¿Cantes de ida y vuelta?


Escribe: Antonio Moreno Ruiz.- El flamenco es un estilo de música que abarca muchos cantes que, si bien comparten una estructura que se percibe en todo su vasto repertorio, pueden variar bastante entre sí. Por eso, es más un conjunto de músicas que una música propiamente dicha. Dentro de este conjunto, están los llamados convencionalmente “cantes de ida y vuelta”; a saber: La guajira, proveniente del punto cubano; la rumba, que vino por la guaracha antigua cubana. De estos aires cubanos nació la colombiana en el siglo XX; creación del gran cantaor Pepe Marchena. En esta misma época entraron del folclore argentino la vidalita y la milonga.

Sin embargo, esta clasificación o denominación es más que convencional, arbitraria. A día de hoy, sabemos que la petenera corresponde a una creación mexicano-andaluza amanecida en el siglo XVIII, y de hecho Petén es una ciudad de la actual Guatemala (en el XVIII, perteneciente al virreinato de Nueva España), y petenero su gentilicio. Otrosí, José Luis Ortiz Nuevo documentó cómo los tangos llegaron al repertorio flamenco a mediados del siglo XIX a través de Cuba, entrando como “el tango de los negros” o “el tango americano”, asentándose especialmente en Cádiz. Y de Cuba llegó una base musical similar a Argentina, evolucionando a posteriori, con muchas mezclas, al tango argentino tal y como lo conocemos hoy.
Asimismo, tal y como documentan los hermanos Hurtado Torres en “La llave de la música flamenca” (Signatura Ediciones), el fandango antiguo es el tronco del que más se nutre el flamenco; y no se entiende el fandango sin su aculturación y respectivas mudanzas laboradas en los ámbitos criollos. Y el fandango es un molde que influencia con su ritmo hasta a los cantes más “jondos”, como la soleá.
Con todo, no acaba ahí la cosa: Silverio Franconetti, el mítico cantaor al que muy probablemente se deba el flamenco tal y como lo conocemos (que flamenco en puridad existe en el último cuarto del siglo XIX), estuvo emigrado en el Uruguay.
Por ello, un servidor concluye que en el flamenco, más que cantes de ida y vuelta, hay una gran ida y vuelta que lo abarca enteramente, puesto que es imposible entender esta música que nace en Andalucía (y se extiende muy especialmente por Extremadura y Murcia) sin el continuo e interactivo mestizaje con las Españas Americanas, llegando en nuestro tiempo a la importación del cajón peruano por parte del eximio guitarrista Paco de Lucía Q.E.P.D.




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