LA GRAN FIESTA DE LA DEMOCRACIA
Juan Manuel de Prada

(ABC, 30 de abril de 2016)


Andan los antidemócratas emboscados pidiendo que la nueva campaña electoral se abrevie y abarate. ¡No y mil veces no! El demócrata fetén anhela que la gran fiesta de la democracia se convierta en un perpetuo día de la marmota, en un maravilloso disco rayado, en un videojuego que entra en bucle. La vida convertida en una eterna fiesta de la democracia que se repite como una fabada (con esas regurgitaciones tan sabrosas que traen una pizquita de acidez a la garganta) es, para el demócrata fetén, una anticipación del Paraíso. El purgatorio del demócrata fetén empieza el día en que su partido forma gobierno y empieza a incumplir sus promesas electorales; y el infierno del demócrata fetén empieza también ese mismo día, cuando su partido no puede formar gobierno. La campaña electoral, en cambio, es el paraíso donde todo demócrata fetén puede retozar en el prado ameno de sus ilusiones. Esos antidemócratas emboscados que piden abreviar o abaratar la nueva campaña electoral son, en realidad, asesinos de ilusiones.


Quieren privarnos de ese delicioso refrito de consignas mazorrales que los candidatos lanzan en los mítines, ante su parroquia de zombis entusiásticos. Quieren privarnos de esas olimpiadas del lugarcomunismo que son las tertulietas políticas, con sus tertulianos fingiendo un ardoroso rifirrafe antes de irse juntos de cañas o de putas al acabar el programa. Quieren privarnos de esos suculentos debates en los que los candidatos sueltan las machadas que se traen aprendidas de casa y ponen cara de estreñimiento (causado por los comistrajos de la campaña). Quieren privarnos de esas cartas a domicilio, confianzudas y regadas de anacolutos, en las que cada candidato nos endosa unos papelorios que luego podemos encontrar igualmente (y a porrillo) en el colegio electoral. Quieren, en fin, matar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad democráticas. ¡Y no dejaremos que pongan sus sucias manos sobre nuestra religión!


Pero, para que la repetición de esta gran fiesta de la democracia sea completamente dichosa, conviene hacerla más vistosa y mediática. Así, por ejemplo, Bertín Osborne debería montar un programa que se llamase "En tu offshore o en la mía", para que desfilen por él los políticos con el dinerico escaqueado en Panamá y nos cuenten en plan colegueo cómo lo escaquearon. Se debería resucitar "El gran Prix del verano", para que Rajoy muestre sus habilidades de dontancredo, sin inmutarse mientras lo merodean vaquillas y morlacos. Se debería también programar una edición especial de "Cámbiame", donde entrase un Pedro Sánchez sin currículum académico y saliese en un periquete con una tesis doctoral de tufillo negroide. Se debería montar un "Callejeros viajeros" con Pablo Iglesias metiendo de matute la ayuda de Cáritas en Venezuela, aprovechando que tiene salvoconducto para entrar y salir del país. Y, en fin, se debería incorporar a Albert Rivera a "Gran Hermano", para que se lleve al huerto a todas las guarrillas de la casa, diciendo a cada una lo que quiere oír, aunque sea una cosa y la contraria, y luego poniéndose muy sensato en el "confesonario", para ganarse al Ibex35.


Queremos disfrutar de cada minuto de esta gran fiesta de la democracia; y sólo pedimos que los candidatos se lo curren a tope, que canten y bailen y hagan chistes en la tele, e incluso que nos cuenten sus guarrerías de cama, porque no hay cosa que mole más al demócrata fetén que el porno. Yo, desde luego, estoy dispuesto a votar a quien me asegure mi ración de porno diario, aunque a cambio me deje en el paro o me cosa a impuestos, siempre que el aire que respire sea libre como el ave que escapó de su prisión y se puede al fin pajear. Feliz fiesta de la democracia para todos y todas.















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