Que la nomenclatura europeísta en el gobierno y los criptoestalinistas menguantes de Llamazares salgan a la calle junto a la fogosa y variopinta infantería sodomita, bollera y transexual de la España posmoderna, ejemplifica a la perfección como la utopía altercapitalista ha sido sacrificada para dar paso a un “neoprogresismo costumbrista” de carácter estadístico-legislador, inocua ante la gigantesca trituradora neoliberal que representa los procesos de globalización y deslocalización del presente.
Que el PSOE ya no es un partido socialista es una realidad que sólo desconocen medio centenar de iluminados militantes de base que creen encarnar a estas alturas de película al proletariado de los siglos XIX y XX. Pero cuidado. Entre los votantes socialistas también encontramos un elevado porcentaje -que formaría ese sustrato sociológico del “voto cautivo”- que todavía piensa que el PSOE es un partido de clase y que defiende mejor a los trabajadores que el centro-derecha-yankee del PP. De Llamazares y su modelo jinetera-leninista de los hermanos Castro, es mejor no comentar nada. Un consejo: para ser comunista en Cuba es recomendable ser bailador con velero como el “camarada” Gades o, por el contrario, escapar en patera hacia Miami antes que la Patria te mate de hambre o de tedio.
Los ejemplos para desmontar unos argumentos tan poco sólidos se encuentran a la vista de todos aquellos que gusten de bucear en los archivos de las hemerotecas. Veamos algunos casos. ¿Quién legalizó la usura tras décadas de prohibición durante el régimen de Franco? ¿Quién instauro la “cultura del pelotazo” en década de los 80? ¿Quién legisló para que la precariedad temporal fuera una realidad en España? ¿Quién desmantelo la industria y el campo en el nombre de la eficacia y los planes de convergencia diseñados desde Bruselas? ¿Quién fue el artífice de la entrada de España en la Europa de los mercaderes y en la estructura ofensiva de la OTAN? ¿Quién apoyo una Constitución europea neoliberal?
Perdida la batalla de las ideas a la socialdemocracia española ya sólo le queda agitar los viejos fantasmas del pasado –laicismo, recuperaciones parciales de memoria, imposiciones de medallas a farsantes…- , entregarse a los discursos globalizadores y legislar con las encuestas de opinión en la mano para perpetuarse en una sociedad vacía de todo referente moral.
La ley que ha permitido la adopción de menores por parte de heterofóbicos es un claro ejemplo. Mientras el sistema demoliberal hace gala de atender a las minorías, ocho millones de pobres son silenciados a diario en un país –octava potencia económica mundial- donde salir en la foto es la única estrategia política de aquellos que nos gobiernan paritariamente. A la derechona también le gustan las fotos, pero a ser posible calzando botas camperas en ranchos lejanos de cuyo nombre no quisiera acordarme.
Pero el engaño y la manipulación adquiere dimensiones de esperpento cuando en este dulce “momento histórico” de los colectivos de homo-boller-trans, se recuerda desde la prensa canallesca de Polanco y el NO-DO en colores, también de Polanco, como con Franco se les aplicaba sin piedad la “Ley de Vagos y Maleantes”. Ley por otra parte, invento de un ministro socialista, Pérez de Asúa, que en 1933 se la sacó de la manga para aplicarla a destajo y sin contemplaciones a gitanos y parados de aquellos días. Años más tarde don Corcuera, otro ministro memorable de la factoría de Pablo Iglesias, para no desentonar intento que en España las puertas particulares fueran pateadas a capricho de la policía democrática a las órdenes del “Clan de la tortilla”.
Si Pablo Iglesias levantara la cabeza –esperemos que no-, no dudo que a ZPunk le daría un par de tortas bien dadas por mentecato y fascista. A Zerolo y su banda los pondría a trabajar en los campos de reeducación social como durante décadas hicieron los comunistas en los “gulags” o en las plantaciones de azúcar de la hacienda particular de la familia Castro.
Miquelet Chaira
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