Re: Manifiesto en defensa de la lengua común ¿firmarías?
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Litus
Es curioso el centralismo retrogrado que muchos llevan encima. Resulta que cuando un valenciano habla castellano dicen que hablan castellano, pero cuando hablan catalan no siguen la misma norma y le llaman catalan, sino que entonces eso es valenciano.
La lengua catalana tiene que tener una misma normativa sino desaparecera, se irá convirtiendo en castellano tal como pasa en valencia.
Respecto al euskara lo mismo. Posiblemente el batua tenga mucho de invento, pero es la forma de poder hacer que se salve. A demas, tambien los castellanos tiene su normativa, su academia y no dejan que se escriba o hable de cualquier manera. Existen muchos tipos de castellano y todos estan deacuerdo en seguir unas mismas normas. ¿Por que el catalan o el euskara no pueden tenerlas?. ¿Que pasa es que interesa que desaparezcan? Lo curioso es que para mantener esas diferencias y des-unificación muchos apelan a los dialectos regionales en nombre de la tradición, pero eso si, el castellano bien unidito.
Bueno, como creo que en este mismo foro hay entradas mías que hacen imposible llamarme "centralista retrógrado", me animo a contestar esta de Litus.
Centralista, en el sentido más estricto del término, es el régimen autonómico que nos han impuesto. Poco importa que el centralismo se haya trasladado de Madrid a Barcelona, o a Oviedo, o a Valladolid. O sí importa: ahora es más férreo y más absoluto. Centralista es también el afán de unificar lenguas regionales, que sin excepción ha partido de planteamientos ideológicos impresentables, y se ha desarrollado con procedimientos filológicos más impresentables todavía. Entre ellos, el de alejarse a toda costa del español (término que prefiero al de castellano, por ser la lengua común de la mayor parte de los españoles, por haberlo sido durante siglos ya, por no ser de origen estrictamente castellano, y porque a ella han contribuido los hablantes de las demás lenguas peninsulares), criterio además lingüísticamente ridículo: todas las lenguas limítrofes se influyen mutuamente. Cuánto más las que conviven.
Si se argumenta en favor de la variedad lingüística; si ésta se considera una riqueza; entonces no puede argumentarse a la vez en pro de la unificación artificial, que supone --ha supuesto ya-- la supresión de las variedades locales. ¿Por qué pararse en el ámbito regional? Quienes así normativizan e imponen, justifican sin pretenderlo otro planteamiento: la imposición de ámbito nacional, que supondría la desaparición total de las lenguas y los dialectos regionales. Cuando las hablas locales hacen difícil la comunicación con gentes de otras comarcas, la solución se halló hace siglos, con naturalidad y sin imposiciones: se hablaba español.
El español ya era la lengua dominante siglos antes de que apareciera la Real Academia, y más siglos aún antes de que se le declarase "lengua oficial". No necesitó de normativización para ello, como a día de hoy no la ha necesitado el inglés, por ejemplo. La historia de las lenguas va por otro camino. Desandarlo ahora es un disparate. La intromisión de los políticos en este campo es un disparate todavía mayor. Hablemos lo que hablamos, y hablémoslo bien. Hablemos lo que hace falta para entendernos.
Re: Manifiesto en defensa de la lengua común ¿firmarías?
La opinión de Adolfo Careaga, que fue concejal de Bilbao, presidente del puerto de Bilbao, diputado y fundador de la Unión Foral Vizcaína.
El manifiesto por ‘La lengua común’
La lengua común tiene un nombre: Español
El más universal de los escritores que de ella se sirvieron, el vasco Miguel de Unamuno, le dio siempre el mismo glorioso nombre: Español.
Claro está que ahora se vive lo que llaman “políticamente correcto”, orientación doctrinal creada por unos eruditos a la violeta, al servicio de los funestos prejuicios políticos de un gobernante, el señor Rodríguez Zapatero, que ni siquiera está convencido de la realidad de la Nación española, pero que no tiene inconveniente en prescindir el Gobierno de lo que la Constitución llama “la indisoluble unidad de la Nación española”.
Hay que evitar a todo trence hablar de España o de lo español, para dar gusto así a los separatismos periféricos, que en el odio a la patria común fundamentan su razón de ser.
Ahora, con ocasión de un gran acontecimiento deportivo como la copa europea de fútbol, se produce una sorprendente explosión popular de entusiasmo patriótico. En todas las ciudades de España las gentes se echan a las calles, que se llenan de banderas nacionales y cantos de exaltación españolista. Es entonces cuando un Ministro del Gobierno Zapatero –según cuenta Isabel San Sebastián-, habla simplemente de “alegría cívica”, incapaz de comprender la apoteosis patriótica que en el conjunto de la Nación se ha puesto de manifiesto.
No importa que las constituciones de las Repúblicas suramericanas señalesn el español como su lengua nacional. En el manifiesto que me ocupa ni una sola vez se cita al español. Nada más a la lengua común o al castellano.
Don Miguel de Cervantes en el Quijote, cuando cita la lengua de Italia la llama el toscano. Es lógico, pues en el Siglo XVII no estaba aún constituída la unidad de la gran nación mediterranéa y la lengua del Dante y la Divina Comedia era la lengua de cultura que se extendía por toda la península. Pero supongo que hoy a nadie se le ocurriría decir que la lengua de los italianos es el toscano.
Pues lo mismo pasa con el castellano. Es el romance que, con fuerte impronta del vascuence, nace en el reino de Castilla, y se extiende, por voluntad de sus pobladores, primero a través de toda España y luego por los pueblos de ultramar. Fue el castellano, pero hoy, hablado por ciento de millones de seres humanos y lleno en contenido de términos procedentes de las culturas que, junto al glorioso Reino de Castilla formaron la Nación española, no merece otro nombre que el de español.
Y queda la otra gran falacia que en todo esto se esconde: el bilingüísmo del pueblo vasco. Una persona, o un grupo social, es bilingüe cuando emplea habitualmente dos hablas en su vida de relación, con la misma naturalidad y semejante facilidad. Este no es, para nada, el caso que nos ocupa, donde quizá en un diez por ciento de la población se de esa circunstancia, mientras que el noventa restante se expresa normalmente en español.
En la práctica, y dejándonos de elucubraciones fantasmagóricas, la lengua del pueblo vasco del Bidasoa para abajo es el español, como lo es el francés al norte del río fronterizo.
Y yo no firmo un manifiesto “por la lengua común” sino por el español. Como diría don Ramiro de Maeztu, basta ya de tartufismos
Re: Manifiesto en defensa de la lengua común ¿firmarías?
Otra opinión
"La lengua catalana también es parte del patrimonio español"
Xavi Ayén | Barcelona | 15/07/2008 | Actualizada a las 03:31h
Pere Gimferrer, miembro de la Real Academia Española - y autor de veinte libros en catalán, quince en castellano francés- dice que "jamás el manifiesto por la lengua común" que promueven personas afines al partido de Rosa Díez y diversos intelectuales. En su despacho de la editorial Seix Barral, expone sus razones.
¿Cuál fue su primera reacción al ver el manifiesto?
Leí la lista de los primeros firmantes, y vi que no había un solo lingüista entre ellos. En el momento actual, en el que afirman tener ya 100.000 firmantes, hay sólo dos. Y, en este asunto, su opinión es la más valiosa. Evoqué también varios momentos. El más antiguo se produjo en 1981, en las páginas de La Vanguardia, donde Jaime Gil de Biedma publicó un artículo sobre el manifiesto de los 2.300, cuya relectura sigue siendo recomendable. Él dijo ahí que el interés general era "la pacífica convivencia de todos los catalanes" en "un país donde nadie es más que nadie y ninguna de las dos lenguas es más que la otra".
¿En qué más pensó?
En un libro muy reciente del lingüista madrileño Juan Carlos Moreno Cabrera, El nacionalismo lingüístico, una ideología destructiva (Península), que se refiere a ese nacionalismo lingüístico que identifica la unidad de España con la lengua castellana, idea latente en el manifiesto pero contraria a los hechos, no tienen nada que ver, hemos tenido incluso reyes que hablaban otros idiomas. O en Mater dolorosa de José Álvarez Junco, libro sobre la idea de España aplaudido y premiado pero no sé hasta qué punto comprendido. Y recordé una frase de Américo Castro: "La historia de España es la historia de una inseguridad". No sé si todos los firmantes conocen estos textos.
¿Qué tradición intelectual española estaría en la línea opuesta a la de los firmantes?
El discurso de Marcelino Menéndez Pelayo en los Juegos Florales de la Exposición Universal de 1888 en Barcelona fue, ante la reina regente, en catalán, una lengua, afirmó, "no forastera ni exótica, sino española y limpia de toda mancha de bastardía".
¿Esas ideas son un punto de vista extendido?
Cualquier lengua española es parte del patrimonio español. En Santiago de Cuba, en una ocasión, Juan Ramón Jiménez, al oír por la radio a la Escolania de Montserrat cantando La mort de l´escolà se puso a llorar y dijo: "Y que yo tenga que estar en esta cárcel que es estar fuera de España". Para él, España era aquella canción en catalán.
¿Cree que el castellano está discriminado?
No me corresponde entrar en ello pero ahí están las cifras con la proporción de ejemplares difundidos de prensa y de libros en los dos idiomas, por no hablar del mundo audiovisual.
¿Qué cambios ve en el uso del catalán en la vida cotidiana?
Todo depende de la perspectiva. Cuando Ramon Xirau volvió desde su exilio a la Barcelona de la transición, exclamó: "¡Cuánta gente hablando castellano!". Pero otros valoran que hoy todo el mundo entiende el catalán.
El manifiesto lo firma gente de prestigio: académicos, Vargas Llosa, Pombo, Azúa...
Mi discrepancia no afecta a las relaciones de amistad. Sería muy interesante publicar una lista de quienes no han firmado. Me refiero a nombres de significación semejante que no han querido firmar, sin contar a los que al principio firmaron pero ahora han pedido que se retire su nombre. Hay más de veinte académicos que no lo hemos firmado, por ejemplo. Y la junta de gobierno de la RAE ha reafirmado por unanimidad la postura del director de no implicarse institucionalmente en esto.
El manifiesto sitúa al castellano en una jerarquía superior al catalán. ¿Qué le parece?
Lo que piden es el derecho a no saber una lengua distinta del castellano. No sé si la ignorancia es sujeto de derecho. No hay lenguas superiores a otras, el francés no es superior a ninguna otra lengua porque haya dado a Proust, el alemán no es inferior porque el nazismo se haya expresado a través suyo. Cada lengua tiene lo que tiene.
¿Le preocupa la reproducción cíclica de este debate?
Ya no. Mi impresión es que se irá encauzando por la vía política, que es su ámbito natural.