ABEL PARDO FERNÁNDEZ


Estas últimas semanas hemos venido observando cómo el partido que sustenta al alcalde de León no ha cejado en salir a la calle para reivindicar los derechos colectivos del pueblo navarro. Hemos observado cómo bajo diferentes eslóganes, a la derecha estatal no le cabía duda alguna de que Navarra debía «defenderse». Y es que «Navarra debe seguir siendo Navarra».

Frente a ello está la posición de la derecha en el caso de León. Frente al «con Navarra no se negocia», no he podido sino recordar cómo un eminente miembro del postfranquismo, del Partido Popular, como Rodolfo Martín Villa, negoció con León «por intereses de Estado». Frente al «que Navarra siga siendo Navarra», el Partido Popular defiende que León no es León sino una parte de Castilla y León, que para eso lo han pactado con el PSOE, como ha venido a decir su jefe de filas «vallisoletano». Frente a «Navarra es una comunidad foral histórica», la derecha autonómica a través del salmantino Mañueco no ha tenido problema alguno en criticar al presidente del Gobierno por reconocer que León es una comunidad histórica. Frente al «jamás consentiremos que Navarra sea moneda de cambio», la derecha autonómica permite que perdamos fondos europeos con tal de que no se reconozca al Reino de León ni siquiera a nivel estadístico europeo, o a que forme parte de una región europea con Asturias y Galicia. Y frente a ello, frente a las calles de Pamplona llenas de dirigentes de la derecha estatal «defendiendo a Navarra», mientras en León proponen más medidas que impiden nuestro desarrollo como pueblo, uno no puede sino preguntarse hasta dónde son capaces de llegar en su hipocresía, hasta dónde son capaces de llegar con sus dos varas de medir, hasta dónde son capaces de establecer una pluralidad de discursos, y hasta dónde son capaces de callar sus correligionarios de León sin que se les caiga la cara de vergüenza.

Existen posturas incapaces de asimilar la pluralidad ideológica, la diversidad cultural, la riqueza del multilingüismo, y tratan de imponer un código binario blanco o negro. Y es que más allá de este pensamiento único, uniforme y catastrofista, existe la diversidad, el futuro y el progreso. Más allá de aquellos que creen en la unidad, en la grandeza y en una hipotética libertad vigilada de un estado uniforme, existen posturas que creen en la riqueza de la diversidad, en la humildad de ser simplemente como somos, porque somos, y en la libertad, ejercida como ciudadanos y como pueblo a través de un referéndum. Por ello es necesario que todos los partidos expongan a los ciudadanos qué quieren que sea León y qué derechos queremos que tenga. ¿Creen que León es un pueblo, y por tanto que los leoneses debemos decidir libremente nuestro futuro, y si así lo decidimos poder constituir una autonomía o no?

Y es que a muchos nos gustaría saber por qué razón poderosa niega el Partido Popular el reconocimiento para León de los mismos derechos que exige a grito pelado por las calles de Pamplona para Navarra. O por qué no está dispuesta la derecha a exigir al PSOE, con la vehemencia que exige que se respete el derecho de los navarros a ser navarros, que los leoneses podamos seguir siendo leoneses, disponiendo del mismo modelo, sin una competencia de más, que defienden para los navarros.

Tal vez no sea así, y nos sorprenda Mariano Rajoy convocando una manifestación para exigir el reconocimiento del Reino de León como Comunidad Autónoma, y la derecha estatal habrá dado una muestra de coherencia, de sensatez, y de practicar políticas que defienden la igualdad territorial, y por tanto «los mismos derechos para todos los españoles».

Pero si con Navarra no se negocia pero con León sí, pero si Navarra no se vende pero León se regala, pero si los Navarros tienen derecho a ser navarros pero los leoneses debemos dejar de serlo para ser «castellanoleoneses», si la capital de Navarra debe ser Pamplona pero la de León Valladolid, o si los vascos no deben tomar decisiones que sólo incumben a lo navarros, pero los castellanos deciden día a día desde Valladolid el destino de un millón de leoneses, entonces la derecha tiene un problema grave de coherencia.

Y junto a ello tenemos el «que sean los navarros los que decidan» que plantean desde las filas del partido del Gobierno, el «León es una comunidad histórica» que anuncia el presidente del Gobierno y nos resta saber si está dispuesto el PSOE a reconocer que León tiene derecho a su identidad, a decidir libremente en un referéndum si quiere ser una comunidad autónoma, y a apoyar la creación de un Consejo General del Reino de León para que transitoriamente los leoneses administremos recursos y competencias.

¿O simplemente el PSL-PSOE dirá «yo quiero pero desde Valladolid no nos dejan»?

Abel Pardo Fernández, postgrado de Especialista Universitario en Ceremonial y Protocolo