Tema: «La derecha hecha añicos» por Juan Manuel de Prada.

«La derecha hecha añicos» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 26/10/2020.
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El debate de la moción de censura ha servido para confirmar inexorablemente el anatema que hace apenas unas semanas lanzara Pablo Iglesias contra la derecha: «Ustedes no volverán a formar parte del consejo de ministros de este país».

El discurso de Santiago Abascal iba dirigido a convencidos. Un discurso histriónico, alimentado con ráfagas de verdad que, sin embargo, se servían a ratos de formas próximas al cuñadismo o al guiño conspiranoico. Pero Vox se encuentra a gusto manteniendo este tono chirriante, que le garantiza el aplauso de su parroquia y las «alertas antifascistas» del enemigo; a la vez que deja indiferente a una mayoría de la población, que percibe en tales proclamas machadas un tanto friquis. El discurso de Pablo

Casado, por su parte, se dedicó casi en exclusiva a golpear a Vox, pero contenía menciones de una vileza superlativa, como cuando dijo que su partido había pagado «un tributo de sangre» que personas como Santiago Abascal habían venido a pisotear. El discurso de Pablo Casado, tan contundente en la execración de Vox, fue en lo demás más bien brumoso y endeble, con una exaltación vacua de los logros de la Transición (que, como hoy sabemos sobradamente, fueron en su mayoría cosméticos y han sido enterrados por el revanchismo de la izquierda). El discurso de Pablo Casado tenía algo de ucronía propia de alguien que vive anclado en los años noventa. En un momento dado llegó, incluso, a exaltar la «flexibilidad laboral» y la «globalización», algo que en plena expansión de la plaga coronavírica, con la economía nacional arrasada y a merced del dinero apátrida resultó el colmo del escapismo noventero.

Tras el discurso de Pablo Casado, subió al estrado su tocayo Iglesias, que con magistral perfidia lo comparó con… ¡Donoso Cortés! En realidad, tanto Pablo Casado como Santiago Abascal son antípodas de Donoso Cortés, que entendió que el único recurso eficaz contra el ascenso de los revolucionarios es el pensamiento tradicional, que tiene la virtud de amalgamar «las inteligencias en lo que es verdad, las voluntades en lo que es honesto, los espíritus en lo que es justo»; y el único, por cierto, que puede asaltar los graneros de voto de la izquierda. Mientras el pensamiento tradicional no encuentre expresión política, tal vez Vox sea -como afirmó Casado- «la derecha que más gusta a la izquierda», por haber creado y consolidado una quiebra entre los votantes de derechas; pero Pablo Casado será el líder de la derecha que más guste a la izquierda, como quedó probado en los ditirambos que, tras su discurso, le lanzaron todos los tertulianos adscritos a este negociado ideológico. Pues su discurso vino a sellar la quiebra de la derecha en añicos. Y ahora que las derechas han afirmado su propósito común de aferrarse a sus respectivos añicos, la izquierda puede dedicarse a ver crecer la hierba, sabiendo que mantendrá sus poltronas en el consejo de ministros hasta que las ranas críen pelo.

https://www.abc.es/opinion/abci-juan...5_noticia.html.

Iniciado por Pious

«La derecha hecha añicos» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 26/10/2020.
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El debate de la moción de censura ha servido para confirmar inexorablemente el anatema que hace apenas unas semanas lanzara Pablo Iglesias contra la derecha: «Ustedes no volverán a formar parte del consejo de ministros de este país».

El discurso de Santiago Abascal iba dirigido a convencidos. Un discurso histriónico, alimentado con ráfagas de verdad que, sin embargo, se servían a ratos de formas próximas al cuñadismo o al guiño conspiranoico. Pero Vox se encuentra a gusto manteniendo este tono chirriante, que le garantiza el aplauso de su parroquia y las «alertas antifascistas» del enemigo; a la vez que deja indiferente a una mayoría de la población, que percibe en tales proclamas machadas un tanto friquis. El discurso de Pablo Casado, por su parte, se dedicó casi en exclusiva a golpear a Vox, pero contenía menciones de una vileza superlativa, como cuando dijo que su partido había pagado «un tributo de sangre» que personas como Santiago Abascal habían venido a pisotear. El discurso de Pablo Casado, tan contundente en la execración de Vox, fue en lo demás más bien brumoso y endeble, con una exaltación vacua de los logros de la Transición (que, como hoy sabemos sobradamente, fueron en su mayoría cosméticos y han sido enterrados por el revanchismo de la izquierda). El discurso de Pablo Casado tenía algo de ucronía propia de alguien que vive anclado en los años noventa. En un momento dado llegó, incluso, a exaltar la «flexibilidad laboral» y la «globalización», algo que en plena expansión de la plaga coronavírica, con la economía nacional arrasada y a merced del dinero apátrida resultó el colmo del escapismo noventero.

Sí el Sr. de Prada no diese tantas piruetas alrededor de sus propias ideas, hasta sería un buen analista de la realidad. Y es que sí se analizan las razones de la moción de censura, es decir, sí se quiere leer entre líneas acerca de las razones por las que un partido con 52 escaños entre 350 se lanza al vacío, hasta es posible que se entiendan las causas en lugar de ir a la apariencia de los efectos. La moción fue planteada con dos finalidades a sabiendas de que se iba a perder aún sí se hubiese contado con el voto favorable del PP. La primera iba contra el sr. Casado, tan acomodado, tan señoritingo de la derechita blandita a la que nos tenía acostumbrados, estaba dirigida a sacarlo de su modorra de oposición inexistente. Y aunque tal vez cogieran por sorpresa sus malos modales, en los que demostró no tener cintura, en términos boxísticos, o no tenerla para hacer un "swing" adecuado en los golfísticos, demostrando a la par uns considerable mala educación, lo que votaron no debería sorprender nada. Desde julio ya se sabía que Aznar, ese oscuro personaje que hizo tanto daño daño a España como el propio Zapatero era el autor de la negativa, pero sí venía hablando de ella desde el principio. Al Sr. Abascal le importa un soberano rábano el Sr. Casado, el Sr. Aznar y todos los señorones apalancados en Génova 13 (Rúe del Percebe). Al Sr. Abascal lo que le saca de sus casillas es que ese Partido Popular, tenga secuestrado un importante sector de españoles bienintencionados, bienpensantes, con el mantra de que ellos son la alternativa. ¿La alternativa a qué?

Y así el Sr. Casado volvió a repetir por enésima vez elevada a a la enésima potencia, que aquí no se puede mover nadie a su "derecha", porque para eso ellos son el centro de la inanidad que sirven de muro de contención, y de protección de la izquierdita mierdita paranoicopaleolítica, de las agresiones fascistas procedentes de todo español al que repugne el secuestro de España. Democracia es una palabra que conocen muy bien, pero no para aplicarla, sino justo para todo lo contrario ya que en su nombre se permiten toda classe de arbitrariedades, y es que una democracia que se carga su propio país no tiene ningún sentido, ni derecho alguno a seguir existiendo.

La segunda razón es que esa moción tenía otro objetivo: poner sobre la mesa el conjunto de todas las barbaridades que se están haciendo, y es que sí esto se enfocase como si fuese un puzzle, se comprobaría la pésima memoria que tiene la gente, su escaso entendimiento y su nula formación política. Además, no hay una moción de censura que no duela a un gobernante, por muy inocua que pueda parecer es ya un borrón en su historial, un borrón que crecerá cuando haya elecciones generales. Y no darse cuenta de esto es no entender de política, no importan los efectos inmediatos, importan los que han de llegar a medio y largo plazo.

Tras el discurso de Pablo Casado, subió al estrado su tocayo Iglesias, que con magistral perfidia lo comparó con… ¡Donoso Cortés! En realidad, tanto Pablo Casado como Santiago Abascal son antípodas de Donoso Cortés, que entendió que el único recurso eficaz contra el ascenso de los revolucionarios es el pensamiento tradicional, que tiene la virtud de amalgamar «las inteligencias en lo que es verdad, las voluntades en lo que es honesto, los espíritus en lo que es justo»; y el único, por cierto, que puede asaltar los graneros de voto de la izquierda. Mientras el pensamiento tradicional no encuentre expresión política, tal vez Vox sea -como afirmó Casado- «la derecha que más gusta a la izquierda», por haber creado y consolidado una quiebra entre los votantes de derechas; pero Pablo Casado será el líder de la derecha que más guste a la izquierda, como quedó probado en los ditirambos que, tras su discurso, le lanzaron todos los tertulianos adscritos a este negociado ideológico. Pues su discurso vino a sellar la quiebra de la derecha en añicos. Y ahora que las derechas han afirmado su propósito común de aferrarse a sus respectivos añicos, la izquierda puede dedicarse a ver crecer la hierba, sabiendo que mantendrá sus poltronas en el consejo de ministros hasta que las ranas críen pelo.

https://www.abc.es/opinion/abci-juan...5_noticia.html.

Hablar de la bola de cristal, o del tarot que se echa a sí mismo este personaje de la coleta-moño, es perder el tiempo. Él puede tener todas las ensoñaciones que quiera, pero lo cierto no es que sus enemigos no vayan a volver al consejo de ministros, porque eso no depende de él salvo que logre su objetivo de convertirse en el sátrapa de España, sino de la voluntad de los votantes, y sí nos atenemos a los resultados de Galicia y País Vasco, más le vale ir contratando ya los billetes de avión para sí, su señora compañera y sus vástagos destino Teherán, porque quien no va a volver a repetir jamás es precisamente él..

Pablo Casado es a todas luces el líder domesticado de esa izquierda de hago lo que me da la gana, aunque en los últimos días parece que le han dado cuerda, es decir, los primeros efectos de la moción parecen haber dado algún brote verde de oposición, aunque ya veremos lo que dura, porque si nos atenemos a los hechos, ha protestado por el toque de queda arbitrario y dictatorial del sátrapa de La Moncloa, mientras VOX va a enviar la denuncia al Constitucional, vamos, más o menos lo mismo.

Y tal vez, sólo tal vez, quizás, es posible, igual hasta sucede algún milagro, y ese sector que jamás se moja, jamás vota, que jamás le importa un rábano con chorreras lo que se está haciendo con España, se decide y mira tú por donde hasta, y sin que sirva de precedente, deposita una asquerosa papeleta en una urna mugrienta, y se vería entonces donde irían a parar todos estos inamovibles de la "okupación" de poltronas a costa nuestra, de todos.

Sería interesante también, omitir de una vez cierta terminología de los discursos. Me hace mucha gracia que el Sr. de Prada hable de Tradición, no sólo sin especificar en qué consiste ésta y de cuál es su proyecto alternativo, algo que debe contener toda crítica constructiva, él que tiene la gran oportunidad y privilegio de publicar en medios de comunicación social. Porque a la gente hay que hacerselo ver, y también dárselo masticado. Pero para eso hay que renunciar a tanto barroquismo literario, de tanta autocomplacencia en la redacción, bien está ésta en ensayos y novelas, si así le place al autor, mas no en artículos cuya aspiración es despertar conciencias.