La entrada hoy del blog gijonés es una magnífica catequesis y apología Mariana.
Sábado, 18 diciembre 2010 · 13:54
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Expectación
Virgen de la Expectación o de la O. Parroquia de Santiago, Castilleja de la Cuesta (Reino de Sevilla)
¿Por qué abre hoy nuestra entrada una imagen de la Santísima Virgen de la O, pero no de Gijón, sino del Reino de Sevilla? Pues porque los rojos destruyeron en 1936 la que se encontraba en la iglesia parroquial mayor de San Pedro Apóstol, con todos los demás tesoros que contenía, con el templo mismo; como hicieron con los demás templos e imágenes del concejo y de la comarca. Aquellas tierras sevillanas fueron reconquistadas por el Rey San Fernando en el siglo XIII, y repobladas con asturianos, leoneses y gallegos.
En el oficio divino de ayer, en la hora de vísperas, comenzaron las antífonas mayores de la última semana del Adviento, que se van cantando por el clero y por los religiosos católicos –es decir, no esperen oírlas en esta desgraciada diócesis– hasta el día 23: O Sapientia, O Adonai, O Radix Jesse, O Clavis David, O Oriens, O Rex Gentium, O Emmanuel. Por eso a la españolísima fiesta de hoy, la Expectación del Parto de la Santísima Virgen (instituida por el X Concilio de Toledo en el año 656), se la conoce como la de la Virgen de la O. Su devoción, como todas las anteriores a la primera invasión mahometana, siguió muy extendida en Asturias. Como muestra, la capilla a ella dedicada en la Trubia gijonesa, en Cenero: Foto Pañeda
La imagen que se encontraba en la iglesia de San Pedro era de las que mostraban al Niño Dios en una urna de cristal en el vientre de su Santísima Madre. Así de natural era la piedad católica: la pudibunda estulticia, «los niños vienen de París», la trajo la nueva burguesía, ebria de jansenismo, liberalismo y europeísmo. De aquellos polvos decimonónicos hemos pasado, vía Vaticano II, «destape» tardofranquista y oligofrénica «educación sexual», a los lodos ratzinguerianos del condonazo.
Expectación. Esperamos la pronta venida de Nuestro Salvador Jesucristo, que va a nacer en Belén, a pesar de los Herodes sionistas. Porque todas las demás expectativas no pueden ser peores.
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