Si hay un lugar apropiado para estudiar la crisis cultural de la Civilización occidental, es la Cartuja del siglo XIV situada en Gaming, Austria, a los pies de los Alpes. Desde sus austeros orígenes, el monasterio han asistido a un gran número de crisis culturales: el Renacimiento, el Protestantismo, la Revolución Francesa, el Comunismo y el actual asalto de la “cultura” moderna.
Una delegación de universitarios chilenos de Acción Familia participó en este marco histórico, entre el 24 y 29 de julio pasados, de la V Université D’été (encuentro internacional de verano para estudiantes), promovida por Tradición, Familia y Propiedad (TFP) de Francia y Austria.
El tema este año fue “El azote de la revolución cultural: una respuesta Contra-Revolucionaria”. Más de cien participantes, procedían de Alemania, Argentina, Australia, Austria, Brasil, Bielorrusia, Chile, EEUU, Escocia, Francia, Italia, Irlanda y Polonia. Entre los invitados de honor estaban el Obispo emérito de San Luis (Argentina) Juan Rodolfo Laise, el Príncipe Dom Luis de Orleáns e Braganza y el Duque Paul de Oldemburg.
La Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima, que lloró milagrosamente en Nueva Orleans en 1972, bendijo el encuentro con su presencia.
Analizando la revolución cultural
Miembros de diversas TFP’s y algunos de los invitados de honor pronunciaron conferencias, que fueron traducidas simultáneamente a seis idiomas. El eje principal de las reuniones fue el análisis basado en el libro Revolución y Contra-Revolución del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira. La revolución cultural fue vista como parte de la revolución hippy y sexual de los años 60 que intenta destruir las estructuras de la lógica, difumina las distinciones y los sexos, y destruye la civilización y la tradición.
Los temas abordados fueron desde la destrucción del Estado a la agenda homosexual o los efectos de la cyber–cultura.
Las delegaciones pudieron hacer exposiciones sobre las actividades de acción y formación realizadas en sus respectivos países, lo que permitió un intercambio de ideas entre los jóvenes participantes que enriqueció sus métodos de apostolado.
Una experiencia cultural
La programación no fue solamente académica. Los participantes pudieron tener un contacto directo con lo que fue la Civilización Cristiana. Fueron organizadas visitas en Viena, desde la Escuela Española de Equitación a la Cripta de la Iglesia de los Capuchinos, donde reposan los restos de los emperadores de Austria, o a una pastelería tradicional, finalizando con un recorrido en barco por el Danubio, desde donde se podían apreciar maravillosas iglesias, pintorescos pueblos y altaneros castillos medievales. Realmente, la Iglesia inspiró una civilización maravillosa.
Atmósfera de Catolicidad
Todo fue realizado en un ambiente religioso, favorecido por el entorno del antiguo monasterio. En la Santa Misa celebrada a diario, Monseñor Juan Rodolfo Laise, alentaba e instruía en sus atrayentes sermones a los jóvenes presentes. Distintas devociones fueron promovidas durante el simposio, como la vigilia delante de la Imagen Milagrosa de Nuestra Señora de Fátima.
Sorprendía como, a pesar de las nacionalidades diversas y los ocho idiomas hablados allí, los participantes podían unirse alrededor de los ideales universales de la Contra-Revolución. Todos podían discutir sus experiencias y participar de círculos de estudio sobre la aplicación de los principios a la realidad concreta.
En los intervalos y almuerzos, las animadas conversaciones sirvieron para forjar amistades. Esto también refleja la universalidad de los principios y de la lucha contra-revolucionaria.
Resolución y entusiasmo
El congreso se nos hizo a todos demasiado corto. En el último día, se realizó una presentación audio-visual sobre la vida y obra del Profesor Plinio Corrêa de Oliveira.
El congreso fue clausurado oficialmente por Su Alteza Imperial y Real, Don Luis Orleans Braganza.
El solemne el banquete final se realizó en el Prelate’s Hall, donde fueron distribuidos diplomas y regalos a los presentes. Se invitó a representantes de las delegaciones nacionales a que expresaran sus impresiones. Sus testimonios hablan de resolución y de entusiasmo. El Duque Paul de Oldenburg recordó a los participantes que la lucha debe continuar y la necesidad de poner en práctica en sus tierras natales lo que aprendieron en estos días.
Adaptado de la Crónica de Mr. John Horvat II (American TFP )
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