VIGILANCIA CRISTIANA
“Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes; pero las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite; las prudentes, en cambio, junto con las lámparas llevaron aceite en sus alcuzas. Como tardase en venir el esposo les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó vocear: ¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid a su encuentro! Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite porque nuestras lámparas se apagan. Pero las prudentes les respondieron: Mejor es que vayáis a quienes lo venden y compréis, no sea que no alcance para vosotras y nosotras. Mientras fueron a comprarlo vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Luego llegaron las otras vírgenes diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero él les respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, porque no sabéis el día ni la hora” (Matt. 25)¡Que necesaria es para nosotros la vigilancia cristiana!
Mientras estemos en esta vida, vivimos en un país enemigo, lleno de precipicios, tentaciones y lazos. Nuestros sentidos nos engañan, nuestro espíritu nos deslumbra, y el corazón nos hace traición. El aire del mundo es contagioso, y nosotros somos nuestros mayores enemigos; para no ser vencidos nos da el Salvador dos grandes remedios:
“Velad y orad, nos dice, para que no caigáis en la tentación”(Mc 14,38)Orar sin velar es presumir de la gracia y lisonjearse de una esperanza quimérica de vencer aún sin pelear con el enemigo.
Velar sin orar es presumir de nuestras propias fuerzas y exponerse temerariamente al peligro de caer en la tentación .
Orar sin velar es contar sobre un socorro, que no le tendremos o que haremos nos sea inútil.
Velar sin orar es contar sobre un socorro demasiado débil para sostenernos, pedir demasiado a una naturaleza tan corrompida como la nuestra; pero descuidar de velar sobre sí mismo y de orar, es estar muy cerca de ceder a la tentación y ser vencido: ¿y no es ésta la conducta lastimosa de la mayor parte de las gentes?
Ecce Christianus
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