¿“Espíritu de Cruzada” en la Reconquista? Controversias
“Con el despliegue de la contraofensiva musulmana en la Península… se desarrollará el espíritu de Cruzada, que imbuye desde entonces el ideal castellano”, dirá VICENS VIVES.
Y añadirá: “En esta época, al filo del siglo XII, surge el ideal de Reconquista como eliminación violenta de los musulmanes de las tierras de España, tanto por su calidad de “usurpadores” de lo visigodo, como, y este hecho es esencial, de adversarios de la fe católica. Europa, llevada por la misma vía en el empeño místico de rescatar los Santos Lugares, no sólo no detiene a la Cristiandad hispánica, sino que la alienta en sus aspiraciones. Por esta causa la Santa Sede adquiere desde esta centuria un papel relevante y a veces decisivo en el hacerse de España” (Aproximación a la historia de España).
Esta rotunda afirmación viene contradicha por SÁNCHEZ ALBORNOZ, quien no cree que se diese en la península ibérica, en ningún momento, el espíritu de cruzada. Para él, “la Reconquista no fue ni guerra santa… ni cruzada, como la entendió la Cristiandad occidental durante los siglos XI al XIII. Porque no… se llevó a cabo con fines religiosos, como se acometieron las cruzadas… ni se buscó la extensión de un credo religioso por la espada”. Sin embargo concluye diciendo que “fue una guerra divinal porque no puede equipararse… con las otras contiendas que conoció Europa durante el Medioevo” (España, un enigma histórico).
Por su parte, en cambio, MENÉNDEZ PIDAL, define la Reconquista como cruzada al escribir: “Los españoles… eran perfectamente conscientes de que trabajaban su Reconquista en cumplimiento de un deber respecto a la Cristiandad occidental; por eso se tenían por “mártires en la guerra” como dice don Juan Manuel. La vieja concepción de la Reconquista como misión histórica de España se robustece desde el siglo XII, afirmando que la expulsión de los infieles es empresa exclusiva de los españoles en beneficio de toda la Cristiandad”.
No obstante, niega la importancia que pudiera tener en ello la influencia extranjera: “Las cruzadas de España fueron siempre movimientos pobrísimos, y tan subordinados al esfuerzo español, que no tienen individualidad alguna. La razón de la insignificancia de estas segundas expediciones peninsulares es muy clara. El papado no tenía fuerza para formar en España, frente a los intereses españoles, un patrimonio de San Pedro”. (La España del Cid).
Por el contrario, BEVAN nos da la medida de la importancia de estas expediciones al reseñar su cantidad: “Los benedictinos de Cluny no solamente reorganizaron la Iglesia española, sino que fueron en gran parte autores del apoyo militar otorgado a los reinos españoles, porque invocaron la ayuda del papa predicando la guerra contra los musulmanes y organizando una serie de “cruzadas”. Antes del año 1100, catorce expediciones salieron de Francia para ayudar a los cristianos contra los musulmanes. Quince más, antes de mediados del siglo XII” (Historia de la arquitectura española).
Y RAMOS LOSCERTALES indica cómo el espíritu de cruzada llegó incluso a influir en la estrategia militar: “Se desechó ahora la táctica lenta y segura de Sancho Ramírez del cerco a distancia, adaptando la del ataque directo y fulminante contra el objetivo, impuesta a aquel rey (Alfonso I de Aragón), y acaso a su sucesor, por la influencia europea de cruzada” (El reino de Aragón bajo la dinastía pamplonesa).
En lo que respecta a la influencia del papado, el mismo SÁNCHEZ ALBORNOZ la reconoce como mucha: “En 1068 Sancho Ramírez se declara “miles Sancti Petri”, y en 1071 acepta la sustitución del rito hispano o mozárabe por el romano. Contrastan el choque violento entre el Pontificado y el Imperio y la reverente resistencia de Alfonso VI a las desorbitadas pretensiones pontificias al señorío de España. Dos reinos peninsulares, Portugal y Aragón, buscan el patrocinio del pontífice y le obedecen sumisos; el portugués Alfonso Enríquez reconoce la soberanía de la Santa Sede, y el aragonés Pedro II le infeuda sus Estados. Y hasta León y Castilla se someten a los dictados de la política papal. En contradicción con la tradición hispana de más de seis siglos, el papado empieza a pesar decididamente en la España cristiana” (España, un enigma histórico).
En definitiva, pues, y a pesar de la polémica al respecto, pueden darse como fundamentalmente válidas las afirmaciones de VICENS VIVES citadas al principio.
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