Re: La gloria de la carne
Don Juan Manuel es magnífico. Siempre le daré un enorme VICTOR a todos sus magníficos artículos. Necesitamos uno, dos, tres..... mil señores de Prada...
Re: La gloria de la carne
En relación con esto me viene a la cabeza la escalofriante proporción en aumento de las incineraciones, incluso de difuntos que eran católicos, que creo que llegan a la mitad de los decesos. Por lo que tengo entendido su precio es similar al de un entierro como Dios manda, así que ignoro el por qué de este procedimiento, tan impropio de nuestra cultura, pero tan corriente en nuestros días. No sólo supone una falta a los preceptos de la Iglesia y una aparente renuncia a la resurrección de la carne, sino que además se les priva a los familiares y allegados de un lugar en el que rezar ante los restos del difunto, y al mismo se le priva de una lápida que recuerde que ha pasado por esta vida, que ha existido. Me resulta aterrador.
Re: La gloria de la carne
Acabo de enterarme que el catecismo postconciliar permite la práctica pagana de la incineración siempre que no haya mala fe. Ver para creer...
Re: La gloria de la carne
Un artículo magnífico, sí señor. escribiendo estas cosas no me extraña que Prada sea tan odiado en los ambientes culturetas. Y también en ciertos ambientes del oficialismo catolico ñoño
Re: La gloria de la carne
No conozco muy bien el proceso que ha llevado a aceptar la incineración. Así que por favor, corregidme si me equivoco en lo que voy a decir.
Pienso que en el caso de los incinerados, Dios puede perfectamente devolverles la forma de la que gozaron en vida en el Paraíso. Eso sí, y como bien ha apuntado en el artículo Juan Manuel de Prada con sus citas a San Agustín: con los defectos corregidos.
Esta parte lo explica perfectamente: A esa nueva forma de existencia la llama San Pablo cuerpo glorioso o espiritual, renacido de la semilla corruptible de nuestro cuerpo mortal y sin las limitaciones propias de la materia: porque la resurrección no es la recuperación del cuerpo abandonado por el alma, ni tampoco la continuación de una vida corporal interrumpida por la muerte --como pensaban los saduceos--, sino el principio de una vida nueva.
Honestamente, creo que Dios es capaz de realizar algo así, independientemente de si la persona se ha cremado o inhumado. Con esto, no quiero defender la incineración, ni mucho menos. Yo personalmente, la rechazo.
Re: La gloria de la carne
Cita:
Iniciado por
Fidelitas
Honestamente, creo que Dios es capaz de realizar algo así, independientemente de si la persona se ha cremado o inhumado. Con esto, no quiero defender la incineración, ni mucho menos. Yo personalmente, la rechazo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero la incineración supone real y simbólicamente la destrucción total de la carne, sin dejar siquiera el esqueleto. Por supuesto para Dios nada es imposible. Eso no quita que un cristiano que se precie de serlo deba enterrar a los suyos y ser enterrado cristianamente y no quemado como un pagano.
Re: La gloria de la carne
Por supuesto que a la hora de la resurrección de la carne dará igual que uno haya sido destruido totalmente por el fuego (por ejemplo en un incendio) o por una explosión atómica. Pero es un rito totalmente pagano que estuvo prohibido por la Iglesia hasta principios del siglo XX. Más tarde, después del Concilio, cuando ya se permitió todo, nadie se acordó de aquellas prohibiciones. En este hilo se explica con más detalle:
http://hispanismo.org/noticias-y-act...cadaveres.html
Re: La gloria de la carne
Acabo de quedar horrorizado y petrificado por esa abominación de la liquefacción de cadáveres. ¡Qué espanto! Eso es lo más ateo, atroz y emético que he visto en mucho tiempo.
De todos modos, los paganos también practicaban la inhumación. Pongo un enlace por si a alguien le interesa sus antiguas costumbres (no con ánimo de paganizar, sino el de conocer):
culto a los muertos
Re: La gloria de la carne
Por supuesto, lo de la liquefacción es horripilante, abominable a más no poder. De todos, en el último posteo de ese hilo se explica en detalle porqué la Iglesia siempre condenó la incineración.