Giambattista Vico

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Saltar a navegación, búsqueda




Giambattista Vico o Giovanbattista Vico (23 de junio de 1668-23 de enero de 1744). Abogado napolitano, fue un filósofo de la historia italiano.

Biografía [editar]

A pesar de su origen humilde (era hijo de un librero) estudió la carrera de derecho y fue profesor de retórica durante más de cuarenta años.
Se propuso formular los principios del método histórico, basándolos en tres premisas:
  1. Determinados periodos históricos tienen características semejantes entre sí, aunque varíen los detalles.
  2. Establece un orden en los ciclos históricos: Fuerza bruta/fuerza heroica/justicia/originalidad deslumbrante/reflexión destructiva/opulencia,abandono y despilfarro.
  3. La historia no se repite, no son ciclos cerrados, más bien una espiral creciente que crea nuevos elementos.
Sus tesis sobre la distinta evolución de los periodos históricos influyó más adelante en las obras de Montesquieu, Auguste Comte y Karl Marx.

Obra [editar]

Es autor de:
  • Principios de la Filosofía de la Historia
  • Principi d'una scienza nuova intorno alla natura delle nazioni (1744) (conocida en castellano como Principios de ciencia nueva o "Principios de ciencia nueva. En torno a la naturaleza común de las naciones, en esta tercera edición corregida, aclarada y notablemente por el mismo autor" (nota: la tercera edición es considerada la versión final)

Citas [editar]

  • Verum ipsum factum (La verdad es lo mismo que el hecho)
  • Verum et factum convertuntur (La verdad y el hecho son convertibles)

Giambattista Vico

Artículo de la Enciclopedia Libre Universal en Español.

Saltar a navegación, búsqueda

Giambattista Vico



«El hombre conoce y comprende sólo algunas cosas, muy pocas, precisamente las que él mismo hace. La demás las piensa, pero no las entiende. Ahora bien, sólo hay dos cosas que el hombre verdaderamente hace: una de ellas es la matemática, la ciencia de lo más abstracto, otra es la historia, el saber de lo más concreto. Sólo para ellas hay criterio de verdad absoluto y, por tanto, absoluta y verdadera ciencia.»
J. FERRATER MORA, «Vico o la visión renacentista» en Cuatro visiones de la historia universal, Madrid, Alianza, 1982.

Giambattista Vico

Nápoles, 23 de junio de 1668
Nápoles, 22 de enero de 1744
Filósofo de la historia y jurista Italiano
1. Grabado incluido en G. VICO, Principi di scienza nuova, Nápoles, Stamperia Muziana, 1744.




[escribe] Biografía

El 23 de junio de 1668, víspera de San Juan Bautista, nace en Nápoles Giambattista Vico, hijo de Antonio Vico, modesto librero de profesión, y de Cándida Masullo.

Su origen humilde y la penuria familiar sólo fueron un anticipo de lo que sería su vida en adelante: la escasez de recursos, la injusticia profesional, la falta de salud, consecuencia de una grave caída en 1675, en la que sufrió una fractura de cráneo de la que consiguió recuperarse contra todo pronóstico y de la que le quedaron importantes secuelas físicas; la tuberculosis, la soledad y la melancolía jamás lo abandonaron, hasta el punto de ser apodado de por vida master tisicuzzus.

En 1680, tras varios años de enfermedad, se incorpora a la escuela de jesuitas de Gesú Vecchio. El curso siguiente, al parecer por problemas escolares, abandona la escuela y continúa de forma autodidacta sus estudios de filosofía y gramática.

Durante este período se enfrenta en solitario al De institutione grammaticae del jesuita portugués Emmanuel Alvares y, también en solitario, entabla su personal batalla contra las disquisiciones de la lógica estoica de Veneto y Pedro Hispano, de la que salió derrotado y maltrecho. Tras un nuevo intento —no llegó a completar un curso— de volver a la enseñanza escolar, regresa a lo que ya será una constante en su vida: la soledad y la formación autodidacta. A continuación acomete la Metafísica de Francisco Suárez. Tampoco pareció interesarle mucho el filósofo español.

En 1685 concluye sus estudios de filosofía y humanidades.

De 1686 a 1695 vive largas temporadas en Vatolla, de clima benéfico para la enfermedad que padecía, como preceptor privado de los hijos de Domenico de Rocca. En 1688 se matricula en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Nápoles y aprovecha sus retiros en Vatolla para dedicarse al estudio del Derecho Romano en las Institutiones de Vulterio y al Derecho Canónico de Enrico Canisio. Estos años son fundamentales para su formación jurídica y a la vez le permiten permanecer apartado de un Nápoles donde las sombras de la Contrarreforma y del Santo Oficio acechaban por todas partes, en un intento de sofocar y acorralar cualquier intento de libertad de pensamiento o de heterodoxia. En 1692 obtiene la licenciatura en jurisprudecia y es esta disciplina la que años más tarde le ayudará a fundamentar los principios de su obra capital: Principi di una scienza nuova intorno alla natura delle nazioni, per la quali si ritruovano i principi di altro sistema del diritto naturale delle genti (1725), conocida en español como Principios de la Ciencia Nueva o simplemente como Ciencia Nueva.

Publica en 1693 Affetti d´un disperato, canción de inspiración lucreciana en la que expresa su pesimismo, su insatisfacción y su melancolía. Regresa a la casa paterna, en el número 31 de la via San Biagio de Nápoles, en 1695, donde permanece hasta 1698. La escasez de recursos le obliga a dar clases particulares de latín y a escribir composiciones poéticas de circunstancias: elogios, poemas conmemorativos, inscripciones funerarías, etc. Entre ellas cabe destacar las escritas con ocasión de regreso de España del virrey Francisco Benavides (1696) o a la muerte de Catalina de Aragón (1697), oficios duros y mal pagados que nada le aportaban, a excepción de una mínima supervivencia.

Tras haber solicitado sin éxito el cargo de secretario del Tribunal de San Lorenzo, al fin, el 3 de enero de 1699, obtiene por oposición la cátedra de Retórica de la Universidad de Nápoles. Es su primer triunfo profesional, pero se vería empañado por su exigua remuneración, que, a pesar de todo, le permitió contraer matrimonio.

El 12 de diciembre de 1699 se casa con Catalina Destito, mujer joven, de escasos recursos y sin formación alguna, con la que tuvo ocho hijos, de los cuales solo cinco lograron sobrevir. Este matrimonio no mejoró su situación económica ni social y tampoco lo liberó de su soledad y su aislamiento. Se pasó la vida esperando el regalo de ese rayo de sol que debería iluminar su casa, oscura y desolada.

El 18 de octubre de 1699, festividad de San Lucas, en su calidad de catedrático de Retórica y con motivo del comienzo del curso universitario, leyó por primera vez un discurso inaugural, que, al igual que su lección académica expuesta en su ingreso en la Academia Palatina ese mismo año o el Panegyricus (1702) escrito con motivo del viaje a Nápoles del rey Felipe V, se distinguen por su moderación, artificio, convencionalismo y equilibrio.

De nostri temporis studiorum ratione, de inspiración baconiana, es el discurso pronunciado en la inauguración del curso académico de 1708, conocido como la Séptima oración. Fue publicado al año siguiente y es una abierta confrontación con el cartesianismo dominante de su tiempo.

En 1710 publica De antiquissima Italorum sapientia ex latinae linguae originibus eruenda, que comprende el Liber metaphysicus, el Liber physicus y el Liber moralis.

Entre 1714 y 1716 Compone por encargo la biografía del mariscal Antonio Carafa bajo el título de De rebus gestis Antoni Caraphaei.

De universi iuris uno principio et fine uno se publica en 1720 y De constantia iurisprudentis en 1722.

Su gran fracaso y, por consiguiente, su gran decepción llegan en 1723 cuando es rechazado de forma totalmente injusta en la oposición a una cátedra de Derecho Romano. Esta cátedra suponía, no solo una mejora económica y social importante, sino la oportunidad de impartir clases sobre una materia que lo apasionaba y para la que estaba sobradamente cualificado. Parecía que, al fin, iba a poder realizar las investigaciones que tanto necesitaba para su obra definitiva. Este rayo de sol tampoco iluminaría su vida.

En 1725 sale la primera edición de la Ciencia Nueva dedicada al príncipe cardenal Lorenzo Corsini. Su publicación pasó casi inadvertida y él, que había soportado todos las adversidades de la vida con resignación, se rebeló contra esta nueva injusticia. Le faltó aceptar que los hombres de su tiempo no estaban aún en condiciones de valorar, incluso de comprender, su obra. Tendría que llegar la Ilustración para que esta ciencia nueva, tan renacentista e ilustrada a la vez, tan moderna, pudiera ser reconocida.

Ese mismo año comienza su Autobiografía bajo el título de Vita de Giovambatistta Vico scritta da se medesimo (1725-1728), aunque aparecen datados hechos ocurridos en 1734, por lo que cabe suponer que no se concluyó hasta ese mismo año.

En 1730 sale a la luz la segunda edición de la Ciencia Nueva con numerosas correcciones y anotaciones.

A partir de 1734 todo su esfuerzo se enfoca hacia un perfeccionamiento de la obra, que incluye múltiples correcciones, aportación de nuevos datos, anotaciones y desarrollos. El 10 de enero de 1743, cuando ya la da por finalizada, escribe la dedicatoria de la nueva edición, la tercera, al cardenal Troiano de Acquaviva.

Un año después, el 22 de enero de 1744, muere Giambattista Vico sin haber visto publicada la tercera y definitiva edición de su Ciencia Nueva. Apareció en junio de ese mismo año, cuando el filósofo napolitano debería haber cumplido 76 años de edad.

Desde el 23 de junio de 1941, en el número 31 de la via San Biagio, aparece una lápida con un texto escrito por Benedetto Croce, aunque Fausto Nicolini aparezca como autor para hacer posible la autorización de las autoridades fascistas. Reza así, según traducción de J. M. Bermudo:

«El limitado espacio -una habitación y una buhardilla- no logró encerrar la mente de uno de los hombres filosóficamente más audaces de todos los tiempos: su imaginación le permitió abarcar el casi infinito horizonte de la historia de las naciones desde sus principios a sus disoluciones en sus corsi y recosi. Y sólo ahí, en la reflexión filosófica, como si fuera su lugar más adecuado, consiguió vencer la pobreza, la escasez, el costreñimiento y la precariedad que le acosaron a lo largo de su vida. Predispuestos a consolarnos, él al menos tuvo ese "asilo" en el luco napolitano.»