El Chapel-Zuri
Que le sea propicia o no la suerte,
desde que el dulce hogar dejó olvidado
en cumplimiento de un deber sagrado,
por el que arrostra impávido la muerte,
lo mismo en campo abierto que en el fuerte
ofrece al pecho el plomo denodado,
porque a la vista de su Rey amado
jamás el riesgo que le cerca advierte.
Y cuando al golpe de la atroz guadaña
quebrarse el hilo de su vida siente,
sin vislumbrar el fin de la campaña,
después de haber luchado cual valiente,
invoca a Dios, al Rey, a España,
y muere cual cristiano penitente.
X.H.
EL BANDIDO REALISTA
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