Respuesta: Delenda est Hispania?
Bueno Ordóñez, no soy muy spengleriano aunque estoy más cerca de él que de Paretto y, desde luego aunque coincido con G. Mosca en sus análisis, tampoco me gustan las conclusiones.
Cuando me refería a los que actúan, no hablaba de élites, sino de individualidades sumadas conscientes que, en un momento dado, son capaces de dar ese paso necesario. De todos modos, si se sabe discernir convenientemente, es bueno leer a Díez del Corral (El rapto de Europa), Ortega (La rebelión de las masas. y España invertebrada), Von Ranke (Sobre las épocas de la historia moderna)), Hayek (Camino de servidumbre), etc., etc., aunque ello comporta riesgos para quienes carecen de una formación previa oportuna. Pero sin formación no hay posibilidad de análisis serio.
El problema es global y desde mi punto de vista viene de muy lejos en el tiempo, lo que sucede es que cuando se formaliza una determinada visión de la propia historia cuesta trabajo entender los cambios. Éstos son perpetuos y no hay retorno que valga, aunque si pueden ser reconducidos. Por ejemplo, el carlismo actual, se diga lo que se diga, no es igual al de 1833, y es que no sólo han cambiado los personajes, es que lo han hecho las circunstancias. Respecto de los primeros, éstos han nacido y crecido en un mundo diferente y aunque no se quiera eso determina su futuro personal. Te adhieres por tradición familiar o porque lo que ves no te gusta y entiendes que la cosmovisión tradicionalista unida a los acontecimientos gloriosos de la propia historia nacional, te resultan reconfortantes y ajustados a tu ideal de vida. En todo momento buscarás captar a otros para sumar y crecer, pero la desestructuración social y el individualismo aprendido en el entorno familiar y el colegio conducen a una rebeldía inevitable. Hoy cada uno es "soberano" de sí mismo, pedir pues cohesión y buscar empeños colectivos marcados por idealismos no materiales son casi un imposible, sólo "casi". La misma idea de Patria es uno de estos ideales que ya los romanos nos legaron, pero en la actualidad a ella se le contraponen bienes materiales y libertinajes sin más límite que los establecidos por el sistema de "controles sociales" admitidos, (absolutamente cínicos e inmorales) y por las oportunidades económicas.
Por supuesto, estoy en contra de todo esto como tú, tanto que tengo ya administrados mis cabreos y sólo admito uno al día, es cuestión de salud. Pero tengo necesidad de entender los "porqués" y si soy pesimista, lo soy en la medida que aconseja la prudencia y el total desconocimiento de lo que augura el porvenir. No obstante, como católico tengo la obligación de confiar en lo revelado en las Escrituras y eso sí que me da esperanzas. Todo lo demás es transitorio, cualquier acontecimiento imprevisible, el más impensable, puede modificar la trayectoria de España, como la de cualquier otro país, siempre ha sido así.
De los "guiris" ¿qué decir? que según encuestas el 40% de los "hijos de las islas" se vendrían muy a gusto a vivir aquí, no "entre" nosotros, sino "sobre" nosotros, pues es muy cierto. Quizás por eso "Esperancita" ya nos ha prometido que en el próximo curso más de 200 centros públicos madrileños impartirán enseñanza bilingüe. ¿De quién es la debilidad, de quienes hacen o de quienes dejan hacer?
Saludos a todos.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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