La Revista/ El Mundo: Mallorca, la invasión germana
Mallorca: La invasión alemana de la isla
8 de la noche. Andratx (Mallorca). Una llamada recorre las terrazas que se extienden junto al puerto: Bitte, die Karte! (¡Por favor, la carta!). Ataviados con camisetas de Calvin Klein o Armani, los clientes, ejecutivos y empresarios alemanes, se disponen a saborear platos cocinados al más puro estilo de su tierra, por 8.000 pesetas el cubierto. Se sienten como en casa (de hecho, la mayoría tiene alguna cercana, por la que ha llegado a pagar hasta 800.000 pesetas el metro cuadrado). Han convertido Andratx en su paraíso. Si están enfermos, no hay problema: recurren a alguno de los 70 médicos alemanes repartidos por la isla. ¿Necesitan una loción para el pelo? Todo resuelto, la droguería Schleker cuenta con 30 filiales.
¿Que el perro se ha puesto malo? Para eso está el veterinario Olaf, que hace visitas a domicilio. ¿Algún chisme sobre los compatriotas que viven en la isla? Sólo hay que abrir el
Mallorca Magazine con todas las noticias de la comunidad, escritas, por supuesto, en perfecto alemán.
Mientras los exquisitos comensales de Andratx despliegan la servilleta sobre el regazo, a 40 kilómetros, en Playa de Palma, corre la cerveza y la sangría. Alemanes de clase media y baja, únicos clientes en la zona, se agolpan en las decenas de cervecerías germanas que se extienden por la calle del Jamón. En una de ellas, más de 200 cuerpos enrojecidos por el sol y el sudor, botan, dan palmas y brindan mientras corean Piep, piep, piep, Guildo hat euch lieb ("Pip, pip, pip, Guildo os quiere"). Uno de los hits de este verano que se disputa el número uno de la lista con otros de título tan sugerente como Weiss Mann am Strand (Hombre blanco en la playa). Después de unas horas de gritos y más botes, la masa de turistas, uniformada con camisetas que rezan: Wenn du das noch lessen kannst dann brauchst du noch ein Bier (Si todavía lo puedes leer es que necesitas otra cerveza) o Ich will ficken (Quiero follar), replegará velas hacia los cientos de discotecas cercanas. Especialmente hacia Oberbayern (Alta Baviera). Los cuatro porteros que controlan la entrada son estrictos con la clientela. Aquí vale casi todo, el calcetín blanco y hasta los ojos enrojecidos, pero un detalle hace saltar a los vigilantes de sus puestos: no ser alemán. Los españoles no son bienvenidos. Dentro, a los parroquianos les espera todo el espíritu bávaro, hasta camareros con calzones y sombreros tiroleses. Y, sobre todo, cerveza, mucha cerveza. La fiesta termina con la elección de Mister o Miss Oberbayern. Los candidatos, en su afán por mostrar sus posibilidades de optar al título, generalmente terminan completamente desnudos sobre el escenario.
El alemán de camiseta Calvin Klein -con casa en Andratx, Deià o Artà-, y el de
"Quiero follar" -de hotel tres estrellas en Playa de Palma o Cala Ratjada- no se cruzarán durante su estancia en la Mallorca. Les separan unos pocos kilómetros, pero sólo se verán las caras en el aeropuerto de Palma, cuando cada uno espere embarcar de regreso a su país. Son las dos caras de una misma moneda, la presencia del Deutsche Mark en la isla.
Según el departamento de Turismo del Gobierno balear, en 1997 tres millones y medio de alemanes visitaron Mallorca. Este año se espera superar la cifra. Sin embargo, no todos llegan con la intención de plantar su maletita en un hotel durante una semana o 15 días. Muchos, más de 30.000, los de mayor poder adquisitivo, han decidido quedarse definitivamente o convertir la isla en su segunda residencia habitual. Y la cifra va en aumento.
Aunque de momento sólo representan el 4% del total de habitantes de la isla, algunos ya califican su presencia de invasión. Entre ellos, Pere Salvà, catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Mallorca. Y es que con la fuerte entrada de población alemana, se ha desatado la fiebre teutona por comprar tierras y casas en la isla. Ya han adquirido más de 50.000 viviendas. Y, según algunos estudios de mercado, tienen la intención de hacerse con otras 30.000 más en los próximos años. Para Pere Salvà la cosa no queda ahí: el 20% del territorio está en manos alemanas. Y eso sólo como promedio, ya que en algunas zonas la cifra alcanza el 50%.
NUEVA FLORIDA
Mallorca parece haberse convertido en una Florida europea para teutones urbanitas de clase alta, en un cálido y recién estrenado decimoséptimo Land con vistas al Mediterráneo. Para Pere Salvà este fenómeno, que se inició hace seis años, es el precio que hay que pagar por una mala política agraria. "La agricultura sólo representa el 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB). Se trata de fincas de bajo rendimiento. Además, más de la mitad de los 6.000 payeses ha superado los 55 años. Si la generación de agricultores no se renueva, en el año 2000 o 2010 quizá sólo queden 1.500".
El senador del PSOE por Baleares Toni García comparte su opinión. "Desde hace 20 años, el sector servicios se ha apoderado del primario. No ha habido preocupación por realizar una política agraria. Esto ha repercutido en la falta de actividad en el campo y ha hecho que los propietarios de terreno vendan cuando les ofrecen un buen precio. El resultado es que los señores alemanes compran una segunda vivienda".
Pero la voracidad alemana no siempre se sacia con una segunda residencia. A lo largo de cinco años, todas las casas de la aldea de Biniagual ha pasado a manos de la familia Graf. Los antiguos dueños no pudieron resistirse ante los cheques de Klaus Graf, presidente de la multinacional de electrodomésticos Teka. Sólo el oratorio, propiedad del obispado, sigue en sus trece. Con la iglesia hemos topado, Herr Graff.
Las compañías germanas Appad Lloyoid y LTU controlan prácticamente todo el tráfico aéreo de la isla. De hecho, cada semana aterrizan o despegan del aeropuerto de Palma 1.100 aviones de esa nacionalidad. Y la cosa va a más. A partir del 4 de noviembre, Palma y 11 ciudades germanas estarán unidas por una especie de puente aéreo, lo que significará el desembarco de más de 300.000 pasajeros durante el invierno. El tráfico es tan intenso que la compañía LTU ofrece a sus clientes Vip una tarjeta anual que, por un 1.750.000 pesetas, les permite volar todas las veces que deseen a Palma. Y es que cada vez son más los ejecutivos que todos los fines de semana se reencuentran con sus familias instaladas en la isla.
A TIRO DE AVIÓN
Para el catedrático Pere Salvà, Mallorca se ha convertido en la periferia de las grandes urbes alemanas. "Cualquier habitante de un área metropolitana tiene que recorrer de 300 a 400 kilómetros para encontrar un paisaje rural de calidad. La decisión es o pasarse dos horas conduciendo para instalarse en un lugar sin sol o invertir el mismo tiempo en volar".
La presencia germana está levantando suspicacias y ya se han oído las primeras voces de alarma. El año pasado varias calles de Esporles amanecieron empapeladas con proclamas del tipo: "Mallorca no es Alemania", "No al colonialismo alemán". Los más críticos han creado la Associació per la Defensa de Mallorca que, según sus miembros, tiene por objeto luchar "contra las continuas agresiones que desde unos años sufren los mallorquines a causa de la venta masiva de nuestro territorio a manos extranjeras".
Para el portavoz del PSM (Partido Socialista de Mallorca-Nacionalistas de Mallorca) en Capdepera, Felip Esteva, la primera consecuencia de esta fiebre compradora es la revolución del mercado inmobiliario. Los alemanes pagan cantidades desorbitadas y muchas parejas jóvenes de isleños tienen dificultades para encontrar vivienda. "Se trata de una colonización encubierta", asegura. "Se habla de que en pocos años habrá 150.000 alemanes residiendo y uno se acaba sintiendo extranjero en su tierra. ¿Qué pasa con la gente de aquí que gana un salario medio? No pueden comprarse una casa en su pueblo.
Además, los extranjeros no se integran, no tienen interés por nuestra cultura y nuestra lengua. El Gobierno balear habla de beneficios económicos, pero la realidad es que para rehabilitar las casas que compran traen a obreros y materiales de fuera. Existe un mercado paralelo con su red de trabajadores". Otra de las quejas de los nacionalistas es la parcelación del terreno. "No respetan las servidumbres de paso, los caminos tradicionales. En cuanto compran una finca, la cercan y la llenan de perros de seguridad", afirma Sebastia Serra, también del PSM.
Mientras tanto, la economía balear va viento en popa. El PIB ha crecido en los tres primeros meses del año un 5,6% y se espera acabar el ejercicio con un incremento del 5%, por delante de la media nacional y de la Unión Europea. Pero no todas las cifras están tan claras. En la isla nadie duda de que con las operaciones de compra-venta está entrando gran cantidad de dinero negro ante la llegada del euro. Algunos datos hablan de hasta 160.000 millones pagados en B por los extranjeros que adquieren tierras.
Tampoco todos los alemanes que llegan cuentan con un historial tan intachable como Claudia Schiffer, con mansión en Camp de Mar. "Cada semana o cada 15 días solemos detener algún ciudadano alemán, del que las propias autoridades de su país nos solicitan su extradición y que ha venido a vivir aquí sin delinquir. Generalmente se trata de delitos económicos o de sangre", afirma Chisco Oliver, portavoz de la Policía Nacional en la isla.
Aunque instancias oficiales lo niegan una y otra vez, estos datos y el asesinato todavía no aclarado del rey de la cerveza, Manfred Meisel, su hijo y su criada -que sacudió el año pasado a la isla- han desatado los rumores de que en Mallorca opera una mafia alemana, que chantajea a los residentes de su país. Hasso Schützendorf, propietario de una empresa de alquiler de coches, declaró a un periódico mallorquín que había pagado 100 millones de pesetas a mafiosos de su país para que le dejaran tranquilo.
CONTRAATAQUE
Otros compatriotas suyos prefieren hablar de extorsión por parte de los grupos nacionalistas. Horst Abel, dueño de una importante cadena de salchicherías, fundó el año pasado el partido Amigos Alemanes en España (primera asociación política germana de residentes en Mallorca). Pocos días después, comunicó a un periódico alemán haber recibido amenazas por parte de sectores radicales. Su grupo político no ha contado con el apoyo de sus compatriotas, pero los isleños temen que, tarde o temprano, jueguen la baza política para optar a las alcaldías. El periodista Carlos Garrido ha ido aún más lejos. En su último libro, Mallorca de los alemanes, ironiza sobre la situación de la isla en el siglo XXI, una Mallorca colonizada por los alemanes donde se come Ensaimaden mit Bratwurst. "Ya tienen sus canales de información, sus gestorías... Y no dudo que se lancen a la política. El proceso va muy rápido, y en cinco años puede ser inquietante".
De momento, la preocupación del Gobierno balear se centra, sobre todo, en poner freno a la proliferación de anuncios, menús y productos etiquetados sólo en alemán. Para ello, ha anunciado la inspección de 1.000 locales turísticos y ha amenazado con multas de hasta 2,5 millones de pesetas. Otra de sus inquietudes son las noticias aparecidas en la prensa alemana. Los titulares sobre sexo y desenfreno en Mallorca inundan los medios germanos, que suben de ventas cada vez que hablan del fenómeno Balneario 6: un concurrido chiringuito de Playa de Palma, centro de reunión de sedientos impenitentes. El bar se ha transformado en un mito, en un lugar de peregrinación para alemanes con pocos ingresos y ganas de desinhibirse.
BARATO, BARATO
"En nuestro país se habla tanto de lo divertido que es esto, que llevaba años soñando con venir aquí para ligar y beber. Me he pasado ahorrando dos meses para poder permitírmelo", comenta Otto, un estudiante hamburgués, de 25 años. Su sueño (vuelo de ida y vuelta y hotel en régimen de media pensión) le ha costado sólo 25.000 pesetas. "El resto, 50.000, es para sangría y cerveza, por supuesto", añade.
El nombre de Balneario 6 ha pasado de boca en boca entre la clientela hasta deformarse en el germanizado Ballermann, mucho más fácil de pronunciar para los parroquianos y que ya ha sido registrado por un alemán avispado. Cuatro guardas jurados, con gafas de sol a lo policía texano, porra y esposas, controlan a los periodistas que se acercan hasta el local. "¡Nada de fotos! Estamos hartos de la prensa. Aquí vienen cámaras alemanes que incitan a los clientes a hacer barbaridades para sacarlos después por la televisión de su país y arruinar la reputación de la isla", comenta indignado uno de los miembros de seguridad, mientras una pareja de clientes se tambalea en busca de la barra. "Nosotros intentamos que la animación no se dispare. Antes servíamos la sangría en cubos, y ahora usamos vasos de medio litro. Queremos dar buena imagen", añade. Pero da lo mismo. En Alemania se ha creado un mercado negro donde un cubo original del Ballermann 6 puede alcanzar cifras de cuatro ceros. El culto y el desembarco continúan.
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