Esperanza
¡Resistid, dicen los malditos sin patria, luchad contra Goliat! ¡Resistid, dicen hasta los que blasfeman de la fe! ¡Resistid, gritan los que han perdido la noción del valor al pedir sacrificio en nombre…¿de quién? Y es que hasta las fieras buscan en la esperanza un rayo de fe que de a sus instintos una satisfacción.
La esperanza es hermosa cuando niño eres. Es tesoro de un derecho que la misma muerte no osa arrebatar: Esperanza es gozar de Dios. Fulge a todas horas, bajo las estrellas y el sol. Fulge en nuestras aguas, en los tallos mas tiernos de las plantas, en los ojos bellos de la mujer y de los niños, y hasta en los del hombre en momentos en que incluso podría decirse que está prohibida.
Esperamos, cuando oramos. Nunca se clama en vano. Tú, de la misma pena, haces que nazca el sueño de la esperanza. Todo, Señor, lo escuchas. En medio de las estrellas, tu caminar suspendes, y oyes estas querellas que solo Tú comprendes.
Toda nuestra historia es una batalla para Aquél ante el cual mil años son como un día; combatimos por la libertad, la patria y la eternidad; el triunfo del bien, el orden moral y la Ley imperecedera; tal es nuestro grito de guerra, imperturbable, silencioso, invisible a sus soldados, pero entre ellos, dirige Dios mismo. Que el triunfo de su causa y la nuestra, es seguro, lo creemos y lo esperamos, porque la tenemos, Esperanza.
Dice el salmista, “AUNQUE SE LEVANTEN MULTITUD DE CAMPAMENTOS, NO SE PERTURBARÁ MI CORAZÓN Y NO DEJARÁ DE ESPERAR EN ÉL”.
EL BANDIDO REALISTA
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