La raza zamorano-leonesa es una raza autóctona de burros caracterizada por el largo y abundante pelaje (que se utilizaba en la elaboración de mantas) y su capa típica oscura, casi negra (descrita técnicamente como "negra mal teñida"), con degradaciones claras o gris plateado alrededor del hocico y los ojos y en las axilas, parte inferior del pecho y cara de las nalgas, bragadas y bajo vientre. Tiene un desarrollo capilar-lanar que le otorga una particular fisonomía. Procede del Equus asinus somaliensis, como las otras razas de burros negros del Norte de España, y abundaba antiguamente en la zona geográfica delimitada por la Cordillera Cantábrica y Picos de Europa y los ríos Cea y Órbigo. Posteriormente estos ejemplares se fueron exportando hasta extenderse por ambas Castillas, quedando ahora reducida a las comarcas zamoranas de Aliste y Sayago, dos explotaciones de León y Palenciay a un centro de recuperación de razas de pollinos en peligro de extinción en la Yeguada Militar de Écija (Sevilla). Existen también asnos zamorano-leoneses de escaso valor genético realizando labores agrícolas en las provincias de Ávila, Burgos, Salamanca y Soria.
Pequeño pero corpulento, su pescuezo es corto, recto y musculoso. Su tronco es moderadamente corto, con la cruz poco destacada y la grupa elevada, lo que le da un aspecto menos erguido que al burro catalán o el andaluz, por ejemplo. El pecho es alto y profundo y el vientre prominente y caído, carácter propio de las razas rústicas. Las patas son gruesas y curtidas, con pelo abundante y cascos anchos y bien desarrollados. La cabeza es grande y alargada. Las orejas, de ancha base, separadas cara a los lados e inclinadas, con pelos largos en su borde interno que a veces caen en forma de trenzas que allí denominan, comunmente, pinganillos. También es muy característico el creciemiento del pelo en la región intermandibular, a modo de barba. El peso medio de los machos llega a los 350 kilos, cuña alzada de unos 150 centímetros, y el de las hembras, a 250-300 kilogramos.
El Libro Genealógico de esta raza fue creado en los años 40, en las provincias de León y Zamora, pero esto no tuvo ningún efecto significativo en la conservación de la raza. En 1980, el Ministerio de Agricultura y Pesca la catalogó como de "protección especial" y ya en 1982 estaba considerada como "en peligro de extinción". A partir de 1987 es objeto de medidas de protección y reproducción controlada en el Servicio de Cría Caballar y Remonta de Écija. El censo de la raza, según la asociación de criadores ASZAL, es de unos 1.300 ejemplares (hay otros 500 no inscritos en el Libro Genealógico, gestionado actualmente por la Junta de Castilla y León), de los que sólo 35 son machos aptos para a reproducción. La mayoría son propiedad de Cría Caballar, que los tiene estabulados entre la Yeguada de Écija y el Depósito de Sementales de Ávila. El Ministerio de Agricultura y Pesca reconoce como entidad de criadores de equinos, concretamente del burro de raza zamorano-leonesa, a la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Selecto de Raza Asnal Zamorano-Leonesa (ASZAL), cuyo presidente, Jesús de Gabriel, afirma que una de las primeras medidas que habría que llevar a cabo para la recuperación de la especie sería la de "doblar el número de madres reproductoras". Actualmente, sólo existen 250 burras que consiguen sacar adelante un centenar de buches (burros jóvenes) al año, una cantidad que, según De Gabriel, "no garantiza el futuro de la raza".
El problema principal radica en la baja tasa de reproducción, ya que de las 1.100 reproductoras apenas la cuarta parte se dedica a la cría. La salvación de este burro pasaría también por realizar una serie de actuaciones en el plano técnico, así como la introducción de nuevas y estrictas exigencias en materia de genética. Además los expertos apuntan que sería importante crear un centro de inseminación artificial. "El problema no está tanto en la cantidad como en la pérdida del genotipo, hemos conseguido recuperarlo en tres o cuatro años, mucho antes de lo que esperábamos, teniendo en cuenta que se había hecho una selección de un animal pequeño y manejable para la monta, cuando el estándar es un asno corpulento, de trabajo", comenta Enrique Matorra, veterinario.
Anualmente se celebra en la localidad zamorana de San Vitero una feria de exposiciones y subastas dedicada a este noble animal, el cual ha sido utilizado recientemente en un proyecto de equinoterapia asistida con niños que presentaban minusvalías para estimular su desarrollo psicomotriz. El repunte de la raza se ha debido también al particular interés mostrado por algunos ganaderos, como José María Giganto, que cuida varios ejemplares en sus instalaciones de Villademor de la Vega (Sur de León), quien se lamenta de la ausencia de subvenciones provenientes de la Junta. Para animar a los ganaderos a contribuir al crecimiento de la cabaña se multiplicó el precio de salida de estos animales al mercado. El precio de los burros zamorano-leoneses oscila entre los 102.000 y los 180.000 euros, en el caso de los buches, y los 600 euros en el caso de los adultos.
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