Depresión suicida del rey Juan Carlos: "Mándame una pistola"
Un libro sobre
Corinna desvela el triste final de un
monarca caprichoso, mujeriego y acusado de corrupción. Lo ha escrito
Ana Romero y se titula
Final de partida. Y su relato es escalofriante:
"Mándame una pistola para que me suicide", le dijo el
rey a uno de sus amigos después de que el Gobierno, el jefe de la Casa y hasta el director del
CNI le hubieran obligado a cancelar el viaje a
Abu Dabi "no por consejo médico --como se dijo públicamente--, sino porque se comprendió que
CSW [Corinna zu Sayn-Wittgenstein] podía ser un verdadero peligro para la seguridad nacional". La petición de una pistola era claramente una exageración del
monarca, que no podía ocultar su irritación. Por primera vez casi desde la muerte de
Franco, no se hacía su voluntad. Según se comentó esos días en su entorno, "entre unos y otros" le estaban dejando
"sin salida vital".
Según esta versión, el
rey padece depresión desde que, en su ya dilatada vejez, se enamoró como un chiquillo de
Corinna y ésta le dio calabazas por las circunstancias que han rodeado un
reinado de casi 40 años que ha concluido con
España arruinada: "Un descenso de la gloria al infierno adornado por factores internos y externos. Entre los primeros: la mala salud --nueve operaciones y dos luxaciones, una recurrente depresión, diferentes aficiones y el paso inexorable del tiempo sobre un hombre castigado por los excesos--, la corrupción dentro de la familia real --el caso
Urdangarín o
Nóos, que hizo preguntarse a los españoles si el propio rey no habría incurrido en una inadecuada actividad económica-- y el escándalo de la irrupción pública de
Corinna zu Sayn-Wittgenstein (a la que a partir de ahora identificaremos solo con sus iniciales:
CSW), la última pareja estable y conocida de
Juan Carlos I", escribe
Ana Romero.
Y eso mismo le ocurrió a ella: "Mientras
CSW asistía a su padre, que se estaba muriendo de cáncer pancreático, el rey 'se distraía' con esa otra mujer aduciendo que
'CSW no le hacía suficiente caso'. Las mismas fuentes señalan que, tras la muerte del padre y la ruptura con
Juan Carlos I,
CSW sufrió una depresión de tres meses que la obligó a guardar cama porque 'no podía mover la espalda'". Esa "otra mujer", la tercera después de
Sofía y
Corinna, y la quinta tras la actriz del "destape",
Bárbara Rey y la pintora
Marta Gayá (las únicas de las que habla el libro) es "una mujer madura especializada en alcoholismo y drogadicciones que de vez en cuando acude a programas de televisión y que fue presentada al rey por la hija de uno de sus mejores amigos de
Barcelona".
La vida del
rey Juan Carlos, que aún cobra del Estado como alto funcionario y segundo
monarca, se ve agravada además de por estos vaivenes sentimentales sobre todo por los dolores que le provocan sus múltiples enfermedades: "A partir del 20 de agosto de 2013, cuando regresó de
Sussex tras sus vacaciones con
CSW, el rey empezó a quejarse de nuevos e intensos dolores en la cadera izquierda. El
doctor Villamor le diagnosticó una infección en la prótesis que él le había colocado en noviembre del año anterior. Según fuentes médicas, la infección pudo deberse a una muela que se trató ese verano en
Vitoria". Antes, en junio de 2011, el
rey se había operado de la rodilla: "la recuperación se llevó a cabo en
Barcelona porque allí la pareja (
Juan Carlos y Corina) podía estar junta, más cómoda y más discretamente que en
Madrid".
En la primavera de 2012, cuando el jefe de la
Casa Real,
Rafael Spottorno contrató al periodista del
BBVA Javier Ayuso, hoy alto cargo de
El País, "algo olía seriamente a podrido en
Zarzuela. Decepciones, ambiciones y traiciones habían destruido la narrativa pública de la familia real, cuya savia ancestral se alimenta de una tranquila sucesión de hechos cotidianos: natalicios, bodas, cumpleaños y demás celebraciones familiares imposibles de volver a reproducir en España dado el deterioro de la relación entre
don Juan Carlos y doña Sofía. Con gran incomodidad, un ministro tuvo que oír de labios del rey:
'No puedo soportarla. La odio'".
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