CARTA AMIGA A MARIANO RAJOY
Estimado Mariano:
Ha de saber, que en democracia el tamaño no importa. El tamaño de la manifestación, se entiende. La del 11-M en Madrid ha sido una concentración de fuerza de mucho mérito, disciplina y excelente ejecución. Ya quisiera tales huestes para protestar contra el trabajo temporal, el aborto o la cultura basura que da de comer y cenar a niños y adultos, en este país de encefalograma plano y andorga llena.
Consciente de que preside una secta, que por aquello de las etiquetas, se define como demócrata-constitucionalista, asumo de antemano que las apreciaciones que vengo a exponerle no pueden ser compartidas por la centro-derecha proyankee y civilizada que representa con gran ponderación para desespero de muchos. Pero como un servidor tiene la sana costumbre de no levantarse cuando suena la fanfarria electoral, puede permitirse ciertas licencias propias de inadaptados sociales y extremistas, sin llegar a ultra. Término este último que me desagrada por la ambigüedad implícita, pero mil veces preferible al de timorato o pusilánime.
No se me tire de la barba si ZPedo, la Rumi y Zerolo hacen caso omiso de la indignación popular mostrada por la excarcelación del psicópata mediático más famoso de los últimos treinta años. Le recuerdo que ustedes tampoco retiraron las tropas de Irak cuando media España salió a la calle para exigir el regreso de nuestros muchachos y muchachas. La venganza y la indiferencia son platos que se sirven fríos, como el gazpacho. A joderse toca.
Pero vayamos al meollo de la cuestión. Para hacer rectificar a un gobierno hay que ser más expeditivo. Sacar a pasear la bandera o la pancarta y volverse a casa sin más, es como el que saca al abuelo tras la película de Cine de Barrio. Quién así cree poder cambiar el estado de las cosas o bien es un cretino, o un ingenuo. O ambas cosas a la vez. Para que ZPedo y su jauría de incompetentes reflexionen sobre la degradación moral a la que han sumido a este país, es necesario provocar algaradas, incendiar autobuses, asaltar ayuntamientos y saquear el Palacio de la Zarzuela si fuera menester. Es asumir que un centenar de militantes serán baleados por las fuerzas del orden, apaleados por piquetes mixtos de okupas, guarros y abertzales, es responder con sangre propia a la indignidad de un gobierno que está donde está, precisamente tras un pucherazo sin precedentes en la historia de la España contemporánea. Y que para más recochineo, le apartó a usted y su partido, del más que seguro triunfo electoral con artimañas propias de patio de colegio.
Sí pasearse arriba y abajo por el centro de Madrid fuera la solución a los problemas de esta nación, no dude que sería el primero en acudir a su llamada. Pero mientras usted y su partido sólo pretendan tapar los agujeros en la línea de flotación de un pais a la deriva, le espero mejor sentado junto al Mediterráneo, no sea que me empache con tanta banderita nacional y bocadillo de calamares.
A la espera de sus próximas movilizaciones, se despide con afecto:
Arnau Jara
P.D. Que el periódico de Pedro J. Ramírez se congratule de la no presencia de símbolos preconstitucionales en la manifestación del 11-M en Madrid, es indicativo del grado de puerilidad del periodismo capitalino, y una vez más, ejemplifica a la perfección los complejos que la derecha liberal arrastra consigo. Idem del tebeo El País, que hace lo propio para el voto cautivo del progresismo más repugnante, contando una por una las banderas con pollo o yugo.
Marcadores