El 7 de febrero de 2015, José Miguel Gambra intervino en el seminario de formación del Circulo Cultural Antonio Molle Lazo para hablar de “Podemos”. Presentamos hoy la primera parte de esa intervención, cuya longitud nos obliga a dividirla en sucesivas entregas . . .
El marxismo de Podemos: un experimento espartaquista (I)
La pervivencia del marxismo
Algunos han calificado el fenómeno “Podemos” como producto transitorio de la televisión que, atenta sólo a los índices de audiencia, ha dado una fama inmerecida a un grupo de jovenzanos, cuyo prestigio, como el de cualquier “famoso”, debería difuminarse en cuanto los medios se cansaran de prestarles atención. Es bien posible también que no se trate sino de una estrategia de las derechas, para provocar un miedo que redundaría electoralmente en su beneficio. Sea cual sea la causa del prestigio adquirido por “Podemos”, quienes previeron su olvido se han equivocado: “Podemos” ha entrado en la política, sin que las derechas hayan salido beneficiadas, sino todo lo contrario. Los votos, dentro del régimen que padecemos, substancializan por cuatro años lo que sea, por absurdo que sea. No sin razón Juan Manuel de Prada se quejaba de la política degenerada por la televisión y su exclusiva atención a los pronósticos de audiencia. Y es que, hoy en día más que nunca, es peligrosísimo jugar a la vez con la política y los medios de comunicación. En El bosque animado, y en otros muchos sitios, Fernández Flores dijo que las moscas carecen por completo de memoria, hasta el punto de olvidar su propia identidad. Una mosca topa con un cristal, se da una vuelta y, olvidado el trastazo, casi instantáneamente vuelve a darse otro contra el mismo cristal y así, sin recordar ni siquiera si ella es la que se ha dado el golpe o es otra la que lo ha sufrido, vuelve a la carga indefinidamente. Las generaciones recientes, y no tan recientes, cada vez se parecen más a las moscas. Su cabeza no retiene nada que no sea inmediato. Tienen, como la materia de Leibniz, una mens momentanea seu carens recordatione, incapaz de de retrotraerse más allá de lo que se les presenta actualmente.
Hoy las nuevas tecnologías, las pantallas reducidas de los teléfonos, y otros trastos, han logrado sustituir la facultad humana de la memoria porla memoria de esos aparatos; y la visión de la realidad, la verdadera experiencia, se ha visto suplantada por la realidad virtual. Los chicos, y no tan chicos, ni saben ni les importa lo que puedan enseñarles sus mayores, ni lo que puedan decir los libros. Se conforman con beber ávidamente las opiniones de cualquiera, con tal de que queden plasmadas en twitter o en cualquier otra red.
Así se explica el olvido del horror marxista. Los poderes de este mundo, a una con los medios de comunicación y en contra de lo que racionalmente cabía esperar tras la caída de la URSS, han corrido un tupido velo sobre sus atrocidades. En la mente de las recientes generaciones se mantiene incólume el terror del llamado holocausto nazi. Todavía hoy, no hay día en que los medios no cuenten algo que mantenga viva la memoria de los seis millones de judíos que -según dicen- fueron ejecutados en Alemania por ese régimen nefasto. Pero eso no es nada en comparación a los cien millones de depurados por los regímenes comunistas de todas las latitudes.
Sea que el común de periodistas no tenga por comparable el asesinato de judíos con el decampesinos rusos o cubanos, con el de oficiales polacos, con el de viejos chinos o jóvenes venezolanos; sea que el imperio haya preferido mantener vivo el temor irreal al nazismo y no a los peligros reales, con los cuales cabe negociar, el caso es que se ha hecho olvidar el olor a muerte que acompaña a los regímenes marxistas sin excepción alguna. Y si se ha perdido la memoria de sus consecuencias, más todavía se desconoce la podredumbre teórica esencialmente abocada a ese resultado.
Con las últimas elecciones, “Podemos” ha saltado del mundo virtual a la realidad política española. Y, en esa realidad, lo que cuenta no son los discursos, ni los programas; ni las promesas, ni las esperanzas e ilusiones, sino lo que está en la cabeza de los jefes de partido. Porque, al fin y al cabo, el sistema democrático entrega un poder omnímodo a unos hombres concretos, que llevan a efecto lo que tienen en su personal caletre, sin limitación externa alguna. Por eso me parece conveniente exponer, con sus propias palabras, lo que, teórica y tácticamente, mantienen la tetrarquía de “Podemos”. Para dar a conocer la diversidad de estratos que contiene su discurso, me veré obligado a vencer el hastío y a presentar las doctrinas y estrategias de ese marxismo, que otrora todos creímos felizmente olvidado, pero que, de hecho, hoy sirve inspiración a la cúpula de “Podemos”. Después demostraré que los propios mandamases de ese partido se han declarado repetidamente marxistas, para presentar finalmente las fuentes que inspiran su táctica, en orden a implantar la dictadura del proletariado, y la manera en que la están usando.
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