CONVOCATORIA
A medio siglo de la quema de las iglesias
"En lo alto la mirada
luchemos por la patria redimida"
La noche del 16 de junio de 1955, muchos templos porteños fueron incendiados y profanados, amén del Palacio Arzobispal, Santo Domingo y San Francisco, la Capilla de San Roque, San Ignacio, La Merced, San Miguel Arcángel, La Piedad, Nuestra Señora de las Victorias, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, San Nicolás de Bari, San Juan Bautista, y la misma Catedral Primada.
"Noche de la Pasión de Jesús en Buenos Aires", fue llamada aquella. Noche trágica del sacrilegio, de la blasfemia, de la destrucción y del pecado.
Junto a la Eucaristía pisoteada, los sagrarios rotos, los altares mancillados, los cálices ultrajados, las imágenes sacras deshechas y vejadas, no pocas reliquias patrias sufrieron el mismo y endemoniado castigo. Desde las tumbas de los héroes hasta las banderas nacionales y los trofeos de guerra.
Perón y su gobierno fueron los responsables directos de esta grave iniquidad, corolario maldito de una política anticatólica explícitamente alimentada por la masonería. Política anticatólica, antinacional y masónica -quede en claro- que continuaron con las mismas culpas quienes desde 1956 se adueñaron de la caída del peronismo.
Pocos, lo presentimos con dolor, querrán recordar el medio siglo de aquella jornada odiosa y envilecedora. Pocos querrán tener frente al aniversario un gesto expiatorio, devocional y orante. Pocos querrán dejar siquiera un cirio ante el Santísimo, en señal de desagravio, u ofreciéndose penitencialmente al pie de las imágenes de Nuestra Señora. Tal vez callen los prelados, cierren los templos y queden amnésicos algunos o muchos de quienes fueron entonces protagonistas del drama.
Nosotros recordaremos y rezaremos con renovada fidelidad a Jesucristo. Y hemos de pedirle al Dios de los Ejércitos que nos conserve la lucidez para comprender y el coraje para resistir. Comprender que los ataques a la Iglesia no han cesado. Las llamas y los incendiarios del presente son tan dañinos como aquel fuego que carbonizó las estatuas y convirtió en cenizas los misales y los atriles. Los saqueadores de hoy -herederos ideológicos y partidarios de los de ayer- hacen de la Iglesia el blanco predilecto de sus insidias y persecuciones. Resistir, entonces, sigue siendo la consigna, librando el buen combate que nos pidiera el Apóstol una vez y para siempre.
A quienes la noche del 16 de junio de 1955 se contaron entre los bienaventurados que fueron perseguidos por causa de su amor a la Cruz, y están vivos para atestiguarlo. A sus descendientes memoriosos y leales. A los católicos argentinos todos, convocamos a visitar simbólicamente, como en el ejercicio cuaresmal del Jueves Santo, siete de aquellos históricos templos otrora escarnecidos. Lo haremos sin estridencias, en actitud orante, como ejercicio devocional. Será un acto de merecida reparación, pero será también un juramento. La promesa invicta e intacta, después de medio siglo, de que la mirada está puesta en lo Alto y la voz de la esperanza amanecida.
Antonio Caponnetto
¡CRISTO VENCE!
16 de junio, 19 hs. Salida: San Miguel Arcángel, Bartolomé Mitre 886
(Recorrido:San Miguel, San Juan Bautista,Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio, La Merced, Catedral)
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