Lo sublime
Lo sublime La naturaleza no ha elegido al hombre para un género de vida bajo e innoble, sino que introduciéndonos en la vida y en el universo entero como en un gran festival, para que seamos espectadores de todas sus pruebas y ardientes competidores, hizo nacer en nuestras almas desde un principio un amor invencible por lo que es siempre grande y, en relación con nosotros, sobrenatural. Por eso, para el ímpetu de la contemplación y del impulso humano, no es suficiente el universo entero, sino que con harta frecuencia, nuestros pensamientos abandonan las fronteras del mundo que los rodea y, si uno pudiera mirar en derredor la vida y ver cuán gran participación tiene en todo lo extraordinario, lo grande y lo bello, sabría, en seguida, para qué hemos nacido. La sublimidad, surge en ése para qué hemos nacido, que da grandiosa finalidad a la naturaleza humana, sacándola, con un anhelo siempre repetido y siempre frustrado, de la mísera pequeñez de lo inmediato. El patetismo, por el contrario, es la categoría estética de la modernidad en contraposición a lo sublime. "Reina indudablemente una ley eterna e inviolable que exige el justo deber; escrita está con el buril divino, y grabada está con caracteres indelebles en el pecho de todo hombre."
EL BANDIDO REALISTA
Lo sublime II
“ADVIÉRTOTE QUE JAMÁS QUERRÉ TROCAR MI MISERIA POR TU ESCLAVITUD” Porque la grandeza de toda acción, siempre se manifiesta y comprueba del modo mas inteligible por la grandeza de la oposición y de los obstáculos de que triunfa o incluso sucumbe, y el hombre grande jamás aparece con mas gloriosa luz que en la lucha. Decía Séneca: no hay espectáculo a que los dioses miren con mas recreo y admiración, que al del hombre grande lidiando con la adversidad. Y esta lucha y oposición es maravillosa ya en el mismo interior del corazón humano, siendo una lucha interna que el hombre sostiene consigo mismo para alcanzar su propia sublimidad del alma, o se hace al exterior combatiendo el hombre con el mundo que le rodea. Por eso aparece sublime el Hijo de Dios hecho hombre, triunfando de la humanidad desobediente en el monte de los Olivos. Lo Sublime por excelencia, grado inalcanzable para el hombre pero reflejo de su imitación. A lo sublime se contrapone lo ridículo. La ridiculez de la modernidad. Aquél despierta en nosotros la idea de una grandeza, y éste la de una pequeñez infinitas.
EL BANDIDO REALISTA
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