EL IMBÉCIL PODER QUE NOS ATRAÍLLA
Fernando Villaamil Fernández-Cueto, Héroe español muerto en Cuba
ESPAÑA PURA Y NETA CONTRA LA ANTIESPAÑA
"Un pueblo que recibe la noticia de la catástrofe de Cavite y, en lugar de anonadarse, se levanta gritando ¡Viva España! es inmortal. Todo lo que aquí es clásico, todo lo que no es extranjerizado, lo que se conserva puro y piensa y habla y siente y respira a la española quiere la guerra hasta la último; pero, en cambio, ese enjambre de políticos funestos, esa clase corrompida y vestida a la extranjera, importadora del liberalismo, del parlamentarismo, defensora de las libertades modernas y todas las concupiscencias que nos aniquilan, esa clase maldita, ¡quiere, en cambio, la paz!"
(EL PUEBLO CATÓLICO, Mayo de 1898).
"Somos de los que opinan que la pérdida de las Antillas y Filipinas, lejos de traernos perjuicios nos reportarán ventajas, desde que estamos convencidos de que la posesión de estas colonias nos viene costando mucha sangre, mucho dinero y mucha atención de los gobiernos y del comercio que en cualquier parte sería mejor reemplazado y de más seguros resultados para la Península"
(EL IDEAL DE JAÉN, Julio de 1898).
No hay dos Españas. Hay una sola España que es la que se expresa en el primer párrafo que reproducimos: la España que es española, pues no se puede ser España... Y pensar y hablar y sentir y respirar a la inglesa, a la gabacha, a la moruna. Y hay otra cosa -que no es España-, hay algo monstruoso y ridículo a la par: la Anti-España. La Anti-España es la que se expresa en el segundo párrafo, perteneciente a EL IDEAL DE JAÉN de 1898: esa Anti-España está compuesta por toda la piara que mantiene y justifica a ese enjambre de políticos corrompidos y extranjerizados, liberales de ayer, y hoy: socialistas y liberales.
La de EL IDEAL DE JAÉN es la España sin vergüenza, con la que soñaban como tierra en que vivir los sinvergüenzas. Los cobardes de toda casta encuentran la perfecta coartada a su cobardía. Así razona la Anti-España:
-En una España sin Héroes, nosotros podremos vivir cómoda y tranquilamente; nadie nos escupirá a la cara por ser tan cobardes, tan miserables. ¿Para qué recordar lo que fueron aquellos españoles que vencieron a la morisma, que dominaron el mundo, que murieron con honra frente a ejércitos superiores? No los reconocemos, no los queremos reconocer como nuestros antepasados. Es mejor imaginarnos descendientes de un judío industrioso que hace su fortuna en su sórdida cueva, donde preside la Menorá y la telaraña espera atrapar a los incautos... Es mejor imaginarnos que somos otra cosa, que tenemos otros orígenes. Para eso hay que ser: modernos, liberales, progresistas, pacifistas... ¿El oficio? Vendedor; vendedor de lo que haga falta: de "ultramarinos", de garbanzos, de la Honra... ¡Vendedor de la honra!" Y, vendiéndola, se miraron los unos a los otros con estúpida jactancia: "Ahora, sin Honra, podremos vivir en paz para siempre. Los militares, los antiguos, los carlistones, el clero ultramontano nos llevaba por las sendas de la guerra, de la muerte, de todo lo desagradable y espantoso. Ahora, sin Honra, por fin vendida podremos ser una nación avanzada, democrática y moderna."
Pero pese a la corrosión liberal que desde 1812 venía minando los cimientos de la Santa Tradición, en 1898 todavía quedaban españoles en España y dondequiera que estuvieran.
Monumento que sus convecinos erigieron en 1911 a la memoria gloriosa del Héroe del FUROR, D. Fernando Villaamil. En el pueblo de Castropol.
A D. Fernando Villaamil Fernández-Cueto, nacido el 23 de noviembre de 1845 en Asturias, cuna de la España restaurada en 1492, le debe la Patria y nosotros, sus compatriotas, grandez proezas con las que honró a España. Fue un gran genio nacido para la Armada. Diseñó el primer destructor. Circunnavegó el mundo en la corbeta "Nautilus". Y el 3 de julio de 1898 realizó la proeza más grande de todas cuales pueden hacerse: ofrendó su vida en aras de la Patria, en el sacrificio más generoso que puede hacerse. Dar la vida por el Honor de una nación que, por culpa de sus políticos, está perdiendo la vergüenza... ¡Ha perdido la vergüenza, el honor y la Honra!
Cuando todo está perdido, cuando barcos tecnificados con el armamento más poderoso hostigan a barcos de madera, es cuando hay que demostrar lo hombre que se es. Y ahí, aquel 3 de julio de 1898, fue cuando Fernando Villaamil demostró quién es un español. Embarcado en el pequeño destructor FUROR, que él mismo había diseñado, y a la cabeza de la escuadrilla formada por el TERROR y PLUTÓN, Villaamil -viéndolo todo perdido- bajo el fuego enemigo montó en la torreta para disparar el cañón de proa y morir matando. FUROR, TERROR y PLUTÓN se fueron a pique, devastados por los modernos buques de guerra yanquis.
La Anti-España miraba a otra parte. El sacrificio de la Armada española era una inútil ofrenda a la terrible divinidad del Honor -esa divinidad para la cual hay que nacer, sin dejar por un momento de ser, de pensar, de hablar, de sentir y respirar a la española. La catástrofe y la humillación... "lejos de traernos perjuicios nos reportarán ventajas" -se decían los mercaderes, relamiéndose los labios, y anudándose el mandil masónico donde los caballeros se ciñen la espada.
Pero la España de los españoles puros y netos, entonaba el canto fúnebre:
¡Oh mi España infeliz! A tus pendones
doblaron los dos mundos la rodilla
y la robusta lengua de Castilla
sonó mandando en todas las regiones...
Hoy se encuentran postrados tus leones
y un imbécil poder los atraílla,
y una y otra política pandilla
tu gloriosa bandera hace jirones.
Un ciento de ambiciosos y otro ciento
de hambrientos traficantes adulando
mercadean con tu Honra arrogante
y un bando, sucediéndose a otro bando,
ha logrado, por fin, el vil intento
de verte ante la Europa agonizante.
Almendros Aguilar
La mayor parte de los marinos españoles de la escuadrilla capitaneada por Fernando Villaamil sucumbió, dando el alma a Dios. Sus cadáveres nunca fueron recuperados y sus cuerpos sin vida, pero con honor, se hundieron en los abisales de las Antillas. Y allí, en los profundos reinos de Plutón, aguardan la resurrección del Día del Juicio Final.
Frente a Santiago de Cuba murieron los españoles. No volvieron a España cantando, como quiere ese chabacano y soez dicho antiespañol, a buen seguro que creado por los chamarileros de la modernidad: de esos que truecan aceros toledanos por mandiles masónicos.
Que sepamos mantener su memoria, la de Fernando Villaamil y la de sus bravos mártires, y detestemos cada día con mayor convencimiento a la clase política que trapichea con nuestro Honor. Ese enjambre de parásitos charlamentarios y demócratas no tiene ni vergüenza ni honor, y no sólo trueca nuestra dignidad por sus intereses, también pone en peligro la integridad de todos nosotros, nuestras vidas, entregando nuevamente España al moro.
Y cuando la traición es tan colosal, el traidor requiere algo más que un "castigo electoral".
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
Los marinos españoles siempre grandes.....como siempre oí, "ganando barlovento" y como dicen en mi tierra "buen viento y barca nueva".
P.D.: Espero que mi amigo tautalo, pueda oír esta música desde su retiro, se que al él le encanta.
Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
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