo del Rey, como así cayó en aquellos que se resistieron a su autoridad en las apartadas provincias del Perú.
LLEGA ZUMÁRRAGA A ESPAÑA
Bien dijimos antes que la necesidad de que el obispo Zumárraga se presentara en España no se debía únicamente a su consagración, sino que se habían sembrado en la Corona serias dudas sobre su persona y así, pobre, anciano y en desgracia llegaba el buen obispo a la esplendorosa Corte del Emperador Carlos V; por cierto, lo acompañaron en el viaje un hijo y un sobrino de Moctezuma II que al llegar fueron remitidos al convento de San Francisco de Madrid, para que recibieran educación cristiana (83). Allá volvió a encontrarse con su tenaz enemigo Diego Delgadillo, quien aún no satisfecho con la encarnizada persecución que le había hecho sufrir en la Nueva España, se dedicó ahora a difamarlo entre los consejeros y otras personas importantes. Llegó al extremo de sacar su rencor - olvidándose de que ahora era ministro depuesto y reo de proceso en contra – un odio enfermizo y sin más, acusó al obispo de treinta y cuatro cargos diferentes, que si era parcial de don Hernando de Cortés; que se presentó con gente armada a sacar a los reos de la prisión, etc. y etc. La verdad, le fue fácil al señor obispo Zumárraga responder a todos los cargos y limpiar en definitiva su nombre de las temerarias acusaciones de Delgadillo. Su defensa fue muy breve y muy completa, porque a poco tiempo de ellos ya lo encontramos haciendo los preparativos para su próxima consagración y así poder volver pronto a su diócesis en la ciudad de México. Ya desde esta ciudad había pedido con antelación sus bulas, que bien podían haberle enviado, porque estaban despachadas en tiempo oportuno. Lo más probable es que hubieran sido detenidas en España por las acusaciones que pesaban sobre su persona y esperaban su presentación para determinar en definitiva si convendría confiarle el cargo de la alta dignidad a que había sido presentado; esto constituye un nuevo indicio de que la Corte llegó a desconfiar de él. En efecto, desde el 2 de septiembre de 1530 había quedado restablecida la concordia entre el Papa y el Emperador, por virtud del Tratado de Barcelona (junio de 1529) y, al efecto del sumo pontífice Clemente VII, había expedido seis bulas; en la primera dirigida al obispado de México; en la segunda nombraba como primer obispo a don Juan de Zumárraga; la tercera iba dirigida al arzobispo de Sevilla, donde se le participaba la erección de una nueva diócesis, cuyo prelado había de ser sufragáneo suyo; y en la cuarta, quinta y sexta se daban los avisos correspondientes al cabildo eclesiástico de México.
Encontró pues, don Juan de Zumárraga en España, todos los avisos y recados necesarios para proceder a su consagración y, así fue que el domingo 27 de abril de 1533, lo consagró solemnemente el señor obispo de Segovia don Diego Rivera, en la capilla mayor del convento de San Francisco de Valladolid (84).
Después de consagrado, Zumárraga permaneció todavía en España cosa de un año, tiempo que empleó para llevar al cabo diversos negocios que le convenían a su iglesia, al alivio de los indios y al bienestar de la colonia. Para los indios consiguió la moderación de los tributos y que estos un fueran vejados en la construcción de edificios para españoles a título gratuito y, a principios de 1534 consiguió la erección de su Iglesia (Toledo 1534). Con todo ello determinó regresar a México acompañado de un buen número de religiosos que le ayudasen; pidió treinta al Consejo de Indias, pero le dijeron que con doce eran suficientes, enojado Zumárraga con la contestación, los ignoró y se vino sin ninguno. En vez de ellos y para beneficio de esta tierra, trajo tres navíos con muchos artesanos casados, con mujeres e hijos; también trajo seis beatas para maestras de las niñas indias; una gran variedad de árboles frutales y plantas y la cría de la seda. Pero lo que merece mención aparte y que bien sirve para nuestros fines, es la negociación que entabló para traer la primera imprenta de la América continental.
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51 Nuño de Guzmán se encontraba por entonces esclavizando a los naturales de la provincia de Pánuco y sus alrededores para luego venderlos como esclavos en las islas vecinas.
52 Don fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T.I, p. 31.
53 Dado en Burgos, a 10 de enero de 1528, modificadas el 2 de agosto de 1530. Cedulario de Puga. México, 1878 – 79, 2 T., T. I, p. 227.
54 La venida del señor Zumárraga sin las bulas se debió probablemente a la falta de relación entre el Papa y el Emperador. El mismo años de la verificación se había presentado el asalto y saqueo de Roma por las tropas imperiales. Resultaba imposible prever lo que tardaría en terminar el conflicto y quedar expedito el camino para negociar el despacho de las bulas. Ante esa duda, no se quiso perder la ocasión del viaje de los oidores, ni dejar por más tiempo a la ciudad de México sin obispo y a los indios sin protector. Nota 4, T. I. Cap. III, de Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. II, p. 185.
55 Carta de Zumárraga al emperador, del 27 de agosto de 1529; Doc. No. 4 en Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. II, p. 185.
56 Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. I, p. 39.
57 Ibid., p. 41.
58 Sólo el valiente de García Llerena se atrevió a defender a Cortés y ya verán que caro le costó después.
59 A tal extremo llevaron los oidores la persecución contra Alvarado, que no le dejaron de sus muchas riquezas sino una mula de silla; y como un día fuera hacer visita al presidente, cuando salió no halló su mula, porque también se la habían secuestrado y tuvo que volverse a pie. Carta de Zumárraga al Rey de 27 de agosto de 1529. Doc. No. 4 de Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. II, p. 201.
60 Además de negarles el pago de su trabajo y el precio de los materiales, solían maltratarlos cruelmente. Así el oidor Delgadillo, porque el cacique de Tacubaya no le trajo todos los indios que le pedía para las obras, “le arrastró por los cabellos y le dio tantas coces que le hundió los pechos y le hizo echar sangre a borbollones por la boca. Yo le llevé en una hamaca (dice Zumárraga) al monasterio más pronpicuo de Cuyoacán… y aunque se puso toda la diligencia en su curación murió”. Carta de don Fray Juan de Zumárraga al Emperador (Valladolid, 1533). Doc. No. 19, en Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. III, pp. 32 y 33.
61 En la Carta a su Majestad, del electo obispo de México, de fecha 27 de agosto de 1529, Zumárraga da a conocer una larga lista de los cohechos que recibieron los oidores de la primera Audiencia y una larga relación de los medios empleados para enriquecerse. Doc. No. 4, T. II, pp. 203 a 206.
62 Refiere también el señor Zumárraga que eran escandalosas las escenas que pasaban en la ciudad: “Vuestra majestad envió presidente y oidores y agora ha éstos más presidenta y oidoras, que éstas se han sentado en los estrados reales, estando ellos presentes… y certifico a V.M. que propiamente estas tienen el cargo de justicia… porque no se les niega cosa”. Doc. No. 4 en Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. II, p. 99 y nota 11, cap. IV, p. 45.
63 Bernal Díaz dice: “Pues en lo de Pánuco se herraron tantos (esclavos) que casi despoblaron aquella provincia “. Historia Verdadera… CXCVI.
64 Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. I, cap. IV, p. 48.
65 Ibid., T. I, cap. VI, Nota 17, p. 78.
66 Así lo conoció el Rey, pues por cédula de 28 de septiembre de 1534 mandó al señor Zumárraga que entregase al presidente de la segunda Audiencia todas las provisiones que tenía el Protector de Indios y, no usase mas de ellas. Inventario del Archivo de la Catedral: Doc. No. 64 en Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. IV, p. 72 y nota 6, cap. V, p. 65.
67 La conquista espiritual… Op. Cit., pp. 379 y 380. Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., cap. V, p. 59.
68 Cedulario de Puga, tomo I, p. 134.
69 Carta a Su Majestad del electo obispo de México, Don Fray Juan de Zumáraga. Tenuxtitlán – México a 27 de agosto de 1529: “…y afirmo que a Pedro de Alvarado han destruido o robado, porque todo cuanto trajo de Castilla, que fue tanto aparato y cosas ricas como un conde principal de esos reinos pudiera traer, de todo no le han dejado un pan que coma; la plata mucha y por extremo bien labrada, la tapicería mucha y muy buena y, otras cosas de mucho valor, hoy día las tienen y se sirven dellas el presidente e oidores como les cupo de sus partes…“ Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., Doc. No. 4, T. II, p. 202.
70 Los procuradores eran Bernardino Vázquez de Tapia y Antonio de Carvajal. Ambos fueron testigos de cargo en el juicio de residencia contra Cortés; iban a España a abogar por la causa de Nuño de Guzmán e impedir que Cortés regresara a Nueva España; lo que no consiguieron. A. C. G. Z.
71 Don José Fernando Ramírez y Carlos María de Bustamante escribieron tomando como base a Betancurt (Tratado de la Ciudad de México, cap. 2) que “para pasar la carta se valió el Sr. Zumárraga del arbitrio de ocultarla en el pecho de un crucifijo que enviaba al Rey como muestra de habilidad de los indios de la escuela de fray Pedro de Gante…”
72 Hernán Cortés. Martínez J.L., Op. Cit., p. 615
73 Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., p. 80.
74 Don Joaquín García Icazbalceta dice que fueron “tres horas” Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., T. I, p. 82, José Luis Martínez en Hernán Cortés dice que fueron “tres días” Op. Cit., p. 616. Nosotros optamos por la segunda.
75 Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., Doc. O. 8. T. II, p. 251.
76 Carta del obispo Zumárraga al Emperador (Valladolid, 1533). Op. Cit. Doc. No. 19, T. III, p. 30.
77 No faltó un fraile que con declaraciones falsas denunciara la supuesta conjura de sus compañeros. Información hecha en México por Gonzalo de Medina el 23 de agosto de 1529. Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., Doc. No. 3., T. II, pp. 167 y 168.
78 La fecha que le asigna García Icazbalceta a la partida del señor Zumárraga para España es mayo de 1532. Nota 26, cap. VIII, T. I, p. 106.
79 Don Juan de Zumárraga asumió funciones inquisitoriales extraordinarias el 27 de junio de 1535, cuando don Alonso de Manrique, inquisidor real de Sevilla, lo nombró inquisidor apostólico. Formó su tribunal que comenzó a funcionar el 5 de junio de 1536, se estableció una cárcel de la Inquisición y formó su personal administrativo: Miguel López de Legazpi, Martín de Campo y Diego Mayorga se desempeñaron como secretarios; Rafael de Cervantes como fiscal; el tesorero Martín de Zavala; el alguacil Alonso de Vargas; el provisor o delegado de Zumárraga, Juan Rebollo, también era el oficial que procedía a los procedimientos de tortura; los intérpretes fueron Bernardino de Sahagún, Alonso Molina, Francisco Maldonado y Toribio de Motolinia. Durante el periodo de Zumárraga (1536 – 1543) marcó el punto máximo de la Inquisición episcopal; los documentos del Archivo General de la Nación, revelan no menos de 152 procesos, 10 declaraciones, 13 informaciones, 7 denuncias, una averiguación y variedad de cartas, memoriales e instrucciones. De esos casos 56 fueron juicios por blasfemia; 5 por herejías luteranas, 19 judaizantes, incluyendo 12 investigaciones, 14 por idolatría y sacrificios; 23 por hechicería y superstición; 8 por proposiciones heréticas; 20 por bigamia; 5 juicios por clerecía; y del total, 19 casos que implicaban a indios. El resto fue por crímenes varios contra la ortodoxia. La caída de don Juan de Zumárraga como inquisidor se debió a su exceso de celo en contra de la idolatría, de tal suerte que en una ocasión remitió al brazo secular para su quema pública a don Carlos Chichimecatecuhtli u Ometochtzin, quien era nieto del gran Netzahualcóyotl, cacique de Texcoco, en el año de 1539. Muchas autoridades sostuvieron que no había suficiente evidencia contra Carlos para merecer sentencia tan rigurosa. Zumárraga fue censurado desde España por haber prescrito la relajación y finalmente fue depuesto como inquisidor apostólico. Zumárraga y la inquisición mexicana 1536 – 1543. Richard E. Greenleaf, México, 1988, Ed. Fondo de Cultura Económica, pp. 22 a 25.
80 Documentos inéditos del Archivo de Indias, Sevilla, España (1883), p. 468, se ha publicado la información hecha por Nuño de Guzmán contra el obispo Zumárraga y los frailes franciscos, a 29 de abril de 1529. Entre los testigos figuran García del Pilar y fray Vicente de Santa María. Notas s/n de García Icazbalceta J., Don Fray Juan de Zumárraga… T. I, p. 107.
81 Ibid. T. I, p. 107.
82 Documentos inéditos del Archivo de Indias. Op. Cit., Tomo XIII, p. 190. “De la persona del dicho Electo (Zumárraga) ya hemos dado a V.M. noticias por nuestras cartas; a aquellas nos remitimos y, tenémosle por muy buena persona a lo que alcanzamos, porque principalmente le tenemos por un fraile sin intereses de hacienda y de predicación y ejemplo de vida y muy deseoso de la conversión de las ánimas destos naturales y, defensor y protector de sus cuerpos y no extremado en esto… todo excedieron, según parece por las informaciones “. Otra relación muy positiva para el obispo se da en Cartas de los Oidores Salmerón, Maldonado, Ceynos y Quiroga a la Emperatriz del 30 de marzo de 1531. Don Fray Juan de Zumárraga… Doc. No. 16. T. II, p. 284.
83 Cedulario de Puga. Op. Cit., T I, p. 299.
84 El acta de consagración corre inserta en Don Fray Juan de Zumárraga… Op. Cit., Docs. 20 a 23. T. III, pp. 50 a 58.
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Fuente:
Gutiérrez Zamora Ángel Camiro, El origen del guadalupanismo, EDAMEX, México, 1996, pp. 51 -86.
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Marrano (judeoconverso)
Marrano es un término que hace referencia a los judeoconversos de los reinos cristianos de la Península Ibérica que "judaizaban", es decir, que seguían observando clandestinamente sus costumbres y su anterior religión. El criptojudaísmo de los marranos fue justificado por los rabinos con el argumento de que los judíos podían -e incluso debían- fingir convertirse a otra religión si creían en peligro su vida y estaban exentos de cumplir aquellas prácticas del culto que pudieran delatarles —sólo se les exigía en última instancia que mantuvieran la fe en sus conciencias—.
Especialmente entre los siglos XV y XVII, el vocablo marrano se utilizó de forma extensiva y peyorativa para designar a todos los judeoconversos y a sus descendientes, llevando implícita la insinuación de cristianismo fingido.
En la época contemporánea, el término marrano ha sido incorporado por la historiografía internacional y al acervo de otros idiomas distintos del castellano, el catalán y el portugués; como el inglés, el francés o el alemán.
El investigador Israël Salvator Révah definió al marrano como un católico sin fe y un judío sin saber, aunque un judío por voluntad.
"Como los que viven en España no guardan la Ley ni son circuncidados, y aunque hagan algunas ceremonias de dicha Ley y hayan ido a circuncidarse a algunas partes de Italia y Flandes ... faltan en estas cosas de ordinario que son las esenciales, a los tales los tienen allá los verdaderos judíos por herejes que en hebreo los llaman minim."
Jacob Cansino
Clasificación de los marranos:
* Indiferentes u oportunistas
Son los que, sin ningún afecto por el judaísmo e indiferentes a la religión en general (lo que posteriormente se denominó libertino), recibieron con la conversión la posibilidad de cambiar su condición oprimida por las excelentes oportunidades que se les abrieron como cristianos. No tenían ningún problema en simular ser cristianos, puesto que les resultaba provechoso; y hacían mofa de los judíos y el judaísmo. Algunos poetas se pueden asociar a esta categoría: Pero Ferrús, Juan de Valladolid, Rodrigo Cota y Juan de España (de Toledo, también conocido como «El Viejo», a quien se consideraba un connotado talmudista) y fray Diego de Valencia.9 Estos dos últimos empleaban palabras en hebreo en sus pasquines para burlarse del pueblo judío. Obviamente, si no practicaban ya el judaísmo no son estrictamente marranos; no obstante, algunos de ellos fueron acusados de judaizar en secreto, e incluso de volver abiertamente al judaísmo cuando les fue conveniente (Juan de Valladolid en su estancia en Marruecos).
* Conversos externamente
Son los que, tras el bautismo, mantienen externamente prácticas cristianas y limitan las prácticas judías, aunque en ocasiones acudan en secreto la sinagoga. En Aragón: los Zaporta de Monzón (emparentados por matrimonio con la casa real aragonesa), los Sánchez, hijos de Alazar Yusuf de Zaragoza (emparentados con los de la Caballería y los Santángel ), los Espe (muy ricos), los Paternoy (avecindados en Verdun -¿Berdún?-), los Clemente (hijos de Moses Chamoro), los Vilanova de Calatayud, los Coscón, los Bruno, los Cartiglia o Cartigliano, los Brondo y otros.
* Conversos sólo formalmente, por fuerza mayor
Los cristianos nuevos que, cuando tuvieron oportunidad de salir de España afirmaron su condición religiosa de judíos, mientras estuvieron en España conservaron las prácticas judaicas. Otros (probablemente la mayoría), no salieron nunca. No llevaban voluntariamente a sus hijos a bautizar, y a al verse obligados, en cuanto volvían a casa les lavaban en las zonas donde les había tocado el agua del bautismo. Mantenían las prácticas gastronómicas judías, celebraban la Pascua judía y llevaban el aceite a la sinagoga. Pretendiendo que el pan con levadura no le gustaba, un marrano comía pan sin levadura todo el año, para poder consumirlo durante la Pascua sin levantar sospechas. En las fiestas en que debían hacer sonar el shofar, los marranos salían de la ciudad para no ser oídos. Era frecuente denunciar a marranos por desangrar animales en sus casas siguiendo el ritual judío, o por circuncidar a sus hijos.
En Sevilla, un inquisidor mostró gráficamente al corregidor lo extendido de esta condición: si deseáis daros cuenta de la cantidad de marranos,... subamos a lo alto de esta torre. ... Por más frío que sea el tiempo, no veréis humo alguno elevarse de aquellas habitaciones, pues es sábado. Y, durante este día, no se permite a los judíos tocar el fuego para encender.
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Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Cristiano Nuevo
Cristiano nuevo es la denominación que ha recibido históricamente en España y Portugal un colectivo social compuesto por los conversos al cristianismo desde el judaísmo o el islam, así como sus descendientes incluso varias generaciones después de producirse la conversión original.
El concepto se opone al de cristiano viejo, concepto que, más que entenderse como tener ascendencia cristiana «por los cuatro costados» desde tiempo inmemorial (fuera esto real o imaginario), en la práctica solía reducirse a remontarse a los padres y los cuatro abuelos.
La denominación de cristianos nuevos se aplicaba sobre todo a las familias judías que habían sido obligadas a adoptar la fe cristiana después de las revueltas antijudías de 1391. Los judeoconversos estaban siempre bajo sospecha de practicar su antigua religión en secreto («judaizar» —criptojudaísmo—), y se les denominaba «marranos».
En el caso de los de origen musulmán, denominados moriscos, su situación demográfica y socioeconómica era completamente distinta, así como su condición étnico-religiosa y su capacidad de resistencia (revueltas moriscas); lo que llevó a intentar todo tipo de soluciones (tolerancia, represión, dispersión) hasta la decisión de expulsarlos a todos entre 1609-1604, cuyo éxito es objeto de debate academico. Por el contrario, la expulsión de 1492 solo afectó a los judíos, no a los conversos.
Paradójicamente, la conversión, forzada o no, abría el camino para que pudiera actuar la Inquisición española (establecida en 1478 explícitamente para reprimir a los judaizantes), ya que la competencia del Santo Oficio era sobre cristianos, no sobre musulmanes o judíos. Los delitos que perseguía eran los relacionados con prácticas u opiniones heterodoxas (herejía, o desviación de la ortodoxia católica). Así, los cristianos nuevos de origen judío o (más raramente) musulmán, no eran procesados o condenados por ser miembros de otra religión (o secta, que sigue otra ley —la ley mosaica o la ley de Mahoma—), sino por la desviación respecto a la que oficialmente practicaban (la ley de Cristo).
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Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
La influencia judia en España según Claudio Sánchez Albornoz
Pero cualquiera que sea la admiración y simpatía que me inspiren las empresas espirituales del pueblo judeo-español, me es preciso dejarlas aquí de lado, porque no influyeron en la forja de los hispano. La contribución de los judíos españoles a la acuñación de lo hispánico fue muy otra y siempre de carácter negativo, quiero decir que no transmitió calidades sino que provoco reacciones. Nada en lo esencial de la contextura psíquica del pueblo hebreo dejo huella entre los españoles. Más aun, una tajante oposición enfrenta lo hebraico y los hispano. [...] Lo judío contribuyo a la forja de los hispano no por caminos de luz sino por sendas tenebrosas [...]
Es difícil hallar nada más opuesto a lo autentico español que estos rasgos esenciales de lo hispano-judío [...] Insisto ¿Hay nada más opuesto a lo autentico hebraico que lo autentico español? ¿Hay nada más difícil de avenir y armonizar? Nada de lo esencial del espíritu, de las emociones, de los sentimientos, de los ideales, de las apetencias, de las esperanzas, del mecanicismo intelectivo, de los procesos de conciencia, del estilo de vida, de la textura temperamental de los hebreos ha dejado huellas entre los españoles. Es más fácil unir el agua con el fuego que hallar vínculos de parentesco entre los hispánico y lo hebraico. [...]
Si los hebreos se hubieran consagrado pacíficamente a la agricultura, a la industria y al comercio, nunca habrían surgido entre ellos y los cristianos los abismos o las montañas de odio que hicieron imposible su convivencia histórica. [...] La convivencia entre judíos y cristianos fue siempre difícil y llego a ser imposible, pero no porque los hebreos llenaran el vacío dejado por la incapacidad de los cristianos y estos se dejaran arrastrar por un torturante e invencible complejo de inferioridad. Fue siempre difícil y llego a ser imposible porque los hebreos intentaron dominar, y lograron al menos explotar, al pueblo que les había dado asilo cuando, huyendo de las persecuciones que padecían en la Europa cristiana o en las España islamita, fueron admitidos en su seno. [...]
Este rápido enriquecimiento de los judíos y su rápido trepar hasta las altas jerarquías gubernativas del reino constituyen la clave de las sañas con que pronto les gratifico el pueblo. Los hebreos inmigrantes no se resignaron a vivir pacíficamente entre los cristianos como los mudéjares. De prisa aguzaron el ingenio para explotar y dominar a quienes los habían recibido entre ellos. [...]
Sabemos al menos por Al-Maqqari que después de al derrota de Alarcos, de 1195, muchos judíos compraron en el teatro de la lucha los guerreros castellanos caídos en poder del enemigo, naturalmente para venderlos con ganancia (como esclavos) en los mercados andaluces. Esta presencia de hebreos mercaderes en los campos de batalla, como predecesores de los cuervos que tras ellos caían sobre los malheridos o los muertos no era demasiado a propósito para conciliar a los judíos las simpatías populares. Tampoco pudo serlo su actuación como revendedores, siempre encareciendo los alimentos y el vestido. [...]
¡La usura judía! No hay tema que asome con más frecuencia a los ordenamientos de las Cortes de Castilla. [...] Por uno y otro sistema los usureros judíos se aseguraban de antemano intereses del 100% [...] Y para rechazar las demandas de los cristianos contra todos estos abusos, los usureros judíos se hacían fuertes en la tradicional necesidad de un testigo hebreo en cualquier juicio contra ellos, porque ningún hermano de raza atestiguaba en favor del deudor demandante. [...]
Durante el medioevo ningún español dejo de aspirar a hacer fortuna. Pero mientras en los cristianos esta aspiración se entrecruzaba con otras muchas apetencias que constituían otros tantos cauces para el derramar de su vitalidad, en la casi totalidad de los judíos el deseo de enriquecerse se convertía en meta esencial de su existencia y en radical diana de su actos todos. Esa hipertrofia de su apetito de riqueza se producía a costa de la depresión de todas las otras posibles proyecciones de su alma.
Claudio Sánchez Albornoz(*), España, un enigma Histórico. 1956
* Historiador. Catedrático de historia antigua y media de España en las Universidades de Barcelona y Madrid. Rector de la Universidad de Madrid (1932). Diputado de Acción Republicana por Ávila en 1931, 1933 y 1936. Ministro de Estado en 1933. Presidente del Gobierno de la República en el exilio (1962-1971). Entre sus obras destacan: «Estampas dela vida en León hace mil años» (1926), «En torno a los orígenes del feudalismo» (1942. 3 Vols.). «La España musulmana: según los autores islamitas y cristianos medievales« (1946, 2), «España, un enigma histórico» (1957, 2 Vols.), «Españoles ante la historia» (1959), «Estudios sobre las instituciones medievales españolas» (1965), «Orígenes de la nación española» (19721975. 3 Vols.) y «De la Andalucía islámica a la de hoy» (1983). Nació en Madrid 1893 y murió en Ávila 1984
Desde Canarias hasta Vladivostok: La influencia judia en España según Claudio Sánchez Albornoz
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
lunes, 13 de enero de 2014
ISABEL LA CATÓLICA Y EL PROBLEMA JUDÍO - Por el P.Alfredo Saenz
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No es fácil esbozar la historia del pueblo judío en España. Seguramente había ya un gran número de judíos en tiempo de los visigodos. Luego de que muchos de ellos instaron a los árabes a venir del África y luego colaboraron con éstos para que se extendiesen por España, abriéndoles las puertas de las ciudades de modo que pudiesen terminar rápidamente con los reinos visigodos, fueron premiados por los conquistadores, incluso con elevados cargos en el gobierno de Granada, Sevilla y Córdoba. Y así en el nuevo estado musulmán alcanzaron un alto grado de prosperidad y de cultura.
La gradual reconquista de la Península por parte de los cristianos no trajo consigo ningún tipo de persecución para los judíos. Cuando San Fernando reconquistó Sevilla en 1224, les entregó cuatro mezquitas moras para que las transformasen en sinagogas, autorizándolos a establecerse en lugares privilegiados de la ciudad, con la sola condición de que se abstuvieran de injuriar la fe católica y de propagar su culto entre los cristianos. Los judíos no cumplieron estos compromisos, pero aun así no fueron contrariados, e incluso algunos Reyes, especialmente de fe tibia o necesitados de dinero, se mostraron con ellos muy condescendientes y lse confiaron cargos importantes en la Corte, sobre todo en relación con la tesorería.
A fines del siglo XIII, los judíos gozaban de un singular poder en los reinos cristianos. Tan grande era su influencia que estaban exentos del cumplimiento de diversas leyes que obligaban a los cristianos, a punto tal que algunos de los albigenses, llegados a España del sur de Francia, se hacían circuncidar para poder predicar libremente como judíos la herejía por lo cual hubieran sido castigados como cristianos.
En una España donde se repudiaba el préstamo a interés como un pecado – el pecado de “usura”, se llamaba -, los judíos, que no estaban sujetos a la jurisdicción de la Iglesia, eran los únicos banqueros y prestamistas, con lo que poco a poco el capital y el comercio de España fue pasando a sus manos. Los ciudadanos que debían pagar impuestos u no tenían cómo, los agricultores que carecían de dinero con qué comprar semilla para sus sembrados, caían desesperados en manos de prestamistas judíos, quedando a ellos esclavizados económicamente. Asimismo los judíos lograron gran influencia en el gobierno, prestando dinero a los Reyes, e incluso comprándoles el privilegio de cobrar impuestos. De ellos escribe el padre Bernáldez, contemporáneo de los Reyes Católicos: “Nunca quisieron tomar oficios de arar ni cavar, ni andar por los campos criando ganados, ni lo enseñaron a sus hijos salvo oficios de poblados, y de estar asentados ganando de comer con poco trabajo. Muchos de ellos en estos Reinos en poco tiempo llegaron muy grandes caudales e haciendas, porque de logros e usuras no hacían conciencia, diciendo que lo ganaban con sus enemigos, atándose al dicho que Dios mandó en la salida del pueblo de Israel, robar a Egipto”. Por supuesto que todo esto no podía caer bien, y el pueblo no les tenía la menor simpatía.
Cuando la peste negra, en dos años, redujo la mitad de la población de Europa, los judíos sufrieron más que el resto, porque el populacho enloquecido los acusó de ser los causantes de aquella plaga envenenando los pozos, y comenzó a perseguirlos en toda Europa. El Papa Clemente VI denunció como calumniosas tales acusaciones, señalando que la peste había sido igualmente mortal donde no vivía ningún judío, y amenazó con excomulgar a los exaltados. Sin embargo, las multitudes seguían matando judíos.
También en Castilla acaeció otro tanto, por lo que muchos hebreos, atemorizados pidieron el bautismo, llamándoselos conversos o marranos. Algunos lo hicieron sinceramente, como aquellos 35 mil convertidos por la virtud y la elocuencia de San Vicente Ferrer quien recorrió España predicando. Sin embargo, hubo muchos que simularon convertirse; iban a misa el domingo, pero secretamente seguían acudiendo a las sinagogas.
Como cristianos confesos, los judíos falsamente convertidos se encontraban ahora libres de restricciones impuestas a sus hermanos de la sinagoga, y estaban en condiciones de contraer matrimonio con las familias nobles de España. Además, se le abrían nuevas e importantes posibilidades porque podían acceder al sacerdocio o a la vida religiosa, probando así su lealtad al cristianismo. El hecho es que en la época de Isabel, su influencia sobre la Iglesia en España era notable. Muchos de los obispos eran descendientes de judíos. Y se sabía que numerosos sacerdotes seguían siendo secretamente judíos, y se burlaban de la misa y de los sacramentos que fingían administrar. Los católicos se indignaban frente a estos sacrilegios, y en algunos casos exageraban la nota atribuyendo a los judíos la exclusividad de la decadencia que sufría la Iglesia.
Tal era la situación cuando los Reyes estaban proyectando su campaña contra el gobierno moro de Granada. Los españoles no podían dejar de recordar que habían sido los judíos quienes invitaron a los mahometanos a entrar en el país, y siempre los habían considerado como enemigos internos, quintacolumnas y aliados del enemigo. Dondequiera se encendía de nuevo la guerra contra los moros, automáticamente los judíos se convertían en sospechosos. Y precisamente en estos momentos, como acabamos de decir, los Reyes se aprestaban a lanzar su ofensiva contra Granada. Previendo Isabel una guerra larga y peligrosa, creyó que había llegado el momento de destruir el poder de los judíos encubiertos que constituían un reino dentro de otro reino.
A solicitud de la Reina, el obispo de Cadiz elevó un informe sobre las actividades de los conversos de Sevilla. Se confirmaban las sospechas de Isabel, en el sentido de que la mayor parte de ellos eran judíos encubiertos, que poco a poco ganaban a los cristianos a las prácticas judías, llegando “hasta predicar la ley de Moisés” desde los púlpitos católicos.
Señala T. Walsh que la Reina no tenía prevenciones contra los judíos como raza. EL problema, tal como ella lo entendía, era estrictamente religioso. De hecho, a lo largo de su reinado, había nombrado en cargos de confianza a varios judíos a quienes creía sinceramente cristianos, y con frecuencia había protegido a los judíos de la sinagoga contra la furia de los “pogroms” del populacho. No obstante, pensaba que muchos conversos eran en realidad judíos encubiertos, que iban a la iglesia el domingo y a la sinagoga el sábado, mientras no perdían oportunidad de ridiculizar las más sacrosantas verdades del cristianismo, socavando la fe, que era para ella la base moral del pueblo. Por otra parte, al poco tiempo de haberse creado la Inquisición, los inquisidores, convencidos por diversos testimonios, comunicaron a los Reyes el gravísimo peligro que se cernía sobre la religión católica. E incluso no faltaron judíos que expresaban su esperanza de que los turcos lanzasen una ofensiva hacia Occidente.
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Pero hubo un hecho que resultó como el detonante de toda esta cuestión. En noviembre de 1491, cuando Isabel y Fernando estaban tratando con Boabdil la rendición de Granada, dos judíos y seis conversos fueron en Ávila condenados a muerte bajo el cargo de haber secuestrado un niño cristiano de 4 años y de haberlo crucificado el Viernes Santo en una caverna, para burlarse de Cristo; de haberle arrancado luego el corazón, en orden a hacer un maleficio de magia destinado a causar la ruina de los cristianos en España, tras lo cual los judíos se posesionarían del gobierno. Por cierto que con frecuencia les colgaban cosas a los judíos. En este caso, se hicieron prolijas investigaciones, llegándose a la convicción de que, efectivamente, un niño había sido abofeteado, golpeado escupido, coronado de espinas y luego crucificado. El asunto fue sometido a un jurado de siete profesores de Salamanca, quienes declararon culpables a los imputados. Hubo un segundo jurado, en Ávila, que confirmó el veredicto. Los culpables fueron ejecutados el mismo mes que se rindió Granada. El niño sería canonizado por la Iglesia, bajo el nombre de “el Santo Niño de la Guardia”.
Se cree que cuando el padre Torquemada fue a la Alhambra, a principios de 1492, pidió a los Reyes que encarase con urgencia este problema, que podía acabar por destruir toda su obra, y solucionasen el asunto de raíz expulsando a los judíos de España. Hacía un tiempo pensaban tomar una medida semejante. La indignación que provocó el crimen ritual del Santo Niño decidió el caso. Y así, el 31 de marzo de 1492, promulgaron un edicto según el cual todos los judíos debían abandonar sus reinos antes del 1° de julio. Alegaban que “persiste y es notorio el daño que se sigue a los cristianos de las conversaciones y comunicaciones que tienen con los judíos, los cuales han demostrado que tratan siempre, por todos los medios y maneras posibles, de pervertir y apartar a los cristianos fieles de nuestra santa fe católica, y atraerlos a su malvada opinión”. Se hacía, pues, necesario que “aquellos que pervierten la buena y honesta vida de las ciudades y villas, por la contaminación que puedan causar a otros, sean expulsados de entre pueblos”. Por eso, concluían los Reyes, “después de consultar a muchos prelados y nobles y caballeros de nuestros reinos y a otras personas de ciencia, y en nuestro Consejo habiendo deliberado mucho sobre el tema, hemos decidido ordenar a los mencionados judíos, hombres y mujeres, abandonar nuestros reinos y no volver más a ellos”.
Los expulsados podían llevar consigo todos sus bienes, aunque sujetándose a la legislación vigente según la cual no les era lícito sacar al extranjero oro, plata, monedas y caballos, sugiriéndoseles en el mismo decreto convertir su dinero en letras de cambio. Para evitar la expulsión, tenían los judíos un recurso, la conversión. La Reina los animó a ello, y de hecho varios judíos pidieron el bautismo. Pero un buen número – unas 150 mil personas, de acuerdo a algunas fuentes – optó por abandonar España. Según parece, el éxodo, en carretas, a caballo o a pie, fue patético, en columnas que marchaban entre llantos y cantos religiosos. Algunos se dirigieron a Portugal, otros al África, o a distintos lugares.
Señala Vizcaíno Casas que a diferencia de la abundante historiografía que ha juzgado con extrema severidad el decreto de expulsión de los judíos, no son pocos los historiadores más recientes que lo justifican como inevitable. Dichos autores afirman que los Reyes no eran, en principio, hostiles a los judíos, sino que, dados los antecedentes históricos y los sucesos más recientes, consideraron imprescindible suspender el régimen de convivencia entre hebreos y cristianos, ante el riesgo de que el judaísmo, como doctrina religiosa tolerada, quebrantara la fe de la población. Ya en el siglo XIX, Amador de los Ríos había señalado que sería gran torpeza suponer que la medida fue inspirada por un arrebato de ira o por un arresto de soberbia; los Reyes la dictaron, dice, “con aquella tranquilidad de conciencia que nace siempre de la convicción de cumplir altos y trascendentales deberes”.
Débese asimismo advertir que no fueron los Reyes Católicos los únicos ni los primeros en tomar una decisión de este tipo. Los judíos ya habían sido expulsados de Inglaterra en 1290, de Alemania entre 1348 y 1375, de Francia desde 1306. Por lo general, en España se les trató mejor que en otros países. En Francia, por ejemplo, en la Francia de San Luis, se había decidido que todo judío que se dedicara a la usura debía ser expulsado del reino; que sólo podían permanecer allí los que vivieran de un trabajo manual, es decir, pocos; que no era lícito poseer ejemplares del Talmud y otros textos judíos, por ser anticristianos; en caso de descubrírselos, dichos libros eran quemados.
Con la expulsión decidida por los Reyes Católicos, se alcanzaron, de hecho, los objetivos buscados. Ante todo, se salvó la unidad religiosa de España. Asimismo, se acabaron para simpre los “pogroms”. Y más positivamente, gracias a los numerosos descendientes de judíos que permanecieron en España, pudo producirse la enriquecedora confluencia del genio judío y la Reforma Católica, concretada en nombres prestigiosos, de origen “converso”, tales como Francisco de Vitoria, San Juan de Ávila, Fray Luis de León, Santa Teresa de Ávila… Toda una constelación magistral.
ALFREDO SAENZ – Isabel La Católica – Ed. Gladius 2009 - Págs.41 a 50.
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Fuente:
Nacionalismo Católico San Juan Bautista: ISABEL LA CATÓLICA Y EL PROBLEMA JUDÍO - Por el P.Alfredo Saenz
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
El término ¨ marrano ¨ no es despectivo, aunque lo parezca, precisamente fueron los seguidores de la Comunidad Judía los que lo tomarón en su época. Posiblemente, tengo algunas citas que ahora no encuentro a mano, pero que creo recordar que aludían a que dicha palabra era una transformación con algo parecido a protestante, o bien : ¨ los arrianos del mar ¨ ( gentes que vinieron por el mar, y que son arrianos o no católicos ) de ahí : marrian - m-arranos. Era un signo de distinción sobre los propios judíos de categoría o de algo positivo en aquellas épocas muy similar a los gentiles. De hecho el término gentil no es muy positivo para su verdadero significado real ; pues las facciones judías de aquellos tiempos, rebeldes muchos de ellos, utilizaban la ironía con el uso del lenguaje.
Ahora mismo no tengo mucho tiempo, y debo disculparme por sólo haber leído la entrada del artículo inicial, pero prometo leerlo entero y aportar mis observaciones. Gracias.
Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?
TRAICIÓN, TRADICIÓN DE LA JUDEO-MASONERIA - CONSTITUCIÓN DE EEUU - Por Traian Romanescu
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Si estudiamos la actuación política de la judío-masonería, veremos que casi sin excepción la masonería ha traicionado a todos los países donde se le permitió actuar.
La masonería ha traicionado siempre a un país en favor de otro, y trabajado para el hundimiento interior de los pueblos desencadenando revoluciones, creando malestar político, social o económico, o paralizando el funcionamiento del aparato estatal en los momentos cruciales. Esa acción traidora busca siempre beneficiar los intereses locales o internacionales de la judería, arma secreta y propulsora siempre ha traicionado un país en favor de otro.
Cuando ese mismo judaísmo ha necesitado del conflicto entre dos países o grupos de países cristianos, entonces la secta masónica ha recibido el encargo de preparar y desencadenar loa conflictos, trabajando al mismo tiempo, con ese propósito, en los dos campos.
Esas maquinaciones subterráneas de la judería —a través de la masonería—, han sido la verdadera causa de casi todas las guerras que ensangrentaron a Europa cristiana durante los últimos dos siglos.
Esas guerras fratricidas entre los pueblos europeos cristianos los debilitaron poco a poco a todos, abriendo al mismo tiempo abismos de odio entre ellos, como es el caso actual entre el pueblo alemán y el inglés, sin que realmente exista una causa válida para tal estado de cosas, excepto la permanente intriga e incitación de la judío-masonería.
Hoy día, cuando el judaísmo se ha creado una nueva fuerza por medio de la cual espera obtener el dominio universal, o sea la fuerza comunista, el papel principal que le ha sido confiado a la masonería internacional es el de traicionar a todo el mundo cristiano, a todo el occidente y a todo el mundo libre en favor del imperialismo comunista.
La masonería traiciona al occidente, la traiciona paralizando su lucha anticomunista, paralizando a las fuerzas nacionalistas de los países.
La masonería traiciona, porque esa es su tradición secular.
Resumiendo su actividad en los últimos doscientos años, encontramos que el primer país traicionado fue Inglaterra.
La masonería penetró en Norteamérica como en todas las colonias británicas, difundida por judíos en gran parte provenientes de la Gran Logia de Inglaterra. El deseo de la judería era crearse una nueva base donde sus actividades no encontraran mayores obstáculos. La influencia política del judío aumentó enormemente en Inglaterra después que Cromwell les abrió la puerta; hasta consiguió apoderarse secretamente del gobierno del país.
El judío no podía desarrollar libremente sus actividades, porque chocaba con la tradición, las costumbres y la antipatía del pueblo británico. Lo que requería el judío para desarrollarse rápidamente, era un nuevo país sin historia, sin tradición, sin arraigados hábitos cristianos, sin población homogénea y solidaría cuando se tratara de rechazar la penetración del judío en las actividades humanas. Y ese nuevo país, ese nuevo Canan de todas las riquezas y libertades, al que la judería podía transformar mucho más de prisa, eran las colonias inglesas de América.
Y bien que supieron aprovechar la condición de independencia. Las víctimas fueron primero Inglaterra y luego los mismos norteamericanos que en menos de cien años llegarían a ser "esclavos libres" del monopolio político y económico que la judería creó en los Estados Unidos y que dura hasta hoy. Después de la emancipación de América, se dieron la mano las secciones francesa, inglesa y norteamericana de la judío-masonería.
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Entre los jefes del movimiento, el más prominente y el más inteligente como político fue Benjamín Franklin. Aunque masón, tuvo el valor de intentar introducir en la Constitución unas cláusulas que debían prohibir la penetración judía, después de que se dio cuenta de lo que en realidad había en el fondo del movimiento.
Benjamín Franklin era el más viejo, el más culto y el más cristiano entre sus colegas que oficialmente practicaban también la religión cristiana puesto que en aquella época la masonería guardaba todavía las apariencias y se hacía aparecer como "asociación cristiana". De otra manera, no habría podido prosperar dentro de una sociedad eminentemente cristiana. Convencido del peligro judaico que amenazaba a la nueva nación, Franklin intentó excluir a los judíos de la sociedad americana. Durante los debates preliminares de la Constitución, Franklin pronunció un discurso en el que dijo: "En cualquier país donde los judíos se han establecido en gran, número, ellos han rebajado el nivel moral. . . Han hecho banda aparte. . . Ellos han ridiculizado la religión cristiana. . .Ellos han construido un Estado en el Estado y cuando se les ha opuesto resistencia, ellos han intentado estrangular al país que los abrigaba...: "Si en esta Constitución ustedes no los excluyen de los Estados Unidos, en menos de doscientos años, ellos hormiguearán en una cantidad tan considerable que dominarán y devorarán nuestra Patria y cambiarán la forma de gobierno. Os advierto, señores; si no excluís a los judíos de nuestra comunidad, nuestros hijos nos maldecirán en nuestras tumbas"
Las previsiones de Franklin se cumplieron matemáticamente, En menos de doscientos años Norteamérica ha sido transformado en una verdadera colonia del judaísmo. Los judíos dominan el gobierno y en toda la vida del país, y aun así la masa del pueblo norteamericano no se da bien cuenta de lo logrado por la] judería, a la que siempre auxilió eficazmente la masonería.
Hoy que los judíos dominan a los Estados Unidos, son ellos quienes paralizan la acción contra el comunismo, visto durante la actuación de los sucesivos gobiernos judío-masónicos de Washington.
TRAIAN ROMANESCU - "TRAICIÓN A OCCIDENTE" Segunda ed.1961 Cap.IX (extractos)
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Fuente:
Nacionalismo Católico San Juan Bautista: TRAICIÓN, TRADICIÓN DE LA JUDEO-MASONERIA - CONSTITUCIÓN DE EEUU - Por Traian Romanescu