Iniciado por
Carolus V
http://www.diariodesevilla.es/ocio/alturas-quiero-verdad-empezar-nuevo_0_1078992539.html
......
-¿Y por qué se siente denostado por el establishment?
-Bueno, creo que es una cosa muy difícil y al mismo tiempo muy simple de explicar. Yo adopté una serie de posiciones vitales, ideológicas, religiosas, que son consideradas totalmente indeseables por nuestra época. Digamos que he mantenido una actitud de contestación que es muy difícil de sostener, porque los paradigmas culturales son cada vez más hegemónicos, y cuando sostienes otros tienes un encaje muy difícil. Bajo una fachada de pluralidad, vivimos en una sociedad muchísimo más uniformizada que nunca.
-En la novela aparece también la proliferación de tertulias televisivas digamos muy inflamadas ideológicamente. En las que usted mismo participó. Supongo que es consciente de que esa significación contribuyó a reforzar la animadversión que suscita entre tantas personas...
-Sí, claro. Yo participé en esas tertulias políticas durante muy poco tiempo, pero indudablemente me hizo mucho daño. Me hice ese daño a mí mismo en la medida en que tomé esa decisión porque yo estaba sin escribir. Cinco años sin escribir llevaba. Estaba pasando por una situación personal muy difícil, me sentía muy quebrado interiormente, y para ganarme la vida hice aquello. Es una cosa de la que me arrepiento, pero la vida es así, te zarandea y a veces haces cosas que no deberías haber hecho, aunque en la coyuntura en que las hiciste sí que eran más fácilmente comprensibles.
-Parece condenado a polarizar a la gente. Existe esa imagen suya de oscuro profeta del Apocalipsis, pero es capaz de ramalazos de humor como el que ofreció en aquel divertido cameo, riéndose mucho de sí mismo, en la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?...
-Es que el sentido del humor está presente en toda mi obra. Yo diría que esas visiones distorsionadas de mí vienen de la gente que no me lee y que necesita o bien adherirse a falsas imágenes o bien defenestrar falsas imágenes. Pero la realidad es que muchas veces esas imágenes nada tienen que ver conmigo mismo. Contra esto no puedes luchar. Durante mucho tiempo me di cuenta de este perverso hecho: la gente tiene una imagen de ti que nada tiene que ver contigo, pero no tiene sentido tratar de borrar o de contradecir esa imagen, lo cual sería un poco grotesco, como si estuvieras pidiendo perdón. Uno ha cometido sus errores, pero bueno, como todos, ¿no? Ahora bien, que te hagan cargar con sambenitos que nada tienen que ver contigo... Ante eso no puedes hacer nada. Un escritor lo que tiene que hacer es seguir escribiendo, esa es la única forma de lucha que existe. En estos tiempos de acoso de la imagen, muchas veces un exabrupto que soltaste en televisión hace diez años pesa más que los 20 libros que has escrito.
-¿Mantiene algún tipo de relación con los autores de los 90 que empezaron a publicar al mismo tiempo que usted?
-Hubo algunos con los que nunca la tuve. Siempre se habla del Premio Planeta como de una cosa amañada y la verdad es que cuando lo gané vivía en Zamora y era un escritor que había publicado tres obras anteriormente en una pequeñísima editorial y que no tenía trato con escritores. Cuando me instalé en la villa y corte habiendo triunfado, la percepción que se tenía de mí fue bastante hostil.
-¿Ha cambiado para usted durante todo este tiempo la concepción de lo que significa el verdadero éxito literario?
-Afortunadamente, no. Yo disfruté de un éxito literario estrepitoso, fulminante, pasé de ser un autor anónimo a vender medio millón de ejemplares, y eso lo viví teniendo 26 años. Luego conocí el éxito mediático, que es otro tipo de éxito y, en contra de lo que la gente que no sale en los medios piensa, no te hace vender más libros, todo lo contrario. De los dos éxitos he renegado porque me di cuenta de que si quería llegar a algo en mi carrera, si quería escribir novelas sinceras y personales, tenía que apartarme de eso. El éxito te impide trabajar, te desconcierta, te aturde, te convierte en esclavo de tu propia imagen. Diría incluso que el escritor no se hace con el éxito, sino con su capacidad para sobrevivir al éxito o incluso para repudiarlo. A estas alturas he llegado a un punto en el que lo único que de verdad busco es poder empezar de nuevo.