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Kontrapoder
Estoy totalmente en contra de que las compañías telefónicas puedan instalar antenas sin el permiso de la comunidad de vecinos.
Ahora bien, entiendo que en esto los españoles estamos siendo algo hipócritas. Por un lado nos molesta que nos instalen antenas que podrían perjudicar nuestra salud. Por todo lado, casi todos los españoles tenemos uno o más móviles y hemos dado de baja las líneas fijas; llevamos el aparatejo hasta para ir al retrete, lo usamos a todas horas y cada vez queremos más velocidad y prestaciones.
Es muy cómodo disfrutar de todas las "ventajas" de una tecnología cuando el perjudicado es el vecino de enfrente. De igual forma, la energía nuclear se ve muy bonita siempre que no nos instalen un cementerio radioactivo en el pueblo. Cuando el perjudicado puedo ser yo, entonces empiezan las quejas. Pero no queremos ver que esta ley es consecuencia directa del uso continuo que hacemos de los móviles, que no podría sostenerse si los vecinos se niegan a instalar antenas en sus azoteas. No queremos ver que todas las elecciones que hacemos a diario -entre ellas la de desechar la telefonía fija en favor de la móvil- tienen consecuencias. Mientras que los afectados sean los demás todo nos parece muy bonito; ni siquiera alcanzamos a ver que en último término también nosotros nos veremos afectados por nuestras decisiones.
Probablemente ya no estamos a tiempo de cambiar nada con respecto a este asunto concreto, pero creo que podemos reflexionar sobre otros avances tecnológicos que están previstos en la hoja de ruta. No quiero ver a los "early adopters" de las gafas de Google quejarse pocos años después de la falta de privacidad en los locales de ocio; ni entendería que los que entusiastas de los "smartwatches" se quejen de que el seguro médico les ha subido la prima tras detectarles de forma remota algún problema en el pulso.
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