Suicidio de España
By
Arjun on Agosto 5th, 2009 |
4 Comments »
SUICIDIO DE ESPAÑA
España es un país en vía de desaparición, un Estado en proceso de descomposición, una nación en plena decadencia. El mal que venía incubándose desde hacia décadas ha hecho eclosión al calor de los dramáticos aconteciminetos de los últimos tiempos, y se muestra en toda su crudeza y fealdad a los ojos de las bovinas generaciones actuales y al escrutinio de una posteridad que juzgará con severidad la indignidad de esta época final y se avergonzará del ocaso de un país vuelto insignificante.
La victoria de la izquierda española, aupada en el poder por el decisivo respaldo del terrorismo islámico (y de las complicidades autóctonas que saldrán algún día a la luz) ha eliminado los débiles obstáculos y las tímidas resistencias que aún se oponían a este proceso de autodestrucción, a esta empresa de desguace nacional al que una sociedad enferma y desnortada viene entregándose con inconsciente indiferencia por un lado y con insensato entusiasmo por el otro.
El 14 de marzo del 2004, un pueblo feminizado y mistificado cometió el mayor suicidio colectivo que la historia de las naciones haya registrado en muchos siglos. Vale decir, que en ese infausto día, España se disparó con gruesa munición en la sien. ¡Y por Díos que no erró el tiro! (Aun así, por si las dudas quedará algo de vida en este cuerpo abatido, los españoles le dieron un tiro de propina cuatro años después). Si esta desdichada nación aún no ha mordido el polvo de su definitiva caída, es simplemente por la misma inercia que hace que una gallina decapitada siga corriendo enloquecida durante un cierto tiempo antes del postrer estertor. Esta es la exacta imagen de este país en el momento presente: ya no hay cabeza y la sangre mana a chorros por la herida abierta, y la vida se acaba en una huida inútil hacia ninguna parte.
El balance de los años de gobierno socialista antinacional difícilmente podría ser más negativo y desolador. Un auténtico “azote de Díos” se ha abatido sobre nosotros. Todos los enemigos de España, de enhorabuena con este inesperado aliado en la cúpula misma del poder de un país odiado, se han coaligado para acabar con él y repartirse sus despojos. Las señales de socorro que emite una sociedad desmoralizada y renqueante han despertado todas las ansias y todos los apetitos de las fieras que acechan esta celebrada agonía. Es un espectáculo asombroso y mortificante a la vez asistir a esta disgregación en medio de la pasividad general, entre la inoperancia de unos que no atinan con las necesarias medidas correctoras y la satisfacción de otros que se regocijan de esta disolución imparable.
Se vende pais de saldo. Han comenzado las grandes rebajas. Liquidación total por cierre definitivo. Todo por debajo del coste. Balcanización, separatismo, invasión tercermundista, embate islámico, quiebra de los valores, ausencia de ideales, infantilismo intelectual, decaimiento cultural, incompetencia de los gobernantes, inanidad de las élites. Un barco a la deriva, una vía de agua, la brújula rota, el mástil arrancado, la “tormenta perfecta”, y al timón… ¡un marinero de primera comunión! ¡Las mujeres y los niños primero! ¡España, siniestro total!
Hemos perdido todo orgullo de raza, todo respeto por nosotros mismos, todo instinto de conservación, toda confianza en nuestro futuro, toda conciencia de ser y toda voluntad de permanecer. Hemos tirado la toalla, no por KO sino por indisgestión. No es derrota en la lucha, es claudicación; no es fracaso en la defensa, es rendición incondicional; no es adversidad en el ataque, es renuncia a la lucha; no es afirmación masculina, es sometimiento de fémina. Y en esa vía, podemos estar seguros de que después del capricho y la sinrazón, vendrán la histeria y el llanto. España es como un cuerpo amorfo y desfalleciente que hubiese perdido el corazón y el cerebro y sólo le quedara ya el culo y los bofes.
Los pueblos se merecen los gobernantes que tienen. Sobre todo en democracia. Al tarado homologado y con código de barras que está a la cabeza de este desgobierno lo ha votado una mayoría de españoles. Mucha razón tenía quien dijo en un momento de lúcida inspiración que “
el sufragio universal es una solemne tontería que dará la vuelta al mundo“. Una tontería mortal en casos extremos. ¿No es acaso una tragedía estar en manos de la caterva de impresentables, inútiles, corruptos, mentecatos y analfabetos, esa panda de anormales de sexo vario e indefinido que manda en el país? Este gobierno ha hundido a España en un lodazal de ignominia y traición. Al ceder a todas las exigencias de los enemigos del bien común, el sometimineto al chantaje y las amenazas de toda la escoria antiespañola (la de casa y la de fuera codo con codo) nos ha sumido en el penoso estado en el que vegetamos entre la vergüenza y el discredito, y de aquí en adelante no nos traerá más que desgracias a manos llenas.
La ruina definitiva de España parece irremediable. Será muy difícil volver a levantarse de la inferioridad a la que hemos descendido. “
Toda nación que se somete de forma voluntaria a la humillación está condenada“, decía Carl von Clausewitz. Y como en un eco inmediato y certero, le respondía la voz gemela de su contemporáneo Napoleón: “
Los pueblos se levantan de todos los reveses, pero no se levantan del consentimiento dado a su deshonor“. Hemos consentido demasiada humillación y hemos elevado el deshonor a la categoría de virtud. Seguiremos postrados por mucho tiempo, si no es que desaparecemos en breve de la lista de las naciones de verdad y pasemos a ser una especie de Burkina-Faso, Senegambia o Mongolia Citerior. Tal vez nos lo merecemos. Nos lo estamos ganando a pulso.
Categories:
España,
Reflexiones
Tags:
Marcadores