Revista FUERZA NUEVA, nº 157, 10-Ene-1970
Carta abierta a don José María Gironella
Muy señor mío:
Hace unos días he terminado de leer el tercer tomo de su novela sobre nuestra Cruzada de liberación nacional al que usted da el título que todos conocemos (“Ha estallado la paz”, 1966)
Indudablemente hay que reconocer en usted un mérito -su portentosa imaginación- imaginación que en todo momento sabe usted conducir perfectamente sin que, bajo ningún concepto, se deje arrastrar por sus muchos momentos depresivos.
Como no quiero divagar, voy a ver si sé decirle algo que bulle en mí desde que he leído su novela.
Quizás usted no habrá pensado en ello, pero sería curioso que en los sucesivos tomos de su novela -que ya en el prólogo del tercer tomo anuncia- apareciese un personaje con aficiones literarias -un familiar lejano de los Alvear, por ejemplo- que al amparo de una cierta benevolencia de la censura se dedique en la posguerra a tergiversar hechos, inventando toda clase de truculencias muy del gusto del momento y que con ello consiga amasar una fortuna. Este personaje bien pudiera ser el ex seminarista que usted tanto conoce, ¿no le parece?
Señor Gironella, ¿ha llegado usted a pensar en algún momento la labor destructiva que, al sembrar el confusionismo, está realizando en la juventud?
No sé si alguien habrá hecho un detallado análisis de sus obras. Tiene usted errores garrafales -perdonables únicamente pensando se trata de una novela-; errores tendenciosos a los que quizás son sus “fantasmas” quienes le empujan.
No trató con la mía de hacerlo un mártir. Quiero decirle sencillamente que usted se ha equivocado. Y aunque, ya con suma cautela, cuida en sus prólogos de remachar lo de que no pretende hacer o contar historia, se observa por el lector menos avispado que los contenidos son todo lo contrario de lo que en el prólogo advierte, con el agravante de que escribe una historia deformada y tendenciosa, una novela con mucho éxito debido al afán sensacionalista que hoy domina…, pero nada más, ya que “ni los historiadores podrían llegar a menos ni usted a más”.
Deje, pues, tranquila a su imaginación, déjenos tranquilos -si puede- a los que hemos hecho la historia, ya que podemos pasarnos sin recuerdos desorbitados por imaginaciones febriles como la de usted y algún otro, y deje tranquilo a ese millón de muertos que no dio su vida precisamente para enriquecerle a usted… ni mucho menos.
Vaya por adelantado mi felicitación al autor oportunista que saca provecho de cosas tan sublimes; le felicito y al mismo tiempo le compadezco. Le compadezco por haber elegido la literatura para sembrar odio.
Ahora que se polemiza tanto sobre la vitalidad de los hombres del 36, podría también usted añadir algo a “sus novelas” e incluso ponerlo en boca de algún personaje más o menos remoto y, aunque esto no le sería difícil de imaginar, creo que al haber contemplado “los toros”, no ya desde la barrera sino desde un lejano observatorio -unos cientos de kilómetros fuera de España-, haría para usted un tanto compleja su labor, aunque tampoco se puede descartar la colaboración de “sus fantasmas”.
Termino ya, señor Gironella, pues, de lo contrario, tendría tema para mucho tiempo.
Suyo indiferentísimo,
J. UVAVARA |
Marcadores