Del suplemento de Tecnología de LA NACION:

Protagonistas
La clave no es la tecnología, sino el hombre

El sacerdote español José María Galván Casas habló con LA NACION sobre los alcances de la tecnoética

José María Galván Casas piensa el mundo digital desde la perspectiva filosófica. Foto ANIBAL GRECO

Todavía existen pocas personas que se dedican a investigar y estudiar la tecnoética. Entre ellos se destaca José María Galván Casas, sacerdote y profesor de Teología Moral en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y de Teología de la Comunicación en la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma, Italia. Vino a la Argentina para participar del Congreso Mundial Ingeniería 2010-Argentina , y concedió a LA NACION una entrevista exclusiva sobre los alcances de la tecnoética. "Llegué a la tecnología porque en el ámbito de mis estudios de teología y antropología teológica consideraba como vehículo importante al arte. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que el papel que tenía el arte en otros momentos de la cultura occidental, lo tenía en este momento la técnica", comenta Galván Casas.

¿Pero a qué se refiere cuando habla de técnica? A la dimensión técnica del ser humano. "Desde que nacemos usamos la materia para manifestarnos. La primera técnica es el lenguaje y, la segunda, la escritura. Es decir que el ser humano vive en el mundo a través de sus manos", explica. Nuestras manos pueden realizar instrumentos que dan origen a otro y este a otro. Y de esta manera ampliar sus capacidades, a diferencia de lo que ocurre con los animales.

"Así llegamos a la civilización tecnológica en la que estamos. La mano humana está pensada con el cerebro de forma especial y tenemos capacidad de usarla como expresión de nuestro ser -asegura el profesor-. En resumen, el hombre es técnico por naturaleza."

Según la reflexión de Galván Casas, la capacidad técnica del hombre está siempre unida a su libertad y, por lo tanto, tiene una dimensión ética. "La técnica humana pertenece a su dimensión comunitaria, de sociedad, pero que al mismo tiempo pertenece a la persona, a su libertad. Y como el hombre es ético por naturaleza se podría decir, también, que el hombre es técnico por naturaleza", resume.

-¿Qué es la tecnoética?

-Considero que la tecnoética pertenece a un ámbito interdisciplinario en el que los estudios de ética se encuentran con la tecnología para crear un contenedor de conocimiento que permita usar los productos de la tecnología para el verdadero bien de la humanidad y de todo el ser humano. Hay que tener una idea de finalización del hombre. El hombre necesita finalizar su ser y hacerlo crecer.

-Pero la tecnología a veces hace bien a la humanidad y otras veces persigue un beneficio privado que se contrapone al bien de la humanidad. ¿En estos casos cómo se lleva a la práctica la tecnoética?

-En tecnología cualquier llegada es también un punto de partida. Es decir que cualquier objeto técnico puede ser objeto de nuevos objetos técnicos y por lo tanto la técnica, de por sí, no está orientada al fin. Pero en realidad toda técnica siempre depende de la libertad humana, por lo que siempre está orientada a un fin real. De allí un principio fundamental: detrás de la máquina -antes o después- se encuentra la persona.

"Esa orientación al fin, que proviene de la libertad humana, es lo que hace que la técnica sea buena y sea mala. Donde hay que juzgar la bondad o maldad de la técnica es en la libertad de la que nacen, que no siempre será la del ingeniero, a veces será la de los políticos, pero hay siempre una orientación al fin, que es la que hay que buscar.

-Según la tecnoética, ¿hasta qué punto está bien gastar millones de dólares en una mano robótica cuando con ese mismo dinero se puede ayudar a paliar el hambre de muchas otras personas?

-Ese es un tema muy difícil. Una dificultad de la ética es que es una ciencia práctica, y por lo tanto la verdadera ética se da en las cosas particulares. No hay un discurso ético general. Hay principios generales que permiten juzgar sobre la bondad o maldad de los actos concretos. Por ejemplo, desarrollar manos robóticas como prótesis puede ser un lujo en la actualidad y sólo accesible para pocos países, pero a la vez es la base de una tecnología que podría permitir caminar a parapléjicos en poco tiempo y tener sensibilidad nuevamente. Entonces hay que hacerlo a pesar de que cueste muchos millones de dólares, pero el que realice esa inversión debe tener una idea clara de servicio a la humanidad sin perder de vista que con ese monto podría, también, construir cinco hospitales en Uganda.

-Usted también realizó un análisis ético de la robótica, ¿qué puede comentar al respecto?

-Sí, realicé un análisis ético de la robótica humanoide. En primer lugar hay que analizar qué es de verdad un humanoide y cómo se pueden transferir las capacidades simbólicas propias del hombre. Justo en esa transferencia entra en juego la ética. Debe analizarse qué se puede transferir y qué no. Transferir la capacidad de la labor es posible, porque es cultural, pero si hay algo que pertenece a la persona y que no me parece correcto transferir, como lo es tener amigos o hacer caricias.

-Por último, desde la tecnoética, ¿qué recomendaciones le daría a un profesional que desea obrar correctamente?

-En el fondo la clave de la tecnoética no es la tecnología, sino el hombre y, por lo tanto, yo recomendaría a esa persona que, en primer lugar, ponga su conciencia y su libertad, y se preocupe por ser un buen hombre o una buena mujer. Si lo es tendrá el 90% del camino hecho. Al final, como se dice en la ética clásica, la norma inmediata de la moralidad de los actos es la propia conciencia. Esto quiere decir que si quieres ser una persona ética tienes que formar tu conciencia. Lógicamente, si eres un tecnólogo esa formación de la conciencia estará orientada hacia las consecuencias que tu tecnología tiene en el ámbito social.

"Cualquier persona que se mueve en el ámbito de la alta tecnología militar diría que hasta ahora el gran porcentaje de la tecnología más útil para la humanidad proviene de la investigación digital. Internet, por ejemplo. En cierto modo es verdad.

"Creo que es responsable el tecnólogo que desarrolla nuevas tecnologías pero también los que toman decisiones y los que manejan las naciones, que a su vez guían al mundo."

Cintia Perazo

Invento argentino

La palabra tecnoética se utilizó por primera vez en 1974, en un congreso sobre tecnología invasiva, y fue inventada por un filósofo de la ciencia argentino: Mario Bunge. Pero luego de esta aparición no tuvo gran desarrollo hasta 2000.
NOTA