El capitalismo no se sostiene en el vacío. Está inmerso en un doble contexto:
- Jurídico-legal.
- Socio-cultural.

De este contexto, dependen en gran medida los frutos del capitalismo. Si el marco legal es injusto y la mentalidad de los agentes del sistema inicua, los frutos del sistema económico también lo serán.

El capitalismo, insisto, es moralmente aséptico. Entendido como un sistema económico basado en:

- La propiedad privada.
- El mecanismo de los precios.
- Libertad de empresa.
- Papel subsidiario del Estado en la atención a ciertas necesidades.

Un sistema de libre mercado (es decir, con tan sólo las regulaciones realmente necesarias para defender los derechos de las personas y su dignidad) no es malo intrínsecamente. Pero sus frutos pueden ser malos si se utiliza mal, lo que tiene relación con el contexto.
Por ejemplo, en una sociedad cristiana no sería negocio un sex-shop. Ni habría que obligar a los comerciantes a cerrar sus tiendas en domingo porque ellos mismos, sin coacción, santificarían las fiestas. Ni sería rentable vender pornografía. Ni habría máquinas tragaperras.

El problema, Ordóñez, es el contexto. Es la mentalidad mundana. Por eso, no se trata tanto de empeñarse en cambiar estructuras como de anunciar el Evangelio. Cristianizar al mundo a través de la acción misionera. Si no, cualquier sistema económico producirá injusticias.

En fin, he caído. Me propuse no volver a tratar este tema. Pero es que me has tirado de la lengua.